Introducción
a las disciplinas espirituales[1]
¿Qué son las disciplina espirituales? Donald S. Whitney
lo define así[2]:
“Las disciplinas
espirituales son aquellas prácticas que se encuentran en las Escrituras y que
promueven el crecimiento espiritual entre los que creen en el evangelio de
Jesucristo. Son los hábitos de devoción y cristianismo experiencial que el
pueblo de Dios ha practicado desde los tiempos bíblicos”
En la historia del cristianismo las disciplinas
espirituales se han dividido en diversas maneras como 1) las disciplinas
personales e interpersonales[3]. 2)
Personales y corporativos[4] 3)
Las disciplinas internas, externas y comunitarias[5]. También han existidos tradiciones cristianas
respecto a las disciplinas espirituales. Richard Foster las enumera en 6
tradiciones[6]. 1) La tradición
contemplativa, descubrir la vida de oración. 2) la tradición de la santidad,
descubrir la vida virtuosa. 3) la tradición carismática, descubrir la vida de
poder en el Espíritu Santo. 4) La tradición de la justicia social, descubrir la
vida de compasión. 5) la tradición evangélica, descubrir la vida centrada en la
palabra. 6) la tradición de la encarnación, descubrir la vida sacramental.
Cuando las personas piensan en disciplina piensan en algo
negativo, en algo que los esclaviza y no les permite hacer lo que desean hacer
o tal en alguna mala experiencia de su vida con lo que conocen como
“disciplina”. Algunos cristianos llegan a decir que hablar respecto a
disciplina es ser legalista o tratan imponer cosas sobre los creyentes que no
son bíblicas ya que Cristo nos hizo libres (Gal 5:1) pero ¿Qué es realmente la
disciplina? ¿Es algo que nos esclaviza? ¿Es algo legalista? ¿Es algo que se
impone? ¿Es acaso una especie de salvación por obras?
El comentarista bíblico William Barclay cuenta una historia
de un hombre que ilustra la indisciplina:
“Nunca se ha logrado
nada sin disciplina; y muchos atletas y muchos hombres se han echado a perder
porque abandonaron la disciplina y se volvieron cada vez más inactivos.
Coleridge es la mayor tragedia de la indisciplina. Jamás una mente tan genial
produjo tan poco. Dejó la Universidad de Cambridge para incorporarse e en el
ejército; pero abandono el ejército porque, a pesar de toda su erudición, no
podía almohazar a un caballo; volvió a Oxford y se marchó sin graduarse. Inicio
un periódico llamado “El Vigilante”, que vivió diez ejemplares y después dejó
de existir. De él se ha dicho “Se perdía en las visiones del trabajo que tenía
por hacer, que siempre quedaba por hacer. Coleridge tenía todos los dones proféticos,
excepto uno; el don del esfuerzo constante y concentrado. Tenía toda clase de
libros en su cabeza y en su mente, como se decía a sí mismo: “Completos, salvos
por la transcripción”. “Estoy en víspera, decía, de enviar a la imprenta dos
volúmenes pequeños”. Pero los libros nunca se escribieron fuera de la mente de
Coleridge porque él no se sometió a la disciplina de sentarse a escribirlos.
Sin disciplina, nadie ha alcanzado eminencia alguna, y nadie que le haya
alcanzado, la ha mantenido jamás sin disciplina.[7]”
Por tanto para comenzar a analizar de la disciplina
debemos definir ¿Qué es la disciplina? Según la Rae disciplina es “doctrina, instrucción
de una persona, especialmente de lo moral. Especialmente en la milicia y en los
estados eclesiásticos secular y regular, observancia de las leyes y
ordenamientos de la profesión o instituto[8]” Debido
a que esta es la definición de la disciplina pensamos que la disciplina bíblica
tiene que ver también con nuestros propios esfuerzos para “superarnos” o cosas
así. Pero ¿Es bíblicamente esto así? En las Escrituras es Dios quien nos salva
y no nuestros esfuerzos (Tito 3:4-5).
Por tanto en la disciplinas espirituales es también el Espíritu Santo quien en
primer lugar obra en nosotros el querer y el hacer (Fil 2:13).
Por tanto las disciplinas espirituales deben estar
basadas en el Evangelio. Donald Carson reflexiona sobre esto y escribe[9]:
“El evangelio no es
un tema segundario que trata del punto de entrada al camino cristiano, que va
seguido de una gran cantidad de material que, en realidad, da lugar a la
transformación de la vida. Sectores muy grandes del evangelicalismo simplemente
presuponen que ese es el caso. Se argumenta que predicar el evangelio es
proclamar como ser salvos de la condenación de Dios, creer en el evangelio
garantiza que usted no irá al infierno. Pero para que se produzca una verdadera
transformación, usted necesita llevar muchos casos de discipulado, cursos de
enriquecimiento espiritual, cursos de “profundización” en las disciplinas
espirituales y cosas por el estilo. Tiene que aprender a escribir un diario, o
el ascetismo, o el estilo de vida sencillo, o a memorizar las Escrituras; tiene
que unirse a un grupo pequeño o un grupo al cual rendirse cuentas o a un
estudio bíblico. Ni por un momento se me ocurriría hablar en contra del
potencial beneficioso que tienen todos esos pasos; más bien, hablo en contra de
la tendencia a tratarlos como disciplinas postevangelio, disciplinas
divorciadas de lo que Dios ha hecho en Cristo Jesús en el evangelio del Señor
crucificado y resucitado”
Entonces ¿Qué es la disciplina bíblica? En las Escrituras
tenemos distintos tipos de disciplina. Tenemos la disciplina de Dios a sus
hijos o su pueblo (Hebreos 12:5-11) la disciplina de la iglesia (Mateo
18:15-20) la disciplina de los padres a los hijos (Efesios 6:4) la disciplina
personal (1 Cor 9:24-27) Por tanto cuando nos referimos a las disciplinas
espirituales nos referimos a las disciplinas que individualmente como
comunitariamente se practican. En el Nuevo testamento la palabra traducida por
“disciplina” viene de la palabra griega “gummasia” de la cual derivan
nuestros términos gimnasio y gimnasia[10].
