Hay
un artículo de una página llamada contra la apostasía que después de analizar
el tema de la navidad llega a las siguientes conclusiones sobre la Navidad, el
árbol de navidad y el viejo pascuero[1].
“El origen de la Navidad
está entonces en la antigua Babilonia. Los paganos en todo el mundo conocido
celebraron esta fecha siglos antes del nacimiento de Jesús. Jesús,
el verdadero Mesías, no nació un 25 de diciembre. Los apóstoles y la iglesia
primitiva jamás celebraron el natalicio de Jesús en esa fecha ni en ninguna
otra. No existe en la Palabra de Dios mandato ni instrucción alguna para
celebrar este acontecimiento. En cambio si existe el mandato de observar la
ocasión de su muerte[2] (1Co 11:24-26)
“Mucho se ha dicho en
cuanto a este tema. Hay muchas explicaciones para justificar la existencia del
hombre vestido de rojo, siendo la más usual “no hay que quitar la ilusión al
niño”. ¿Es correcto delante de Dios enseñarles mentiras a los niños?. Lo
irónico es que los padres castigan a sus hijos por contar mentiras y; sin
embargo, al llegar la Navidad ellos cuentan a los niños una de las más grandes
mentiras de la historia (Lv 19:11). El Viejo Pascuero es un personaje
inventado por el hombre, resultado de una tradición de siglos y que nos ha sido
legada por nuestros padres. No tiene ninguna relación con Jesús y su nacimiento”
“La costumbre de
intercambiar regalos tiene origen pagano. Es una actividad que no tiene nada
que ver con el cristianismo, no celebra su nacimiento ni le honra a Él.
Es una actividad que si fuera verdaderamente en el nombre de Jesús sería
hasta absurda. Las personas observan un día en que Jesús, supuestamente nació
gastando todo el dinero que logran reunir para obsequiar regalos a sus
parientes y amigos y se olvidan de dar la honra y los bienes a quien están
celebrando (“este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí”
Mt 15:6-9, Is 29:13).
Este
es un argumento muy usado por personas que se oponen a la navidad porque
sostienen que su origen es pagano. La definición de pagano es que no es
cristiano o no adhiere a ninguna de las grandes religiones monoteístas, también
se usaba en el sentido de la persona que no había sido bautizada haciendo
referencia a los antiguos griegos o romanos[3]. Por tanto las personas
que usan este argumento se están refiriendo a que la fiesta de la navidad (o
natividad) es una fiesta que no tiene origen en el cristianismo sino en el
paganismo y por ende no debe ser celebrarla por un cristiano[4].
Hay
un libro escrito por Francisco José Gómez llamado breve historia de la navidad[5] el cual hace un recorrido
histórico mostrándonos de donde vienen la mayoría de los elementos que hoy se
usan para navidad. El primer capítulo del libro analiza desde el siglo I al III
y se llama “De la indiferencia al entusiasmo” en donde escribe[6]:
“Los cristianos del siglo I no
celebraban la Navidad. Su despreocupación por el nacimiento y la infancia de
Jesús nacía de su firme creencia en que la segunda llegada de Cristo, la Parusía, y con ella el final de los
tiempos, era inminente, lo que centró sus miras y prácticas religiosas en la
preparación para este momento, en el que la historia alcanzaría su culmen y
conclusión. No había, por tanto, necesidad de escribir relatos sobre Jesús, ni
de completar su historia o biografía, ya que la inmediata consumación del mundo
restaba importancia a tales aspectos”
Esta
afirmación tiene mucho sentido cuando se les compara con algunas ideas erradas
que el Apóstol Pablo tuvo que corregir en los cristianos (2 Tes 2:1-3; 3:6-12)
En el siglo II comenzó el interés de los cristianos por el lugar donde Jesús
nació. Varios Padres de la iglesia escribieron sobre ello[7].
