Edgard Mckendree Bounds fue un reconocido predicador
metodista que escribió muchos libros acerca de la oración y que muchos de ellos
solo fueron publicados luego de su muerte.[1] En uno de ellos el
escribió:
“La
oración es, por consiguiente, uno de los principios cardinales de la piedad en
cada dispensación y para cada hijo de Dios. Y el propósito del Señor es
reforzar, recuperar y espiritualizar aquellos deberes que son cardinales e
indispensables dentro de la conducta y actitud de cada uno de sus hijos. De ahí
que la falta de oración signifique rebelión, discordia y anarquía. Porque la
oración, dentro del gobierno moral, es tan fuerte como la ley de la gravedad en
el mundo material, y tan necesaria como esta para sostener las cosas de su
propia esfera de la vida[2]”
Como cristianos creemos que la oración es algo
fundamental y esencial en la vida cristiana. Creemos que la oración es poderosa
para transformar nuestras vidas y obrar en nuestros corazones y en otros
corazones conforme a su voluntad. Podemos ver a través de las Escrituras que
varios personajes bíblicos oraron en momentos de su vida y Dios actuó conforme
a sus propósitos. Hoy en día no es diferente, Dios usa nuestras oraciones para
llevar a cabo sus planes en el mundo. Sin embargo, debido al pecado que habita
en nosotros tendemos a usar las cosas santas para el pecado y a transformarnos
en hipócritas. Martin Llord Jones escribió:[3]
“Vemos
a un borracho, el pobre, y decimos: He ahí el pecado; esto es pecado. Pero eso
no es la esencia del pecado. Para formarnos una idea exacta del mismo y
comprenderlo, debemos ver a algún santo, a algún hombre fuera de lo corriente
de su devoción y dedicación a Dios. Mirémoslo ahí de rodillas, en la presencia
misma de Dios. Incluso en esas circunstancias el “yo” lo está asediando, y la
tentación para el consiste en pensar acerca de si mismo, pensar en forma
placentera acerca de si mismo, y en realidad adorarse a sí mismo en vez de
adorar a Dios. Esa, y no la otra, es la verdadera imagen del pecado. Lo otro es
pecado, desde luego, pero no es el pecado en su forma más aguda; no se ve en
ello el pecado en su esencia misma.”
Esto es lo que había pasado con los fariseos los
cuales habían transformado la oración en un algo pecaminoso debido a su
hipocresía. Vemos que el principio fundamental que Jesús enseña aquí en que no debemos
hacer nuestras prácticas religiosas algo para que los demás nos vean sino solo
para que Dios lo vea (Mt 6:1)
La
oración pública y privada Mateo 6:5-6
Jesucristo condena aquí a aquellos que oran “de pie en
las sinagogas y en las esquinas de las calles para que las gente los vea”. Esta
es una clara referencia a los fariseos los cuales hacían todas las cosas para
que los demás lo vean y es por eso que eran considerados “hipócritas” personas
que actúan, que usan máscaras, que son ellos mismos, que no son sinceros. Jesús
no está condenando aquí el orar públicamente o de pie pues eso se ve a través
de las Escrituras. Por ejemplo Salomón ora públicamente y de pie delante de la
presencia de Dios. 2 Crónicas 6:3; 13. También Nehemías y el pueblo oraron
públicamente y de pie confesaron sus pecados Nehemías 9:2-3
“Luego
se volvió hacia toda la congregación de Israel que estaba allí de pie y la
bendijo.
“Cuando
Salomón había hecho un estrado cuadrado de bronce que media poco más de dos
metros por lado y casi un metro y medio de alto y lo había puesto en medio del
atrio, se subió a este, se arrodillo delante de toda la congregación de Israel,
y con los brazos extendidos al cielo dijo”
“Para
entonces los israelitas ya habían apartado de si a los hijos de extranjeros.
