Pensar el mundo a través de las Escrituras...

jueves, 26 de julio de 2018




La fe en acción (Stgo 1.19-27)

La hipoacusia es una enfermedad que consiste en la discapacidad de escuchar los sonidos con la intensidad normal que establece en 20 decibeles. Según estudios el 2% de la población Chilena presentará problemas de audición antes de cumplir los 10 años de edad y casi el 10% por sobre los 65 años de edad. Las razones por la cuales se pueden presentar esta discapacidad es por herencia, por estar expuesto constantemente a ruidos fuertes (tales como música a elevado volumen, ruidos de la construcción o similares), por envejecimiento, entre otras causas. En Chile esta es una enfermedad que traído preocupación entre los médicos[1]. Aunque esta es una enfermedad preocupante aun más preocupante es la Hipoacusia espiritual. Con esto me refiero a aquellas personas que escuchan sobre lo que la Biblia nos dice sobre la vida espiritual pero en realidad no “oyen profundamente” ni ponen en práctica lo que escuchan.

Por ejemplo tenemos un montón de personas que han redescubierto las doctrinas de la gracia especialmente jóvenes, pero que lamentablemente no viven su fe tan en serio como lo manifiestan sus frases en las redes sociales. En el caso de los bautistas hay muchas personas sorprendidas por la existencia de las iglesias bautistas reformadas y su existencia a través de la historia como algo nuevo pero muy compromiso con el énfasis que los bautistas hemos tenido en compromiso con la iglesia local, evangelismo y misiones. Todas estas personas escuchan predicas, leen libros, asisten a los cultos, pero luego siguen con sus vidas sin ningún cambio. Charles Spurgeon describía a estas personas de la siguiente manera:  

“Contamos entre nosotros con una clase que nos causa gran angustia de corazón. No es probable que se burlen de la Palabra de Dios, pero no tiene poder sobre ellos. Tienen el suficiente tacto y sentido para no convertirse en infieles, pero no dan la debida importancia a la verdad que aceptan. El Libro de Dios permanece en sus casas honrado pero sin ser leído. No se preocupan de ir y escuchar las explicaciones acerca de su significado; o si, por pura costumbre, asisten con regularidad a la casa de Dios, oyen el Evangelio, pero les entra por un oído y les sale por el otro… No hay una consideración práctica para ella, no le dan ningún peso, no la escudriñan, no meditan sobre ella, no la aplican a su conciencia ni a su vida diaria[2]

Jesucristo después de terminar el sermón del monte conto la ilustración de los dos cimientos donde nos dice:

“Cualquiera pues, que me oye estas palabras y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edifico su casa sobre la roca” Mateo 7:24

“Pero cualquiera que me oye estas palabas y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edifico su casa sobre la arena” Mateo 7:26

Este es el punto que el Apóstol Santiago quiere abordar en esta sección del capítulo 1. El comenzó describiendo diciéndonos que los cristianos enfrentamos diversas pruebas (1:3) y que esas pruebas nos permiten crecer y ser maduros. Luego nos dijo que aunque Dios nos da pruebas es solamente nuestro corazón pecaminoso el cual nos lleva a la tentación (1:13) Ahora él se propone a mostrarnos como esta fe debe ponerse en acción.

Oidores y receptores de la palabra de Dios (Stgo 1:19-21)

El apóstol Santiago vuelve a su tono pastoral que lo caracteriza a través de toda la carta (1:2; 2:1; 14; 3:1; 5:7,10) para exhortar a los hermanos respecto a escuchar con más cuidado para no pecar.  En el mundo antiguo el escuchar era algo muy importante ya que era la manera principal de aprender pues no existían tantos libros como ahora sino que la mayoría del aprendizaje era escuchando. Algo que consideramos a menudo es que la mayoría de las Escrituras más que ser leídas eran escuchadas por las iglesias a las cuales se dirigían:

“Oye Israel; Jehová nuestro Dios, Jehová uno es” (Dt 6:4)

“El que tiene oídos para oír, oiga  (Mt 13:9)

“Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios (Rom 10:17)

El apóstol Santiago expone varias advertencias que el libro de Proverbios repite constantemente. La primera de ellas es el ser cuidadoso con las palabras para no pecar:

“En muchas palabras no falta pecado; Mas el que refrena sus labios es prudente” Proverbios 10:19

