La
fe en acción (Stgo 1.19-27)
La
hipoacusia es una enfermedad que consiste en la discapacidad de escuchar los
sonidos con la intensidad normal que establece en 20 decibeles. Según estudios
el 2% de la población Chilena presentará problemas de audición antes de cumplir
los 10 años de edad y casi el 10% por sobre los 65 años de edad. Las razones
por la cuales se pueden presentar esta discapacidad es por herencia, por estar expuesto
constantemente a ruidos fuertes (tales como música a elevado volumen, ruidos de
la construcción o similares), por envejecimiento, entre otras causas. En Chile
esta es una enfermedad que traído preocupación entre los médicos[1]. Aunque esta es una
enfermedad preocupante aun más preocupante es la Hipoacusia espiritual. Con
esto me refiero a aquellas personas que escuchan sobre lo que la Biblia nos
dice sobre la vida espiritual pero en realidad no “oyen profundamente” ni ponen
en práctica lo que escuchan.
Por
ejemplo tenemos un montón de personas que han redescubierto las doctrinas de la
gracia especialmente jóvenes, pero que lamentablemente no viven su fe tan en
serio como lo manifiestan sus frases en las redes sociales. En el caso de los
bautistas hay muchas personas sorprendidas por la existencia de las iglesias
bautistas reformadas y su existencia a través de la historia como algo nuevo
pero muy compromiso con el énfasis que los bautistas hemos tenido en compromiso
con la iglesia local, evangelismo y misiones. Todas estas personas escuchan
predicas, leen libros, asisten a los cultos, pero luego siguen con sus vidas
sin ningún cambio. Charles Spurgeon describía a estas personas de la siguiente
manera:
“Contamos entre nosotros con
una clase que nos causa gran angustia de corazón. No es probable que se burlen
de la Palabra de Dios, pero no tiene poder sobre ellos. Tienen el suficiente
tacto y sentido para no convertirse en infieles, pero no dan la debida
importancia a la verdad que aceptan. El Libro de Dios permanece en sus casas
honrado pero sin ser leído. No se preocupan de ir y escuchar las explicaciones
acerca de su significado; o si, por pura costumbre, asisten con regularidad a
la casa de Dios, oyen el Evangelio, pero les entra por un oído y les sale por
el otro… No hay una consideración práctica para ella, no le dan ningún peso, no
la escudriñan, no meditan sobre ella, no la aplican a su conciencia ni a su
vida diaria[2]
Jesucristo después de terminar el sermón del monte conto la
ilustración de los dos cimientos donde nos dice:
“Cualquiera pues, que me oye
estas palabras y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edifico su
casa sobre la roca” Mateo 7:24
“Pero cualquiera que me oye
estas palabas y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edifico su
casa sobre la arena” Mateo 7:26
Este es el punto que el Apóstol Santiago quiere abordar en esta sección
del capítulo 1. El comenzó describiendo diciéndonos que los cristianos
enfrentamos diversas pruebas (1:3) y que esas pruebas nos permiten crecer y ser
maduros. Luego nos dijo que aunque Dios nos da pruebas es solamente nuestro
corazón pecaminoso el cual nos lleva a la tentación (1:13) Ahora él se propone
a mostrarnos como esta fe debe ponerse en acción.
Oidores
y receptores de la palabra de Dios (Stgo 1:19-21)
El
apóstol Santiago vuelve a su tono pastoral que lo caracteriza a través de toda
la carta (1:2; 2:1; 14; 3:1; 5:7,10) para exhortar a los hermanos respecto a
escuchar con más cuidado para no pecar. En
el mundo antiguo el escuchar era algo muy importante ya que era la manera
principal de aprender pues no existían tantos libros como ahora sino que la
mayoría del aprendizaje era escuchando. Algo que consideramos a menudo es que
la mayoría de las Escrituras más que ser leídas eran escuchadas por las
iglesias a las cuales se dirigían:
“Oye Israel; Jehová nuestro Dios, Jehová
uno es” (Dt 6:4)
“El que tiene oídos para oír, oiga (Mt 13:9)
“Así que la fe es por el oír, y el oír,
por la palabra de Dios (Rom 10:17)
El
apóstol Santiago expone varias advertencias que el libro de Proverbios repite
constantemente. La primera de ellas es el ser cuidadoso con las palabras para
no pecar:
“En muchas palabras no falta pecado; Mas
el que refrena sus labios es prudente” Proverbios 10:19
Las
personas que contantemente están hablando sin escuchar al otro es muy común que
pequen. Varias personas han reflexionado que Dios nos ha dado dos orejas y una
boca para que nos dediquemos a escuchar con más cuidado antes de hablar. Es
