Cada
revolución en la historia de la humanidad tiene cosas buenas y cosas malas.
Cuando la revolución industrial llego, hubo muchos avances tecnológicos de los
cuales la humanidad se beneficio como el desarrollo de los bancos, el comercio
o los ferrocarriles pero a la vez también hubo cosas malas como el impacto
familiar, el trabajo infantil y la explotación de personas. Hoy en día somos
parte de una nueva revolución que ha estado entre nosotros varios años; esta es
la revolución digital o tecnológica. Sin duda podemos ver los beneficios de
esto, la información es inmediata, la comunicación con nuestros familiares
lejanos o amigos lejanos es inmediata, podemos leer libros, ver películas, ver
reportajes, aprender de estudiar, recrearnos o trabajar con solo click. Esto ha
creado lo que varios pensadores han llamado la “cultura de la inmediatez”. Con
esto se refieren a que todo lo podemos tener de manera inmediata o instantánea.
Esto ha creado toda una “cultura de lo inmediato y espontaneo” en donde las
personas no ven como una virtud el esperar o trabajar pacientemente por algo
sino que lo ven como algo negativo.
Pongamos 3 ejemplos: 1) Las relaciones amorosas. Antes de estar en esta iglesia estuve
en una iglesia donde la mayoría de las personas eran “adultos mayores” y
llevaban varios años de casado y recuerdo haber escuchado con atención la
historia de amor de unos hermanos que después de conocerse en Valparaiso
mantuvieron su relación y contacto por años por cartas. Las cartas se demoraban
semanas o meses en llegar por tanto para mantener esta relación se tenía que
tener paciencia. 2) El hacer un trabajo
para la escuela. ¿Cuántos de nosotros recordamos como era hacer un trabajo
para la escuela en nuestra época? Era más o menos así, tenias que ir a la
biblioteca (o comprar el libro) analizarlo, reflexionar sobre él, luego
escribir a mano y con buena letra en una hoja de oficio para luego entrarlo en
la escuela. Para terminar ese trabajo
necesitabas trabajar pacientemente 3) El
trabajar y ahorrar. Los trabajos antiguamente eran mucho más sacrificados
que en la actualidad y muchas veces demandaban muchas horas, si tú querías
obtener algo deberías trabajar y ahorrar lo más que puedas. Esto requería años
de trabajo y paciente ahorro. ¿Piensa acaso nuestra cultura de esta manera? Sin
duda no.
Lo
más lamentable es que esta misma mentalidad ha llegado a la iglesia cristiana.
Es por eso que hoy en día tenemos libros, conferencias y exposiciones que nos
dicen como en 40 días lograras esto o con 10 pasos lograras aquello. Todo esto
responde a la cultura de inmediatez e impaciencia en la cual vivimos. Incluso
nuestros discipulados se han convertido en algo rápido para que así no tengamos
que profundizar tanto en teología cuando en verdad es algo fundamental como
cristianos. Alan Kreider[1] fue un profesor de
Historia de la iglesia primitiva que escribió un libro llamado “La paciencia.
El sorprendente fermento del cristianismo en el imperio romano[2]” en donde su tesis central
fue que el cristianismo primitivo se caracterizo por ser una iglesia paciente a
la hora de realizar el discipulado y el aceptar miembros en la iglesia. El
escribió:
“Los primeros cristianos ponían mucho empeño
en la configuración del habitus de sus miembros. Por ello, daban gran
importancia a la catequesis (la formación y enseñanza esmeradas) de preparación
para el bautismo. De hecho, los cristianos se tomaban la catequesis mucho más
en serio que los miembros de otras religiones de su época, y por ello por una
buena razón: creían que quienes habían sido educados en la sociedad
grecorromana tenían firmemente arraigados los hábitos impacientes, opuestos a
los de Jesucristo. Sabían por experiencia que, para que una persona adquiriese
costumbres caracterizadas por la paciencia, necesitaba tiempo, la ayuda
amistosa de unos tutores y un entorno que le facilitase creer en el estilo de
vida paciente típico de los cristianos. A los catecúmenos (o sea, a quienes
estaban recibiendo catequesis para prepararse al bautismo) y, por supuesto, a
los de afuera, no se les permitía participar en las oraciones comunitarias y la
eucaristía, que constituían el corazón del culto. Terminada su instrucción, los
aspirantes a cristianos eran bautizados y después sustentados por el culto de
las asambleas cristianas. Este era esencial para la misión de la iglesia”
Al
mirar la iglesia hoy esto “la paciencia” parece algo completamente ausente.