“Cómo José no tenía dónde
albergarse en este pueblo (Belén), entró en una gruta próxima a la localidad y,
mientras estaban allí, María dio a luz al Cristo y le puso en un pesebre, donde
le encontraron los Magos venidos de Arabia”. San Justino Mártir, Diálogo contra Trifón 78
“Cuando llegaron a mitad del
camino (entre la primera parada y Belén), José encontró una gruta precisamente
en ese lugar y allí condujo a María”. Proto
evangelio de Santiago XVII-XIX
“A propósito del nacimiento
de Jesús en Belén si, además de la profecía de Miqueas y de la historia escrita
en los Evangelios por los discípulos de Jesús, algunos quieren otras pruebas,
que sepa que según lo que dice el Evangelio sobre su nacimiento, se muestra en
Belén la gruta donde nació y en la gruta el pesebre en el que fue fajado. Lo
que se muestra es notorio en estos lugares a todos, aun a las personas ajenas a
la fe, es decir, que en esta gruta nació Jesús adorado y admirado por los
cristianos”. Orígenes, Contra Celso I, 51
“Y tu Belén, casa de Efrata…
Tocante a estos lugares, tú que eres de Jerusalén conoces lo que significan
estas palabras del salmo 131: «He aquí lo que hemos oído en Efrata, lo que
hemos hallado en los campos de los bosques». En efecto, hasta hace pocos años el lugar [del nacimiento de Jesús]
estaba cubierto de árboles”. San Cirilo de Jerusalén, Catequesis 12, 20
“Desde los tiempos de
Adriano hasta el reinado de Constantino, durante cerca de ciento ochenta años,
se adoraba en el lugar de la Resurrección la imagen de Júpiter y sobre la roca
del Calvario una estatua de mármol de Venus puesta por los paganos, creyendo
que con su intención persecutoria extirparían la fe en la resurrección y en la
cruz si profanaban con ídolos los Santos
Lugares. Belén, que es actualmente nuestro, y el lugar más augusto del
mundo [la gruta]… estaban cubiertos por la sombra del bosque sacro de Tammuz, o
sea, de Adonis, y en la gruta donde Cristo emitió los vagidos de recién nacido,
se lloraba al amante de Venus”. San Jerónimo, Carta 48 a Paulino de Nola
José Gómez comenta sobre esta época[8]:
“Y es
que, durante el siglo II, tras la represión de la segunda revuelta judía
(132-135), el propio emperador Adriano, con el fin de evitar nuevos
levantamientos que provocasen inestabilidad en el Imperio, quiso desarraigar de
Palestina todo tipo de recuerdo religioso judío o cristiano sin distinción. Y
así, entre otras medidas, hizo erigir sobre el monte Gólgota y el Santo
Sepulcro un recinto sagrado y un templo dedicados a Venus y a Júpiter
respectivamente, mientras que en Belén, sobre la gruta de la Natividad y sus
aledaños, ordenó plantar árboles que formaban un bosque sagrado dedicado a Tammuz Adonis, divinidad amante de Venus.
Tales gestos no lograron los resultados previstos, a juzgar por declaraciones
como la ya citada de Orígenes. Los
cristianos locales siguieron venerando la gruta, y a tenor de la medida
imperial, podemos concluir que los lugares relacionados con la vida de Jesús en
general, y con su nacimiento en particular, eran ya conocidos y gozaban de
cierta notoriedad para los fieles de aquellos primeros siglos”
Un personaje importante de esta época
fue el Obispo Nicolás de Myra o Nicolas de Bari (270-345 o 352) el
cual nació en una familia adinerada y se destacaba desde niño por su carácter
piadoso y caritativo. Cuando murieron sus padres el regalo toda su fortuna a
los pobres y consagro para como obispo[9]. Debido a su caridad al
entregarles regalos a los niños llego a ser conocido como el “obispo de los
niños”. Hay muchas leyendas sobre él pero hay dos que se destacan. La primera
es la del sueño que tiene con un hombre que había asesinado a tres personas y
que cuando Nicolás despierta va al mismo lugar del sueño donde confronta al
asesino y obliga a confesar su crimen llevándolo al lugar donde tenía los
cuerpos y Nicolás con la señal de la cruz los resucitaría. La segunda se trata
de tres hermanas que iban a ser desposadas o vendidas como prostitutas (depende
de la tradición) cuando fueran mayores de edad, pues su padre estaba en la
ruina y no disponía del dinero para pagar la dote matrimonial para cada una de
ellas. Debido a que Nicolás se entero de esta tragedia les paso dinero a las
tres para que tuvieran lo suficiente y no fueran desposadas o vendidas por su
padre. Unas leyendas dicen que Nicolás lanzaba el dinero por la ventana de las
casas de las chicas y una vez el dinero quedo dentro de un calcetín y en otra
ocasión Nicolás subió al techo y lanzo el dinero por la chimenea. Debido a su profunda generosidad fue
ampliamente venerado y reconocido en el Imperio Bizantino después de su muerte.
Una de las practicas que quedaron de Nicolás fue la de dar regalos a los niños
y con los años la idea de lanzar regalos por la chimenea también iba a quedar
en las practicas de las personas.