evidente que por el contexto de la carta esto no estaba sucediendo y que por
tanto esto estaba trayendo graves conflictos entre los hermanos (Stgo 3:2, 17)
Las palabras que nosotros decimos a otros hermanos pueden edificar o pueden
dañar (Prov 18:21) La segunda advertencia que Santiago da es respecto a la ira
del hombre (o enojo del hombre) Nuevamente el libro de Proverbios tiene mucho
que decirnos respecto a esto:
“El que tarda en airarse es grande en
entendimiento; Mas el que es impaciente de espíritu enaltece su espíritu”
Proverbios 14:29
“El hombre iracundo promueve contiendas;
mas el que tarda en airarse apacigua rencillas” Proverbios 15:18
“Mejor es el que tarda en airarse que el
fuerte; Y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma la ciudad”
Proverbios 16:32
“La condura del hombre detiene su furor,
y su honra es pasar por alto su ofensa” Proverbios 19:11
Como
podemos ver el libro de Proverbios presenta al hombre que tarda en airarse como
un hombre con “entendimiento” y “cordura” por tanto aquel que no controla su
enojo o ira es alguien insensato que peca constantemente. Las Escrituras nos
muestran que una persona se puede enojar santamente (Mt 21:12-13; Jn 2:17). Por
ejemplo todos nos enojamos por las injusticias pecaminosas de este mundo como
las violaciones, asesinatos y maldades, pero luego de enojarnos lo entregamos a
Dios. Esto es lo que Pablo nos dice que el “sol no se ponga sobre vuestro
enojo” (Efe 4:26) Esto quiere decir que no se mantenga el enojo en nosotros.
Podemos enojarnos por razones justas pero no debe durar más allá de un día. Pero
aquellos que se enojan por cualquier cosa están guardando en su corazón pecado.
Están diciéndole al Señor que quieren que las cosas sean como ellos desean.
Están manifestando que no tienen un dominio propio respecto a si mismos.
Por
eso que el apóstol Santiago nos dice que “en la ira del hombre no obra la
justicia de Dios” (RV60) “Pues la ira humana no produce la vida justa que Dios
quiere” (NVI) “El enojo humano no produce la rectitud que Dios desea” (NTV).
Aunque en las Escrituras podemos ver que Dios esta airado (o enojado) contra el
pecador todos los días (Sal 7:11) sin embargo se nos dice que él es “lento para
la ira y grande en misericordia” (Num 14:18; Sal 103:8) Los seres humanos nos
enojamos por un sin número de razones como “frustración, indiferencia,
expectativas, anhelos y deseos no cumplidos, problemas de salud, etc.” Pero en
la mayoría de ellas radica la idea de “Querer que las cosas salgan o sean como
yo quiero y no lo son”. Pero ¿no debería esto llevarnos a confiar en la
providencia de Dios? ¿No debería llevar a humillarnos y reconocer que el
controla todo? ¿Reconocer que el nos ha permitido enfrentar esta situación?
Incluso el enojo lleva a que las personas sean menos pacientes con los demás
hermanos, pero si Dios ha sido paciente con tus pecados ¿No deberías ser
paciente con los demás hermanos igual?
En el verso 21 nos
llama a desechar toda “inmundicia” (que por el contexto puede referirse a la
ira pecaminosa) o abundancia de
“malicia” (RV60) “Quiten de su vida todo lo malo y lo sucio” (NTV) estas
palabras se usaban originalmente para las ropas sucias. Un ejemplo de esto lo
podemos encontrar en Zacarías 3:3 donde Josué el sumo sacerdote se les es
sacada las ropas viles para vestirlos de las ropas limpias que representan el
perdón de Dios[3].
Por tanto llamado del Apóstol Santiago es ir despojándose de toda inmundicia
pecaminosa de la cual nos veamos tentado a caer y a recibir la palabra de Dios
con mansedumbre. La palabra “implantada” (RV60) se refiere a la palabra
“sembrada” (NVI) “sembrada” (NTV) en nuestros corazones. Por tanto la
ilustración aquí es la de una planta que
fue plantada en nuestros corazones y debe ser cuidada, cultivada para la
salvación de nuestras almas. La palabra de Dios es la semilla que cayó en buena
tierra (Mt 13:8) pero ella debe ser cuidada para que nos vaya salvando. La idea
de la salvación en las Escrituras se encuentra en 3 sentidos. La salvación
pasada que es la justificación por fe hecha por Cristo (Rom 5:1) la salvación
presente que es la salvación del poder del pecado en nuestras vidas (1 Jn
5:4-5) y la salvación futura que es la glorificación de nuestra vida (1 Cor
15:52). La salvación presente es que cada vez que nosotros nos vemos expuestos
a la palabra de Dios y la escuchamos y aceptamos con mansedumbre entonces
nosotras almas están siendo salvadas del poder del pecado en nuestras vidas.