La paciencia hasta la venida
del Señor (Stgo 5:7-8)
En
la carta de Santiago hay exhortaciones respecto a la “paciencia”. El apóstol escribió
que los creyentes debían gozarse en la prueba pues ella produce paciencia (Stgo
1:3-4). En el capitulo anterior a estos versos Santiago hablo contra los ricos
opresores que no habían pagado el dinero que correspondía a los trabajadores y
por tanto ellos clamaban al Señor por justicia (Stgo 5:1-6) Una de las cosas
que debemos evitar frente a esta terrible circunstancia es vengarnos nosotros
de eso y esperar pacientemente en el Señor. A esto es a lo que se refiere el
Apóstol cuando llama a los hermanos con el característico tono pastoral a “tened paciencia hasta la venida del Señor”
(Rv60) “tengan paciencia hasta la venida del Señor” (NVI) “tengan paciencia
mientras esperan el regreso del Señor” (NTV) La palabra paciencia tiene dos
sentidos en la carta de Santiago[3]. El primer sentido tiene que ver con “longanimidad, soportar,
permanecer bajo” como se nos muestran en Santiago 1:3-4 que es permanecer y
perseverar bajo las pruebas. El segundo
sentido y el que se usa en este verso tiene más que ver con un carácter de
paciencia. Alguien que tiene tolerancia o mansedumbre de carácter. ¿Ante que
tenía que había que tener paciencia? Ante la explotación que los ricos
realizaban en contra de uno. La tentación de cuando sufres una injusticia es
actuar de forma pecaminosa o responder forma pecaminosa y no esperar en el
Señor, pero el Apóstol manda aquí a que tengamos “paciencia hasta la venida del
Señor”.
¿Sientes
que estás viviendo alguna injusticia? ¿Te sientes tentado a pecar frente a la
injusticia que experimentas? Un buen ejercicio para mirar tus sufrimientos es
leer un poco de la vida de hombres de Dios y ver que las injusticias que ellos
vivieron la pudieron soportar con paciencia porque esperaban la venida del
Señor. ¿Has leído alguna vez los 12 años de cárcel que tuvo soportar John
Bunyan alejado de su familia? ¿Has leído las penurias que tuvo que enfrentar
Guillermo Carrey al perder a sus hijos en las misiones? ¿Has leído como fieles
pastores como Spurgeon fueron desechados por sus iglesias o ignorados
completamente por las personas de la época como A W. Pink? ¿Cómo es que ellos
pudieron enfrentar todas esas injusticias? Pudieron enfrentarla poniendo los
ojos en la “venida del Señor”.
El
apóstol Santiago ha usado durante toda su carta ejemplos de la naturaleza para
ilustrar lo que él quiere enseñarnos (“onda de mar” 1:6; “hierba, flor” 1:11;
“lengua” 3:1; “neblina” 4:14) y como buen judío ahora nos pone el ejemplo del
paciente labrador que espera las lluvias temprana y tardía. La lluvia “temprana” cae en Israel durante
Octubre y Noviembre para ablandar el suelo que va a ser plantado, y la lluvia
“tardía” cae en Marzo y Abril justo antes de darse el inicio de la cosecha
primaveral. La comparación que hace el apóstol Santiago es que así como el
agricultor espera con paciencia la lluvia temprana y la tardía para que su
cosecha madure de la misma manera los cristianos deben esperar con paciencia el
regreso del Señor. El verso 8 nos reafirma todo este pensamiento diciéndonos “Tened también vosotros paciencia” (RV60)
“Aguarden con paciencia” (NVI) “Ustedes también deben ser pacientes” (NTV) pero
¿Cómo se manifiesta que realmente estamos teniendo paciencia? Nos dice el texto
“Afirmando nuestros corazones porque la
venida del Señor se acerca” (RV60) “Manténganse firmes y aguarden con paciencia
la venida del Señor, que ya se acerca” (NVI) “Anímense porque la venida del
Señor esta cerca” (NTV) Este texto nos dice dos cosas. Lo primero que nos
dice es que debemos estar firmes en nuestros corazones lo cual significa que
debemos tener un llamado fuerte y firme respecto a enfrentar cada dificultad
con paciencia. Lo segundo que nos dice es que debemos esperar pacientemente la
segunda venida del Señor. En las Escrituras existe una conexión entre la paciencia
que como cristianos debemos tener y la segunda venida.
