Hemos estado viendo que las Bienaventuranzas están conectadas unas con las otras así que para llegar tener “hambre y sed” de justicia una persona tiene que haber sido antes “pobre en Espíritu” la cual reconoce su miseria espiritual, también tiene que haber “llorado” por el pecado del mundo y especialmente por su propia pecado encontrando consuelo en Cristo. Además de eso tiene que ser una persona “mansa” la cual se asombra del trato que Dios tiene con él y también del trato que los hombres tienen con él. El anhelo por la justicia es algo que ha estado en el corazón de la humanidad a través de la historia y se ha manifestado de diversas maneras. Por ejemplo el filósofo griego Platón en su libro la republica imagino un estado ideal en el cual toda la vida de las personas eran administradas de forma justa por el Estado ideal[1]. Tomas Moro siguiendo las pisadas de Platón escribió una obra llamada “Utopía” en la cual habla de una isla en donde compartían todas las cosas sin ningún problema[2]. Hoy en día tenemos muchos movimientos que llaman que sostienen el ideal de “justicia” exigen muchas cosas de la sociedad como el pasado viernes lo hizo el movimiento feminista.
Sin
embargo aunque todos estos grupos tienen estos “ideales” la realidad es que la
historia de la humanidad no enseña que aunque lo humanos en ocasiones deseamos
“la justicia” cuando tenemos poder practicamos la injusticia. Esto es tan
simple como hacer un breve repaso por los imperios que han existido en la
humanidad como los egipcios, babilónicos, griegos, romanos, aztecas, mayas,
incas, etc y ver que todos ellos han practico tratos injustos con los demás a
la hora de tener poder. O tal vez podemos pensar en casos más cercano a
nosotros como las personas asesinadas en los gobierno de Fidel Castro, Pinochet
o Maduro. ¿No es acaso todo esto injusticias realizadas por personas que
anhelan justicia pero a la vez practican injusticia? ¿Cómo podemos explicar
esta paradoja del deseo de justicia pero a la vez de practicar la injusticia?
La respuesta que somos seres creados a imagen de Dios (Gen 1:26-27) y por tanto
hay un anhelo de justicia en nuestro corazón pero debido al pecado, es solo un
anhelo que no cumpliremos hasta encontrar la verdadera justicia que está en
Cristo. Los no creyentes pueden tener chispazos de estos deseos debido a que la
imagen de Dios está en ellos, pero solo el cristiano tiene el verdadero fuego
por la justicia debido a que le ha sido imputada por Cristo.
La necesidad básica del
hambre y la sed
Debido
a que el pecado entró en el mundo la tierra al ser maldecida por Dios (Gen
3:18-19) en ocasiones se ve enfrentada terribles hambrunas. A través de toda la
historia de la humanidad ha existido el hambre y la sed en el mundo. Abram (Gen
12:10) Isaac (Gen 26:1) y José (Gen 41:53-54) se vieron enfrentados a terribles
hambrunas en donde seguramente personas morían por el hambre. En una ocasión el
pueblo de Israel murmuro contra Moisés debido a que tuvo sed. Éxodo 17:2-3
“Así que todo el pueblo discutió con
Moisés y le dijo: “Danos agua. Queremos beber. Moisés les dijo: ¿Por qué se
pelean conmigo? ¿Por qué ponen a prueba al Señor? Pero el pueblo tenia sed y
murmuro contra Moisés”
En
otras ocasiones el hambre y la sed podían ser juicios directos del Señor por
esta en pecado. Deuteronomio 28:48
“Acabaras siendo esclavo de los enemigos
que el Señor envié contra ti; sufrirás de hambre y de sed, y carecerás de ropa
y de todas las cosas. ¡El Señor pondrá sobre tu cuello un yugo de hierro hasta
destruirte!
