Todos
los años la revista “Forbes” que es una revista especializada en negocios y
finanzas y nombra a las 10 personas más millonarias del mundo.[1] Entre los 3 primeros
lugares están Jeff Bezos dueño de Amazon, Bill Gates, dueño Microsoft, Warren
Buffet dueño de Berkshire Hathaway (seguros de vidas, inversiones) Estas tres
personas ganan muchos millones de dólares y también son conocidos por ser las
personas más filantrópicas del mundo.[2] Sin duda ellos pueden dar
dineros a muchas cosas y muchas personas los reconocen por eso. Sin embargo
ninguna de todas estas obras de caridad son “buenas obras” para Dios. Todas las
obras que hacen los hombres sin Cristo son obras muertas que no lo justifican
delante de Dios porque no vienen de un corazón arrepentido ni son frutos de una
verdadera conversión.
Esto
se viene mostrando de forma evidente en las enseñanzas que Jesús está
predicando en el sermón del monte en donde quiso enfatizar el corazón de la
ley. No solamente el matar es pecado sino el deseo del corazón de odiar al otro
(Mt 5:22) no solamente el adulterar es pecado sino el desear a otra mujer u
hombre en el corazón (Mt 5:28) no es solamente el divorcio el pecado sino el
que busca divorciarse por cualquier razón de su esposa (Mt 5:32) No solamente
el jurar en vano es pecado sino el usar nuestras palabras para afirmar cosas
que no vamos a cumplir (Mt 5:37) no es solamente el pecado ignorar al enemigo
sino que además desearles el mal (Mt 5:44) Esto quiere decir que el pecado no
solo está en el acto pecaminoso sino también en la intención detrás del acto
pecaminoso. Y en esto mismo es en lo que Jesús se va central por medio de estas
enseñanzas. Jesús toma los elementos más esenciales de la fe judía que son la
limosna, la oración y el ayuno para mostrar cual es corazón de llevar a cabo
estas prácticas.
Una de
los peligros de las prácticas religiosas en pueblo de Israel era realizarlas de
una forma mecánica, sin vida, sin corazón y por tanto con hipocresía. Esta
actitud tuvo que ser corregida en varias ocasiones por el Señor (Isa 1:11-17;
Am 5:21-24) En la actualidad nosotros podemos vernos enfrentados al mismo
peligro.
El dar en la Biblia
El dar
es algo que ni los griegos ni los romanos apoyaban como caridad personal.[3] En cambio los judíos
practicaban esto de forma constante porque sabían que la ley lo exigía. Pero
también sabían que en ocasiones el dar también era algo voluntario. Deuteronomio
15:7-8, 10-11; Éxodo 35:20-22
“Cuando en alguna de tus ciudades, en la
tierra que el Señor tu Dios te da, algunos de tus compatriotas se encuentre
necesitado, no endurezcas su corazón ni aprietas el puño para no ayudar a tu
compatriota pobre. Al contrario, abre tu mano con generosidad y préstale a lo
que le haga falta…No dejes de darle, ni seas mezquino de corazón cuando le des,
porque por ello el Señor tu Dios te bendecirá en todo lo que hagas y en todo lo
que emprendas. En la tierra nunca faltaran menesterosos; por eso yo te ordeno
que abras tu mano y ayudes en la tu tierra a tus compatriotas y a los pobres y
necesitados”
“Toda la congregación de los hijos de
Israel salió de la presencia de Moisés, y todos los que en su corazón quisieron
hacerlo, y todos los que de voluntad se sintieron impulsados, presentaron al
Señor una ofrenda para la obra del tabernáculo de reunión, para todo su
servicio, y para las vestiduras sagradas. Hombres y mujeres se presentaron por
su propia voluntad, y llevaron cadenas, zarcillos, anillos, brazaletes y de
toda clase de joyas de oro. Todos ofrecían oro al Señor”.
Sin
embargo la tradición había distorsionado el sentido de la limosna hasta
llevarlo al punto de entenderlo como si les pudiera dar salvación. Esta misma
siguió la iglesia católica romana[4].
“Mucho mejor es dar limosna que conseguir
montones de oro. Dar limosna salva de la muerte y purifica de todo pecado” (Tob
12:8-9)
“El agua apaga el fuego que arde, y el dar
limosnas consigue el perdón de los pecados” (Ecle 3:30)
“Por la oración buscamos apaciguar a Dios,
mediante el ayuno extinguimos la lujuria de la carne, y por medio de las
limosnas nos redimimos de nuestros pecados” Papa León el Grande.