“Por tanto, también vosotros estad
preparados; porque el Hijo del hombre vendrá
a la hora que no pensáis” Mateo 24:44
“Mantengámonos firmes y sin fluctuar, la
profesión de nuestra esperanza porque fiel es el que prometió. Y considerémonos
unos a otros al amor y las buenas obras; sin dejar de congregarnos, como
algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuando veis que
aquel día se acerca” Hebreos 10: 23-25
“Mas el fin de todas las cosas se
acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración” 1 Pedro 4:7
“Y ahora hijitos, permaneced en él, para
que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos
alejemos de él avergonzados” 1 Juan 2:28
Debido
a que la cultura nos bombardea y presiona con su filosofía de lo “instantáneo”
“inmediato” y “rápido” pensamos que la vida cristiana es de la misma manera. Suponemos
que todo en nuestra vida espiritual debe avanzar de la misma manera que todas
las cosas, algunos creen que pasando 5 minutos en la presencia de Dios ya
tendremos una relación profunda con Dios, otros creen que leyendo la Biblia 10
minutos podrán ser profundos conocedores de las Escrituras o predicando a una
persona a la semana seremos grandes evangelizadores. Pero la verdad es que si
queremos tener una relación profunda con Dios, conocer las Escrituras y ser
predicadores eficaces del evangelio necesitamos pasar harto tiempo con Dios y
nuestra vida espiritual se irá formando con los años. La impaciencia que
tenemos también se refleja en nuestra vida cotidiana.
Por
ejemplo hay cristianos que se desaniman rápidamente porque piensan que debido a
que luchan con el pecado no están creciendo espiritualmente pero ¿no dice la
Escritura que el que “empezó en nosotros la buena obra la va a perfeccionar
hasta el de Jesucristo” (Fil 1:6)? ¿Cuál es el problema entonces? El problema
es tu propia impaciencia respecto al trabajo que el Espíritu Santo está
haciendo en tu vida. Otro ejemplo común lo encontramos en los matrimonios los
cuales desearían que su esposo (a) cambiaran rápidamente ciertas cosas que no
son agradables para el pero ¿Crees que tu vas a poder cambiarlo por
herramientas mundanas? ¿Oras por él (ella)? O probablemente tenemos algún
hermano al cual “ya le hemos dicho las cosas como son” y vemos que aun no
cambia. Todas estas cosas reflejan nuestra constante impaciencia en nuestra
vida espiritual pero hay que recordar que tenemos una esperanza que las cosas
no siempre serán como las vemos sino que en la segunda venida seremos
transformados en un cuerpo de gloria.
La paciencia y los hermanos (Stgo 5:9)
El
apóstol Santiago ahora nos pone en el contexto de la comunidad de creyentes para
poner a prueba nuestra paciencia. El ya se había referido con anteriormente en
su carta a que “No murmuremos unos contra
otros” convirtiéndose finalmente en jueces de sus hermanos cuando hay un
solo juez que es Cristo (Stgo 4:11) pero ahora nos dice que no nos “quejemos unos contra otros para que no
seamos condenados” (RV60) o para que “no sean juzgados” (NVI) “o serán
juzgados” (NTV). Como sabemos Cristo nos dijo que el primer mandamiento y
segundo mandamiento tenía que ver con amar a Dios y amar al prójimo (Mt
22:36-40) como cristianos se nos ha llamado que el mundo vea como nos amamos (Juan
13:35) y esto significa que debe existir paciencia entre nosotros. Es por eso
que el Apóstol Pablo reitero la paciencia en la vida en comunidad.