¿Ves lo importante que es cultivar la vida espiritual en la oración y en
lectura de las Escrituras? Mi único momento que puede aportar en el cuidado de
una planta fue un desastre porque no supe darle el agua suficiente ni el
cuidado adecuado, sino cuidamos nuestra vida espiritual ella va a recibir un
daño profundo.
Hacedores de la palabra
(Stgo 1:22-25)
El
apóstol Santiago nos acaba de decir que el oír es bueno pero ahora nos dirá que
no es suficiente. El conocer de la Biblia es bueno pero no suficiente, el saber
sobre la Biblia es bueno pero no suficiente, el memorizar la Biblia es bueno
pero no suficiente ¡Debemos poner en práctica lo que nos dice la Biblia! Las otras versiones lo dicen sumamente claro:
“No se contenten solo con escuchar la palabra, pues así se engañan a sí mismo”
(NVI) “No solo escuchen la palabra de Dios; tienen que ponerla en práctica. De
lo contrario, solamente se engañan a sí mismos” (NTV) Este es un engaño al cual
nos vemos enfrentados en muchas ocasiones. Pablo les aplico la ley de Dios a
los mismos judíos que se jactaban de conocer la ley de Dios y fueron
confrontados con la realidad de ser personas que no practican lo que dice la
palabra (Rom 2:17-23) Richard Baxter escribió esto para los ministros del
evangelio:
“Asegúrese de que su estilo de vida no
contradiga su enseñanza, de otro modo, terminará deshaciendo todo el bien que
pudiera haber hecho. Si nuestras vidas son inconsistentes, la gente pronto
pensará que hay muy poca verdad en el cristianismo y que nuestra predicación es
solamente palabrería. Si lo que decimos es en serio, entonces pondremos en
práctica lo que decimos. Es extraño ver como algunos predican muy
cuidadosamente, pero viven descuidadamente. Debemos tener mucho cuidado de ser
hacedores de la palabra y no solamente “habladores”, engañándonos a nosotros
mismos (vea Stg.1:21). Debemos ser tan cuidadosos acerca de nuestra forma de
vivir, tal como somos cuidadosos para predicar. Si deseamos ganar almas,
entonces ésta será nuestra meta, tanto cuando estamos en el púlpito, como
cuando estamos fuera de el. Sea diligente para usar toda su vida para Dios y no
simplemente su lengua[4]”
Charles
Spurgeon en su libro “Discurso a sus estudiantes” comenta también la vida de aquel
hombre que predicaba bien pero vivía tan mal.
“Todos nosotros hemos oído referir la
historia del hombre que predicaba tan bien, y vivía tan mal, que cuando estaba
en el púlpito no había quien no dijera que nunca debía salir de él, y cuando lo
dejaba, todos a una declaraban que no debía volverlo a ocupar jamás”
Podemos
ser constantemente engañados por nuestros corazones creyendo que es suficiente
solamente saber sobre la fe y no practica nuestra fe. Para ilustrarnos esto
Santiago pone un ejemplo del hombre en el espejo (Stgo 1:23-24) Los espejos del
primer siglo no eran espejos de vidrio como ahora sino que eran espejos
metálicos (bronce, plata u oro) por tanto la imagen en el espejo no era
perfecta pero de igual manera podía ver su apariencia. El punto de comparación
aquí es que la persona que se ve en el espejo hace un leves arreglos y sigue su
camino cuando en verdad debería profundizar mucho en lo que ve (la palabra de
Dios le dice quien es) Entonces a no ser que los cristianos actúen de inmediato
frente a las cosas que condenan las Escrituras y me anima a confiar actuará tal
como el hombre que ve en el espejo y se va, o sea sin ningún cambio
profundo. Pero en cambio si tú ves lo
que la “perfecta ley de Dios” (Sal 19:7)
revela en su palabra y persevera en lo que ella dice entonces es
“bienaventurado” (feliz, dichoso Sal 19:8) Esta frase parece una alusión al
Salmo 19. Aquellos que practican la ley de Dios son felices. ¿Eres tú un oidor
de la ley de Dios o un hacedor de ella? ¿Eres aquel hombre que mira la ley de
Dios como el hombre en el espejo o eres aquel que la obedece y práctica? ¿Practicas
lo que a otros le predicas? ¿Te mides con la misma vara con la cual mides al
otro? ¿Te deleitas en la ley de Dios?
La religión pura (Stgo
1:26-27)
Después
que el Apóstol Santiago nos dijo que era realmente ser un hacedor de la palabra
ahora nos va a decir cómo debemos mostrar de forma práctica la religión que
profesamos. En la última época se ha venido diciendo que el cristianismo no es
una religión sino una relación pero la
verdad es que es ambas cosas. No creo que cambie mucho la respuesta de las
personas por querer mostrarnos más cercanos al decir que es una relación y no
una religión. Pero lo cierto es que aquí Santiago habla de aquellos que se
creen religiosos. En aquella época el ser religioso era muy común especialmente
en los judíos quienes guardaban celosamente la ley de Dios.
