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jueves, 11 de enero de 2018

El propósito de la disciplina en la iglesia


El Pastor Albert Mohler escribió un artículo llamado “La desaparición de la disciplina eclesiástica” en el cual reflexionaba en como los cristianos ven el asunto de la disciplina de la iglesia en nuestros días. El escribió:

“La declinación de la disciplina eclesiástica es quizá el fracaso más visible de la iglesia contemporánea. Habiendo perdido el interés en mantener la pureza de la confesión o el estilo de vida, la iglesia contemporánea se ve a sí misma como una asociación voluntaria de miembros autónomos con una mínima rendición de cuentas a Dios, y mucho menos unos a otros, con respecto a la moralidad. La falta de disciplina eclesiástica ya no es algo que asombra, por lo general ni se nota. Para muchos miembros de las iglesias, la disciplina eclesiástica regulativa y restauradora ya no es una categoría con significado y ni siquiera un recuerdo. La generación actual de pastores tanto como de miembros de iglesia virtualmente carece de experiencia en cuanto a la disciplina eclesiástica bíblica. De hecho, la mayoría de los cristianos a quienes se les presenta la enseñanza bíblica acerca de la disciplina eclesiástica, encaran la cuestión como una idea con la que nunca antes se habían topado. Oyéndola por primera vez parece tan anticuada y lejana como la Inquisición Española o los juicios de las brujas de Salem. Su única percepción del ministerio disciplinario de la iglesia es a menudo comparada con alguna historia de ficción como lo fue La Letra Escarlata. Lo cierto es que, sin una recuperación de la disciplina funcional para la iglesia — firmemente establecida sobre los principios revelados en la Biblia — la iglesia continuará su deslizamiento hacia la disolución moral y el relativismo[1]

Históricamente la iglesia cristiana ha considerado la disciplina eclesiástica como algo muy fundamental para la iglesia. Algunas confesiones cristianas ponían a la disciplina como la “tercera característica de la verdadera iglesia”[2] (La primera es la predicación de la palabra y administración de las ordenanzas correctamente) en otras palabras para los cristianos del pasado, la iglesia que no ejercía correctamente la disciplina era considerado una iglesia falsa.

La pregunta entonces es ¿Qué paso con la iglesia que perdió una característica tan esencial como la disciplina? Las razones son varias, pero podríamos señalar dos. La primera fue el fuerte ataque a las Escrituras por medio de lo que se conoce como la “critica bíblica”, lo cual ponía a la Biblia como un documento histórico más y no como la palabra inspirada e infalible de Dios. Esto entró por medio de los seminarios, paso para los pastores y entro a las iglesias.

La segunda fue “la relectura de las Escrituras” esto se refiere al cambio de nombre de los conceptos bíblicos. Por ejemplo el pecado fue cambiado por conceptos de la psicología secular como “errores”, se intento sacar la idea de la “culpa” y “vergüenza” porque impedían la realización personal. Cuando estas ideas entraron a la iglesia, entonces la idea de confrontar el pecado de los creyentes por medio de la disciplina se perdió. Es por eso que es tan popular la idea “No juzguéis para que no seáis juzgados” porque todos cometemos “errores”.

Lamentablemente en este último siglo hemos visto que la iglesia ha tenido muy poco impacto en el mundo porque ella no se diferencia mucho del mundo al no practicar la disciplina bíblica. Es cierto también que han existido casos donde la disciplina de la iglesia no se practicado de forma bíblica, en algunos casos despóticamente y en otras aplicando disciplina a cosas que no bíblicas. Por tanto para poder ejercer bien la disciplina en la iglesia debemos entender ¿Cuáles son los propósitos de la disciplina? Y ¿Cómo debe ejecutarse la disciplina? Eso es lo que intentaremos ver por medio de esta y la próxima predicación.

Para comenzar debemos preguntarnos ¿Cuáles son los propósitos de la disciplina? En primer lugar, lo que vemos en las Escrituras es que Dios  es Santo, por tanto el pueblo de Dios está llamado a vivir de forma santa. La palabra “Santo” es “Kadosh” en hebreo  y significa “separado” y la palabra “Hagios” en griego significa “consagrado al Señor”. Por tanto la idea es alguien que está separado, totalmente consagrado al Señor.
“Porque yo soy Jehová vuestro Dios; vosotros por tanto os santificaréis, y seréis santos, porque yo soy santo; así que no contaminéis vuestras personas con ningún animal que se arrastre sobre la tierra” Levítico 11:44 (El contexto es los animales puros e impuros)
“Habla a toda la congregación de los hijos de Israel, y diles: Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios” Levítico 19:2

