A nuestra sociedad se le conoce como una sociedad postmoderna o pos cristiana. Esto significa que vivimos en una época que supuestamente ha superado la modernidad y la cristiandad. Como lo ha escrito hace ya mucho tiempo el filósofo canadiense Charles Taylor estamos en la época secular. Lo que signifique vivir en una época secular es algo que en el futuro espero reflexionar, pero ahora quiero enfocarme en la relación entre el cristianismo y la sociedad occidental. Cuando uno conversa con las personas respecto al cristianismo es muy común escuchar cosas como “el cristianismo detuvo a la ciencia” “torturo a las personas” “restringió las libertades” “atraso los avances del mundo” pero si tú le dices que el cristianismo es la base de la sociedad occidental seguramente no te creerán y esperaran que les argumentes al respecto. Que el cristianismo sea la base y el fundamento de la sociedad occidental no significa que no hubo intercambio entre la filosofía grecorromano u otras filosofías, pero el cristianismo fue quien definitivamente formo el pensamiento y el estilo de vida occidental. El historiador británico Christopher Dawson (1889-1970) en su obra “La religión y el origen de la cultura occidental” escribió[1]:
Cuanto más se estudian los orígenes del humanismo, más
se llega a reconocer la existencia de un elemento que no es sólo espiritual
sino decididamente cristiano. Se puede objetar que éste es sólo uno y no el más
importante aspecto del movimiento humanístico. Pero aun las realizaciones
puramente naturalistas del Renacimiento dependían de sus antecedentes
cristianos. El humanismo fue, es cierto, una vuelta hacia la naturaleza, un
redescubrimiento del hombre y del mundo natural. Pero el autor del
descubrimiento, el principio activo del cambio, no fue el hombre natural: fue
el hombre cristiano, el tipo humano producido por diez siglos de disciplina
espiritual e intenso cultivo de la vida interior. Los grandes hombres del
Renacimiento eran hombres espirituales aun estando profundamente sumergidos en
el orden temporal. De los recursos acumulados en su pasado cristiano
adquirieron la energía para conquistar el mundo de la materia y crear la nueva
cultura del espíritu.
El cristianismo penetró por primera vez en Europa
occidental bajo la forma de un movimiento misionario que se había originado en
las ciudades helenísticas del Levante, y durante siglos los hombres del Oriente
—Pablo, Ireneo, Atanasio, Casiano, Teodoro de Tarso y los papas sirios y
griegos del siglo VIII— desempeñaron un papel notable en la formación del cristianismo
occidental. En la época que siguió a la caída del Imperio, este proceso de
transmisión continuó de los cristianos de las provincias occidentales hacia los
pueblos bárbaros, como vemos en la misión de san Patricio a Irlanda, en la
evangelización de san Amando en Bélgica, y sobre todo en la conversión de
Inglaterra por Gregorio el Grande, que hizo época (Quede leyendo en el capitulo 2 de
este libro)
Por otro lado El historiador
británico Tom Holland reafirma esta opinión en su obra “Dominio, como el
cristianismo dio forma a occidente”[2]:
Hoy, en esta época de realineamientos geopolíticos
sísmicos, en un momento en que nuestros valores demuestran no ser tan
universales como algunos de nosotros creíamos, es más acuciante que nunca que
comprendamos lo mucho que derivan y dependen de nuestra cultura. Vivir en un
país occidental es vivir en una sociedad completamente saturada de suposiciones
y conceptos cristianos. Esto es igual de cierto para los judíos o los
musulmanes que para los católicos o los protestantes. Dos mil años después del
nacimiento de Cristo, no hace falta creer que resucitó de entre los muertos
para asombrarse ante la formidable —de hecho, la ineludible— influencia del
cristianismo. Sea en la convicción de que la conciencia es fundamental para
establecer buenas leyes, en la de que la Iglesia y el Estado existen como
entidades distintas o en la de que la poligamia es una práctica inaceptable,
los vestigios del cristianismo se encuentran por doquier en Occidente. Incluso
escribir sobre él en un lenguaje occidental conlleva emplear expresiones
saturadas de connotaciones cristianas. «Religión», «secular», «ateo»: ninguna
de estas palabras es neutral. Aunque derivan del pasado clásico, todas nos
llegan cargadas con el legado del cristianismo. Si no somos conscientes de
esto, nos arriesgamos constantemente a caer en el anacronismo. Por mucho que
los bancos de las iglesias estén cada vez más vacíos, Occidente permanece
amarrado con firmeza a su pasado cristiano
El cristianismo, según parecía, no necesitaba
cristianos para que sus creencias prosperaran. Solo el tiempo dirá si esto fue
una ilusión o si el poder de las víctimas sobre sus opresores sobrevivirá al
mito que lo alumbró. Por el momento, la retirada de la fe cristiana no parecía
implicar necesariamente la desaparición de los valores cristianos. Al
contrario. Incluso en Europa —un continente cuyas iglesias están mucho más
vacías que las de Estados Unidos—, los vestigios del cristianismo seguían
impregnando la moral y las creencias de la gente hasta tal punto que muchos ni
siquiera percibían su presencia. Como partículas de polvo demasiado finas para
distinguirse a simple vista, todo el mundo las respiraba por igual: creyentes,
ateos y aquellos que ni siquiera se habían parado jamás a pensar sobre
religión.