Aunque
en los primeros años ya había una especie de “celebración” de la natividad
recordando los lugares donde Jesús nació fue en el siglo III al año 476 cuando
la festividad se define y toma fuerza[10]. Todo comenzó con la
“legalidad” del cristianismo:
“A partir del año 313, y por medio del
Edicto de Milán o de Tolerancia, la fe en Cristo fue legalizada, por lo que la
Iglesia pudo salir de la proscripción y mostrarse abiertamente en la sociedad
romana. Por razones diversas, unos apuntan el interés de que la Iglesia
cristiana, pujante y bien organizada, mantuviera la unidad del Estado, mientras
que otros señalan la conversión personal que el emperador tuvo; Constantino
apoyó el cristianismo en vida y se hizo bautizar en su lecho de muerte. A
partir de este momento el número de emperadores cristianos aumentó y, salvo el
período de Juliano el Apóstata (360- 363), esta circunstancia tuvo su reflejo
en un abierto apoyo institucional y legal del Estado romano a la nueva
religión, en detrimento de los anteriores cultos clásicos de la vieja Roma. Fue
entonces cuando las basílicas sustituyeron a las catacumbas, los ritos se
celebraron en público y la Iglesia, en auge y muy asentada y extendida en la
sociedad, se sintió fuerte y respaldada como para competir abiertamente con el
paganismo”.
“Y así, se precisó la fecha de la fiesta
de la Navidad, con el fin de unificar su celebración para todos los cristianos.
Se comenzó a implantar un tiempo de preparación para esta, el Adviento; se
desarrolló la liturgia propia de la noche del Nacimiento, precedente de la Misa
del Gallo, y se erigió un templo, la basílica de la Natividad, en el mismo
lugar en el que Jesús había venido al mundo. La Iglesia señalaba sus caminos,
destacaba sus hitos y erigía sus santuarios”.
Los
romanos celebran la fiesta a la divinidad del “Sol Invictus” (Sol invicto) el
25 de Diciembre, pero que después que los cristianos fueron reconocidos como
una religión legal e influenciaron en la cultura pudieron establecer la fiesta
de la natividad de Jesucristo el 25 de Diciembre. Esta mezcla no fue algo
simple ya que trajo problemas para los cristianos como muestran algunos
escritores cristianos de la época.
“No obstante, dicen de este día que es
también el del nacimiento del «Sol Invicto». En verdad, ¿quién tan invicto como
nuestro Señor, que derribó y venció a la muerte? Y si dicen que ese día es el
nacimiento del Sol. ¡Él es el Sol de la justicia! (Mal 3:20) Juan Crisóstomo. De solstitiis et aequinoctiis
“Cuando el sol se levanta al amanecer,
hay gente tan tonta que lo adora desde los puntos más altos; hasta hay
cristianos que creen actuar piadosamente haciendo lo mismo; así que antes de
entrar en la basílica de san Pedro Apóstol, dedicada al único Dios vivo y
verdadero, cuando han subido los escalones que conducen al pórtico en la
entrada principal, vuelven la cara al sol naciente e, inclinando sus cabezas,
se inclinan en honor del disco brillante” León I el Magno, Sermón 7
“A la gente sencilla la engañan algunos
que tienen la creencia perniciosa de que nuestra celebración de hoy deriva su
gran importancia no del nacimiento de Cristo sino, según ellos, de la ascensión
del nuevo sol” León I el Magno, Sermón 2
“En definitiva, un cristiano del siglo
V, en el mejor de los casos, podía celebrar la Navidad haciendo un tiempo
previo de ayuno y penitencia, que aún no estaba generalizado pero que ya
existía en algunas regiones. Igualmente, lo más seguro es que la festejase el
25 de diciembre, con una vigilia o ceremonia en la que participase su
comunidad. También celebraría, unos días después, la fiesta de la Epifanía y
con mucha suerte, y medios, habría viajado a Tierra Santa y conocería la
basílica de la Natividad de Belén. Quizás incluso, por si acaso, algún año en
esa misma fecha, tras subir las escaleras que conducían a la entrada de la
basílica, inclinó su cabeza saludando al Sol Invicto”
En
los siglos VI al XIII la fiesta de navidad se iba a consolidar[11]. Aparecería la práctica
de poner pesebres, celebrar misas y hacer representaciones artísticas como
pinturas y teatro en la Navidad.