El
morir de hambre y sed es terrible porque vas muriendo lentamente y tener hambre
profunde un intenso dolor que va comiendo las nutrientes y vitaminas del
cuerpo. En la historia de la humanidad han existido hambrunas fatales en donde
muchas personas han muerto. Algunas de las cuales hay registro son la hambruna
de 1840 en Irlanda donde murieron 1,6 millones de personas. En 1943 una
hambruna en la india mato a 1 millón de personas y entre 1948 a 1961 una
hambruna en China fallecieron 15 millones de personas[3]. Sin duda hay muchos otros
casos de hambrunas pero algo es evidente que el hambre o la sed pueden ser
fatales.
La necesidad básica de tener
hambre y sed de justicia
Pero
aunque Jesús usa una necesidad básica como el hambre y la sed nos dice que
bienaventurado es aquel que tiene “hambre y sed de justicia”. Hay un hambre y
una sed que puede ser muchos más profundo que el hambre y la sed biológicas es
el hambre y sed espiritual. Pero ¿Qué es la justicia? El significado más básico
de justicia en el hebreo (Tsadaq) es ser recto o justo. Es un término jurídico
que involucra todo el proceso de justicia. Dios es justo en todas sus
relaciones y comparado con el ningún ser humano es justo[4] (Job 4:17) En este pasaje
se usa la palabra griega “dikaiosune” la cual habla del carácter o cualidad de
ser recto o justo. Se usa para denotar el atributo de Dios acerca de la
justicia que significa esencialmente lo mismo que su fidelidad, veracidad o
aquello que es consecuente con su naturaleza o promesas[5]. Por tanto aquel que está
teniendo hambre y sed de justicia está teniendo deseos de que ver que la
voluntad de Dios revelada en su palabra se manifieste en este mundo para su
gloria.
1) Alguien que tiene hambre y sed de
justicia anhela practicar la justicia de Dios Un
cristiano se ve afectado en su corazón por la injusticia que ve a su alrededor.
Miqueas 6:8:
“¡Hombre! El Señor te ha dado a conocer
lo que es bueno, y lo que él espera de ti, y que no es otra cosa que hacer
justicia, amar la misericordia, y humillarte ante Dios”
Pero
¿Dónde Dios había decláralo lo que era bueno o justo? Lo había declarado en su
palabra en donde de acuerdo a su carácter justo el no hacia acepción de
personas ni aceptaba sobornos ni oprimía al huérfano, viuda, extranjeros los
cuales serían pobres. Por tanto el pueblo tampoco tenía que hacerlo.
Deuteronomio 10:17-19
“porque el Señor su Dios es Dios de
dioses y Señor de señores; es Dios grande, poderoso y temible, que no hace
acepción de personas ni acepta sobornos que hace justicia al huérfano y a la
viuda, y que ama también al extranjero y le da pan y vestido”
Los
profetas tuvieron que en reiterada ocasiones condenar a los gobernantes (Isa
1:23; Miq 3:1-4;) jueces (Amos 5:10-13) comerciantes (Prov 11:1; 20:23)
sacerdotes (Eze 22:25-26) contra la opresión que realizaban contra los débiles
de la sociedad. Por supuesto hay personas que cuando escuchan esto piensan que
se trata de algún marxismo o comunismo, pero en realidad se trata de
Cristianismo. Esto tampoco se trata de algo simplemente del AT sino que fue
algo que la iglesia también llevo a cabo mediante la preocupación por los
pobres, viudas, extranjeros y huérfanos (Hechos 6:1; 1 Cor 16:1-4; 1 Tim 5;
Stgo 1:27) Es sabido del impacto que tuvo la iglesia cristiana en los primeros
siglos debido a la ayuda que presto sobre los niños abandonados, los esclavos,
los pobres etc. es cierto que algunos sectores del cristianismo han rechazado
esta práctica porque las iglesias liberales llaman a esto ser “salvo” o porque
algunos movimientos filosóficos se han apropiado de la llamada “Justicia
social” pero no debemos caer en la trampa de rechazar toda ayuda a los
necesitados porque otros movimientos filosóficos o religiosos roben la idea de
justicia que solamente puede tener asidero en la cosmovisión cristiana.
