Es sabido que nuestra cultura no es buena para ahorrar, pero lo que es más
terrible, es que como cristianos, no sepamos ahorrar. Uno de los pecados
culturales más evidentes es que malgastamos los recursos que Dios nos da. Al parecer
no estamos considerando con seriedad este asunto. Hoy en día estamos teniendo
una “cultura reformada”, pero hay tantas áreas las cuales les cuesta “reformar”
que ni siquiera se dan cuenta de la importancia de temas como estos. Debido a
esto, y ya que estoy pronto a casarme, es que mi hermano en Cristo John Cobin
me enseño un plan para ser sabio en la administración de los recursos para
ahorrar, basados en el contexto chileno. Sinceramente varias de las cosas que
me dijo nunca las había escuchado y sin
duda debo averiguar más al respecto.
Primeramente debo casarme por bienes separados. Algunas cristianos cuando
escuchan esto creen que va contra la Biblia debido a que “son una sola carne”,
pero hay que aquel pasaje se refiere a la unidad integral de un matrimonio y no
a términos legales actuales. Otro punto a considerar es que el tema de que “el
estado nos case” es algo completamente moderno, uno se puede casar sin
necesitar un Estado que lo “legalice”. El único que aprueba el matrimonio es
Dios y no el Estado. Por tanto casarme por bienes separados es más sabio para
la administración de los bienes. La razón principal de todos estos consejos es
proteger el patrimonio (y multiplicarlo) de la forma más sabia posible. La primera
razón es que esto remueve el incentivo de mujeres malvadas que buscan arruinar
la vida del hombre. No estoy hablando obviamente de todas las mujeres, pero sí
de las mujeres malvadas de las cuales nos advierte las Escrituras. Esto quiere
decir que como el feminismo va creciendo, poco a poco el Estado va legislando a
favor de la mujer y la sociedad malvada incentiva a la mujer a divorciarse y
llevarse todo del hombre (Esto se ve más claramente en el contexto
norteamericano) la segunda razón es que si alguno de los dos tienen problemas financieros
como deudas, embargo o quiebra, no pierden todas sus cosas al estar unidos
legalmente. También al estar separado de bienes conviene a la hora de pedir préstamos,
ya que si uno gana un sueldo alto y el otro no, no es fácil conseguir préstamos.
En cambio de forma de forma individual es más factible.
Luego de proteger el patrimonio el siguiente paso es proteger a la mujer. Algunos
pueden pensar ¿por qué no fue primero proteger a la mujer antes que al
patrimonio’? ¿No suena todo esto frio? Pues les preguntaría a aquellos “románticos”
protectores ¿Cómo proteges a tu mujer sino tiene que ofrecerle? ¿Si no tienes
patrimonio donde está la protección que le das? Es evidente que si no eres
sabio administrador no hay nada que ofrecer. Por tanto pecas no cumpliendo tu
rol. El hombre es proveedor del hogar en las Escrituras por tanto debe pensar cómo
proteger a su mujer. En este sentido la forma más sabia es comprar un seguro de
vida para ella. El seguro de vida no es tan caro (dependiendo del plan que se
tome) y asegura a la mujer en el caso que el marido muera. Cuando escuche esto pensé
¿Cuándo he escuchado esto en alguna predicación de la iglesia? Jamás!. Lo
tercero es dejar un testamento en el cual se especifique para la mujer la vivienda
vitalicia (dividida 50 %) para protegerla de potenciales hijos malvados que le
quieren quitar todo. Otra cosa importante es tener un plan de ahorros. El ahorrar
puede ser de muchas maneras, se puede ahorrar en una cuenta corriente o en
fondos mutuos. Una idea que jamás había pensado es la de comprar monedas de oro
para ahorrar (valen 400.000) y cambiarlas cuando ellas suban de precio. Una de las cosas que más me ha sorprendido de
historia de hermanos cristianos norteamericanos que prosperan es que generalmente
muchos de ellos por haber sido diligentes en su manera de ahorrar, no solamente
Dios los ha bendecido con prosperidad material (casas, autos) sino que además
son bendecidos espiritualmente (dando testimonio de Cristo) Ellos tienen un
plan de ahorros para dar a la iglesia del Señor y sin duda dan mucho ¿Y quién de nosotros latinoamericanos puede
negar que ellos han bendecido a nuestros países con los templos en los cuales
muchos ahora sirven? Es hora de que los
cristianos pensemos en serio sobre este tipo de cosas.
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