“La evolución de las tradiciones
navideñas durante estos siglos es una buena muestra de lo dicho. Continuando
con la dinámica iniciada en la Antigüedad, el tiempo de preparación y la
liturgia fueron definiéndose y ganando en significado y solemnidad. En el deseo
de contemplar lo celebrado, comenzaron a darse las primeras representaciones,
en imágenes o vivientes, de los misterios de la Navidad. El arte se volcó en
estos temas, y los mejores virtuosos de cada siglo dejaron su magín y devoción
plasmados en sus obras. La celebración incluso rebasó fronteras y culturas y
generó, por medio de diversos cauces, una cocina propia del tiempo litúrgico,
cuyos característicos platos hoy seguimos consumiendo llegadas las señaladas
fiestas”
“Dejando por ahora a un lado los
significados que se dieron a los pesebres, lo cierto es que el papa Teodoro I,
con su idea de traer las reliquias a Europa, dio inicio a una tradición que
está inserta en el origen más profundo de lo que hoy son nuestros belenes
tradicionales. Y así, las «cunas» se convirtieron en el primer elemento
navideño que gozó de representación en las casas y templos de la cristiandad;
en un icono cristiano, que, fundamentalmente, recordaba el cumplimiento de las
promesas que Dios había hecho a su pueblo en el Antiguo Testamento; la humildad
con la que Cristo había querido venir al mundo y, en definitiva, la llegada de
este mismo Mesías”
“Fue la primera de las tres misas
citadas la que recibió el nombre de «Misa del Gallo», y la que se popularizó y
celebraba el pueblo a partir del siglo VIII, en todo el mundo cristiano,
haciéndose así desde entonces y hasta la actualidad. Su nombre procede de una
vieja leyenda que cuenta cómo un gallo que habitaba en el establo de Belén,
encaramado en lo más alto del mismo aquella noche primigenia de la Navidad, fue
el primer animal en anunciar el nacimiento del Mesías con su canto. Tal y como
lo veían los hombres del Medievo, si el gallo con su tonada revelaba de
ordinario la llegada del nuevo día, era normal que hiciera lo propio con un
nuevo período y amanecer para la humanidad, el de la llegada de Cristo para
vencer a la oscuridad del pecado y de la muerte. Además, en la Edad Media, este
animal aún conservaba el carácter simbólico que tenía para las culturas paganas
antiguas, que veían en él un símbolo de renacimiento y fecundidad, por su
vinculación a la salida diaria del sol. Desde estos siglos remotos y hasta
inicios del siglo XX, un niño ubicado en el coro, o bien uno de estos animales,
llevados a la iglesia a tal efecto, realizaba el canto del gallo en medio de la
misa, recordando así la particular ceremonia en la que se estaba participando”
“Un apartado especial, por su
trascendencia para nuestra cultura occidental, merece el surgimiento de los
llamados autos de Navidad, también conocidos como dramas litúrgicos, farsas
eucarísticas o, siglos después, autos sacramentales. Dichos autos eran representaciones
dramáticas figuradas, interpretadas generalmente por clérigos, que
desarrollaban los episodios más importantes de la vida de Jesús, en
coincidencia con los tiempos litúrgicos que marcaba el calendario cristiano: la
Navidad, la Pasión y la Resurrección. Tienen gran importancia pues están, junto
a otros factores, en el arranque del Belén, en cuanto que tales dramas
materializaron, por vez primera, los acontecimientos de la Natividad,
convirtiéndose en la primera de sus manifestaciones plásticas, además de
constituir el auténtico origen de nuestro teatro actual, que nace aquí, en las
iglesias y durante el Medievo, una vez extinguido muchos siglos atrás el teatro
clásico grecorromano”
Durante
los siglos XIII al XV en la Edad Media volvería a aparecer la veneración por San Nicolás y también
aparecería el árbol de Navidad y las comidas navideñas[12].
“A lo largo del Medievo el fervor por la
figura de san Nicolás creció extraordinariamente, como en realidad no había
dejado de hacerlo desde el momento de su muerte. Ya hemos dicho que fue
venerado muy pronto en el Imperio bizantino, en Grecia y en general en el mundo
católico oriental…
“Para esta misma centuria, san Nicolás
era ya patrón de Ámsterdam y repartía presentes entre los niños la noche del 5
al 6 de diciembre, fecha de su festividad hasta el siglo XVII, en el que esta
se trasladó al día 25 del mes. A lo largo del siglo XIV, los muchachos que
formaban parte de los coros de las veintitrés iglesias dedicadas al santo en
los Países Bajos gozaban de la prerrogativa de ganar cierta cantidad de dinero,
así como de descansar el día del venerado patrón. Unos años después, llegada
tal celebración en las escuelas monásticas los alumnos eran recompensados, o
castigados, por un profesor vestido de anciano y venerable obispo Nicolás.