Las personas que contantemente están hablando sin escuchar al otro es muy común que pequen. Varias personas han reflexionado que Dios nos ha dado dos orejas y una boca para que nos dediquemos a escuchar con más cuidado antes de hablar. Es evidente que por el contexto de la carta esto no estaba sucediendo y que por tanto esto estaba trayendo graves conflictos entre los hermanos (Stgo 3:2, 17) Las palabras que nosotros decimos a otros hermanos pueden edificar o pueden dañar (Prov 18:21) La segunda advertencia que Santiago da es respecto a la ira del hombre (o enojo del hombre) Nuevamente el libro de Proverbios tiene mucho que decirnos respecto a esto:

“El que tarda en airarse es grande en entendimiento; Mas el que es impaciente de espíritu enaltece su espíritu” Proverbios 14:29

“El hombre iracundo promueve contiendas; mas el que tarda en airarse apacigua rencillas” Proverbios 15:18

“Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; Y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma la ciudad” Proverbios 16:32

“La condura del hombre detiene su furor, y su honra es pasar por alto su ofensa” Proverbios 19:11

Como podemos ver el libro de Proverbios presenta al hombre que tarda en airarse como un hombre con “entendimiento” y “cordura” por tanto aquel que no controla su enojo o ira es alguien insensato que peca constantemente. Las Escrituras nos muestran que una persona se puede enojar santamente (Mt 21:12-13; Jn 2:17). Por ejemplo todos nos enojamos por las injusticias pecaminosas de este mundo como las violaciones, asesinatos y maldades, pero luego de enojarnos lo entregamos a Dios. Esto es lo que Pablo nos dice que el “sol no se ponga sobre vuestro enojo” (Efe 4:26) Esto quiere decir que no se mantenga el enojo en nosotros. Podemos enojarnos por razones justas pero no debe durar más allá de un día. Pero aquellos que se enojan por cualquier cosa están guardando en su corazón pecado. Están diciéndole al Señor que quieren que las cosas sean como ellos desean. Están manifestando que no tienen un dominio propio respecto a si mismos.

Por eso que el apóstol Santiago nos dice que “en la ira del hombre no obra la justicia de Dios” (RV60) “Pues la ira humana no produce la vida justa que Dios quiere” (NVI) “El enojo humano no produce la rectitud que Dios desea” (NTV). Aunque en las Escrituras podemos ver que Dios esta airado (o enojado) contra el pecador todos los días (Sal 7:11) sin embargo se nos dice que él es “lento para la ira y grande en misericordia” (Num 14:18; Sal 103:8) Los seres humanos nos enojamos por un sin número de razones como “frustración, indiferencia, expectativas, anhelos y deseos no cumplidos, problemas de salud, etc.” Pero en la mayoría de ellas radica la idea de “Querer que las cosas salgan o sean como yo quiero y no lo son”. Pero ¿no debería esto llevarnos a confiar en la providencia de Dios? ¿No debería llevar a humillarnos y reconocer que el controla todo? ¿Reconocer que el nos ha permitido enfrentar esta situación? Incluso el enojo lleva a que las personas sean menos pacientes con los demás hermanos, pero si Dios ha sido paciente con tus pecados ¿No deberías ser paciente con los demás hermanos igual?

En el verso 21 nos llama a desechar toda “inmundicia” (que por el contexto puede referirse a la ira pecaminosa)  o abundancia de “malicia” (RV60) “Quiten de su vida todo lo malo y lo sucio” (NTV) estas palabras se usaban originalmente para las ropas sucias. Un ejemplo de esto lo podemos encontrar en Zacarías 3:3 donde Josué el sumo sacerdote se les es sacada las ropas viles para vestirlos de las ropas limpias que representan el perdón de Dios[3]. Por tanto llamado del Apóstol Santiago es ir despojándose de toda inmundicia pecaminosa de la cual nos veamos tentado a caer y a recibir la palabra de Dios con mansedumbre. La palabra “implantada” (RV60) se refiere a la palabra “sembrada” (NVI) “sembrada” (NTV) en nuestros corazones. Por tanto la ilustración aquí es  la de una planta que fue plantada en nuestros corazones y debe ser cuidada, cultivada para la salvación de nuestras almas. La palabra de Dios es la semilla que cayó en buena tierra (Mt 13:8) pero ella debe ser cuidada para que nos vaya salvando. La idea de la salvación en las Escrituras se encuentra en 3 sentidos. La salvación pasada que es la justificación por fe hecha por Cristo (Rom 5:1) la salvación presente que es la salvación del poder del pecado en nuestras vidas (1 Jn 5:4-5) y la salvación futura que es la glorificación de nuestra vida (1 Cor 15:52). La salvación presente es que cada vez que nosotros nos vemos expuestos a la palabra de Dios y la escuchamos y aceptamos con mansedumbre entonces nosotras almas están siendo salvadas del poder del pecado en nuestras vidas. ¿Ves lo importante que es cultivar la vida espiritual en la oración y en lectura de las Escrituras? Mi único momento que puede aportar en el cuidado de una planta fue un desastre porque no supe darle el agua suficiente ni el cuidado adecuado, sino cuidamos nuestra vida espiritual ella va a recibir un daño profundo.