Como podemos ver la
cultura occidental está totalmente influenciada por el cristianismo y por tanto
debemos analizar qué tan profundos, relevantes y beneficiosos ha sido su
influencia[3]. Los
teólogos católicos romanos Mike Aquilina y James L Papandrea escribieron un
interesante libro llamado “las 7 revoluciones que cambiaron al mundo. Como el
cristianismo cambio el mundo y como puede cambiarlo hoy nuevamente[4]”
el cual nos ayudara a ver lo revolucionario que fue el cristianismo que llevo a
cambiar diversos ámbitos de la vida humana que eran comunes para las culturas
del mundo antiguo pero especialmente en el contexto de la cultura grecorromana
donde nació el cristianismo.
La primera revolución que el cristianismo hizo fue la
revolución de la persona.
La primera revolución
cristiana es la manera en que el mundo antiguo y en especial el mundo
grecorromano veía a los seres humanos. Para poder entender de una manera más
plena como el cristianismo revoluciono esta perspectiva del ser humano es
importante analizar brevemente como ellos pensaban al respecto. Para esto
usaremos varias citas del libro de Mike Aquilina y James L Papandrea[5].
Hoy en día, cuando alguien quiere defender su caso
ante los medios de comunicación, apela a ciertas nociones que considera
evidentes: que todas las personas tienen la misma posición. A menudo piden un
trato especial basado en su “victimismo”, como si el victimismo les confiriera
cierta dignidad.
¿Derechos humanos? La idea no habría tenido sentido si
hubieras intentado explicarla. ¿Por qué tendrías “derechos” sólo porque
naciste? Tenías derechos si eras alguien importante, como Paul, el hijo de un
ciudadano. O podrías tener derechos si los compraste, como hizo el tribuno.
Pero la gente corriente no tenía derechos. El pueblo existía para el Estado, y
si no era útil al Estado no tenía derecho a existir.
La utilidad era el factor clave para decidir si un ser
humano era digno de vivir. Lo útil debe ser recompensado y lo inútil debe
desecharse. Cuando las Buenas Nuevas
eran nuevas, el aborto e incluso el infanticidio eran algo común en la cultura
y requerían poca deliberación. En toda la historia, sólo una cultura había
prohibido estas prácticas: la de los judíos. Y eran una minoría insignificante
en el primer siglo, en su mayoría exiliados de su patria, especialmente después
de la desastrosa rebelión que condujo a la destrucción de Jerusalén en el año
70.
Todas las demás naciones, todos los demás imperios,
todos los demás reinos, todos los demás pueblos (los asirios, los babilonios,
los hititas, los griegos, los romanos) mataban rutinariamente a sus crías.
Platón y Aristóteles elogiaron el aborto y el infanticidio. Como dijo el
filósofo Séneca, deshacerse de los niños inútiles era simplemente lo razonable.
De forma resumida podemos
decir que las creencias en el mundo grecorromano sobre las personas era que no
creían en la dignidad inherente de los seres humanos, no creían en la
protección de los débiles, no creían en los derechos humanos y creían que la
vida de una persona importante solo si era útil. Por lo tanto ¿Quién o qué fue
lo que cambio esa forma de pensar? Lo que cambio esa forma de pensar fue el
cristianismo que con el mensaje del evangelio conquisto el mundo antiguo.
Nuestra sociedad se preocupa constantemente por la “igualdad” “los derechos
humanos” “La dignidad de las personas” pero muy pocas veces se detiene a pensar
cual es el origen de esa forma de pensar. Yo generalmente pongo el ejemplo de
dar el asiento en la micro a mujeres embarazadas o adultos mayores pues si yo
no soy cristiano ¿Por qué debería darles el asiento a ellos? Algunos podrían
argumentar que es sentido común pero cuando revisamos la historia no ha sido
así. En que nuestra cultura esto se considera “correcto” debido a que tenemos
conceptos cristianos con los cuales juzgamos las cosas y de lo cual la mayoría
de las personas no lo sabe. Ahora esto no significa que nuestra sociedad sea
totalmente coherente con eso pues mientras que para algunos es “escandaloso” que
no les den la asiento a mujeres embarazas o adultos mayores no ven ningún
problema con permitir el aborto. Pero el punto que quiero señalar aquí es que
la preocupación por dignidad de las personas, la preocupación por los débiles o
los derechos humanos son conceptos que emanan del cristianismo.
