En estos versos que leemos ya entramos a la última
sección del sermón del monte. Jesucristo nos ha enseñado por medio del sermón
del monte lo “bienaventurados o felices” al ser “pobres en espíritu”, que
“lloran”, que son “mansos”, que tienen “hambre y sed de justicia”, que son
“misericordiosos”, “limpios de corazón”, “pacificadores” y que padecemos por
causa del evangelio (Mt 5:3-12) y como el vivir de esa manera hace que seamos
sal y luz del mundo para vean nuestras buenas obras (Mt 5:13-16) Luego el Señor
aclara que no había venido abolir la ley y los profetas sino a cumplir (Mt
5:17-20) y nos da ejemplos de que el problema no es solo la ira sino la ira de
corazón, que no es solamente el adulterio sino el de adulterio de corazón, que
no es solamente el divorcio sino la deseo del corazón de divorciarse, etc. (Mt
5:21-37) El Señor también nos enseña que no debemos resistir al malo pero que
además de eso debemos amar a nuestros enemigos y así seguir el ejemplo de
nuestro Dios. Somos llamados como cristianos a ser perfecto como nuestro padre
celestial es perfecto (Mt 5:38-48) ¿Cómo es posible eso? Solamente por medio de
la transformación de nuestro corazón.
En el capítulo 6 el Señor aborda las tres principales
maneras de manifestar la religión en el pueblo judo que son la limosna, la
oración y el ayuno. Estas prácticas piadosas pueden ser usadas de forma
pecaminosas cuando se hacen de forma hipócrita buscando la aprobación de los
hombres antes que la de Dios (Mt 6:1-18) Luego el Señor enseña que los seres
humanos nos vemos enfrentados a dos tesoros (cielo-tierra) donde forma de ver
las cosas (ojo bueno o malo) dos señores (dinero o Dios) en el cual vamos a
confiar (Mt 6:19-24) Finalmente al tesoro que pongamos nuestra confianza, al
amo al cual nos sometamos manifestara nuestra actitud respecto al afán y la
ansiedad. El Señor nos llama a confiar en él y no preocuparnos por la vida, la
comida o la bebida, el vestido o el futuro pues nuestra única verdadera
preocupación debería ser el reino de Dios y su justicia y todo lo demás es
añadido por Dios ya que él tiene dominio sobre todas las cosas (Mt 6:25-34) Ahora
en estos versículos el Señor nos va a enseñar cual debe ser nuestra actitud
cuando juzgamos.
Como
juzgues serás juzgado Mateo 7:1-2
Estos versículos han sido muchas veces mal
interpretado por creyentes y por no creyentes para decir que los cristianos no
debemos emitir ningún tipo de juicio. Por tanto debemos descartar lo que el
texto no nos está diciendo. El texto no nos está diciendo que no debemos emitir
ningún tipo de juicio. El contexto nos indica esto debido a que después de
sacar la viga de tu ojo podrás ver bien para juzgar (Mt 7:5) además en el verso
6 tenemos un juicio sobre algunas personas que son “perros” y “cerdos”. Si
seguimos avanzando en el Evangelio el Señor nos dice “Cuídense de los falsos
profetas” (Mt 7:15) ¿Cómo vamos a distinguir entre los verdaderos profetas y
los falsos profetas a menos que emitamos juicios sobre sus enseñanzas y sus vidas?