Hacedores de la palabra (Stgo 1:22-25)

El apóstol Santiago nos acaba de decir que el oír es bueno pero ahora nos dirá que no es suficiente. El conocer de la Biblia es bueno pero no suficiente, el saber sobre la Biblia es bueno pero no suficiente, el memorizar la Biblia es bueno pero no suficiente ¡Debemos poner en práctica lo que nos dice la Biblia!  Las otras versiones lo dicen sumamente claro: “No se contenten solo con escuchar la palabra, pues así se engañan a sí mismo” (NVI) “No solo escuchen la palabra de Dios; tienen que ponerla en práctica. De lo contrario, solamente se engañan a sí mismos” (NTV) Este es un engaño al cual nos vemos enfrentados en muchas ocasiones. Pablo les aplico la ley de Dios a los mismos judíos que se jactaban de conocer la ley de Dios y fueron confrontados con la realidad de ser personas que no practican lo que dice la palabra (Rom 2:17-23) Richard Baxter escribió esto para los ministros del evangelio:

“Asegúrese de que su estilo de vida no contradiga su enseñanza, de otro modo, terminará deshaciendo todo el bien que pudiera haber hecho. Si nuestras vidas son inconsistentes, la gente pronto pensará que hay muy poca verdad en el cristianismo y que nuestra predicación es solamente palabrería. Si lo que decimos es en serio, entonces pondremos en práctica lo que decimos. Es extraño ver como algunos predican muy cuidadosamente, pero viven descuidadamente. Debemos tener mucho cuidado de ser hacedores de la palabra y no solamente “habladores”, engañándonos a nosotros mismos (vea Stg.1:21). Debemos ser tan cuidadosos acerca de nuestra forma de vivir, tal como somos cuidadosos para predicar. Si deseamos ganar almas, entonces ésta será nuestra meta, tanto cuando estamos en el púlpito, como cuando estamos fuera de el. Sea diligente para usar toda su vida para Dios y no simplemente su lengua[4] 

Charles Spurgeon en su libro “Discurso a sus estudiantes” comenta también la vida de aquel hombre que predicaba bien pero vivía tan mal.

“Todos nosotros hemos oído referir la historia del hombre que predicaba tan bien, y vivía tan mal, que cuando estaba en el púlpito no había quien no dijera que nunca debía salir de él, y cuando lo dejaba, todos a una declaraban que no debía volverlo a ocupar jamás”

Podemos ser constantemente engañados por nuestros corazones creyendo que es suficiente solamente saber sobre la fe y no practica nuestra fe. Para ilustrarnos esto Santiago pone un ejemplo del hombre en el espejo (Stgo 1:23-24) Los espejos del primer siglo no eran espejos de vidrio como ahora sino que eran espejos metálicos (bronce, plata u oro) por tanto la imagen en el espejo no era perfecta pero de igual manera podía ver su apariencia. El punto de comparación aquí es que la persona que se ve en el espejo hace un leves arreglos y sigue su camino cuando en verdad debería profundizar mucho en lo que ve (la palabra de Dios le dice quien es) Entonces a no ser que los cristianos actúen de inmediato frente a las cosas que condenan las Escrituras y me anima a confiar actuará tal como el hombre que ve en el espejo y se va, o sea sin ningún cambio profundo.  Pero en cambio si tú ves lo que la “perfecta ley de Dios” (Sal 19:7)  revela en su palabra y persevera en lo que ella dice entonces es “bienaventurado” (feliz, dichoso Sal 19:8) Esta frase parece una alusión al Salmo 19. Aquellos que practican la ley de Dios son felices. ¿Eres tú un oidor de la ley de Dios o un hacedor de ella? ¿Eres aquel hombre que mira la ley de Dios como el hombre en el espejo o eres aquel que la obedece y práctica? ¿Practicas lo que a otros le predicas? ¿Te mides con la misma vara con la cual mides al otro? ¿Te deleitas en la ley de Dios?

La religión pura (Stgo 1:26-27)

Después que el Apóstol Santiago nos dijo que era realmente ser un hacedor de la palabra ahora nos va a decir cómo debemos mostrar de forma práctica la religión que profesamos. En la última época se ha venido diciendo que el cristianismo no es una religión sino una  relación pero la verdad es que es ambas cosas. No creo que cambie mucho la respuesta de las personas por querer mostrarnos más cercanos al decir que es una relación y no una religión. Pero lo cierto es que aquí Santiago habla de aquellos que se creen religiosos. En aquella época el ser religioso era muy común especialmente en los judíos quienes guardaban celosamente la ley de Dios.