Puestos de pie, los israelitas confesaron sus pecados y los de sus padres. Y
así de pie durante tres horas escucharon la lectura del libro de la ley del Señor
su Dios, y durante las siguientes tres horas el pueblo confeso sus pecados y
adoro al Señor”
Podemos ver que el pueblo oro públicamente y de pie
por tanto ¿Qué es lo que realmente Dios condena en estos pasajes? Jesús está
condenando el exhibicionismo hipócrita de los fariseos y la actitud de piedad
que ellos querían mostrar a las personas para que pensaran que eran muy
espirituales. Un ejemplo de esto lo podemos ver en la parábola que Jesús conto
sobre las dos personas que van al templo a orar el cual uno era fariseo y el
otro publicano. La actitud de los fariseos siempre era creer que eran más
espirituales que los demás porque ellos hacían más cosas religiosas que los
demás (Luc 18:9-14) La solución para evitar esta exhibición pública es orar de
forma privada y en secreto. Con esto no Jesús no está diciendo que nunca
debemos orar públicamente pues el mismo oro en público (Mt 14:19; 15:36) y la
iglesia practico las reuniones de oraciones públicas (Hch 1:24; 3:1; 4:24) lo
que está diciendo es que si oras en públicamente tengas cuidado de la
apariencia de piedad frente a otros. Lo que más debe destacar es tu oración
privada con el Señor. Si eres realmente una persona de oración serás una
persona de oración privada antes que publica. Charles Spurgeon escribió un
libro llamado “discurso a mis estudiantes[4]” las cuales son unas
charlas dadas a pastores que preparada el preparaba para el ministerio. Hay un
capitulo que se llama “nuestra oración pública” en donde nos advierte dos cosas
importantes. Primero no intentemos
impresionar con retorica en nuestra oraciones públicas.
“Que
únicamente el Señor sea el objeto de nuestras oraciones. Cuidaos de dirigir de
alguno modo la vista a los oyentes; cuidaos de haceros retóricos para agradar a
los que escuchan. La oración no debe transformarse en un sermón oblicuo. Hay
algo de blasfemo en hacer de la piedad un motivo de ostentación. Las oraciones
pulidas son por lo general malas oraciones. En la presencia del Señor de los
Ejércitos, cuadra muy mal a un pecador hacer gala de las plumas de oropeles de
un sermón chabacano, con la mira de ganarse los aplausos de sus
semejantes”
Durante mi vida cristiana he conocido a hermanos que
sus oraciones públicas son una perfecta exposición retorica o son una especie
de sermón orado que aunque puede hacerse parecer piadoso finalmente solo logran
traer la atención sobre sí mismo y no sobre Cristo. Me ha resultado aún más
interesante que personas que hacen eso generalmente son quienes no tienen una
verdadera vida de oración privada y solamente utilizan la oración pública como
un momento para mostrar el conocimiento y la retórica que tienen. ¿Utilizas tú
la oración pública para ello? ¿Cuánto oras lo estás haciendo de forma sincera,
sin máscaras, sin apariencia, sin buscar la aprobación de los demás? ¿Estas
interesado en glorificar a Cristo o en que las personas hablen de lo “bien que
oras”?
Segundo
no intentemos ser fervorosos si nuestro corazón esta frio. Spurgeon dice:
“Evitad
como a una víbora, todos los esfuerzos para excitar un fervor espurio en la
devoción pública. No os esforcéis en parecer fervientes. Rogad como vuestro
corazón os dicte, bajo la dirección del Espíritu de Dios, y si os sentís torpes
e inactivos, decidlo al Señor. No será una cosa mala confesar vuestra frialdad
y lamentarla; y pedir las influencias vivificadoras del Espíritu Santo; por el
contrario, será una oración verdadera y aceptable; pero un ardor fingido es la
forma más vergonzosa de la mentira. Nunca imitéis a los que son fervientes.
Conocéis a un hombre piadoso que gime, y a otro cuya voz se hace aguda luego
que lo excita el celo, pero no por eso gimáis ni chilléis a fin de parecer tan
celosos como son ellos. Sed solo naturales siempre y pedir a Dios su dirección
en todo”
Seguramente también han conocido hermanos que cuando
conocen a otro hermano que son más fervorosos y que son admirados por ello
luego los demás comienza a imitar su forma de hablar, orar o predicar. Una vez
conocí a un hermano ¡Que hasta imitaba los gestos de otro predicador al punto
de no saber distinguir quien es quien! ¿No es acaso eso ser alguien mentiroso?
¿No acaso desconocer que Dios me creo como alguien único y distinto a los
demás? No estoy hablando de la influencia que recibimos de los hermanos, hablo
de la imitación directa que resulta en la mentira. ¿Son así tus oraciones
públicas? ¿Eres tú mismo cuando oras o te pones un disfraz cuando lo haces?
El verso 7 nos habla del aposento con la puerta
cerrada para orar en secreto a Dios. Este “aposento”, “habitación”, “cámara”
era un lugar usado como bodega para guardar alimentos o cosas de valor. La
mayoría de las personas no tenían habitaciones privadas en sus casas y esa
habitación era la única que tenía una puerta.[5] Si ponemos esto en
términos prácticos era difícil mantener la privacidad en el mundo antiguo pues
la casas no tenían puerta, vivían muchas personas en ellas y la mayoría del
tiempo había ruido por todos lados. En cambio nosotros tenemos en general más
habitaciones con puertas las cuales podemos cerrar cuando queremos pasar el
tiempo en oración o en extremo tenemos el baño para pasar tiempo en oración.