En Mateo 18:15-18 nos da los pasos para poder ejercer la disciplina en la
iglesia por tanto ¿Cómo podríamos ejercer disciplina en la iglesia si no
podríamos emitir ningún tipo de juicio? Estos ejemplos solo se encuentran en el
Evangelio de Mateo pero fácilmente podemos encontrar muchos más ejemplos por
medio de todas las Escrituras (Jn 7:24; 1 Cor 5:12; 6:1-5; Gal 1:8-9; Fil 3:2;
1 Tes 2:14-15; 1 Tim 1:6-7; Tito 3:2, 10: 1 Jn 4:1; 2 Jn 10; 3 Jn 9) Como
cristianos estamos llamados a juzgar todas enseñanzas y examinar todas las
afirmaciones que se nos hacen a partir de las Escrituras. Hechos 17:11; 1
Tesalonicenses 5:21
“Estos
eran más nobles que los de Tesalónica, pues recibieron la palabra con mucha
atención, y todos los días examinaban las Escrituras para ver si era cierto lo
que se les anunciaba”
“Examínenlo
todo; retengan lo bueno”
Entonces si podemos juzgar las cosas a partir de las
Escrituras ¿Qué es lo que Jesús nos quiere enseñar en estos versículos? La
clave está en entender que el verbo “juzgar” (krino) tiene diversos matices y
dependiendo del contexto se debe entender. Por ejemplo en Mateo 5:22 se usa en
el sentido del juicio final de una persona. En Mateo 5:40 se usa en el sentido
de litigios legales. En Mateo 19:28 se usa en el sentido de recompensa. En
Lucas 7:43 se usa en el sentido de discernimiento o evaluación. En Juan 7:1 se
usa en el sentido de pronunciamiento de una sentencia[1]. Estos mismos matices y
distinciones la hacemos en nuestro lenguaje en español[2] y entendemos cuando
alguien está haciendo “juicio” sobre algo para evaluar si está bien o mal, o
cuando decimos que alguien perdió el “juicio” o cuando decimos que un hombre es
“juicioso” o un juez pronuncia una “juicio” (sentencia) sobre una persona.
Entonces debemos preguntarnos ¿Cómo está usando el Señor “juzgar” en estos
textos? Jesús está usando la idea de juzgar en el sentido condenatorio sobre
las personas. Está usándolo en el sentido de ponerse por encima de los demás y
creerse superiores a los otros moralmente. Esto era exactamente lo que hacían
los fariseos. Ellos veían a los demás como pecadores y a ellos como justos (Lc
18:11-12) pensaban que los demás eran maldecido por Dios debido a sus pecados (Jn
7:49) Esta actitud farisaica se puede ver reflejada en los juicios que hacemos
a nuestros hermanos. Por eso Jesús advierte:
“Porque
con el juicio con ustedes juzgan, serán juzgados; y con la medida con que
miden, serán medidos”
El lenguaje de la “medida” que usa Jesús viene del
ámbito comercial (Prov 20:10). El paralelo de Lucas 6:37-38 lo muestra con
mayor claridad.
“No
juzguen, y no serán juzgados. No condenen y no serán condenados. Perdonen y
serán perdonados. Den, y se les dará una medida buena, incluso apretada,
remecida y desbordante. Porque con la misma medida con que ustedes midan, serán
medidos”
Debido a que los fariseos juzgaban duramente a las
personas Jesucristo fue muy duro con ellos por su hipocresía (Mateo 23) Si
nosotros juzgamos de forma condenatoria a nuestro prójimo por pecar entonces
nuestro prójimo nos puede condenar de la misma manera cuando nosotros pequemos.
Por tanto ¿Cómo juzgamos “medidamente”? En
primer lugar juzgamos medidamente cuando juzgamos con compasión. Santiago
2:13
“Pues
a los que no tienen compasión de otros, tampoco se les tendrá compasión cuando
sean juzgados, porque la compasión prevale sobre el juicio”
Una vez escuche una historia de un pastor Bautista de
Estados Unidos el cual había sido encomendado a predicar a algunos países
centro americanos y que después de un tiempo desapareció. Muchos se mostraron
preocupados por su desaparición y por tanto enviaron a otros hermanos a
buscarlos a esos países. Ellos viajaron y comenzaron su búsqueda y cuando lo
encontraron descubrieron que el en realidad no se había perdido sino que había
engañado a su familia y a su iglesia teniendo otras mujeres por esos países.
Entonces después de eso volvió a su iglesia de Estados unidos de la cual él
había sido expulsado y fue arrepentido a pedir perdón. Pero la iglesia le negó
su arrepentimiento y no quiso volver a recibirlo como miembro. El actuar de esta
manera es actuar sin misericordia sino con ira en el corazón. El pensar que
esta persona no merece el perdón de Dios es actuar contrariamente al evangelio
ya que en realidad nadie de nosotros merece el perdón del Señor.