En primer lugar una religión pura es una
religión que refrena su lengua. Este es un tema que volverá
a tocar con mayor profundidad en el capítulo 3 sin embargo lo recalca dando a
entender que una persona que practica la verdadera religión es una persona que
“refrena” o “controla” su lengua. “No le pone freno a su lengua” (NVI). “Pero
no controlas tu lengua” (NTV) No es seguro a que esta aludiendo Santiago pero
probable que habían muchas personas jactándose de ser religiosos y sin embargo
hablando cosas pecaminosas o que hacían daños a los demás hermanos. Es
interesante que por segunda vez vuelve a recordar lo fácil con que nos
“engañamos a nosotros mismos” (Stgo 1:22)
¿Acaso no nos engañamos constantemente?
En segundo lugar una religión pura es
una religión que se preocupa por los débiles de la sociedad Santiago
nos dice que la religión “pura y sin macha” (RV60) “pura y verdadera” (NTV) es
visitar a los huérfanos y viuda. Esta preocupación ha estado siempre en el
corazón del Señor
“Que hace justicia al huérfano y a la
viuda: que ama también al extranjero dándole pan y vestido” (Dt 18:10)
“Padre de huérfanos y defensor de viudas
Es Dios en su santa morada” (Sal 68:5)
“Jehová guarda a los extranjeros; Al
huérfano y a la viuda sostiene, Y el camino de los impíos transforma”
(Sal146:9)
Dios
se preocupa tanto por las viudas que él en el Nuevo testamento estableció que
las viudas que no tengan quien las mantenga sea la iglesia quien la sustenta (1
Tim 5:3-10) Sin duda hoy nuestro sistema es diferente al que era en el primer
siglo pero aun continua el mandato de sostener a las viudas o personas
necesitadas que no tengan como mantenerse. ¿Vemos a los creyentes involucrados
en esto? ¿Vemos a la iglesia practicando esta religión? ¿Hay disposición en tu
corazón de apoyar y ayudar a creyentes que estén pasando por difíciles momentos
de ayudarles?
En tercer lugar una religión pura es una
religión que se guarda del mundo. El cristianismo no es una
religión escapista sino que al contrario es una religión que se involucra en
los problemas de las personas (el pecado) que ayuda a los que están sufriendo
las consecuencias del pecado (cualquiera sea) y que alienta a los hermanos a
apartarse de todo el pecado del mundo, ya que hemos sido llamados a
santificación (1 Tes 4:8-10) Por tanto nosotros como cristianos estamos en el
mundo y nos relacionamos con los pecadores pero a la vez no vivimos como el
mundo. Tal y como la oración del Señor dice “No los quites del mundo, sino
guárdalos del mal” (Jn 17:5 o maligno) Nuestro deseo como cristianos debe ser
desechar todo lo que hay en el mundo “los deseos de la carne, los deseos de los
ojos y la vanagloria de la vida” (1 Jn 2:16) y amar con toda nuestra alma y
nuestro ser la palabra de Dios. ¿Estamos viviendo apartados de cualquier clase
de pecado, de inmundicia, de contaminación o estamos creando amistad con el
sistema pecaminoso (mundo) que Dios aborrece?
Jesucristo practico
perfectamente la ley
Santiago
nos ha mostrado como debemos controlarnos a nosotros mismos, desechar la
inmunda y practicar la palabra de Dios preocupándonos de la viuda y el huérfano
sin contaminarnos con el mundo. La pregunta es ¿Has hecho tu esto? ¿Estás
viviendo de la manera que exige la ley de Dios? ¿Estás cumpliendo estos
mandatos que Dios ha dado? La verdad es que todos hemos fallado. Todos nos
hemos airado pecaminosamente. Todos nos hemos involucrado con las inmundicias
de nuestro pecado. Todos no hemos puesto es practica la palabra de Dios. Todos
no nos hemos preocupado lo suficiente del huérfano y la viuda. Todos nos hemos
contaminado con el mundo. ¿Qué nos queda por hacer? Nos queda confiar en aquel
que jamás fallo un mandato de Dios, en aquel que jamás desobedeció un punto de
la ley. En aquel que jamás se contamino con el mundo. En Jesucristo aquel que
practico perfectamente la ley de Dios.
[1] https://www.ccdm.cl/noticia/hipoacusia-en-chile/
[2] http://www.spurgeon.com.mx/sermon2071.html
[3]
David P. Nystrom. Comentario NVI de Santiago. Página 110.
[4]
Richard Baxter. El pastor reformado. Página 5
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