Recuerdo que en mi casa donde éramos 6 hermanos era difícil pasar a solas en
casa mucho menos sin ruido pero cuando me convertí en cristiano el baño pasó a
ser un lugar donde podía ir a orar cuando lo necesitaba. Luego en mis trabajos
también el baño fue un lugar para orar pues necesitaba pasar tiempo con Dios. Charles
Spurgeon escribe sobre la oración privada:
“La
gloriosa bendición que la oración privada atrae sobre el ministerio es algo
indescriptible e inimitable que mejor se entiende que se explica; es un rocío
que viene del Señor, una presencia divina que reconoceréis en el acto cuando os
digo que es “una unción del santísimo” ¿Y esto que es? No se cuento tiempo
tendríamos para devanarnos los sesos antes de expresar por medio de palabras,
con la conveniente claridad, lo que se significa con la frase predicar con
unción; con todo; el que predica conoce la presencia de ella; y el que oye
advierte pronto su ausencia”
Lo que nos dice Spurgeon es la experiencia que uno
tiene cuando ha pasado harto tiempo con Dios. Voy a suponer que todos los que
nos encontramos aquí hemos experimentando en algún momento de nuestra vida el
deseo de orar intensamente y entonces lo hacemos y de repente Dios nos pone a
alguien en nuestro camino y le hablamos de una manera que jamás pensamos y
entonces nos damos cuenta que el haber pasado tiempo en oración produjo algo en
nosotros que no sabemos cómo explicarlo pero solamente sabemos que fue Dios
quien obro en nosotros. La oración privada logra hacer en nosotros cosas
maravillosas y que cuando lo hacemos de forma constante esto es algo que se
notara públicamente. Nunca he podido explicar esto con suficiente claridad pero
cuando alguien pasa tiempo en la presencia de Dios es algo que se nota de
alguna manera en su rostro. Es como si hubiéramos subido con Moisés al monte
Sinaí y nuestro corazón y rostro fueran cambiados. ¿Qué tanto disfrutas de la
presencia de Dios? ¿Qué tan seguido visitas su trono? ¿Es un deleite para ti
pasar tiempo con Dios? ¿Es una prioridad en tu vida? Jesús enfatiza aquí el
tiempo donde solo Dios ve y tiende bajar el énfasis en donde las personas
pueden ver porque pueden aparentar cosas.
Orando
de forma pagana Mateo 6:7-8
Los pueblos paganos siempre han orado también a sus
dioses. Eso no es solamente algo antiguo sino que en la actualidad los budistas
oran, los musulmanes oran, los católicos romanos oran y una de las
características de todas falsas religiones que ellas tienen oraciones
repetitivas. En la época de Jesús los griegos oraban nombrando cada uno de los
muchos títulos que tenían sus deidades por tanto eran repetitivos.[6] Podemos recordar el
ejemplo en donde Elías se enfrente a los profetas de Baal y donde invocaban el
nombre de su dios y no pasaba nada. 2 Reyes 18:26, 28-29
“Los
profetas tomaron el toro que se les dio y lo prepararon, y luego invocaron el
nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía. Decían: “Baal, respóndenos!”
Pero aunque saltaban alrededor del altar el silencio era total.
“Ellos
gritaban más fuerte, mientras se hacían cortaduras en cuerpo con cuchillos y
con puntas de lanzas, hasta que la sangre les bañaba el cuerpo. Pero paso el
mediodía y los profetas seguían gritando, como en trance, hasta la hora que se
tenía que ofrecer el sacrificio, y no se escuchaba una sola voz; ¡El silencio
era total!