En
segundo lugar juzgamos medidamente cuando juzgamos con justicia. En el Antiguo testamento para acusar a una persona
había que haber dos o tres testigos para probar la acusación. Éxodo 21:1
advierte:
“No te
dejes llevar por falsos rumores. No te dejes llevar por el impío para ser
testigo falso”
Ya haber ocasiones es que vas a ver cosas las cuales
crees entender de los hermanos y vas a suponer basado en esa observación que
hiciste y puedes con eso crear un rumor sobre una persona sin tener ninguna
evidencia seguro para eso. Por eso una de las formas en las cuales puedes
juzgar medidamente es preguntando directamente, conociendo bien los hechos,
teniendo las dos versiones si es que hay dos personas involucradas y luego de
eso emitir un juicio sobre el asunto. De lo contrario te arriesgas a pecar
sobre los hermanos dejándote llevar por tu “impresión” o por la “impresión” que
otros te hacen de las personas.
En
tercer lugar juzgamos medidamente cuando lo hacemos sin prejuicios. Esto está muy
relacionado con lo anterior pero esto es aun más grave porque se emite un
juicio directamente de un hermano sin ni siquiera conocerlo realmente sino
dejándote llevar solamente por lo externo. Una de las cosas que sabemos de Dios es que él
puede ver el corazón (1 Sam 16:7) De Jesucristo es de quien se dice en Juan
2:24-25
“Pero Jesús
mismo no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos y no tenía necesidad de
que nadie le dijera nada acerca del hombre pues él sabía lo que en el hombre
había”
Nuestros juicios hacia nuestros hermanos siempre deben
tener un límite porque aunque nosotros podemos ver frutos o a veces no podemos
verlo con claridad solo Dios es quien conoce el corazón de cada uno de los
hermanos.
No
juzguen hipócritamente Mateo 7:3-5
Para ilustrar lo que Jesús viene enseñando él pone un
ejemplo que probablemente tenía que ver con el oficio de carpintero que su
padre José y que el desarrollaron para el sustento de su hogar (Mt 13:55; Mc
6:33) Como carpintero Jesús tiene que haber experimentado muchas cosas que
hacen los carpinteros en el mundo antiguo que era cortar, medir, amarrar o
mover grandes vigas. Como también experimentar cosas que en el mundo moderno
evitamos con guantes o anti parras que es enterrarse una astilla en el dedo o
que te llegue una astilla al ojo. Por tanto la imagen que Jesús usa iba a ser
sumamente clara, graciosa y hasta irónica. ¿Se la puede imaginar?
“¿Porque
miras la paja (o astilla NVI; NTV) que está en el ojo de tu hermano, y no miras
la viga que está en tu propio ojo? ¿Cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la
paja (o astilla NVI; NTV) de tu ojo cuando tienes un viga en el tuyo”
La viga era un pesado madero usado en construcción
como soporte horizontal en el techo de las casas. Por tanto cuando Jesús usa
este ejemplo todas las personas se imaginaban a la persona con un madero muy
pesado en su ojo tratando de mostrarles a su compañero como tenía una paja (o
astilla NVI; NTV) en su ojo. Esto aplicaba muy bien a los judíos los cuales
eran realmente hipócritas al hacer sus juicios sobre las personas cuando ellos
mismo estaban practicando pecados y ocultándolos con la falsa religiosidad para
acusar a los otros de pecadores. Romanos 2:1-3; 21-23
“Por
tanto tú, que juzgas a otros, no tienes excusa, no importa quien seas, pues al
juzgar a otros te condenas a ti mismo, porque haces las mismas cosas que hacen
ellos. Todos sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas
se ciñe a la verdad. Y tú, que juzgas a los demás pero practicas las mismas
cosas que ellos ¿piensas que escaparas del juicio de Dios?
“Pues
bien, tu que enseñas a otros ¿No te enseñas a ti mismo? Tu que predicas que no
se debe robar, ¿Robas? Tu que dices que no se debe cometer adulterio
¿Adulteras? Tu que detestas a los ídolos ¿Robas en los templos? Tu que te
sientes orgulloso de la ley ¿Deshonras la ley quebrantándola?
Los judíos decían algunas cosas ciertas sobre la ley
pero condenaban a los demás pueblos como paganos sin embargo ellos mismo no
vivían de acuerdo a lo que predicaban sino que eran verdaderamente hipócrita. El
verso 5 llega al clímax de la enseñanza y dice:
“¡Hipócrita!
Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces veras bien para sacar la paja
(o astilla NVI; NTV) del ojo de tu hermano”
Jesús nos enseña que quien está más preocupado de
señalar los pecados ajenos que los propios es simplemente un hipócrita que no
se da cuenta de su propia condición es espiritual. Un hipócrita es alguien que
está actuando y se pone una máscara para interpretar un personaje y no es
realmente una persona honesta para con Dios, ni para consigo misma, ni para con
el prójimo. Por tanto ¿Cómo podemos juzgar de manera no hipócrita?
En
primer lugar juzgamos sin hipocresía cuando antes de señalar el pecado ajeno
analizo mi propio corazón pecaminoso. Esta es una de las cosas que comúnmente no admitimos
mucho pero ¿Cuántas veces se han encontrado frente a un sermón y han pensado
“este sermón está perfecto para este hermano”? ¿Cuántas han estado leyendo algo
en la Biblia y han pensado “Esto está perfecto para este hermano”? ¿Cuántas
veces hemos condenado con más dureza el pecado de un hermano y hemos sido más
flexibles con nosotros mismos cuando pecamos? ¿No ciertos que es más fácil ser
duros con otros pero más suave con nosotros mismos? ¿Nos damos cuenta que esto
es señalar el pecado de los hermanos ante que los míos? Como pecadores no es
muy fácil mostrarles a los otros su pecado pero mucho más difícil ver el
nuestro. Es por eso que antes de juzgar a tu hermano analiza tu propio corazón.
En
segundo lugar juzgamos sin hipocresía cuando antes de señalar el pecado ajeno
analizamos si nosotros mismo lo estamos practicando. Una de las cosas de las cuales los no creyentes acusan
a los creyentes es que todos somos unos hipócritas porque venimos a fingir aquí
al templo y no somos honestos en nuestras vidas. Aunque esto tiene algo de
verdad, nosotros venimos al templo no solamente porque somos hipócritas sino
además iracundos de corazón, adúlteros de corazón, mentirosos de corazón, en
una palabra: pecadores. Somos quienes confesamos nuestra maldad y clamamos cada
día por el perdón de Cristo. Pero los no creyentes ¿Estarán dispuestos a
admitir todas las maldades secretas que hay en sus corazones? ¿Entonces quien
es realmente el hipócrita? Uno de los ejemplos de esta hipocresía la vemos en
David cuando él se había acostado Betsabe, había matado a Urías y cuando el
profeta Natán le cuenta la historia del hombre rico que le había robado al hombre
pobre su única corderita para darle de comer a un visitante y David se enfurece
por ello y dice que merece la muerte y el profeta le dice que es el (2 Sam
12:1-8) Piensa por un momento en todos los juicios que has hecho sobre los
hermanos, en todas las veces que has juzgado las cosas apresuradamente ¡Y hemos
vivido de la misma manera la cual condenamos con tanto apuro el día de hoy! ¿No
crees que merece la muerte por ello? ¿No deberías aplicar el propio juicio que
pensante contra tu hermano a ti mismo?
En
tercer lugar juzgamos sin hipocresía cuando señalamos el pecado ajeno sin
superioridad espiritual y ayudamos al hermano a restaurarse. Como vimos desde el principio la enseñanza de Jesús no
tiene que ver con que no debemos juzgar sino que “Sean justos con sus juicios,
y no juzguen según las apariencias” (Jn 7:24) Después de que podamos ver lo
pecadores que somos y como nuestros corazones nos engañan entonces podemos
estar preparados para ayudar a nuestro hermano a ver su pecado. Gálatas 6:1
“Hermanos,
si alguno es sorprendido en alguna falta, ustedes que son espirituales,
restáurenlo con espíritu de mansedumbre. Piensa en ti mismo, no sea que también
tú seas tentado”
El conocido predicador de la época de la Patrística
llamado Juan Crisóstomo dijo sobre esto[3]:
“Corregirlo,
pero no como a enemigo, ni como adversario exigiendo castigo, sino como el
medico que provee las medicinas”
La actitud de amor que como cristianos tenemos cuando
alguien peca es decirle la verdad en amor y llamarlo al arrepentimiento con un
espíritu de mansedumbre. El verdadero amor confronta el pecado de un hermano
con el fin de que él o ella lleguen a arrepentirse. ¿Actúas de esta manera con
tus hermanos cuando pecan?