La segunda revolución que el cristianismo hizo fue la
revolución del hogar
La segunda revolución
cristiana que el cristianismo hizo en la cultura grecorromana fue la revolución
del hogar. A pesar de todos los cambios que ha enfrentado la idea de “familia”
en el occidente últimamente aún se sigue considerando en términos generales que
la familia es la base de la sociedad. Y por familia aun entendemos la unión de
un hombre con una mujer que aspira a tener hijos. Sin embargo ¿era esta la
forma de entender la familia en el mundo grecorromano?
Para un romano, una esposa era una propiedad, así como
los hijos eran una propiedad. Una mujer no tenía existencia legal aparte de los
hombres que la controlaban: su padre hasta que se casaba, su marido después, su
hijo si era viuda y tenía la suerte de tener un hijo. Si ningún hombre la
poseía, ella no era nadie en absoluto. Los niños no estaban mejor.
Tradicionalmente, un padre romano conservaba el derecho legal de ejecutar a sus
hijos si los consideraba culpables de un delito, incluso hasta la edad adulta.
Eran sus hijos; le pertenecían.
Según la costumbre matrimonial, la joven recién casada
podría esperar una relación depredadora, plagada de sodomía, aborto y
anticoncepción. Se esperaba el adulterio de los hombres y, al menos en las
familias ricas, también de las mujeres.
De modo que el matrimonio podía ser miserable y sin
amor, y en cierto sentido se esperaba que fuera miserable y sin amor. Pero si
el matrimonio se volvía demasiado miserable, el divorcio era fácil. Todo lo que
hizo falta fue que una de las partes se fuera de casa con la intención de
divorciarse.
Aquí está la diferencia entre una boda pagana y una
cristiana. La boda pagana es una celebración del placer que el marido está a
punto de obtener de su novia (a quien, como dijimos antes, se espera que no le
guste). La boda cristiana es un sacramento, una unión de dos almas, una imagen
terrena que refleja el amor de Cristo por su Iglesia y el amor de las tres
personas de la Trinidad. Ninguno de los cónyuges adquiere bienes; ambos se
están uniendo para formar una unión indisoluble.
Podemos ver que para el
mundo grecorromano la familia era donde un hombre tenía a su esposa e hijos
como una propiedad con la cual podría hacer lo que quisiera. Además, no existía
la fidelidad pues era muy fácil tener otras mujeres u hombres con los cuales
tener relaciones sexuales. El centro de todo el matrimonio romano era el placer
y no el amor cristiano sacrificial que los cristianos practicaban. El
cristianismo cambio todo esto pues consideraba a cada persona creada a imagen y
semejanza de Dios y por tanto ambos debían someterse al Señor mutuamente pues
ambos eran iguales en dignidad delante de Dios (Efesios 5:21) Así que la idea
de que hombres y mujeres son iguales no es una idea del feminismo, sino que es
una idea cristiana. Esto hacia que la esposa y los hijos no fueran visto como
una propiedad del hombre sino como personas creadas por Dios con una dignidad
inherente. A las esposas sea les pide que se sometan a sus maridos y sean
respetuosos con ellos (Efesios 5:22-24) A los esposos se les demandaba no solo
fidelidad (lo cual era una locura para el mundo grecorromano) sino que además
sacrificio a su esposa como Cristo amo a la iglesia (Efesios 5:25) y a ambos
como padres se le pide que deben criar a sus hijos en disciplina y amonestación
del Señor (Efesios 6:4) La sociedad occidental se basó en estos principios por
muchos siglos y ahora poco a poco los ha ido abandonando. Ahora esto no
significa que siempre se practicaron de forma perfecta, sino que como vivimos
en un mundo donde hay pecado se pueden haber usado estos principios con
motivaciones pecaminosas. Aunque nuestra sociedad actual es una sociedad
“secular” o “postcristiana” aún hay discusiones sobre el significado de lo que
es una familia o la importancia que hay respecto a la corresponsabilidad a lo
domestico o a la crianza de hijos. Sin embargo, las personas muy pocas veces
piensan que estos temas se discuten en la actualidad porque el cristianismo
permeo toda la cultura para que pensemos que es “importante la familia” “es
importante la fidelidad” “es importante preocuparse por los hijos”.
[1] Christopher Dawson. La
religión y el origen de la cultura occidental. Página 22, 24.
[2] Tom Holland. Dominio, como el
cristianismo dio a forma a occidente. Página 11 y 206.
[3] Con esto no estamos
desconociendo las cosas negativas que se hicieron en nombre del cristianismo
pero que cuando se le compara con los beneficios ellos lo superan con creces.
[4] Hay otros libros que abordan
este mismo tema, pero desde distintas perspectivas. Vishal Mangalwadi. El libro
que dio forma al mundo. Dinesh D Souza. Lo grandioso del cristianismo. Cesar
Vidal. El legado del cristianismo a la sociedad occidental. Sin embargo, pienso
que por temas pedagógicos el libro de Mike Aquilina y James L. Papandrea es
mejor para este caso.
[5] Mike Aquilina y James L.
Papandrea. Las 7 revoluciones que cambiaron al mundo. La revolución de la
persona. Capítulo 2.