Por tanto esto es lo que Jesús condenaba que las oraciones
de ellos se hayan infectado tanto que se volvieran repetitivas como la de los
paganos que piensan que por más que repiten más sus dioses los escuchan. En
cambio Jesús les dice en verdad cuando nosotros oramos no lo hacemos porque
Dios no sepa lo que vamos a pedir sino que lo hacemos más bien para depender de
Dios. Juan Calvino comentando este pasaje escribió[7]
“Los
creyentes no oran con la perspectiva de informar a Dios de cosas que le son
desconocidas, o de entusiasmarlo para que cumpla con su deber, o de instarlo
como si él estuviera renuente. Por el contrario; oran para que sean movidos a
buscarlo, para que puedan ejercitar su fe al meditar en sus promesas, para que
sean aliviados de sus ansiedades al arrojarlas en su seno; en una palabra, para
que puedan declarar lo que solo de él esperan y creen, para sí mismos y para
los demás, todas las cosas buenas”
Cuando oramos al Señor podemos hacerlo de forma
sencilla, simple y directa. Con esto el Señor no condena necesariamente
cualquier repetición sino las repeticiones que creen que por eso el Señor los
escuchara o que son innecesarias en un contexto de oraciones públicas. Charles
Spurgeon escribe:
“Puede
también objetarse enérgicamente contra la constante repetición “Señor”, que
ocurre en las primeras oraciones que pronuncian los jóvenes convertidos y aun
en las de los estudiantes. Los vocativos “¡Oh Señor!” “¡Oh Señor!” “¡Oh
Señor!”, nos cargan cuando los oímos tan constantemente repetidos. “No tomaras
el nombre del Señor tu Dios en vano”, es un gran mandamiento, y aunque la ley
puede ser transgredida inadvertidamente, es con todo, su transgresión un
pecado, y muy grave por cierto. El nombre del Señor no es un suplefaltas de que
debemos echar mano cuando nos faltan palabras. Cuidad, pues, de usar con la
mayor reverencia el santo nombre del infinito Jehová”
Podemos entender que eso pase en personas “neófitas”
que han conocido al Señor pero con los años y con la práctica de la oración
privada no podemos simplemente utilizar de “muletillas” la palabra “Señor” en
todo tiempo. La oración con el Señor es un conversación santa que se tiene con
el pero si esa conversación santa no se desarrolla en lo privado en lo público
eso quedara en evidencia cuando no tenemos palabras claras para expresarnos
ante él. Otro riesgo que tienen las oraciones repetitivas son las muchas
palabras que se emplean y finalmente se vuelven largas oraciones. Charles
Spurgeon escribe:
“Las
oraciones largas consisten en repeticiones o en explicaciones superfluas que
Dios no requiere, o degeneren en puras predicaciones, de suerte que no hay
diferencia alguna entre la oración y la predicación, excepto que en aquella el
ministro tiene los ojos cerrados y en esta los mantiene abiertos. No es
necesario repasar en nuestras oraciones el catecismo de Westminster, ni repetir
la experiencia de todo el pueblo presente, ni aun la vuestra. No se nos exige
que nuestras oraciones consistan en una serie de textos bíblicos, ni que
citemos a David y Daniel y Job y Pablo y Pedro y todos los demás bajo el título
de “tu siervo antiguo”. Es necesario que en vuestras oraciones os acerquéis a
Dios, pero no se os exige que multipliquéis vuestras palabras hasta que todos
los oyentes deseen oír el “Amen”
Jesús aquí no está condenando todas las oraciones
largas, pues podemos ver algunas de ellas en las Escrituras, pero la mayoría de
las oraciones largas que muchos hermanos hacen son innecesarias y repetitivas.
También he tenido la oportunidad de conocer a hermanos que cuando oran
pareciera que en vez de orar están predicando o que están dando una clase pues
hacen un repaso por todas las Escrituras. Hay que tener cuidado cuando hacemos
pues podemos cansar a los hermanos que nos están escuchando al orar así. Por
tanto debemos preguntarnos ¿Estamos orando como los paganos de forma
repetitiva? ¿Estamos orando al Señor con oraciones tan largas que parecen
sermones? ¿Estamos orando con palabras exageradas que nadie entiende? ¿Estamos
usando términos con los cuales muy pocos están familiarizados? ¿Cuál es la
motivación de orar de esa manera? ¿Es sinceridad delante de Dios o hipocresía
farisaica?
Orando
en secreto y conforme a la voluntad de Dios Mateo 6:9-15
El Señor ya nos ha enseñado a que no debemos orar
buscando que nosotros seamos el centro de atención sino solamente Cristo y que
debemos orar en lo secreto y Dios nos va recompensar en público. Pero ¿Qué es
lo deben contener nuestras oraciones? Aquí nos muestra brevemente que nuestras
oraciones deben contener una relación de Padre a Hijo, un Dios Santo a cual
adoramos, un anhelo de que su reino venga y se haga su voluntad. Además nos
muestra que somos cristianos que dependemos de Dios cada día, que perdonamos a
los demás como él nos perdonó y que rogamos que él nos libre de tentación. La
oración modelo del Padre nuestro nos muestra que en primer lugar debemos orar
por el avance del reino de Dios y luego por nuestras necesidades. Veamos
brevemente las 3 primeras peticiones y luego las 3 últimas.
