Esta semana estuve
preparando un material con el título “disciplina para la mente”. Preparando
este material me leí el libro de Neil Postman “Divertirse hasta morir”.[1] Neil
Postman es un sociólogo y critico cultural de los
Estados Unidos. El muestra como Norteamérica pasó a ser una cultura de
abundantes lectores a obsesivos con la entretención. El principal favor de la búsqueda
de entretención es la televisión, por lo que ya no son para nada críticos con
el bombardeo de información que reciben cada día en la televisión. Postman
argumenta que se paso de una era de la Disertación, donde la personas se
alimentaban constantemente de exposiciones de argumentos (por 4 horas
aproximadamente) a la era del Espectáculo donde todo debe ser rápido y
divertido. Vemos ver algunos ejemplos que nos cita el libro de Postman. Este es
un ejemplo sobre Billy Graham:
“No
hace mucho, vi a Billy Graham unirse con Shecky Green, Red Burtons, Dionne
Warwick, Milton Berle y otros teólogos para rendir homenaje a George Burns, que celebraba su supervivencia de
ochenta años en el mundo del espectáculo. El reverendo Graham hizo un
intercambio de chistes con Burns sobre cómo prepararse para la eternidad. Si
bien la Biblia no lo menciona, el reverendo Graham aseguró a la audiencia que
Dios ama a aquellos que hacen reír a la gente.”[2]
Esta breve historia nos ilustra que hasta el
reconocido ministro Billy Graham puede caer en la “espíritu de la época” de
mostrar lo bueno que es el entretenimiento. El siguiente ejemplo de un
sacerdote católico.
“Por
ejemplo, en Chicago, un sacerdote católico, el padre Greg Sakowicz, mezcla su enseñanza
religiosa con música rock. De acuerdo con la Associated Press, el padre
Sakowicz es pastor asociado de la Iglesia del Espíritu Santo, sita en un
suburbio de Chicago, y también actúa como pinchadiscos en una radio. En su
programa «El viaje hacia el interion>, el padre Sakowicz conversa en tono
coloquial sobre temas tales como las relaciones familiares o el compromiso
personal, e intercala sus sermones con «el sonido de los diez principales». Él
asegura que sus prédicas no se hacen en tono eclesiástico, y agrega: «No es
necesario ser aburrido para ser religioso”[3]
El punto del sacerdote es que como se asocia
que lo religioso es algo aburrido se le debe dar un poco de entretención, por
eso la forma más eficaz de llegar a la cultura es por medio de la entretención.
Finalmente Postman hace una observación sobre la relación de la televisión y la
religión.
"La primera es que la religión en la televisión, como
cualquier
otra cosa, se presenta, sencillamente y sin pedir disculpas, como un
entretenimiento. Todo lo que hace de la religión una actividad profunda y sagrada se deja de lado; no hay ritual, ni dogma, ni tradición, ni teología y, sobre todo, no hay ningún sentido de trascendencia espiritual. En estas audiciones, el predicador es la figura máxima y Dios aparece en segundo lugar.
La segunda conclusión es que este hecho tiene que ver más con
la predisposición de la televisión que con las deficiencias de estos
llamados predicadores electrónicos. Es cierto que algunos de estos
hombres carecen de cultura, son provincianos y fanáticos. Está claro que no se comparan favorablemente con los bien conocidos evangelistas de épocas anteriores, tales corno Jonathan Edwards, George Whitefield y Charles Finney, que eran hombres con una amplia cultura, de teología sutil y de capacidad de exposición muy poderosa. No obstante esto, los predicadores de hoy probablemente no son muy diferentes en sus limitaciones que los anteriores, o que los ministros o rabinos de hoy en día, cuyas actividades están confinadas a las iglesias y sinagogas. Lo que hace de estos predicadores de la televisión los enemigos de la experiencia religiosa, no son tanto sus debilidades, sino las debilidades del medio en el cual trabajan"
otra cosa, se presenta, sencillamente y sin pedir disculpas, como un
entretenimiento. Todo lo que hace de la religión una actividad profunda y sagrada se deja de lado; no hay ritual, ni dogma, ni tradición, ni teología y, sobre todo, no hay ningún sentido de trascendencia espiritual. En estas audiciones, el predicador es la figura máxima y Dios aparece en segundo lugar.