Tocado con su mitra, y portando un báculo, procedía a repartir los regalos que
guardaba en un abultado saco entre la mayor parte de sus alumnos, así como
algún que otro varapalo a los estudiantes más revoltosos con las varillas que
sujetaba en la otra mano. Sin lugar a dudas, fueron los muchachos los que
sirvieron de vehículo de esta tradición al llevarla a sus propios hogares”.
“Es complicado determinar dónde arranca
y cuándo el árbol de Navidad. Las noticias directas son pocas y las costumbres
precristianas relacionadas con los árboles y los bosques tantas que los
estudiosos no se ponen de acuerdo. Sin embargo, en lo que todos parecen
coincidir es en su origen pagano, muy ligado a las celebraciones del solsticio
de invierno y al «combate» contra la muerte que este suponía para la
naturaleza”.
“Sabemos que en pleno Medievo el 24 de
diciembre era el día de Adán y Eva, y que las gentes del pueblo, o quizás un
grupo de actores o clérigos, representaban la historia del Jardín del Edén que
se narra en el Génesis (2, 17- 23). Antes de la función, los actores recorrían
la ciudad, junto con «Adán», llevando consigo un árbol adornado con manzanas,
el Árbol de la Vida. El alzamiento del Árbol del Paraíso en la jornada previa a
la Navidad se generalizó rápidamente. Las manzanas que colgaban recordaban el
fruto que Eva ofreció a su compañero, según el relato bíblico. Llegada la
noche, y tras la celebración de la Misa del Gallo, el árbol del pecado se
convertía en árbol de la salvación pues, una vez había comenzado la Navidad,
las ramas se iluminaban con velas. Cristo, como nuevo Adán, había inaugurado
una nueva humanidad, transformando la muerte en vida y la oscuridad en luz. El
árbol se remataba con la estrella de Belén, un signo más de la luz que brilló y
condujo en la oscuridad a pastores y Magos hasta el portal de Belén. Algunos
estudiosos hablan de triunfo del abeto frente al roble gracias a su forma
triangular, que evocaba la Santísima Trinidad. El vértice superior recordaría a
Dios Padre y los dos inferiores a Dios Hijo y a Dios Espíritu Santo. Otros,
simplemente, consideran que el abeto se extendió debido a razones históricas
que veremos más adelante. En cualquier caso, a mediados del siglo VIII se cortó
en Alemania el primer abeto al que se denominó «Árbol del niño Jesús» como un
elemento más de las celebraciones navideñas. De él se colgaban dulces y
manzanas principalmente, siendo la primera noticia escrita del «Árbol de
Navidad» del año 1184, en Alsacia. Algunos otros estudiosos dicen que,
plenamente definido, con sus frutas y luces de adorno, apareció en esta misma
región europea en el siglo XIV y se difundió paulatinamente por Alemania. Las
bolas de colores y la colocación del belén a sus pies llegarán siglos después”.
“El origen de la cena de Nochebuena y de
la comida del día de Navidad es casi tan viejo como la propia fiesta y, de
algún modo, tiene su antecedente en los antiguos banquetes que celebraban los
romanos con motivo de las saturnales, fiestas de las que ya hemos hablado y con
las que recibían el Año Nuevo. Tales ágapes tenían un carácter festivo y
propiciatorio, y eran comunes a todas las religiones de la Antigüedad. Cierto es
que en la cristiandad medieval la costumbre era la de ayunar durante el 24 de
diciembre, esto es, el día de Nochebuena, tratándose la cena de esta jornada de
una frugal colación, pues aún se estaba en tiempo de Adviento y por tanto de
ayuno, y a la espera de la Misa del Gallo, tras la que se iniciaban las fiestas
navideñas, y en ocasiones se hacía una segunda cena más festiva. La comida más
abundante del año era la del 25 de diciembre, la propia del día de Navidad,
para la que se reservaban los mejores y más caros alimentos: corderos,
cochinillos, besugos, embutidos… Fue ya en la edad Moderna, en el siglo XVI,
cuando la cena de Nochebuena pasó a celebrarse, entre algunos sectores
sociales, con una abundancia similar a la de la comida del siguiente día”.