Padre
nuestro que estas en los cielos.
Esta declaración nos muestra que nos acercamos como hijos de Dios ante su
presencia. Todo esto es posible porque hemos sido adoptados por el Padre por
medio de Jesucristo. Romanos 8:15
“Pues
ustedes no han recibido un espíritu que los esclavice nuevamente al miedo, sino
que han recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
Santificado
sea tu nombre. El nombre en el
medio oriente significa todo lo que la persona es. Por tanto podemos decir que
todo el ser de Dios (el nombre) es santo. Apartado del pecado y es por eso que
su nombre es “Santo, Santo, Santo” (Isa 6:3)
Venga
tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. El reino de Dios ya llegado por medio del evangelio (Mt
4:17) pero aún no se ha llegado de forma plena hasta que vuelva el Señor (Lc
23:42) Y allí es cuando su reino se manifieste completamente en este mundo y así
sea suceda por eso oramos por ello en todo tiempo.
Estas 3 primeras peticiones muestran cuales deben ser
nuestras prioridades en nuestras oraciones ¿No acercamos al Señor recordando
cuando él nos ama? ¿Nos acercamos a Dios sabiendo que el Santo? ¿Nos acercamos
a Dios anhelando que su reino venga a la tierra? ¿Oramos pidiendo en cada
momento porque se haga su voluntad en nuestras vidas aunque eso signifique
sufrimiento?
El pan
nuestro de cada día dánoslo hoy. Esta
petición muestra la dependencia que tenemos de Dios cada de nuestra vida. El
hogar, el vestido y el alimento provienen de la mano amorosa de nuestro Dios y
es por eso que damos gracias en cada ocasión por lo que tenemos (1 Tes 5:18)
Perdónanos
nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Jesucristo pago saldo en la cruz del calvario nuestro
pecado. Por tanto nosotros no podemos no perdonar a quienes nos hacen mal
porque no estaríamos actuando como nuestro salvador (Mt 18:23-35)
No nos
metas en tentación, sino líbranos del mal. Esta petición es una súplica para que Dios cuide todo
nuestro ser de nuestro propio corazón pecaminoso que se ve tentado
constantemente (Stgo 1:13-15) Sabemos que el pecado es destructivo pues la paga
del pecado es la muerte (Rom 6:23)
Estas tres peticiones manifiestan nuestra dependencia
en la gracia de Dios cuando oramos. ¿Creemos que es Dios quien sustenta nuestra
vida, oramos agradecidos por eso? ¿Oramos para que Dios nos de gracia para
perdonar a quienes nos dañan, a quienes nos rompen el corazón, a quien nos
odian? ¿Seriamos capaces de no perdonarlos si Cristo los perdono? ¿Oramos a
Dios para que él nos libre de nuestro malvado corazón? ¿Clamamos por el poder
de su gracia?
Todos estos motivos de oración deberían estar en
nuestras peticiones de oraciones pero nuestra condición pecaminosa no pone en primer
lugar las peticiones que Dios nos manda aquí sino que generalmente pone en
primer lugar nuestras necesidades y luego nos enfocamos en lo que Dios exige.
Pero no solo eso sino que además muchas veces nuestras oraciones contienen
hipocresía para ser aceptados ante los demás, contienen palabrería para mostrar
lo piadoso que somos pero Dios puede ver lo hipócrita que somos. Es por eso que
como egoístas e hipócritas que somos Cristo vino a este mundo, no a salvar a
justos sino a pecadores. En la cruz del calvario clavo nuestro pecado egoísta e
hipócrita y en cada momento que confiamos en su gracia podemos encontrar el
perdón de nuestros pecados. El llamado al arrepentimiento es para egoístas e
hipócritas como nosotros. ¿Te unes a experimentar el gran perdón de su
misericordia en Cristo?
[1] https://www.clie.es/autor/edward-mckendree-bounds
[2] https://lasfulltimers.files.wordpress.com/2013/04/e-m-bounds-lo-mejor-de-729-p-9-libros-en-1.pdf.
Página 20.
[3] Martin Llord Jones. El sermón del
monte. Página 10 (Pdf)
[4] https://clcchile.com/product/discursos-a-mis-estudiantes-tapa-rustica-suave-charles-haddon-spurgeon-autor-9788415951094-23983.
Platica 6.
[5] Craig Keener. Comentario cultural
del Nuevo testamento. Página 54.
[6] Craig Keener. Comentario cultural
del Nuevo testamento. Pagina 54.
[7] John Stott. El sermón del monte.
Páginas 166-167.
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