“Con toda humildad y mansedumbre,
soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor” Efesios 4:2
“Vestíos pues como escogidos de Dios,
santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humidad, de
mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a
otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó,
así también hacedlo vosotros. Colosenses 3:12-13
“También os rogamos, hermanos, que
amonestéis a los ociosos, que alentéis a lo de poco animo, que sostengáis a los
débiles, que seáis paciente para con todos” 1 Tesalonicenses 5:14
Una
de las cosas más milagrosas e impresionantes de la vida cristiana es que aunque
seamos de distintos contextos, ya seamos ricos o pobres, blancos o negros,
profesionales o no profesionales, lo que nos une como comunidad cristiana es
Jesucristo. Como sabemos por el contexto los hermanos ricos habían estado
explotando a los hermanos pobres (Stgo 5:1-6) esto podía hacer que fácilmente
los hermanos pobres perdieran la paciencia y murmuraran contra ellos. Pero el
apóstol Santiago llama a no “quejarse” unos con otros ya que eso no agrada a
Dios. La palabra “quejarse” tiene en griego[4] una relación muy cercana
“murmuración” y en español sabemos que refiere a una persona que “manifiesta
resentimiento sobre otra” o “manifiesta disconformidad con algo o alguien.[5]” En el fondo el creyente
que se queja contra las actitudes de su hermano constantemente está reflejando
la impaciencia que habita en su corazón y está acumulando resentimiento contra
el hermano y termina pecando porque comienza a murmurar contra él. Es por eso
que la segunda parte de este texto nos dice que “para que no seáis condenados; he aquí, el juez esta delante de la
puerta” (RV60) “Para que no sean juzgados. ¡El juez ya está a la puerta! (NVI)
“o serán juzgados. ¡Pues miren el juez ya está a la puerta! (NTV)
Lo
que el Apóstol Santiago nos está diciendo nos que no podemos decirle exhortar a
los hermanos cuando están pecando o que no podemos juzgar (en el sentido de
corregir) las actitudes pecaminosas que veamos en algunos de ellos, sino que lo
que está hablando de quejarse con otros, murmuran con otros acerca del hermano.
Durante mi vida cristiana he conocido a varios hermanos que tienen la tentación
de quejarse contra algunas cosas de otros hermanos y lo más bíblico para hacer
allí es ¡decirle al hermano! Porque así vas a evitar el pecar contra él. He
conocido a otros que siempre especulan sobre la vida y motivaciones de las
personas pero no esperan a poder preguntarles y saber el porqué de ciertas
prácticas o más de alguna vez oí a alguien que murmuraba contra otro por ser
menos espiritual al no asistir a todas las actividades de la iglesia. La
respuesta del Apóstol es “dejen todo esto al Juez Jesucristo el ya está cerca”. ¿Te quejas de tu hermano por algo? ¿Murmuras
contra tu hermano contra algo? Como seres humanos no conocemos todas las
intenciones por tanto hay que dejarlo al Señor que si conoce todas las
intenciones. Pablo lo dice de la siguiente manera:
“Así que, no juzguéis nada antes de
tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las
tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno
recibirá su alabanza de Dios” 1 Corintios 4:5
El ejemplo de la paciencia
en los profetas (Stgo 5:10)
Debido
a que el Apóstol Santiago le ha estado hablando a una iglesia donde la mayoría
son cristianos judíos el puede usar ejemplos con los cuales ellos están sin
duda familiarizados. Por eso el texto nos dice que “tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que
hablaron en nombre del Señor” (RV60) “tomen como ejemplo de sufrimiento y de
paciencia a los profetas que hablaron en el nombre del Señor” (NVI) “tomen como
ejemplo de paciencia durante el sufrimiento a los profetas que hablaron en
nombre del Señor” (NTV) No sabemos en cuales de todos los profetas está
pensando pero podemos recordar algunos casos bien conocidos.