La segunda conclusión es que este hecho tiene que ver más con
la predisposición de la televisión que con las deficiencias de estos
llamados predicadores electrónicos. Es cierto que algunos de estos
hombres carecen de cultura, son provincianos y fanáticos. Está claro que no se comparan favorablemente con los bien conocidos evangelistas de épocas anteriores, tales corno Jonathan Edwards, George Whitefield y Charles Finney, que eran hombres con una amplia cultura, de teología sutil y de capacidad de exposición muy poderosa. No obstante esto, los predicadores de hoy probablemente no son muy diferentes en sus limitaciones que los anteriores, o que los ministros o rabinos de hoy en día, cuyas actividades están confinadas a las iglesias y sinagogas. Lo que hace de estos predicadores de la televisión los enemigos de la experiencia religiosa, no son tanto sus debilidades, sino las debilidades del medio en el cual trabajan"
Esto muestra que la principal preocupación de estos “predicadores” es la
entretención y no la formación. Nuestra cultura está obsesionada con la idea de
entretener a las personas, en muchas ocasiones se me ha sugerido como un
consejo recomendable que mis predicaciones deben ser “divertidas” porque sino
la gente se aburre. ¿Cómo podemos vivir un cristianismo real sino estamos disciplinándonos
cada día a través de la Escrituras y de la exposición seria de la Biblia? Parece
inconcebible esto a la luz de los mandatos de las Escrituras.
Cuando nosotros conocemos al Señor, “nacemos
de nuevo” y somos nueva criatura (2 Cor 5:17) y por tanto ahora tenemos “la
mente de Cristo” (1 Cor 2:16) como
cristianos estamos llamados a renovar nuestra mente por medio de la palabra de
Dios (Romanos 12:2; Efe 4.23; Col 3:10) tenemos que llevar todo “pensamiento
cautivo a la obedicencia de Cristo” (2 Cor 10:5) estamos llamado a amar a Dios con todo nuestro
ser; incluyendo la mente (Mt 22:37)
Harry Blamires es un teólogo anglicano,
crítico literario y novelista. El escribió un libro llamado “La mente
Cristiana” y el dice lo siguiente:
“Pensar
cristianamente es pensar en términos de revelación. Para lo secular, Dios y la
teología son el juguete de la mente. Para el cristiano, Dios es real y la
teología cristiana describe su verdad revelada a nosotros. Para la mente
secular, la religión es esencialmente un asunto teórico. Para la mente
cristiana, el cristianismo es un asunto de acciones y hechos. Las acciones y
hechos que son la base de nuestra fe están registrados en la Biblia”[4]
En otras palabras, pensar bíblicamente es
pensar toda la realidad a partir de la revelación especial de Dios. Para eso
necesitamos conocer la palabra de Dios. La pregunta simple es ¿Cuánto tiempo
dedicamos a conocer la Biblia y ser renovados por ella antes que ser
bombardeados por otras filosofías humanas a cada momento por la televisión? No
disciplinar nuestra mente a las Escrituras es entregar nuestros pensamientos a
“los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanidad de la vida” (1 Jn
2:16)
Lamentablemente al igual que la cultura la
iglesia ha sido indisciplinada en este aspecto a tal punto que esto es evidente
que las personas no son capaces de leer 1 capítulo de la Biblia cada día, no
son capaces de escuchar un sermón de 1 hora “porque es muy largo” y hay varios
escritores cristianos que han sacados libros manifestando la crisis en el
pensamiento cristiano. El historiador
Mark Noll escribió “El escándalo de la mente cristiana” el escándalo es que “no
hay mente cristiana”. Inspirado en este mismo libro John Piper escribió su
libro “Piense” el cual dice que lo escribió para “alentar el pensamiento serio, fiel y humilde que lleva al
verdadero conocimiento de Dios, lo cual nos conduce a amarlo, rebozando de amor
hacia los demás”[5]. El sociólogo cristiano y crítico social llamado
Os Guiness también escribió un potente libro criticando el “antiintelectualismo
cristiano”.[6]El mismo Harry Blamires escribió esta frase:
“La
mente cristiana se ha dejado secularizar en un grado de debilidad y de forma
tan despreocupada sin paralelos en la historia cristiana. No es fácil hallar
las palabras correctas para expresar la completa pérdida de moral intelectual
en la iglesia del siglo veinte. No se puede caracterizar este hecho sin
recurrir la un lenguaje que parecerá ser histérica y melodramática. Ya no
existe una mente cristiana. Aún hay, ciertamente, una ética cristiana, una
práctica cristiana y una espiritualidad cristiana... Pero en la condición de un
ser que piensa, el cristiano moderno ya sucumbió a la secularización”[7]
El llamado que como cristianos tenemos es a disciplinar
tu mente por medio de las Escrituras cada día. La pregunta no es si lo debes hacer, la pregunta
es ¿Cómo lo harás?
[1] https://www.amazon.es/Divertirse-Hasta-Morir-No-ficci%C3%B3n/dp/8479480467
[2]
Neil Postman. Divertirse hasta morir. Pág. 9.
[3]
Neil Postman. Divertirse hasta morir. Pág. 97.
[4]
John Macarthur. Piense conforme a la Biblia. Pág. 41.
[5] http://josuebarrios.com/piense-john-piper-resena/
[6] http://www.tirant.com/libreria/libro/amaras-a-dios-con-toda-tu-mente-9788487940767
[7] Citado en John Stott. Creer es también
pensar. Pág. 11.
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