Entonces ¿Qué significaba para el pueblo de Dios ser santo (separado; consagrado para él Señor)? cuando uno revisa el libro de Levítico completo se encuentra con cosas muy interesantes. Ser santo significaba reconocer cuales eran los animales limpios e inmundos (Lev 11:43) apartarse de la contaminación con la lepra (Lev 13:2) apartarse de los flujos corporales como semen o periodo menstrual (Lev 15) apartarse practicas pecaminosas como idolatría, incesto, homosexualidad, zoofilia, etc (Lev 18) todo tiene que ver porque los pueblos paganas de alrededor practicaban estas cosas, pero Dios le llama a su pueblo a vivir de forma diferente (santa).

Cuando vamos al Nuevo testamento nos encontramos con que esta idea se repite en muchas partes, pero específicamente en la Epístola de 1 Pedro.

“Sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito esta: Sed santos, porque yo soy santo” 1 Pedro 1:15-16
 “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anuncies las virtudes de aquel que os llamo de las tinieblas a su luz admirable” 1 Pedro 2:9

Dios nos ha escogido como su pueblo para ser santos. En la misma Epístola se nos define un poco que es ser santos, es ceñir los lomos de nuestro entendimiento, ser sobrios, esperar en el Señor y ser obedientes a él (1 Pedro 1:13-14) también se nos llama a “desechar toda malicia, engaño, hipocresía, envidias” (1 Pedro 2:1) a vivir como “extranjeros y peregrinos que se abstienen de los deseos carnales” (1 Pedro 2:11) El apóstol Pablo lo describe bien cuando escribe en 1 Tesalonicenses 4:2-8 el llamado que como cristianos tenemos:

“Porque ya sabéis qué instrucciones os dimos por el Señor Jesús; pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación;  que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor; no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios; que ninguno agravie ni engañe en nada a su hermano; porque el Señor es vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y testificado. Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación. Así que, el que desecha esto, no desecha a hombre, sino a Dios, que también nos dio su Espíritu Santo”

A partir del Antiguo y Nuevo testamento podemos ver con claridad que el llamado para el pueblo de Dios es la santificación. Pero ¿Por qué? Porque el Dios que nos ha escogido es santo. Dios es tres veces Santo (Isa 6:1-7) y su santidad es temible y bella (Sal 96:9) y por tanto debemos temblar ante su santidad. Lamentablemente hoy en día se acostumbra a decir que Dios es amor y sin duda lo es, pero nunca debemos considerar un atributo de Dios sin considerar los otros. El amor de Dios, es un amor Santo. Si tenemos una mirada equivocada sobre este punto, nunca vamos a entender el propósito de la disciplina porque vamos a pensar que ejercer disciplina es algo “malo”. El haber sustituido la idea errada del “Dios de amor” que permite cualquier cosa sin castigar el pecado ha sido fatal para la iglesia, porque en definitiva la disciplina es vista como algo opresivo, en vez de mostrarse como algo beneficioso.  Pero en las Escrituras vemos todo lo contrario, vemos que Dios castiga al malo (Sal 34:21; Prov 2.22) y disciplina a su pueblo cuando ellos practican el pecado (Hebreos 12:5-11). ¿Por qué hace esto? Exactamente porque él es Santo y no puede permitir que el pecado se extienda entre su pueblo. Por tanto, uno de los propósitos de la disciplina es mantener al pueblo de Dios reflejando la santidad a la cual fue llamado. La disciplina es necesaria porque lo que está en juego es la vindicación del “nombre de Dios” y la vida del pueblo.
“Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, mientras la casa de Israel moraba en su tierra, la contaminó con sus caminos y con sus obras; como inmundicia de menstruosa fue su camino delante de mí. Y derramé mi ira sobre ellos por la sangre que derramaron sobre la tierra; porque con sus ídolos la contaminaron. Les esparcí por las naciones, y fueron dispersados por las tierras; conforme a sus caminos y conforme a sus obras les juzgué. Y cuando llegaron a las naciones adonde fueron, profanaron mi santo nombre, diciéndose de ellos: Estos son pueblo de Jehová, y de la tierra de él han salido.  Pero he tenido dolor al ver mi santo nombre profanado por la casa de Israel entre las naciones adonde fueron. Por tanto, di a la casa de Israel: Así ha dicho Jehová el Señor: No lo hago por vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de mi santo nombre, el cual profanasteis vosotros entre las naciones adonde habéis llegado. Y santificaré mi grande nombre, profanado entre las naciones, el cual profanasteis vosotros en medio de ellas; y sabrán las naciones que yo soy Jehová, dice Jehová el Señor, cuando sea santificado en vosotros delante de sus ojos” Ezequiel 36:16-23
Esto mismo sucede hoy en día cuando las personas miran hacia la iglesia que no practica la disciplina y dice ¿Esa es la iglesia de Dios? ¿La que permite el pecado? ¿La que permite que un borracho, ladrón, fornicario este entre sus filas? Por lo que el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles, el nombre de Dios es burlado. Y esto es también porque el pueblo de Dios experimenta juicio y falta de poder. Porque no se está viviendo como Dios ha establecido ¿Realmente queremos una iglesia que glorifique a Dios? ¿Qué sea poderosa en la predicación del evangelio? ¿Qué crezca en santidad?  Necesitamos disciplina en ella.

