Stuart Scott es pastor y profesor de consejería del
Seminario Bautista del Sur[1] el
cual escribió un libro llamado “El esposo ejemplar, una perspectiva bíblica[2].”
En este libro el comienza relatando su testimonio que lo llevo a escribir el libro.[3] El
relata que un momento crucial para su matrimonio fue una discusión que tuvo con
su esposa Zondra. Habían tenido una difícil semana con sus dos hijos y de
pronto se vieron envuelto en una discusión en la que su esposa le dijo que “él era un egoísta”. Entonces él pensó
¿Cómo es posible que ella pienso eso de mí? Pues él era pastor, había pasado
por la universidad y el seminario bíblico y estaba estudiando respecto al
matrimonio. Y le respondió ¿Cómo tu puedes decirme eso? A lo que ella respondió:
“Tú solo pareces
preocuparte exclusivamente por tus propios deseos, circunstancias e intereses.
Ahora que tenemos niños, ya no puedo enfocarme completamente en ti. La verdad
es, tú actúas como si no te importaran mis circunstancias. ¿Te das cuenta de
que ya no hablamos acerca de lo que me importa a mí? La mayoría de las veces, tú
no estás dispuesto a sacrificarte aun en la manera más pequeña por otros, a
menos que no te cueste nada o sirva tus intereses. Y encima de eso ¿te das
cuenta que recientemente si yo tengo que pedir tu ayuda en lo que sea, tu
reacción muestra tu impaciencia? En
verdad creo que la preocupación e interés debe estar en ambas partes”
Ante esa declaración el intento justificarse pensando que
ella estaba equivocada pues ¿Cómo podía hablarse así a quien era su proveedor?
¿Cómo podía hablarle así a quien era su protector? ¿Cómo podía juzgarlo a él
siendo que él era tan buen esposo para ella?
Y entonces el comenzó a informar a Zondra de todo lo “bueno que era él
para ella”. Por la gracia de Dios,
Stuart reconoce algo que como pecadores nos cuesta mucho reconocer que estamos
cegados por el orgullo y nuestras “buenas obras” con las cuales creemos que
podemos justificarnos.
Esta es la típica pelea donde una esposa esta diciéndole
a su esposo que es un egoísta y él está buscando excusas para decir que en
verdad no es tan malo como ella lo describe.
Si nosotros queremos tener iglesias bíblicas, necesitamos
tener matrimonios sólidos matrimonios bíblicos y para eso debemos comprender
que ser creyente no tiene que ver con nuestras actitudes solamente en las
reuniones dominicales sino en cómo vivimos nuestra vida espiritual en la vida
cotidiana del matrimonio. Pablo nos ha introducido en lo que es ser “Lleno del
Espíritu Santo” (Efe 5:21) nos ha dicho que no debemos embriagarnos con vino
sino estar llenos del Espíritu. El estar lleno del Espíritu Santo tiene que ver
con tener una vida controlada por el Espíritu. Es una vida de comunión
constante con el Señor. Los frutos de
esa vida llena del Espíritu produce el hablar de la palabra constantemente, el
alabar al Señor constantemente, el agradecer al Señor constantemente y el
someterse unos a otros al Señor constantemente. ¿Estás viviendo una vida así? Y
luego nos introduce al matrimonio donde nos va mostrando como es un matrimonio
lleno del Espíritu Santo. En primer lugar nos muestra que una esposa llena del
Espíritu se sujeta a su marido porque entiende que ese el orden divino que él
ha establecido y además sabe que esto refleja a Cristo el cual se sometió a su
padre (Efe 5:21-24) y ahora en segundo lugar nos va a mostrar cómo es un esposo
lleno del Espíritu Santo.
El esposo amoroso (v 25)
Era común decirles a las esposas que debían someterse a
sus maridos, pero lo que no era común era el mandato que Pablo escribe aquí. Es
un mandato bastante simple pero profundo a la vez, los esposos deben amar a su
esposa. La palabra para “amar” aquí es “Agapao” que viene de “ágape” y que
constituye la palabra característica esencial del cristianismo. Esta palabra se
usa para describir la naturaleza de Dios (1 Juan 4:8) el amor de Dios hacia su
hijo (Jn 17:26) el amor de Dios al mundo en general (Jn 3:16) el amor de Dios
por sus escogidos (Jn 14:21) el amor que los creyentes deben tenerse entre sí[4]
(Jn 13:34) En la carta de efesios esta palabra se usa 8 veces. Cristo nos
mostro su gran amor al salvarnos (Efe 2:8) se nos llama a andar en amor (Efe
5:2) y la gracia de Dios está con quienes aman al Señor (Efe 6:24) Por lo que
es evidente que el amor es algo muy importante en el cristianismo.