Entre
los siglos XVI al XVII iban a seguir las tradiciones navideñas con pocos
cambios, especialmente en España donde se enfoca el libro. Lo que si destacaría
en esta época fue la aparición de los Villancicos[13].
“Una vez superada la Edad Media quedaron
fijadas las ceremonias y liturgias propias de la Navidad, por lo que en este
nuevo período de la historia, la Edad Moderna, apenas habrá modificaciones al
respecto. Las principales fiestas y tradiciones, y el sentido de todas ellas,
habían sido ya bien elaboradas y estaban firmemente asentadas en el pueblo
cristiano. Por tanto, en estos siglos vamos a presenciar pocas novedades de
calado; más bien podemos hablar de cambios en las formas, pues el fondo,
constituido por la fe de aquellos hombres y el significado de estas Pascuas, no
se había alterado”
“La composición musical denominada
«villancico» es una de las grandes aportaciones a la Navidad de nuestros Siglos
de Oro, además de su principal novedad. El origen de tal creación es incierto.
Menéndez Pidal sitúa sus inicios en el siglo XII, en las canciones populares
profanas que, al paso del tiempo, darían lugar a tonadillas navideñas. Algunos
historiadores dan crédito a una leyenda que cuenta cómo, en Andalucía, fue un
poeta ciego árabe el que dio forma a estos cantos, intercalando una estrofa en
árabe con un estribillo en romance. En todo caso el villancico gustó,
difundiéndose en los círculos poéticos y cortesanos de Castilla y León,
Galicia, Portugal, Italia y Provenza. En un primer momento tales composiciones
no eran navideñas, sino amorosas, y se cantaban en ámbitos nobiliarios, donde
los poetas fijaron su forma a finales del siglo XV, pues en definitiva eran
poemas musicalizados. El villancico se iniciaba con un estribillo de tipo
popular, tomado del pueblo las más de las veces, cuya extensión oscilaba entre
uno y cuatro versos. A continuación venían una serie de estrofas que contaban
una historia, rematada con una serie de versos que retomaban la rima final del
estribillo, así como la melodía. Si estas obras se sujetaban a una métrica
rigurosa y un lenguaje refinado, el villancico recibía el sobrenombre de
«cortés»”.
Entre
los reformadores del siglo XVI iban a existir diversas opiniones respecto la
navidad. Por ejemplo Martin Lutero apoyaba la navidad. En sermón de Navidad
escribe[14]
“Cuando
meditamos, pues, sobre el Evangelio del Nacimiento, hay que imaginar que todo
sucedió del mismo modo que con nuestros hijos. Contemplad a Cristo yaciendo en
el regazo de su joven madre. ¿Qué cosa puede ser más dulce que el Niño, qué más
encantador que su Madre? ¿Qué cosa más hermosa que su juventud? ¿Qué cosa más
tierna que su virginidad? Mirad al Niño, ¡cuán inocente es! Sin embargo, todo
lo que existe le pertenece, para que vuestra conciencia no le tema sino que
busque consuelo en él. No dudéis. Para mí no hay mayor consuelo dado a la
humanidad que éste, que Cristo se convirtiera en hombre, en un niño, un infante
que jugaba en el regazo y en el pecho de su graciosísima Madre. ¿A quién no
reconforta esta visión? Ahora ya está vencido el poder del pecado, de la
muerte, del infierno, de la conciencia, y de la culpa,
si os acercáis a este Niño que
juguetea y creéis que ha venido no para juzgaros sino para salvaros”
Por
otro lado el reformador Suizo Ulrico Zuinglio estaba completamente en contra, a
tal punto que prohibió todos los días festivos en Zurich.[15] El Reformador Francés
Juan Calvino siguió la idea la libertad de conciencia para celebrarla[16], aunque algunos
argumentan que esto no es cierto.[17] Los puritanos siguieron
la idea de prohibir la navidad en toda la nación[18]
En
esta época era cuando poco a poco la “fiestas navideñas” comenzarían a
“secularizarse” sutilmente. El libro de la breve historia de la navidad se
enfoca en la llegada a América en donde heredaríamos todas las prácticas que se
venían llevando a cabo como el intercambio de regalos, los pesebres, el árbol
de navidad, celebrar misas especiales, comidas de navidad, representaciones
artística y teatrales, villancicos, etc.