En segundo lugar, Dios ejecuta la disciplina en su pueblo y llama a su pueblo a practicarla. Cuando revisamos el Antiguo testamento podemos encontrarnos con momentos en los cuales Dios elimina de su pueblo a quienes están promoviendo el pecado, como por ejemplo la queja (mato a uno de los extremos del campamento Num 11:1) la murmuración (Lepra de María Num 12:2) la cobardía que promovió la rebelión (Castiga no entrando a la tierra prometida y vagando por el desierto Num 13:31-14:35 los espías cobardes mueren) o el motín más grande contra Moisés conocida como “la rebelión de Coré” (Num 16) en el cual 250 hombres fueron literalmente tragados vivos por la tierra por la rebelión:
“Y aconteció que cuando cesó él de hablar todas estas palabras, se abrió la tierra que estaba debajo de ellos. Abrió la tierra su boca, y los tragó a ellos, a sus casas, a todos los hombres de Coré, y a todos sus bienes. Y ellos, con todo lo que tenían, descendieron vivos al Seol, y los cubrió la tierra, y perecieron de en medio de la congregación. Y todo Israel, los que estaban en derredor de ellos, huyeron al grito de ellos; porque decían: No nos trague también la tierra. También salió fuego de delante de Jehová, y consumió a los doscientos cincuenta hombres que ofrecían el incienso” Números 16:31-35
Dios les dio su pueblo mandatos de apedrear a aquellos que promovían el pecado en el pueblo de Dios. Debían morir apedreados los idolatras, adivinos, el que maldice a los padres, el adultero, el que se acostara con la mujer de su padre, el que practica sexo con los animales, los homosexuales, incesto (Levítico 20) con estos versos vemos que claramente Dios mata a quienes promueven el pecado entre su pueblo.
En el Nuevo testamento vemos que Dios elimina a quienes promueven el pecado en el pueblo, como el caso de Ananías y Safira (Hechos 5:1-11) y los muertos por tratar de forma ligera la Cena del Señor (1 Cor 11:30) por tanto el principio de que Dios puede eliminar a quienes promueven el pecado sigue vigente. Sin embargo, aunque el principio de “eliminar del pueblo de Dios las prácticas pecaminosas sigue vigente” la forma no es la misma. Con esto me refiero a que nosotros no se nos llama a apedrear a los que practican el pecado entre nosotros, pero si se nos llama a excomulgarlos cuando aquella persona no se quiere arrepentir públicamente de su pecado.
La palabra “excomulgar” se usa más en los contextos de la Iglesia Católica Romana y alude a que la persona es apartada de los fieles y privada de los “sacramentos” (ordenanzas). En el contexto evangélico se usa más la palabra “Excomunión” que alude a separar a una persona de la membrecía debido a la práctica continua, constante y publica del pecado. Por ejemplo, supongamos que tenemos un miembro de esta iglesia, del cual nos enteramos que ha estado robando constantemente en su trabajo, esa persona debe ser apartada de la comunión de los santos, o nos enteramos que un miembro casado de nuestra iglesia a engañado a su esposa, entonces el debe ser apartado de los santos (al menos que se arrepienta; debe pasar un proceso de restauración)
Ahora ¿Bajo qué autoridad los creyentes pueden hacer esto? Bajo la autoridad delegada en Cristo (Mt 18:18-20) este sería el último paso después de haber seguido los pasos anteriores antes de hablar personalmente con él para que abandone el pecado, llevar dos testigos para que se arrepienta de su pecado, decirlo a la iglesia para persuadirlo de su pecado. (Mt 18:15-17) Si ninguno de estos pasos fueron suficiente, entonces debe ser expulsado de la comunión y privado de la Cena del Señor. ¿Cuál es el propósito de todo? El propósito de todo esto no es la condena de la persona, porque eso lo juzgará el Señor, sino seguir el principio que hemos venido viendo “eliminar el pecado del pueblo de Dios”. Hay un caso de disciplina en la iglesia en 1 Corintios 5, el cual no examinaremos ahora, pero podemos observar este mismo principio que vemos venido viendo en el verso 13
“Porque a los que están fuera, Dios los juzgará. Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros” 1 Corintios 5:13
El punto de Pablo es que a los que están afuera Dios los va a juzgar y nosotros tenemos que evangelizarlos, pero los que son parte de la iglesia, de la membrecía de la iglesia deben ser juzgados por la palabra de Dios si ellos están viviendo en pecado. Pablo cita en este versículo a Deuteronomio 17:7 el cual está tratando sobre la ejecución del idolatra por dos o tres testigos y luego con la participación de todo el pueblo. Esto nos demuestra claramente que el principio de la disciplina sigue vigente para la iglesia de hoy, de apartar a aquellos que estén practicando el pecado dentro de la membrecía de la iglesia.
¿Qué nos está diciendo a nosotros como iglesia esto? Algo claro, la iglesia es responsable de ejecutar la disciplina a sus miembros cuando es necesario. La iglesia que no actúa de esta forma esta despreciando las claras enseñanzas del Señor. Por lo que se pudiera considerar como una falsa iglesia. ¿Cómo la iglesia tiene tan poco “testimonio” en el mundo? Porque no hay disciplina entre sus miembros, porque se juega a la iglesia y no se actúa de forma seria frente a estos temas.
En tercer lugar, el propósito de la iglesia es para que los creyentes teman. El temor a Dios no es algo malo, pues el “principio de la sabiduría es el temor de Jehová” (Prov 1:7) cuando Dios se presentaba ante el pueblo, el pueblo “temía” (Exo 20:18) como también cuando Dios ejecutaba sus juicios sobre ellos (Num 16:34) cuando murió Ananías y Safira dice que “Y vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que oyeron estas cosas”. En el caso de pecado de los Ancianos se debe seguir el mismo proceso que a cualquier miembro, por lo que se debe investigar y confirmar la acusación por medio de testigos (1 Tim 5:19) fíjense que nos dice que el anciano debe ser reprendido delante de  todos PARA QUE LOS DEMAS TAMBIEN TEMAN (1 Tim 5:20) La disciplina es algo muy bueno, pues  ayuda al creyente a considerar seriamente la práctica del pecado debido a la ofensa a Dios y la reprensión publica por el pecado.
Debido a que vivimos en una época donde las  iglesias no tienen membrecía, no toma en serio el rendición de cuentas continua, no hay práctica de disciplina en ellas, entonces el temor a ello, prácticamente no existe.