Al igual que las esposas, los esposos son pecadores que
van buscar excusas para justificarse y no querer amar a sus esposas como Cristo
manda. Ellos dirán como Adán en la caída “la mujer que me diste” (Gen 3:12) y
no van a querer asumir su responsabilidad respecto a lo que ha mandado el
Señor. La definición del amor en las Escrituras es contraria a la definición
que el mundo tiene respecto al “amor”. 1 Corintios 13:4-7 nos define el amor.
“El amor es sufrido, es
benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se
irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia,
mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree,
todo lo espera, todo lo soporta”
El contexto de estos versos no están hablando del amor entre un
matrimonio sino corrigiendo la visión egoísta de los dones que tenían los
corintios. Por tanto, Pablo corrige esa idea y nos define que es el amor. Esta
definición puede aplicarse con claridad al matrimonio. En la Biblia NVI y NTV
la primera característica de amor se traduce como “El amor es paciente y
bondadoso” (1 Cor 13:4) Esta es una de las primeras características que muestra
el amor bíblico de un esposo por la esposa, paciencia y la bondad.
Por ejemplo has tenido un día de mucho trabajo y llegas a tu casa
donde pretendes descansar y resulta que
tu esposa se siente mal y quiere hablar de lo malo de su día, tu casa no está
ordenada, la comida no está preparada y los niños anda por allí dando vueltas ¿Qué
es lo sientes? Impaciencia. Probablemente vas a querer reaccionar con
impaciencia, pero debes tener paciencia y responder con bondad ¿Por qué? Porque
Dios nos manda a amar de esa manera. El amar es sufrir teniendo paciencia y
sufriendo por cosas que en ocasiones no son agradables, esto es realmente amar.
La segunda característica del amor bíblico es que no es envidioso,
jactancioso ni orgulloso (1 Cor 13:4) La envidia es la tristeza por no poseer
el bien ajeno,[5] la
jactancia[6] y
orgullo[7] están
muy conectados con la idea de sentirse superior al otro. ¿En que puede afectar
esto en el matrimonio? En mucho puede afectar. Por ejemplo un esposo envidioso
puede llegar a la irracionalidad de envidiar a su esposa. Un esposo jactancioso
u orgulloso generalmente no va admitir que se equivoca, no va admitir que su
esposa puede cosas mejor que él. En ocasiones no va a tratar a su esposa como
igual heredera de la gracia.
“Vosotros, maridos
igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como vaso más
frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras
oraciones no tengan estorbo” 1 Pedro 3:7
Este mandato de Pedro existe porque se sabe que los esposos en
ocasiones pueden relacionarse con sus esposas de una manera poca sabia.
Especialmente un marido jactancioso u orgulloso va a tratar a su esposa con muy
poca sabiduría. Aunque las esposas son igual espiritualmente a los hombres,
ellas son un vaso más débil en otras áreas y por tanto van a necesitar la
protección, la provisión y la fortaleza de parte de su esposo. Por tanto debes
preguntarte ¿estás siendo sabio en la relación con tu esposa, estas
incentivando la intimidad y el compañerismo con tu esposa? ¿Las estas
considerando como coheredera de la gracia en la relación matrimonial?
La tercera característica del amor bíblico es que no hace nada
indebido, no busca lo suyo, no se irrita ni guarda rencor. En este pasaje las
otras versiones son mucho más claro traduciendo “ni ofensivo. No exige que las cosas se hagan a su manera. No se irrita ni lleva un
registro de las ofensas recibidas” (NTV) “No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se
enoja fácilmente, no guarda rencor” (NVI)
Esta característica la podríamos resumir como que el verdadero
amor sacrificial no le hace daño en ningún sentido a su esposa. El no busca ser
ofensivo con su esposa con palabras hirientes, tampoco guarda un registro de
las veces que ha sido ofendido para sacarlo eso en cara, tampoco la trata con
dureza todo el tiempo. Una de las formas en las cuales un esposo le puede hacer
daño a su esposa es siendo “insensible” con ella.