Desde
el siglo XIX hasta nuestros días la fiesta de la navidad fueron secularizando
más y más y la fiesta de navidad paso a ser de una época religiosa a un tiempo
de encuentro familiar. Además la figura venerada del obispo San Nicolás sufrió
una transformación la cual termino en Santa Claus o Papa Noel[19]
“Para esta parte de la población la
Navidad pasó a convertirse en un conjunto de costumbres caracterizadas por su
bondad, en un tiempo para rencontrarse con la familia, en un período vacacional
o incluso en una festividad a erradicar, lo que en muchos casos no impidió o
impide que por diversas razones se participe de estas tradiciones, desplazando
su carácter religioso y resaltando su sentido humano y cultural. Teniendo en cuenta
ambas posturas ya hemos señalado cómo debemos hablar, por vez primera en la
historia, de diferentes maneras de vivir estas fiestas, e incluso de no
vivirlas, destacando como «gran aportación» de nuestros tiempos los elementos
puramente externos, publicitarios o comerciales, pues en el ámbito del sentido
religioso de la Navidad la labor ya estaba realizada desde hacía más de un
milenio”
“Tras asistir a una expansión y
transformación constante de la figura de san Nicolás prácticamente desde el
momento de su muerte, fue en el siglo XIX cuando más se acentuó este fenómeno.
Nuestro piadoso santo vio modificar su imagen drásticamente, pasando de ser un
obispo católico a una anciana personificación del renacimiento natural hasta
convertirse, una vez en Norteamérica, en Santa Claus; y posteriomente, en
Europa, en Papá Noel. Son estos dos últimos estadios de su evolución, fruto de
la literatura y la publicidad, los que ahora nos interesan. Era el año 1809
cuando el escritor norteamericano Washington Irving (1783- 1859) terminó su
libro Historia de Nueva York según
Knickerbocker. En esta obra el autor narraba, de un modo satírico, la
vida de aquellos primeros colonos holandeses que llegaron a la costa este de
Norteamérica y fundaron la propia Nueva York. A lo largo del libro la figura de
san Nicolás aparece veinticinco veces, pero no ya como un obispo de venerable
aspecto y edad avanzada, sino como un hombre alegre, bonachón, generoso y
propietario de un caballo volador con el que surcaba los cielos de la ciudad,
arrojando regalos a sus habitantes a través de sus chimeneas. El nuevo rostro
del santo gustó tanto que su popularidad creció entre los neoyorquinos, e
incluso los colonos ingleses aceptaron con gusto su celebración el 6 de
diciembre. Es a estos últimos a quienes debemos el nombre de Santa Claus,
pronunciación anglosajona del holandés Sinterklaas o Sinter Klaas”.
“El segundo paso en el proceso de
transformación lo dio inconscientemente un profesor de Teología y Sagrada
Escritura, Clement C. Moore. Este hombre, cerca de las Navidades del año 1822,
compuso un poema que leyó a sus seis hijos dos días antes de Nochebuena. Lo que
era un texto puramente familiar y privado se convirtió en un fenómeno de masas,
pues transcrito por su mujer y ofrecido por un amigo al periódico Sentinel de Nueva York, este lo
publicó el 23 de diciembre del año 1823, titulándolo «Un relato sobre la visita
de san Nicolás». El poema literariamente no tenía valor alguno, a decir del
propio autor, pero acentuaba el componente sobrenatural del personaje,
definiendo su imagen y haciéndolo más creíble: aparecía el trineo volador
tirado por renos, no por un caballo como decía Irving; ubicaba indirectamente
al personaje en un lugar del norte muy próximo al polo; convertía los zuecos,
que los niños holandeses ponían junto a la chimenea para recibir los regalos el
día 6 de diciembre, en calcetines, y algo trascendental, el santo Nicolás se
convertía en una especie de gnomo gordo, alegre y de escasa talla, que además
repartía regalos la noche del nacimiento de Jesús”.