Esta palabra significa “ejercitar, entrenar o disciplina” (1 Tim 4:7) Muy
contrario a lo que muchos cristianos afirman hoy en día, la disciplina no es
contraria a la gracia sino que fluye de la misma gracia de Dios. Por eso mismo
es que Pablo hablo de “esforzarse en la gracia”
“Tú, hijo mío,
esfuérzate en la gracia que tenemos en Cristo Jesús” 2 Tim 2:1-7
Por tanto la disciplina no es legalismo sino que es
mandato de Dios basada en la gracia (1 Cor 9:24-27; Col 1:28-29) Por ejemplo
¿Cómo el evangelio me motiva a leer la Biblia? ¿Cómo el evangelio me motiva a
orar? ¿Cómo el evangelio me motiva a evangelizar? ¿Cómo el evangelio me motiva
a servir? El evangelio debería ser el corazón que me motiva a todas las
disciplina espirituales.
La disciplina no es esclavitud sino que es verdadera
libertad como bien nos dice Elisabet Eliott[11]:
“La libertad y la
disciplina han llegado a considerarse como mutuamente excluyentes, cuando, de
hecho, la libertad no es en absoluto lo opuesto sino la recompensa final de la
disciplina”
“Si te dedicas a
buscar la libertad, entonces aprendes sobre todo la disciplina del alma y los
sentidos, para que tus pasiones y tu cuerpo no te lleven a un confuso ir y
venir. Castos sean tu espíritu y tu cuerpo, sujetos a tu voluntad, y obedientes
en la búsqueda del objetivo que se les ha dado. Nadie descubre el secreto de la
libertad sino a través del dominio propio” Dietrich Bonhoeffer[12]
Por ejemplo todos hemos conocido personas expertas en
algún deporte o instrumento y nos sorprendemos por su capacidad de practicar
ese deporte o tocar ese instrumento de una manera muy fácil en cualquier
momento y cuando les preguntamos ¿Cómo es que ellos llegaron a tener esa
capacidad? ¿Cómo es que ellos ahora tienen la libertad de hacer uso de estas
habilidades? Es porque es el fruto de la disciplina. De igual manera muchos nos
sorprendemos y admiramos la capacidad que tenían de conocer las Escrituras y
vivir piadosamente en sus vidas espirituales, pero nuestra generación no se
disciplina de la misma manera que ellos.
La falta de nuestras disciplinas espirituales revela que
vivimos en una cultura postmoderna que es perezosa en las disciplinas
espirituales. Las Escrituras nos enseñan que la pereza es pecado ante el Señor
(Pro 6:6; 12:24; 13:4; 20:4; 21:25; 26:13-14; 16)
[1]
Donald S. Whitney. Disciplinas espirituales para la vida cristiana. Dallas
Willard. El espíritu de las disciplinas. Joel Beeke. La Espiritualidad puritana
y reformada. R. Kent Hughs. Las disciplinas de un hombre piadoso. Barbara Hughs.
Las disciplinas de una mujer piadosa. Richard Foster Alabanza a la disciplina o
la celebración de la disciplina. Ríos de agua vivas. Harold Segura Carmona.
Hacia una espiritualidad evangélica comprometida. Henri Nouwen. Formación
espiritual. Libros sobre Eugene Peterson
toca de diferentes maneras el tema de la “Espiritualidad”.
[2]
Donald S. Whitney. Disciplinas espirituales para la vida cristiana. Página 5.
[3]
Donald S. Whitney sigue esta.
[4] https://www.coalicionporelevangelio.org/entradas/sugel-michelen/las-disciplinas-espirituales-y-el-evangelio/
[5]
Richard Foster sigue esta.
[6]
Richard Foster. Ríos de agua viva. El retorno al a fuente de la renovación
perdurable.
[7]
Citado por Donald. S Whitney. Disciplinas espirituales de la vida cristiana.
Página 18.
[8]
Real Academia Española. Disciplina.
[9]
Donald. S Whitney. Disciplinas espirituales de la vida cristiana. Páginas 8-9.
[10]
Donald. S Whitney. Disciplinas espirituales de la vida cristiana. Página 13.
[11]
Donald. S Whitney. Disciplinas espirituales de la vida cristiana. Página 20.
[12]
Citado por Richard Foster. Ríos de agua viva. Página 83
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