“Maridos, amad a vuestras mujeres, y no
seáis ásperos con ellas” Colosenses 3:19
Esta palabra se traduce mejor como “dejar de ser ásperos” o “no tengan
el habito de ser áspero”. Por tanto el llamado al marido es no hacerle ningún
daño a su esposa porque esto muestra que el marido esta amando realmente sin
egoísmos a su esposa. El irritarse, el guardar rencor con la esposa es no amar
verdaderamente como el Señor no pide.
La cuarta característica del amor sacrificial que no se goza de la
injusticia sino de la verdad. No se
alegra de la injusticia sino que se alegra cuando la verdad triunfa (NTV) El amor no se deleita en la maldad, sino que se
regocija con la verdad (NVI). Esto nos dice que un esposo tratar justamente a su esposa y
hablar con la verdad frente a ella. Nosotros como cristianos aborrecemos la
maldad y amamos la verdad porque somos hijos de Dios. Por ejemplo jamás debes
mentirle a tu esposa, mentir es un pecado aborrecible a Dios que merece el
infierno, pero además al mentirle a tu esposa es practicar maldad y comienza a
socavar la relación.
Finalmente se nos dice
que el amor todo lo sufre, cree, espera, soporta. El amor nunca se da por vencido, jamás pierde la fe, siempre tiene
esperanzas y se mantiene firme en toda circunstancia (NTV) Todo lo disculpa,
todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta (NVI) Yo creo
que cuando los estándares bíblicos del amor se mantienen un matrimonio jamás va
a fracasar. Cuando un matrimonio se basa en otras definiciones del amor son
llevados al desastre. La razón es sencilla, los matrimonios que no están basados
en el amor sacrificial están basados en el egoísmo y por tanto el egoísmo los
va a destruir. Por eso el llamado del esposo es amar a su esposa COMO CRISTO
AMO A LA IGLESIA. Esto quiere decir, con sacrificio, con pasión, con fervor,
hasta que el Señor regrese. No hay un estándar más alto que este, pues Cristo
siendo el Señor de toda la creación manifestó su infinito amor en la cruz del
calvario.
El esposo entregado (V25)
Pablo nos dice que Jesucristo amo a la iglesia “entregándose por ella”.
Por tanto, el estándar que se le exige al marido no es solamente ser un esposo
amoroso, sino que además ser un esposo entregado. La palabra “entregado” (Gr.
Paradidomi) significa rendirse, ceder, trasmitir[8] en esta
misma carta se usa una vez más aparte de estos pasajes (Efe 4:19) En el libro
de Romanos se usa en el sentido de ser entregados a la doctrina (Rom 6:17) y en
el sentido de que Dios entrego a su hijo en la cruz[9] (Rom
8:32) Pero ¿Cómo se entregó Cristo por su iglesia y como se debe entregar el
esposo a su esposa?
En primer lugar, Cristo se entregó servicialmente
a su iglesia. Mateo 20:25-28
“Entonces Jesús,
llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de
ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera
hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros
será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino
para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”
Jesucristo siendo el rey de gloria, el Señor y cabeza de iglesia
se hizo hombre y vivió entre los hombres para servir a su iglesia. El lavo los
pies a los discípulos para mostrarle de forma práctica como debían servirse
unos a otros (Jn 13:13-15) la muestra del servicio de Cristo fue evidente
durante todo su ministerio. Ahora si Cristo es el mayor ejemplo de servicio
para nosotros, un esposo que es cabeza de su mujer no tendrá problemas con
servir a su esposa.
En el primer siglo este mandato era algo impresionante para los
hombres, pues en general se consideraba a la esposa como servidora del hombre.
En nuestra cultura chilena también ha prevalecido esa mentalidad de que la esposa
es servidora y que el esposo es quien llega golpeando la mesa para recibir su
alimento. Ciertamente esa mentalidad ha ido cambiando un poco, pero también
tenemos que advertir que esto no significa que no hayan roles asignados por
Dios para el hombre y la mujer en donde deben servir. Sino que el mandato tiene
que ver con que el hombre tiene una actitud de servicio. Por ejemplo llegas a
tu casa después de tu trabajo y tu esposa ha intentado organizar cosas durante
el día y no ha logrado saber cómo organizar ciertas cosas ¿Qué debes hacer tu?
Sentarte con ella y servirle ayudándole en ese problema de organización, esa es
una actitud de servidor.