Juzguen
sabiamente Mateo 7:6
Este verso les parece a muchas personas sorpresivo
debido a que está en el sermón del monte y después de una enseñanza que nos
llama a juzgar de forma cuidadosa. Algunos incluso han pensado que este texto
no tiene sentido con el contexto de lo que Jesús ha venido diciendo pero en
realidad este texto crea un equilibro necesario para que al juzgar de forma
cuidadosa pensemos que no debemos juzgar nada. Jesús nos advierte de no dar lo
santo (o sagrado NVI) a los perros ni dar las perlas a los cerdos ¿A qué se refiere
con eso?
Lo primero que tenemos que ver
es que los perros para los judíos no eran mascotas domesticas para ellos
sino que eran animales salvajes, feos, crueles, amenazantes y que se usaban
para llevar a cabo el juicio de Dios. Proverbios 26:11; 1 Reyes 14:11
“Perro
que vuelve a su vomito: ¡Eso es el necio que repite su necedad!”
“A
cualquier descendiente de Jeroboan, que muera fuera de la ciudad, se lo comerán
los perros, y al que muera en el campo se lo comerán las aves de rapiña. Así ha
dicho el Señor”
De la misma manera los cerdos eran animales inmundos
que los judíos no comían, tocaban ni se acercaban por ser sucios. Levítico
11:7; 2 Pedro 2:22
“El
cerdo, porque tiene pezuña, y estas las tiene hendidas, pero no rumia. Deben
considerarlo impuro”
“Pero
en ellos se ha cumplido la verdad proverbial: “El perro vuelve a su vómito, y
la puerca recién lavada vuelve a revolcarse en el lodo”
Por tanto los perros y los cerdos a los cuales Jesús
se refiere representan personas salvajes, crueles e inmundas a las cuales no
debemos darles nuestros tesoros preciosos. Esto era algo literal de la época
pues nadie en su sano juicio le daría lo sus tesoros preciosos a perros
salvajes ni lo valioso a los cerdos los cuales lo pisotearían como cualquier
basura y hasta quizás nos ataquen por tratar de darle esto a ellos. ¿Qué quiere
decir con lo santo y las perlas? A la luz del mismo evangelio de Mateo podemos
decir que lo santo y las perlas se tratan del mensaje precioso del evangelio
(Mt 13:45-46) Pero ¿Cómo se aplica este principio? Lo más sencillo es ver como Jesús
y los apóstoles lo aplicaron.
Jesús enseño a sus discípulos que donde no los reciban
ellos deben salir de esa casa y ciudad y sacudir sus pies como testimonio
contra ellos (Mt 10:14) también les hablo a todas las personas en parábolas y
solo se las explico a sus discípulos (Mt 13:11) con Pilatos tuvo muy pocas
palabras (Luc 23:1.5) y con Herodes no tuvo ninguna (Luc 23:6-11) ¿Acaso Jesús
no aprovecho esa oportunidad de predicarles el evangelio? No, porque Jesús
sabía que ellos como perros y cerdos iban a tratar la perla de su mensaje como
cualquier cosa. Por otro lado el Apóstol Pablo aplico este mismo principio
cuando llevo a cabo sus viajes misioneros y después de mucha oposición a su
mensaje finalmente el decide que ahora dejar de poner énfasis en predicarle a los
judíos para ahora predicarles a los gentiles (Hechos 13:44-46) En Corinto
experimenta algo parecido. Hechos 18:6
“Pero
como ellos se oponían y blasfemaban, Pablo se molestó mucho y les dijo: “Que su
propia sangre recaiga sobre ustedes. Yo no tengo nada de qué avergonzarme.