El
mandamiento del dar se había convertido en una especie de salvación por obras y
por tanto para mostrarte más piadoso que los demás se hacían estas “Obras de
justicia” de la forma más publica posible para que las personas vean lo piadoso
que era.
Dar de forma hipócrita Mateo
6:1-2
“Cuídense de no hacer sus obras de
justicia delante de la gente para llamar la atención. Si actúan así, su Padre
que está en el cielo no les dará ninguna recompensa” (NVI)
“¡Tengan cuidado! No hagan sus buenas acciones
en público para que los demás los admiren, porque perderán la recompensa de su
Padre, que está en el cielo” (NTV)
Algunas
personas se pregunta si acaso esta mandamiento ¿No contradice lo que Jesús
había dicho en Mateo 5:16 “que la luz de ustedes alumbre delante de todos, para
que todos vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre, que está en los
cielos”? La respuesta a esta aparente contradicción tiene que ver con entender
que las afirmaciones de Jesús se dan en distintos contextos. La de ser sal y
luz del mundo se da en el contexto de las bienaventuranzas donde está aplicando
que los que somos verdaderamente cristianos debemos evidenciarlo por nuestras
obras y no “perder el sabor” y “esconder la luz” de lo que somos. Por tanto el
pecado que se reprende allí es al pecado mezclándose de tal manera con el mundo
que pierda su marca distintiva de cristiano y ser un cobarde que muestra quien
realmente es al mundo. Pero en este contexto lo que Jesús reprende es la
hipocresía detrás del acto religioso. Las personas practican el dar para que
otros lo vean y piensen de él que es muy religioso o espiritual. Por tanto el
pecado que reprende aquí es el pecado de hipocresía y de no hacer las cosas con
un corazón puro delante de Dios. Un autor llamado A.B. Bruce lo resume bien “Mostrar cuando estamos tentados a esconder,
y esconder cuando estamos tentado a mostrar[5]”
Para
tratar esta cuestión de dar de forma hipócrita Jesús pone el ejemplo de los
hipócritas que tocan trompeta cuando dan. La palabra “hipócrita” era en el
mundo antigua venia de la idea de un actor y se aplicaba por tanto a alguien
que estaba actuando y no siendo genuino. John Stott comenta al respecto:
“En el griego clásico el hupokrites fue el
primero orador y luego actor. Así, en forma figurada, la palabra llego a
aplicarse a alguien que trata el mundo como un escenario en el cual desempeña
un papel. Hace a un lado su verdadera identidad y asume una falsa. Ya no es el
mismo sino un disfraz; personifica a alguien distinto. Lleva una masca. Ahora
bien, en el teatro no existe dolo o engaño en los actores que desempeñan su
papel. Es una convención aceptada. El auditorio sabe que ha venido a una
representación: esto no lo engaña. El problema con el hipócrita religioso, por
otra parte, es que deliberamente se propone engañar a las personas. Es como un
actor en que finge (de modo no vemos a la persona real sino un papel, una
máscara, un disfraz), pero es bastante distinto al actor en este aspecto: toma
alguna práctica religiosa que es una actividad real y la convierte en lo que no
debería ser, es decir, una pieza de ficción, una exhibición teatral ante un
auditorio. Y todo se hace por el aplauso”
La
hipocresía lleva a las personas a tocar trompeta cuando ellas dan (Mt 6:2) a
orar ostentosamente para que otros lo ven (Mt 6:5.7-8) a ayunar con rostro de
sufrimiento para que otros lo vean (Mt 6:16) El tocar trompeta podría
entenderse de manera literal pues existían unas trompetas en el templo que se
tocaban para reunir a los ciudadanos para contribuir con alguna necesidad
urgente o puede entenderse en el sentido metafórico en la cual aquel que da no
debe anunciar a todas las personas que está dando para mostrar su “piedad a
otros[6]”. Pero cualquiera sea la
interpretación que se tome de este pasaje el sentido no cambia, pues sabemos
que se refiere a que quien está anunciando de forma jactanciosa lo que da a
otros. La referencia a los hipócritas es una clara referencia a los fariseos
los cuales mostraban su hipócrita forma de dar en los templos y en las calles
para que la gente los viera y los reconociera como gente “piadosa”. Jesús
afirma que aquellos que buscan el aplauso, el reconocimiento y la aceptación de
las personas esa será su única recompensa. Es como si Jesús les dijera ¿Quieren
aplausos de los hombres? Pues los tendrán. ¿Tendrán una recompensa de Dios por
eso? No para nada. Jesús había confrontado a los fariseos en varias ocasiones por
esto. Mateo 23:5-7; Juan 5:44
“Al contrario, todo lo que hacen es para
que la gente los vea. Ensanchan sus filacterias y extienden los flecos de sus
mantos, y les encanta ocupar los mejores asientos en las cenas y sentarse en
las primeras sillas de las sinagogas, y que la gente los salude en las plazas y
los llame: “Rabí, Rabí”
“¿Y cómo pueden ustedes creer, si se
honran los unos a los otros, pero no buscan la honra que viene del Dios único?