En cuarto lugar, el propósito de la disciplina es para mantener la pureza de la iglesia. Dios es santo y llama a su pueblo a ser santo. Y para eso ha establecido las formas en la cuales este pueblo debe ser purificado. Por medio de la constante predicación de la palabra de Dios, por medio de la practicas de las ordenanzas (Bautismo y Cena) y por medio de la disciplina. Dios quiere que los creyentes sean puros, cuando Pablo le escribe a Timoteo le llama a ser ejemplos de los creyentes en “pureza” (1 Tim 4:12) y a mantenerse “puro” (1 Tim 5:22) tenemos muchas exhortaciones donde se nos llama a ser puros en nuestra forma de hablar (Efe 5:3.4;) abunde en nosotros la palabra de Dios (Col 3:16) que no nos corrompamos con “malas conversaciones, porque corrompen las buenas costumbres” (1 Cor 15:33) a que sea renovado constantemente nuestro entendimiento por medio de las Escrituras (Rom 12:2) Pero esta no debe ser solamente una práctica personal de cada creyente, sino que la búsqueda de la pureza debe darse por parte de toda la iglesia de Cristo.

La pureza de la iglesia es tan importante, que es por eso que los estándares para los Ancianos es bien alto (1 Tim 3.1-7) Cristo mismo oró para que los creyente sean santificados por medio de la verdad (Jn 17:17) como también él se entregó por la iglesia para santificarla (Efe 5:25-27). Jesús no se entregó por su iglesia para que viva bajo el pecado sin ningún problema, sino que él se entregó para santificarla y parte del propósito de Dios es ir santificando a su iglesia por medio de la disciplina.  









[1] http://www.chapellibrary.org/files/7514/6135/3480/cdisfgs.pdf
[2] http://www.vidaeterna.org/index.php/historiaiglesia/53-credos/311-confesion-belga.html. Articulo 29. 
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