Por
ejemplo podemos recordar la persecución que Acab y Jezabel realizaron contra
Elías debido a que el predico el mensaje que Dios le había ordenado y mato a
los profetas de Baal (1 Rey 17-18) o podremos recordar las innumerables
persecuciones que Jeremías sufrió de manos de los reyes de Judá y quizás una de
las escenas más trágicas de Jeremías es cuando es arrojado a la cisterna y está
hundido en el barro (Jeremías 38) o la persecución que Daniel enfrento en el
horno de fuego o en el foso de los leones (Daniel 3, 6) Daniel sabia claramente
esto por eso oró:
“No hemos obedecido a tus siervos los
profetas, que en tu nombre hablaron a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a
nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra” Daniel 9:6
Esto
por supuesto no quedo solo en los profetas del Antiguo testamento sino que el
mismo Juan el Bautista (Mateo 14) y Esteban (Hechos 7) fueron asesinados por
predicar la palabra de Dios. Esto significa que todos los profetas hablaron la
verdad de Dios aunque la mayoría del pueblo de Dios y la cultura en la cual
vivían estaban en contra de la voluntad de Dios. Para mantenerse firmes en su
mensaje ellos tuvieron que confiar en el Señor y ser pacientes a lo que Dios
iba hacer. Este llamado que tuvieron los profetas del Señor es el mismo llamado
que nosotros hoy tenemos como cristianos.
El ejemplo de paciencia en
Job (Stgo 5:11)
El
apóstol nos dice que nosotros tomamos por “bienaventurados
a los que sufren” (RV60) “consideramos dichosos a los que perseveraron” (NVI)
“Honramos en gran manera a quienes resisten con firmeza el tiempo de dolor”
(NTV) Es probable que el Santiago este haciendo eco a las enseñanzas de
Jesús cuando dijo:
“Bienaventurados sois cuando por mi
causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros,
mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos;
porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros”
Los
que son perseguidos por causa del evangelio son “felices” y son considerados
como persona ejemplares las cuales sufrieron pacientemente los momentos de
pruebas. El apóstol pone el ejemplo particular de Job. “Habéis oído de la paciencia de Job” (RV60) “Ustedes han oído hablar de
la perseverancia de Job” (NVI) “Han oído hablar de Job, un hombre de gran
perseverancia” (NTV) Los receptores de esta carta habían oído de la
historia de Job debido a que como judíos habían sido enseñados desde niños
respecto a las historias bíblicas y sus enseñanzas. Pero el ejemplo de Job
presenta un problema para los comentaristas ya que Job no se destaca por su
paciencia exactamente ya que el por ejemplo maldice el día de su nacimiento
(Job 3:1) y trata de explicar juntos a los largos discursos de sus amigos que
está pasando[6]
(Job 16:3) otros para solucionar este problema creen que Santiago está pensando
el libro apócrifo el testamento de Job en donde él se muestra muy paciente
mientras que esposa se queja.[7] Pero la respuesta más
simple es ver que la palabra más exacta que define a Job y por la cual han
optado algunas traducciones bíblicas es “perseverancia”. A Job se le recuerda
más que por su paciencia, su perseverancia y como finalmente Dios obro en su
vida (Job 42:12-13) Pero esto no significa que Job no haya sido paciencia, el
fue perseverante porque fue paciente en un sentido de pesar de tener
cuestionamientos a lo que le estaba pasando finalmente espero en Dios y no peco
contra el Señor.
Todos
estos ejemplos nos pone a nosotros frente a la pregunta ¿Predico el evangelio
fielmente y espero en el Señor pacientemente? Muchas veces veo esta actitud
cuando predicamos el evangelio a otras personas y después de hablarles dos o
tres veces decimos “esta persona no se va a convertir” pero ¿Qué sabemos
nosotros sobre eso? ¿No es acaso Dios el soberano? ¿No fue acaso el Señor
paciente cuando uso a otras personas para hablarnos el evangelio? Nuestra tarea
es predicar fielmente y también esperar fielmente en el Señor.