La
hipocresía se puede manifestar en distintos formas entre nosotros. Por ejemplo
existe la hipocresía que muestra un aparente interés en aprender en el otro,
pero en realidad el propósito es pecaminoso como el maestro que pregunta a
Jesús la cuestión de tributo (Mt 22:15-18) Tenemos la hipocresía de juzgar a
todos según mi estándar pero a la vez no ser capaz de mis propios pecados (Mt
7:1-5) pero quizás una de las peores hipocresía es esta que usa lo religioso
para mostrarse más bueno y superior a los demás. Martin Llord Jones enumero
algunos principios que estos pasajes pueden darnos para confrontar nuestra
hipocresía[7].
En primer lugar la hipocresía religiosa
hace que se atraiga la atención sobre mí y no sobre Cristo. Lo
que los fariseos buscaban era el aplauso y la aprobación de los hombres y eso
lo lograban mostrándose muy piadosos y atrayendo sobre ellos la atención. La
hipocresía es tan sutil que yo puedo estar sufriendo por el pecado y torturarme
por el pecado tantas veces y de forma tan constante que lo único que consigo es
que todos pongan la atención en mi forma de sufrir por el pecado. ¿No parece
algo piadoso? ¿No parece algo religioso y real? ¿Pero lo es? Se cuenta la
historia de un asceta oriental que se cubría de cenizas como señal de humildad
y que con regularidad se sentaba en la esquina de una famosa ciudad. Cuando los
turistas le pedían permiso para tomarle una fotografía, el místico reacomodaba
las cenizas para dar la mejor imagen de miseria y humildad[8]. ¿No estaba acaso poniendo
la atención sobre sí mismo?
En segundo lugar la hipocresía religiosa
hace que nos jactemos con otros de los que damos. Es
sabido que antiguamente grandes obras se hicieron por personas que estuvieron
dispuestas a dar monetariamente o aun sus vidas para sostener a iglesias,
colegios, universidades, hospitales, etc. pero ninguna de ellas esperaba el
reconocimiento entre los hombres. Esto ha cambiado en la actualidad y parece
que muchas creyentes esperan que se le reconozca por lo que hacen y sus nombres
salgan en algún lugar. No me malinterpreten pensando que no debemos dar a las
gracias a las personas por su disposición a servir sino me refiero a la idea de
que si no me reconocen “No valgo nada” o “me ofendo” porque no me consideraron
en algo. Por ejemplo conocí a varios hermanos que habían servido por años en
iglesias y ellos me contaban las historias de sus triunfos de una manera
jactanciosa sobre lo que “habían hecho”. Se enojaban cuando algún hermano se
iba sin darle las gracias sobre algo porque ellos lo “habían ayudado mucho”. No
estoy sugiriendo que hagamos eso, pero sí que va existir muchas ocasiones en
donde lo que demos o ayudemos no debemos “sacarlo en cara a otros” sino que
debemos darlo y hacerlo para la gloria de Dios y él nos dará la recompensa
debida.
En tercer lugar la hipocresía religiosa
hace que nos jactemos con nosotros mismos de lo que dimos. La
hipocresía religiosa es tan sutil que aunque no nos jactemos delante de otros
podemos hacerlo en nuestro corazón. Podemos anidar en nuestro corazón
pensamientos como “Yo he dado tanto por esta persona y ni me lo agradece” “yo
he dado tanto por esta iglesia y no lo agradecen” “Ni se imaginan cuando me
esforzado por esto”. “Yo soy mejor que estos hermanos porque he dado en mi vida
mucho más que ellos en servicio y en dinero”. “Yo soy más amados que estos porque
yo he dado más por la obra de Dios”. Todos estos pensamientos muestran que he
perdido de vista que Dios es quien ve todas las cosas y que es el Señor quien
va a recompensar todas las cosas conforme a su voluntad. ¿Has dado realmente
para la gloria de Dios o para tu propio auto justicia?