En primer lugar una religión pura es una religión que refrena su lengua. Este es un tema que volverá a tocar con mayor profundidad en el capítulo 3 sin embargo lo recalca dando a entender que una persona que practica la verdadera religión es una persona que “refrena” o “controla” su lengua. “No le pone freno a su lengua” (NVI). “Pero no controlas tu lengua” (NTV) No es seguro a que esta aludiendo Santiago pero probable que habían muchas personas jactándose de ser religiosos y sin embargo hablando cosas pecaminosas o que hacían daños a los demás hermanos. Es interesante que por segunda vez vuelve a recordar lo fácil con que nos “engañamos a nosotros mismos” (Stgo 1:22)  ¿Acaso no nos engañamos constantemente?

En segundo lugar una religión pura es una religión que se preocupa por los débiles de la sociedad Santiago nos dice que la religión “pura y sin macha” (RV60) “pura y verdadera” (NTV) es visitar a los huérfanos y viuda. Esta preocupación ha estado siempre en el corazón del Señor

“Que hace justicia al huérfano y a la viuda: que ama también al extranjero dándole pan y vestido” (Dt 18:10)

“Padre de huérfanos y defensor de viudas Es Dios en su santa morada” (Sal 68:5)

“Jehová guarda a los extranjeros; Al huérfano y a la viuda sostiene, Y el camino de los impíos transforma” (Sal146:9)

Dios se preocupa tanto por las viudas que él en el Nuevo testamento estableció que las viudas que no tengan quien las mantenga sea la iglesia quien la sustenta (1 Tim 5:3-10) Sin duda hoy nuestro sistema es diferente al que era en el primer siglo pero aun continua el mandato de sostener a las viudas o personas necesitadas que no tengan como mantenerse. ¿Vemos a los creyentes involucrados en esto? ¿Vemos a la iglesia practicando esta religión? ¿Hay disposición en tu corazón de apoyar y ayudar a creyentes que estén pasando por difíciles momentos de ayudarles?

En tercer lugar una religión pura es una religión que se guarda del mundo. El cristianismo no es una religión escapista sino que al contrario es una religión que se involucra en los problemas de las personas (el pecado) que ayuda a los que están sufriendo las consecuencias del pecado (cualquiera sea) y que alienta a los hermanos a apartarse de todo el pecado del mundo, ya que hemos sido llamados a santificación (1 Tes 4:8-10) Por tanto nosotros como cristianos estamos en el mundo y nos relacionamos con los pecadores pero a la vez no vivimos como el mundo. Tal y como la oración del Señor dice “No los quites del mundo, sino guárdalos del mal” (Jn 17:5 o maligno) Nuestro deseo como cristianos debe ser desechar todo lo que hay en el mundo “los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida” (1 Jn 2:16) y amar con toda nuestra alma y nuestro ser la palabra de Dios. ¿Estamos viviendo apartados de cualquier clase de pecado, de inmundicia, de contaminación o estamos creando amistad con el sistema pecaminoso (mundo) que Dios aborrece?

Jesucristo practico perfectamente la ley

Santiago nos ha mostrado como debemos controlarnos a nosotros mismos, desechar la inmunda y practicar la palabra de Dios preocupándonos de la viuda y el huérfano sin contaminarnos con el mundo. La pregunta es ¿Has hecho tu esto? ¿Estás viviendo de la manera que exige la ley de Dios? ¿Estás cumpliendo estos mandatos que Dios ha dado? La verdad es que todos hemos fallado. Todos nos hemos airado pecaminosamente. Todos nos hemos involucrado con las inmundicias de nuestro pecado. Todos no hemos puesto es practica la palabra de Dios. Todos no nos hemos preocupado lo suficiente del huérfano y la viuda. Todos nos hemos contaminado con el mundo. ¿Qué nos queda por hacer? Nos queda confiar en aquel que jamás fallo un mandato de Dios, en aquel que jamás desobedeció un punto de la ley. En aquel que jamás se contamino con el mundo. En Jesucristo aquel que practico perfectamente la ley de Dios.
                                                                                                                          






[1] https://www.ccdm.cl/noticia/hipoacusia-en-chile/
[2] http://www.spurgeon.com.mx/sermon2071.html
[3] David P. Nystrom. Comentario NVI de Santiago. Página 110.
[4] Richard Baxter. El pastor reformado. Página 5

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