La
ayuda que como cristianos debemos dar debe comenzar por casa como nos dice el
Apóstol Pablo en Gálatas 6:10
“Así que, según tengamos oportunidad,
hagamos el bien a todos, mayormente a los de la familia de la fe”
Pero
¿Acaso podemos ser indiferentes con los pobres del mundo? ¿Acaso podemos ser
indiferentes ante las personas con capacidad diferente? ¿Acaso podemos ser
indiferentes ante las viudas modernas que son las madres solteras? ¿Acaso
podemos ser indiferentes con niños del Sename? ¿Acaso podemos ser indiferentes
ante todas esas injusticias? En realidad quien tiene hambre y sed de justicia
no puede ser indiferente ante ninguna injusticia que se esté llevando a cabo
alrededor porque Dios es un Dios justo que ha puesto su justicia en nuestro
corazón.
2) Alguien que tiene hambre y sed de
justicia anhela la justicia de Cristo. Cuando alguien conoce al
Señor llega a comprender la maravillosa verdad de la justificación y es que yo
estaba muerto en delitos y pecados (Efe 2:1) no buscaba a Dios por naturaleza
(Rom 3:10) y por tanto estábamos destituido de la gloria de Dios (Rom 3:23) el
fruto de nuestro estilo de vida era la muerte porque la paga del pecado es la
muerte (Rom 6:23) Seguramente ha conocido a alguna de esas personas que se
conmueve por las injusticia de la vida y se pregunta ¿Cómo es posible que esa
persona se preocupe por esa injusticia siendo ella no cristiana? La respuesta
porque es imagen de Dios y debido a eso hay un sentido por la justicia. Pero
aunque ayude a los todos los pobres del mundo, no hay ninguna obra que la
justifique (Rom 3:20) y todas sus obras son como trapos de inmundos delante de
Dios (Isa 64:6) y por tanto ella no tiene sed por la justicia de Cristo. Cuando
nosotros llegamos a conocer a Cristo hay un hambre y una sed por conocerlo más.
Pablo se quejaba por ver que su anhelo era buscar la voluntad de Dios pero
también veía que su carne no quería. Romanos 7:17-23
“Yo sé que en mí, esto es, en mi
naturaleza humana, no habita el bien; porque el desear el bien esta en mí, pero
no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Y
si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que habita
en mí. Entonces, aunque quiero hacer el bien, descubro esta ley; que el mal
esta en mí. Porque según el hombre interior me deleito en la ley de Dios; pero
encuentro que hay otra ley en mis miembros, la cual se rebela contra la ley de
mi mente y que me mantiene sujeto al a ley del pecado que está en mis miembros”
¿Quién
de nosotros no se ha sentido envuelto en esta contradicción entre la nueva
naturaleza y la naturaleza pecaminosa? ¿No es acaso una guerra continua en
nuestro ser? Un cristiano por naturaleza anhela tener una naturaleza justa pues
sabe que Cristo fue quien le ha imputado su justicia a él por sus méritos
perfectos. Pero ¿Cómo sabemos que un cristiano tiene verdadera hambre y sed de
justicia?
En primer lugar sabemos que un
cristiano tiene hambre y sed de justicia porque anhela conocer más Dios. Salmos
42:1-2
“Como ciervo que brama por las
corrientes de agua, así mi alma tiene sed de ti, Dios de la vida; ¿Cuándo
vendré a presentarme ante ti, mi Dios?
Parte
de la naturaleza cristiana es tener hambre y sed por conocer más a Dios a
través de la oración y a través de la lectura de su palabra. Es impresionante
como un cristiano puede comenzar orando poco y leyendo poco la Biblia pero con
los años ir aumentando de manera progresiva esas porciones de la oración y las
Escrituras. ¿Existe esa hambre y sed de Cristo en tu vida? ¿Anhelas conocer más
a Cristo a través de la oración y la palabra?