Dar de forma secreta y sincera
Mateo 6:3-4
El dar
de forma hipócrita es condenado por el Señor pero ¿Cuál es la manera adecuada
de dar? Es dando de forma secreta y sincera. Para ilustrarnos esto Jesucristo
usa una frase que para algunos es una hipérbole[9] y para otros un probable
refrán de la época. Pero si es una o la otra el significado es que nadie debe
enterarse de lo que das y si es que fuera posible ni tu otra mano. Podemos
imaginarnos esta enseñanza de Jesús al pensar que nuestras manos están en
nuestro cuerpo y que generalmente hacemos muchas cosas usando las dos manos
pero imposible hacer algo sin que la otra mano se “entere”. O sea hasta ese
punto debemos ser reservados en cuanto a lo que damos a los demás. Pero ¿Por
qué debe ser así? Porque la tendencia pecaminosa que tenemos es a jactarnos
delante de los demás lo que hemos hecho o dado. Juan Calvino comentando este
pasaje escribe[10]:
“Con esta expresión quiere decir que
tenemos que estar satisfechos con tener a Dios por nuestro único testigo”
Nuestra
tendencia pecaminosa es tan fuerte sobre jactarnos de las cosas que damos que
podemos dar en secreto y aun así jactarnos secretamente en nuestro corazón de
lo que hemos dado. Es por eso que solamente debemos dar en secreto sino que
además debemos dar sinceramente sin ninguna tendencia de superioridad hacia el
otro y hacerlo para honrar y glorificar al Señor.
Todos
estos pasajes están llenos de la idea de “Recompensa” en el verso 1 dice “no
les dará ninguna recompensa”. Verso 2 “De cierto les digo que con eso ya se han
ganado su recompensa”. Verso 4 “Te recompensara en público”. La palabra
“recompensa” viene del lenguaje comercial de la apoca y que significa el pago
adecuado por el trabajo realizado. Hay algunas personas que rechazan esta idea
de hacer la obra del Señor por recompensa. A otros simplemente les parece
incongruente esta idea de recompensa con una salvación por la obra de Cristo. Pero
lo cierto es que esta doctrina se repite una y otra vez en las Escrituras. Génesis
15:1; Pro 22: 4; Mateo 10:41-42; Col 3:23-24
“Después de estos sucesos, la palabra del
Señor vino a Abram y en una visión. Le dijo: “No temas, Abran. Yo soy tu
escudo, y tu galardón será muy grande”
“El Señor recompensa a los que le temen
con riquezas, honra y vida, si son humildes”
“El que recibe a un profeta porque es
profeta, recibirá igual recompensa que el profeta; y el que recibe a un justo
porque es justo, recibirá igual recompensa que el justo. De cierto les digo que
cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos aunque sea un vaso de agua fría,
por tratarse de un discípulo, no perderá su recompensa”
“Y todo lo que hagan, háganlo de corazón,
como para el Señor y no para la gente, porque ya saben que el Señor les dará la
herencia como recompensa, pues ustedes sirven a Cristo el Señor”
Entre
los comentaristas discuten ¿Cuáles son las recompensas y cuando se reciben
estas promesas? Sobre cuáles son estas promesas no podemos especular pues no
tenemos claridad sobre ello. Sobre cuando hay un poco más de luz pues se nos
dice que en este mundo podemos experimentar “riqueza, honra y vida” o que si
nos deleitamos en la ley de Dios seremos como un árbol plantado junto a
corrientes de agua (Sal 1:2-3) También podríamos entender estas recompensas
como el mandamiento con promesa que nos da una larga vida (Efe 6:2-3) Pero yo
creo que la recompensa aquí se refiere principalmente a futuro. ¿Y cuándo será
que seremos recompensados públicamente por lo que hemos dado en secreto? En el
juicio final. Esto se ve con claridad en Mateo 25:33.46
Pondrá las ovejas a su derecha, y los
cabritos a su izquierda, y entonces el Rey dirá a los de su derecha:
“Vengan, benditos de mi Padre, y hereden el reino preparado para ustedes desde la
fundación del mundo. Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer;
tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me recibieron; estuve
desnudo, y me cubrieron; estuve enfermo, y me visitaron; estuve en la cárcel, y
vinieron a visitarme.” Entonces los justos le preguntarán: “Señor,
¿cuándo te vimos con hambre, y te dimos de comer; o con sed, y te dimos de
beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recibimos; o desnudo, y te
cubrimos? ¿Cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y te visitamos?” Y el
Rey les responderá: “De cierto les digo que todo lo que hicieron por uno de mis
hermanos más pequeños, por mí lo hicieron.” Entonces dirá también a los de
la izquierda: “¡Apártense de mí, malditos! ¡Vayan al fuego eterno, preparado
para el diablo y sus ángeles! Porque tuve hambre, y no me dieron de comer;
tuve sed, y no me dieron de beber; fui forastero, y no me recibieron; estuve
desnudo, y no me cubrieron; estuve enfermo, y en la cárcel, y no me
visitaron.” Ellos, a su vez, le preguntarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con
hambre, o con sed, o forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te
servimos?” Y él les responderá: “De cierto les digo que todo lo que no
hicieron por uno de estos más pequeños, tampoco por mí lo hicieron.” Entonces
éstos irán al castigo eterno, y los justos irán a la vida eterna.»