En
otras ocasiones hemos visto a otros hermanos pecar y rápidamente pensamos que
al decirle que se arrepienta el hermano lo hará y entonces pensamos a esta
persona quizás no es cristiana pero ¿No somos igual de testarudos nosotros
cuando pecamos y no renunciamos a nuestros pecados? ¿Por qué entonces somos
menos paciente con nuestros hermanos? ¿Por qué la vara es más alta con el
hermano y más baja con mis pecados? Tal vez algún hermano este sufriendo como
Job alguna situación ¿Y cuál es la tentación? La tentación es actuar como los
amigos y especular respecto al porque le suceden esas cosas. Pero lo que
deberíamos hacer es orar y esperar pacientemente la respuesta de Dios conforme
a sus propósitos. ¿Qué tan paciente eres hermano esperando la respuesta del
Señor? ¿Qué tan paciente esperas en el sufrimiento? ¿Qué tan paciente esperas
en el caos? Sin duda nosotros no somos pacientes.
El
versículo finalmente nos dice “y habéis
visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo” (RV60)
“Es que el Señor es muy misericordioso y compasivo” (NVI) “Porque el Señor está
lleno de ternura y misericordia”. Las Escrituras nos muestran de forma
reiterada que este es el carácter del Señor (Num 14:18; 1 Cro 21.13; 2 Cro 30:
19; Sal 25:6; 78:28; 86:5, 15; 103:8,13; 116: 5)
“Y pasando Jehová por delante de él,
proclamó: ¡Jehová!, ¡Jehová! Fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la
ira y grande en misericordia y verdad” (Exo 34:6)
Un Salvador paciente
Esto
es lo maravilloso del evangelio que mientras nosotros somos pecadores
impacientes, el es un Salvador paciente. Pensemos en como el creo todo de forma
bella y perfecta y nosotros con el pecado distorsionamos toda su creación. Como
el pacientemente nos creo y como nosotros nos rebelamos contra él y el
pacientemente no nos destruyo. Vemos en las Escrituras en como seguimos
revelándonos contra el constantemente y el pacientemente promete que vendrá un
Salvador. Ese Salvador viene al mundo y nosotros como humanidad lo ignoramos.
El salvador pacientemente anuncia el mensaje del evangelio, vive perfectamente
y nosotros como seres humanos lo ignoramos y nos jactamos del conocimiento que
tenemos y el pacientemente nos enseña como un Padre todas las cosas y en vez de
escuchar sus consejos, seguir su palabra lo ignoramos y simplemente queremos
seguir nuestras ideas. Pero el pacientemente nos enseña y nos llama al
arrepentimiento pero nosotros queremos hacer las cosas a nuestra manera. Nosotros
tenemos un salvador paciente y tierno que fue a la cruz del calvario para
salvar a todos nosotros que merecíamos la ira justa de Dios. Las Escrituras nos
dice que él es un salvador paciente. 2 Pedro 3:9
“El Señor no retarda su promesa, según
algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no
queriendo que ninguna perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”
El
Señor pacientemente espera a que te arrepientas y confíes en él, pero si no lo
haces lo que te espera es la ira de Dios, el enojo de Dios eterno por lo cual
serás condenado. No abuses de su paciencia y corre a sus brazos salvadores y
pacientes los cuales están abiertos para recibir tu arrepentimiento.
[1] http://www.sigueme.es/autores/alan-kreider.html
[2] http://www.sigueme.es/docs/libros/la-paciencia-web.pdf
[3]
Diccionario Expositivo Vine. Página 618.
[4]
Diccionario Strong. Griego “Stenazo”. Meter en aprietos, suspirar, murmurar,
gemir, angustiarse, quejarse. Página
79.
[5]
http://dle.rae.es/srv/fetch?id=UlzwgCT
[6] William Hendriksen. Comentario
a Santiago. Página 145.
[7]
David. P. Nystrom. Comentario bíblico de Santiago con aplicación NVI. Página
351
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