En segundo lugar, Cristo
se entrego constantemente a su iglesia. Los discípulos del Señor no siempre
hicieron lo que él les decía, en ocasiones se mostraban con poca fe (Mt 8:26),
no entendían (Mc 8:17) discutían por poder (Luc 22:24) lo abandonaron (Mc 14:50)
y negaron (Mc 14:66-72) ¿Qué hizo Jesús ante eso? El simplemente los perdono y
siguió entregándose por su iglesia. Los esposos que somos pecadores, tenemos
esposas que son pecadoras y que por tanto en ocasiones van a mostrar poca fe,
no van a entender las razones de las cosas que les decimos, no van a reclamar
por cosas que no entendemos. Por tanto ¿Qué debemos hacer? Decir ¿“Señor es que
tu no conoces a mi esposa”? ¿No sabes no terrible que es? Pero acaso nosotros
como iglesia no somos igual de rebeldes contra el Señor y sin embargo el
constantemente intercede por nosotros. ¿Se imaginan si Dios ya no nos soportará
más? Miremos el ejemplo de Oseas 11:1-8
Cuando Israel era
muchacho, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo. Cuanto más yo los llamaba,
tanto más se alejaban de mí; a los baales sacrificaban, y a los ídolos ofrecían
sahumerios. Yo con todo eso enseñaba a andar al mismo Efraín, tomándole de los
brazos; y no conoció que yo le cuidaba. Con cuerdas humanas los atraje, con
cuerdas de amor; y fui para ellos como los que alzan el yugo de sobre su
cerviz, y puse delante de ellos la comida. No volverá a tierra de Egipto, sino
que el asirio mismo será su rey, porque no se quisieron convertir. Caerá espada
sobre sus ciudades, y consumirá sus aldeas; las consumirá a causa de sus
propios consejos. Entre tanto, mi pueblo está adherido a la rebelión contra mí;
aunque me llaman el Altísimo, ninguno absolutamente me quiere enaltecer. ¿Cómo
podré abandonarte, oh Efraín? ¿Te entregaré yo, Israel? ¿Cómo podré yo hacerte
como Adma, o ponerte como a Zeboim? Mi corazón se conmueve dentro de mí,
se inflama toda mi compasión.
En tercer lugar, Cristo se entrego hasta la
muerte a su iglesia.
Jesucristo
puso como estándar de su discipulado la negación de sí mismo hasta la muerte.
“Entonces Jesús dijo a sus
discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su
cruz, y sígame. Porque
todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por
causa de mí, la hallará” Mateo 16:24-25
Jesucristo le enseño esto a los discípulos (Mc 8:34-35; Luc 9:23-24) porque el
cumpliría esto literalmente por amor a su pueblo (Juan 12:24-26) Por tanto
cuando los hombres entramos al matrimonio debemos ser conscientes que entramos
a un proceso de morir continuamente. No entramos al matrimonio para satisfacer
nuestras necesidades, sino que entramos para aprender a amar a nuestra esposa.
Al igual que Jesucristo nosotros debemos entregarnos por ella hasta la muerte.
El
esposo que santifica a su esposa (26-27)
Cristo murió por la iglesia y se entrego por ella para
que el propósito de ella fuera santificarse. La palabra santo (Gr. Jagios)
significa fundamentalmente “separado” y por ello en su sentido moral y
espiritual separado del pecado y consagrado para Dios.[10]
En la misma carta de Efesios se le llama “separados” a los cristianos (Efe 1:2)
y se nos dice que ellos han sido predestinados en Cristo para ser santos (Efe
1:4 separados o consagrados) Dios ha constituido pastores maestros para
perfeccionar a los santos (Efe 4:12) y debemos vivir con santos (Efe 5:3) Por
tanto lo que hace Cristo al salvarnos es santificarnos constantemente para que
en su segunda venida su amada iglesia sea presentada por él “sin mancha ni
arruga”. Pero ¿Cómo nos santifica Cristo ahora? Cristo nos está santificando
por medio de su palabra. El Espíritu Santo actúa por medio de su palabra.
“Santificarlos en tu
verdad, tu palabra es verdad” Juan 17:17
Es probable que toda esta figura que usa el apóstol Pablo
en este pasaje se refiera al lavamiento prenupcial que se hacía en la época.
Después de este lavamiento la novia era perfumaba, ungida y adornada con
vestimentas nupciales. En el judaísmo, la ceremonia de bodas también llego a
ser llamada la “santificación de la novia”, o a sea estar separada para el
marido. Después de la preparación de la novia el siguiente paso en un
casamiento judío era la salida de la novia de su casa paterna hacia la del
novio. Esta era una presentación “gloriosa” (“radiante, resplandeciente”) de la
novia frente al novio[11].