Es en
ese momento que la recompensa será “publica”. ¿Entonces cómo debemos dar? En primer lugar debemos dar secretamente.
Si evitamos publicar o buscar que otros vean a quienes estamos ayudando será
mucho mejor para nuestra vida espiritual pues va a proteger la tendencia
pecaminosa que existe en nuestros corazones. Esto no significa que si alguien
se entera que estamos ayudando a alguien o que damos algo públicamente estamos
pecando sino que simplemente nos habla de la tendencia hipócrita que debemos
evitar.
En segundo lugar debemos dar sinceramente.
Ananías
y Safira fue matrimonio que actuó con hipocresía al momento de dar a la iglesia
y Dios los elimino (Hechos 5:1-11)¿Acaso consideramos que el ser hipócrita es
menos que otro pecado? Cuando nosotros demos debemos hacerlo con un corazón
sincero
En tercer lugar debemos dar
voluntariamente. Cuando se trataba de ayudar con una ofrenda a
los hermanos que estaban pasando por dificultades Pablo escribió en 2 Corintios
9:6-7
“Pero recuerden esto: El que poco siembra,
poco cosecha; y el que mucho siembra, mucho cosecha. Cada uno debe dar según se
lo haya propuesto en su corazón, no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios
ama a quien da con alegría”
Todo
lo que nosotros demos debe fluir de un lleno de agradecimiento para con Dios y
con deseos de hacer el bien al prójimo.
Ahora
una de las cosas que debemos tener claro es que las buenas obras que hacemos no
son perfectas. Seguramente no pensamos mucho en esto pero la Escritura nos dice
que todas nuestras buenas obras son como un trapo lleno de inmundicia (Isa
64:6) Esto quiere decir que todas nuestras buenas obras siempre están
contaminadas con algún pecado como orgullo, vanidad, jactancia, egoísmo, auto
justicia, hipocresía, mentira, etc. y esto es porque como pecadores no podemos
hacer una buena obra perfecta. Jonathan Edward solía decir:
“Cuando veo dentro de mi corazón y percibo
su infinita maldad, creo que es un abismo más profundo que el infierno. Cuando
oro, peco; cuando predico, peco; tengo que arrepentirme de mi arrepentimiento;
y mis lágrimas necesitan lavarse con la sangre de Cristo”
Todas
nuestras obras están contaminadas con el pecado pero que maravilloso es saber
que tenemos a un cordero perfecto, sin macha, el cual dio no solo su servicio,
su dinero y su tiempo, sino su vida por pecadores como nosotros y resucito al
tercer día para salvarnos de todos nuestros pecados. Cuando sabemos eso
entonces nuestros deseos de dar se transforman en un gozo
[1] https://www.marca.com/tiramillas/lujo/2019/03/06/5c7fa86b22601d80658b4600.html
[2] http://www.bancaynegocios.com/los-9-filantropos-mas-destacados-del-mundo/
[3] Craig Keener. Comentario cultural de
la Biblia. Página 54.
[4] John MacArthur. Comentario de Mateo.
Pagina. 449.
[5] John Stott. El Sermón del monte.
Página 145.
[6] Donald Carson. El Sermón del monte.
Página 73
[7] Martin Llord Jones. El sermón del
monte. Volumen II. Páginas 3-8. En realidad son 6 principios pero solamente
usare algunos.
[8] John MacArthur. Comentario a Mateo.
Página 445.
[9] Craig Keener. Comentario cultural de
la Biblia. Página 54.
[10] John Stott. El Sermón del monte.
Página 150
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