En segundo lugar sabemos que un
cristiano tiene hambre y sed de justicia porque anhela santificación y rechaza
el pecado. El
deseo de conocer a Dios nos llevaba inevitablemente a buscar la santidad porque
Dios es santo nosotros vamos desear ser santos. Pablo escribió que esto era
parte de las instrucciones que Jesucristo había dejado en 1 Tesalonicenses
4:2-5, 7-8
“Ustedes ya conocen las instrucciones
que les dio de parte del Señor Jesús. La voluntad de Dios es que ustedes sean
santificados, que se aparten de toda inmoralidad sexual, que cada uno de
ustedes sepa tener su propio cuerpo en santidad y honor, y no en pasiones
desordenadas, como la gente que no conoce a Dios…Pues Dios no nos ha llamado a
vivir en la inmundicia, sino a vivir en santidad. El que desecha esto, no
desecha a hombre, sino a Dios, que también nos dio su Espíritu Santo”
Es
imposible que alguien que tenga hambre y sed de justicia no busque con deseo la
santificación constantemente y por tanto rechace todo lo que tenga una relación
con el pecado. Entre uno más vaya creciendo espiritualmente va ir deseando más
fuertemente la santificación ¿Es ese nuestro anhelo? ¿Es ese tu anhelo?
¿Sentimos un doloroso deseo por la santificación?
En tercer lugar sabemos que un cristiano
tiene hambre y sed de justicia porque anhela la venida del Señor. Los
cristianos anhelan que la justicia plena sea realizada en el mundo y en su
propia naturaleza y para eso anhelan la segunda venida de Cristo porque saben
que cuando el vuelva los cuerpos serán glorificados y la tierra renovada. Esto
era algo que los apóstoles anhelaban. 1 Cor 16:22; Apo 22:20
“Si alguno no ama el Señor, queda bajo
maldición. ¡El Señor viene!”
“El que da testimonio escribe cosas
dice: Ciertamente vengo pronto. Amen ¡Ven Señor Jesús!”
Todos
los cristianos aman a sus familias, a sus iglesias, a sus amigos y oran por sus
enemigos pero todos sentimos en algún momento el deseo de que todo el pecado
que está en mi desaparezca y pueda vivir deleitándome delante de la presencia
de Dios.
Los hambrientos y sedientos
serán saciados
Esta
bienaventuranza al igual que las otras no solo nos dice que son bienaventurados
los que tienen hambre y sed de justicia sino que esta hambre y sed de justicia
va a ser saciada. La palabra “saciados” significa alimentar o engordar y se
usaba para hablar de los animales “saciados” (Apo 19:21) como de las personas
llenas o saciadas de comida.[6] Los judíos sabían que las
profecías mesiánicas acerca de la llegada del reino de Dios prometían saciar sus
anhelos de justicia. Por lo que ellos comprendían esa justicia como una paz
mundial en donde ya no existiría guerra (Isa 2:4) Isaías 9:6-7
“Porque un niño nos ha nacido ¡un hijo
nos ha sido concedido! Sobre sus hombros llevará el principado, y su nombre
será “Consejero admirable”, “Dios fuerte” ,“Padre Eterno” y “Príncipe de paz”.
La extensión de su imperio y la paz en él no tendrán límite. Reinará sobre el
trono de David y sobre su reino, y lo afirmará y confirmará en la justicia y el
derecho, desde ahora y para siempre. Esto lo hará el celo del Señor de los
ejércitos”
Los
judíos creían que el mesías vendría hacer justicia en su favor y que a los
demás pueblos los iba a juzgar destruyéndoles por sus pecados. Pero lo
sorprendente es que Jesucristo mostro la justicia de Dios para con todos, con
los pobres, ciegos, sordos, endemoniados, etc. Así el mismo lo explico un día
en una sinagoga (Lucas 4:16-21)
“Se le dio el libro del profesa Isaías y
al abrirlo encontró un texto que dice: El Espíritu del Señor esta sobre mí. Me
ha ungido para proclamar buenas noticias a los pobres. Me ha enviado a
proclamar libertad a los cautivos, y dar vista a los ciegos, y a poner en
libertad a los oprimidos y a proclamar el año de la buena voluntad del Señor”
Las
personas que habían estado siendo oprimidas y anhelaban la justicia solo podían
ser libertadas y encontrar justicia en Cristo porque él era el Mesías. Pero el
Mesías había llegado a traer la justicia de una forma muy diferente a como los
judíos se esperaban. Lo mismo sucede hoy en día con los movimientos que “buscan
la justicia en la sociedad” ya sean religiosos o no los cuales creen que por
medio de su inteligencia, planificación, fuerza y acción lograrán traer
justicia a este mundo. También hay otros que van más allá creyendo la ilusión
de que nosotros vamos a eliminar la pobreza y el dolor en el mundo. Pero es
imposible debido a que el mundo está caído y solamente por medio del poder del
Espíritu Santo y de su gracia podremos practicar la justicia en este mundo.