“La imagen del personaje también vivió
su proceso de elaboración, cambiando de aspecto según el dibujante que retratase
a nuestro protagonista. En un primer momento se le representó como un hombre
normal, de pequeña estatura, ataviado con chaqueta de piel, botas altas y gorro
invernal. Poco más tarde pasó a ser un hombre enorme, corpulento, igualmente
vestido y tocado con un sombrero de plumas, aunque ninguna de estas imágenes se
consolidó. Su aspecto más popular se debe a Thomas Nast, un dibujante alemán,
nacido en 1840, que con seis años emigró con su familia a Nueva York. Con los
años, su talento con los lápices le valió un puesto como corresponsal de guerra
en la publicación Harper’s Weekly,
donde ganó su fama. En el año 1863 hizo su primera ilustración sobre Santa
Claus, tomando ya elementos de W. Irving y de C. Moore. Su habilidad, y el
afecto que ponía en las imágenes, dado que en su familia había aprendido a
venerar la Navidad, pronto le hicieron ganar el reconocimiento de los lectores,
que aceptaron sin retoques su visión de san Nicolás: un gnomo barbado, de talla
gruesa, vestido con pieles de un tono rojizo, que procedía del Polo Norte, y
era representado, habitualmente, entre elementos tales como el muérdago, el
acebo o el abeto. Finalmente los últimos retoques a esta figura, que lo
alejaban del aspecto de gnomo que tenía la creación de Nast, haciéndolo más
verosímil, se deben a Habdon Sundblom, un dibujante de Chicago muy cotizado en
los años veinte, que trabajó para la marca Coca-Cola. Esta compañía inició una
campaña publicitaria en el año 1931 en la que el protagonista, junto a la
conocida bebida, fue el Santa Claus de Sundblom, que obtuvo un enorme éxito,
fijando de este modo la estética actual de nuestro personaje”.
Una
de las últimas tradiciones de la Navidad que fueron añadidas son las tarjetas
de saludos que se envían en esta época.
Respuesta ¿Es el origen de
la navidad pagano?
Entonces para
responder a la pregunta ¿Es el origen de la navidad pagana (no cristiana)? La
respuesta es “no necesariamente, ya que su origen combina elementos cristianos
con elementos paganos”. Como podemos ver en la historia del cristianismo han
existido buenas y malas opiniones respecto a la Navidad. Pero si aún así seguimos con este mismo
argumento podría seguirse de la siguiente forma “Los cumpleaños, el día de la
mamá, papa, niños 18 de septiembre y año nuevo no deberíamos celebrarlos porque
su origen es pagano (O sea no cristiano). Otros argumentan diciendo “No hay
nada en la Biblia que me mande a celebrar el nacimiento de Cristo” entonces
podríamos preguntar si hay algo que te mande en la Biblia a celebrar los
cumpleaños, aniversarios, día especiales, graduaciones, aniversarios de
matrimonio, la reforma protestante, el recordar hermanos cristianos etc. Si ese
es el argumento entonces cae en contradicción cuando celebramos otras cosas que
la Biblia no manda a celebrar. ¿Cuál es entonces el criterio que deberíamos
aplicar en estas celebraciones como Navidad y otras celebraciones? Lo veremos en la próxima clase.
[1] https://contralaapostasia.com/
[2] https://contralaapostasia.com/2010/12/22/la-navidad-es-%C2%BFbiblica-o-pagana/.
La teoría de que la Navidad viene de Babilonia como todo el catolicismo romano
viene del libro “Babilonia Misterio religioso”. Ralph Woodrow.
http://historiayverdad.org/Babilonia-Misterio-Religioso-Antiguo-y-Moderno.pdf
[3]
http://dle.rae.es/?id=RRmXoF5|RRo9Qqj|RRp8r7M
[4]
http://dle.rae.es/srv/search?m=30&w=navidad
[5]
https://www.casadellibro.com/libro-breve-historia-de-la-navidad/9788499675367/2234828
[6]
José Gómez. Breve Historia de la Navidad. Página 12.
[7]
José Gómez. Breve Historia de la Navidad. Páginas 18-19
[8]
José Gómez. Breve Historia de la Navidad. Página 20.
[9]
José Gómez. Breve Historia de la Navidad. Páginas 21- 29
[10]
José Gómez. Breve Historia de la Navidad. Páginas 35- 55
[11]
José Gómez. Breve Historia de la Navidad. Páginas 57-89
[12]
José Gómez. Breve Historia de la Navidad. Páginas 103- 121
[13]
José Gómez. Breve Historia de la Navidad. Páginas 122- 173
[14]
Roland H. Bainton. Lutero. Páginas 190-191
[15] http://protestantedigital.com/magacin/40910/Lutero_Calvino_Zuinglio_y_la_Navidad
[16] http://protestantedigital.com/magacin/40910/Lutero_Calvino_Zuinglio_y_la_Navidad
[17] https://presbiterianoreformado.wordpress.com/2013/12/25/juan-calvino-sobre-el-engano-de-la-navidad/
https://reformadoreformandome.wordpress.com/2017/12/28/juan-calvino-y-la-navidad/
[18] https://www.nytimes.com/2012/12/15/opinion/the-puritan-war-on-christmas.html
[19]
José Gómez. Breve Historia de la Navidad. Páginas 174- 211.
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