Desde ahora, me voy a predicar a los gentiles”
¿Qué paso con Pablo, acaso el no tuvo la suficiente
paciencia o amor para predicarles a los judíos? ¡Claro que la tuvo! Pero cuando
el mensaje del evangelio era rechazado abiertamente y constantemente él pensó
que simplemente se estaban lanzando perlas a los cerdos y a los perros sin
ningún fruto. Lo importante de este principio es que debemos juzgar sabiamente
y discerniendo en cada oportunidad y contexto en el cual estemos. Porque este principio
no se trata de simplemente decir “Ok, no escucho la primera vez por tanto se
convierte en un perro y en un cerdo” así que me dedicare a otras personas. No
se trata de tener esa actitud de tratar a todos como no creyentes sino escuchan
a la primera sino de orar y ser paciente amando a nuestro enemigo (Mt 5:43-44)
hasta que ya sea claro que rechazan abiertamente el evangelio. Entonces ¿Cómo
sabemos cuándo estamos echando perlas a los perros y cerdos y por tanto
deberíamos dejar de predicarles?
En
primer lugar cuando predicamos en lugares abiertamente contrarios al evangelio.
Por ejemplo es
interesante que los apóstoles no fueron a los templos paganos a predicar el
evangelio como tampoco fueron al coliseo, ellos llegaron allá por la
providencia de Dios. Ellos no fueron a buscar la confrontación con el
evangelio, la confrontación llego a ellos por causa del evangelio. Creo que ese
es el error que cometen muchos hermanos apasionados que van a lugares como
tocatas rock, marchas del orgullo gay o actividades de ateos en donde el
evangelio obviamente será tratado como algo de fanáticos y estúpidos.
En
segundo lugar cuando gastamos nuestras energías en lugares donde no se quiere
ya escuchar el evangelio. En
este punto soy cuidadoso porque se requiere la guía del Espíritu en oración y
el discernimiento dado por Dios para moverse de los lugares. Pablo cuando veía
que el lugar donde predicaba rechazaba abiertamente el evangelio entonces se
movía. En la historia de la iglesia hay hermanos que persistieron por años en
predicar el evangelio en algún lugar determinado como William Carrey y
finalmente tuvieron frutos. Pero también hay casos en los cuales por más que tu
prediques no habrá conversiones al evangelio y por tanto después de mucha
oración debes moverte porque Dios no ha obrado en el corazón de allí.
Jesús
fue juzgado injustamente pero el juzgo y juzgara justamente.
Estos pasajes se aplican perfectamente a nosotros
porque nosotros solemos juzgar de forma rápida, condenatoria, superficial y
medimos a las personas con juicios de los cuales después nos arrepentimos. Nos
apresuramos para mirar la astilla en el ojo del hermano, pero nos demoramos
mucho para ver la viga que tenemos en nuestro propio ojo. También en vez de
discernir de forma correcta gastamos mucho de nuestro tiempo echando la perlas
y los perros y cerdos. Nuestra naturaleza pecaminosa hace que constantemente
vivíamos desequilibrados en todas estas cosas. Pero por otro lado Jesús fue
quien fue juzgado injustamente por los hombres, acusado de rebelión por los
romanos y de blasfemia por los judíos cuando no fue ninguna de las dos cosas.
Muchas de las personas a las cuales les había explicado su mensaje del
evangelio estuvieron de acuerdo juzgarlo al decir ¡Crucifíquenle! (Mt 15:6-11)
sin embargo sus juicios sobre los hombres nunca fueron apresurados, siempre
fueron perfectamente medidos, nunca hubo hipocresía ni engaño en su boca,
siempre supo discernir perfectamente cuando no dar las perlas a los perros y
cerdos ¡Él fue perfecto en todo! Y cuando el regrese solo habrá dos respuestas
respecto a los juicios que has hecho sobre todos. O Cristo tomo todos esos
juicios pecaminosos sobre el en la cruz del calvario y murió y resucito al
tercer día por ti o tú te presentaras con todos esos juicios pecaminosos que
has expresando ante Dios como culpable e iras al infierno eterno. ¡Cristo es
quien fue juzgado injustamente para poder darnos vida a los escogidos del
Señor! ¿Eres tu uno de ellos? ¿Reconoces tus pecados? ¿Confías en Cristo?
[1] Michael J. Wilkins. Comentario bíblico
con aplicación NVI Mateo. Página 303.
[2] En la definición de la palabra
podemos ver varios matices del uso de la palabra. https://dle.rae.es/srv/fetch?id=MbWK64n
[3] John Stott. El sermón del monte.
Página 210.
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