Zacarías 4:6
“Entonces el ángel me respondió y me
dijo: Es la palabra del Señor a Zorobabel, que le dice: Yo no actuó por medio
de un ejército, ni por la fuerza, sino por medio de mi espíritu”
El
mundo jamás encontrará saciada su búsqueda de justicia ni tampoco podrá verla
llevada a cabo hasta que se reconozca que este mundo está caído, que la causa
de la injusticia es el pecado, que el problema está en nosotros mismos y que
solamente Cristo puede traer verdaderamente justicia.
También
hay una búsqueda más profunda de justicia la cual se revela en los seres
humanos al intentar satisfacer su alma con poder, sexo, fama, éxito,
reconocimiento, dinero y muchas otras cosas. Hay en el hombre un hambre y una
sed que no pueden saciar con nada pero los cristianos sabemos que esa hambre y
sed y solo saciada en el perdón de Cristo el cual pago por nuestros pecados.
Tenemos hambre y sed porque hemos sido creados a la imagen de Dios pero por
causa del pecado nos hemos desviado del camino trazado por Dios y ahora vamos a
intentar saciar ese vació con cualquier cosa. Pero cuando conocemos al Señor
experimentamos el perdón de Dios. Y como cristianos sabemos que incluso nosotros
cuando pecamos experimentamos esa hambre y sed por el Señor porque no podemos
saciarla con nada. ¿Te has dado cuenta que es mucho más fácil hacer un montón
de cosas antes que orar y leer la Biblia? ¿Has visto lo engañoso que son
nuestros corazones que cuando tenemos esa hambre y sed de justicia hacemos
otras cosas para olvidarla? Pero en algún momento cuando nos detenemos nos
damos cuenta de lo sediento y hambrientos que estamos del Señor. Nada podrá
saciarnos sino solamente Cristo. Los cristianos buscamos aborrecer el pecado y
anhelamos la santificación que Cristo nos da, buscamos desesperadamente la presencia de Dios y
nuestra santificación aborreciendo el pecado. ¿Te has encontrado en esa
experiencia en la cual ya no quieres saber más de ti mismo? ¿Has sentido ese
aborrecimiento hacia a ti mismo? ¿Hay días en los cuales has buscado a Dios y
parece que solo hay silencio? El profeta Isaias nos hace una invitación
maravillosa. Isaías 55:1-3
“Todos ustedes, los que tienen sed;
vengan a las aguas; y ustedes los que no tienen dinero, vengan y compren y
coman. Vengan y compren vino y leche, sin que tengan que pagar con dinero. ¿Por
qué gastan su dinero en lo que no alimenta, y su sueldo en lo que no les sacia?
Escúchenme bien, y coman lo que es bueno; deléitense con la mejor comida.
Inclinen su oído, y vengan a mí; escuchen y vivirán. Yo haré con ustedes un
pacto eterno, que es de mi invariable misericordia con David”
Y Jesucristo nos promete en Juan 6: 35
“Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida.
El que a mi viene, nunca tendrá hambre; y el que en mi cree, no tendrá sed
jamás”
[1] https://www.um.es/noesis/zunica/textos/Platon,Republica.pdf
[2] http://www.biblioteca.org.ar/libros/300883.pdf
[3] https://www.elespectador.com/content/graves-hambrunas-en-el-mundo
[4]
Diccionario Vine. Página 166.
[5]
Diccionario Vine. Página 477.
[6]
Diccionario Vine. Página 801
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