Pablo se está refiriendo con esto al día final cuando la
iglesia sea presentada de forma gloriosa, sin mancha ni arruga, delante del
Novio (Jesús). Pero ¿Qué relación tiene esto con el esposo? La relación que tiene
es que al esposo se le ha dado encomendado la gloriosa tarea de santificar a su
esposa. ¿Y qué herramientas el debe usar para cumplir con esta tarea? En primer lugar, el debe ser un esposo
piadoso. Una esposa sabe eso, las esposas ven a sus maridos y observan si
realmente nosotros somos piadosos. Un hombre piadoso se disciplina en la
piedad.
“Desecha las fábulas
profanas y de viejas. Ejercítate para la piedad; porque el ejercicio corporal para poco es
provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida
presente, y de la venidera” 1 Timoteo 4:7-8
Un esposo piadoso ve la oración como prioridad porque su Señor lo
veía así (Mar
6:46; Luc 5:16; 22:41; Jn 17:1-26) y ve el estudio de la palabra como prioridad
porque el Señor lo mando (Jn 5:39) es por eso que yo siempre he mantenido la
opinión que todo hombre debe estudiar en un seminario o si tiene la disciplina
de estudiar solo las Escrituras lo haga. Pero no se trata solo de orar y
estudiar, sino que además debe obedecer las Escrituras.
“Pero sed hacedores de la palabra, y no tan
solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos” Santiago 1:22
Podrás leer y escuchar constantemente estas palabras, pero si no las
obedecerás realmente no serás mejor que un fariseo hipócrita. Por tanto el
esposo debe orar, leer y obedecer las Escrituras para ser un ejemplo de
santificación para su esposa.
En
segundo lugar, el debe ser quien guie espiritualmente la adoración familiar. La
herramienta de santificación para la esposa es la palabra de Dios. Por lo que
el esposo debe estar preparado en las Escrituras. El esposo no solamente debe
vivir su vida espiritual a solas, sino que debe hacerlo de forma familiar. El
bautista Arthur Pink escribió lo siguiente respecto a la adoración familiar.
“Un antiguo escritor
bien dijo: “Una familia sin oración es como una casa sin techo, abierta y
expuesta a todas las tormentas del Cielo.” Todas nuestras comodidades
domésticas y las misericordias temporales que tenemos proceden del amor y la
bondad del Señor, y lo mejor que podemos hacer para corresponderle es reconocer
con agradecimiento, juntos, su bondad para con nosotros como familia. Las
excusas para no cumplir este sagrado deber son inútiles y carecen de valor. ¿De
qué nos valdrá decir, cuando rindamos cuentas ante Dios por la mayordomía de
nuestra familia, que no teníamos tiempo ya que trabajábamos sin parar desde la
mañana hasta la noche? Cuanto más urgentes son nuestros deberes temporales, más
grande es nuestra necesidad de buscar socorro espiritual. Tampoco sirve que el
cristiano alegue que no es competente para realizar semejante tarea: los dones
y talentos se desarrollan con el uso y no con descuidarlos[12]”
Esto es algo que a los hombres cristianos de nuestra
generación no se les dice pero cuando llegue el día final no será la escuela
dominical, la escuela, el jardín infantil, los pastores, la esposa, la
responsable de nuestras familias sino que lo seremos nosotros. Un hombre que
realmente provee a su familia no es simplemente quien provee lo físico, sino
que también provee lo espiritual. Nosotros como hombres tenemos la sagrada
obligación de presentar a nuestras esposas “sin mancha ni arruga” en el día
final y solo podremos hacerlo en la gracia del Señor.
[1]
http://www.sbts.edu/academics/faculty/stuart-w-scott/
[2]
https://www.amazon.com/El-Esposo-Ejemplar-P-2nd/dp/192898035X
[3]Dr.
Stuart Scott. El esposo ejemplar. Página 1-2
[4]
Diccionario Vine. Página 49.
[5]
http://dle.rae.es/srv/fetch?id=FshfxXQ
[6]
http://dle.rae.es/srv/fetch?id=MHxrhFV
[7]
http://dle.rae.es/srv/fetch?id=RCAtZVD
[8]
Diccionario Strong. Página 63.
[9]
Diccionario Vine. Página 330.
[10]
Diccionario Vine. Página 812.
[11]
Comentario del Contexto Cultural. Craig Keener. Pagina 548.
[12]
http://www.chapellibrary.org/files/archive/pdf-spanish/fwo2s.pdf
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