Pensar el mundo a través de las Escrituras...

martes, 20 de marzo de 2018

Ofrendando a la iglesia (2 Corintios 9:1-15)


Hoy vivimos en una época donde las relaciones entre las personas son “relaciones liquidas” como solía decir un filosofo. Esto hace que las personas se relacionen sin ningún compromiso y por tanto les sea natural viajar de iglesia en iglesia y no comprometerse con ninguna de ellas. Pero desde el principio vemos en las Escrituras que en el pueblo de Dios no es así. En el antiguo pacto la señal para ser considerado dentro del pueblo era la circuncisión (Gen 17:10) y en el nuevo pacto es la circuncisión del corazón que es el bautismo de creyentes (Jer 4:4; Rom 2:28-29) Por tanto aquel que creyera se unía a la iglesia local como miembro de ella. De allí en adelante ellos compartían juntos las oraciones, las enseñanzas, la comida y la vida juntos (Hechos 1:14; 2:43-47) pero sobre todo compartían las necesidades juntos (Hechos 4:32-37). Basados en este compromiso Pablo recolecto de las iglesias las ofrendas para los pobres de la iglesia de Jerusalén (1 Corintios 16). También enseño como debía ofrendarse a algunas viudas de la iglesia local (1 Timoteo 5:3-16 poniéndolas en la lista) y como debía sustentarse a los ancianos de la iglesia que estaban llamados a la enseñanza (1 Timoteo 5:17-20)

Por tanto, la ofrenda como toda la vida cristiana tiene relación con el compromiso con Dios reflejado en una iglesia local. Pablo había comenzado esta enseñanza  en el capítulo 8 les había mostrado el ejemplo de las iglesias de Macedonia que aunque habían estado en pruebas de tribulaciones y en “profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad” (2 Cor 8:2) pues ellos habían dado más allá de sus fuerzas y se habían entregado por completo al Señor.  Por lo que Pablo les dice a los hermanos en Corinto que sean tan diligentes en ofrendar como lo son los hermanos de Macedonia lo habían sido. Ahora Pablo va a volver a retomar este tema (2 Corintios 9:1) pero ahora para enseñarnos los principios que como cristianos debemos tener en mente cuando ofrendemos a la iglesia del Señor.

2 Corintios 9:1-5 Las circunstancias de Corinto

Pablo comienza diciendo que ellos ya saben de la necesidad que los santos tienen, pues ya les había escrito sobre el tema (1 Cor 16:1-3; 2 Cor 8) pues conoce su sincero deseo de dar y por eso se “gloria” (se siente orgulloso) que así sea pues junto con los hermanos de Macedonia. Luego habla de que toda región de Acaya (provincia romana al sur de Grecia) fue estimulada por el ejemplo de los Corintios al querer dar. Ellos habían despertado el celo por dar a la obra del Señor y en la región de Acaya ya se habían preparado de antemano para eso.

Sin embargo Pablo va a enviar a unos hermanos para que cuando llegue Pablo la ofrenda que ellos tengan reunida ya esté preparado y no sean sorprendidos si estar preparados y por tanto sea vergonzoso tanto para ellos como para los hermanos que recogen la ofrenda. Pero ¿Por qué Pablo pensaba que esto podía suceder si el confiaba en los hermanos? No era por ellos sino era por la falsa doctrina que había entrado en sus mentes cuando atacaron el ministerio de Pablo. Las Cartas a Corinto son cartas donde Pablo defiende mucho su ministerio de falsas acusaciones de los falsos maestros.

“Contra los que me acusan, esta es mi defensa” 1 Corintios 9:3

“Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios” 2 Corintios 4:2

“No nos recomendamos, pues, otra vez a vosotros, sino os damos ocasión de gloriaros por nosotros, para que tengáis con qué responder a los que se glorían en las apariencias y no en el corazón”. 2 Corintios 5:12

Solo viendo estos versículos podemos ver que a Pablo se le acusaba de sacar dinero a los hermanos de andar en cosas ocultas con astucia, adulterando las Escrituras y recomendándose a sí mismo, pero Pablo se defiende mostrando que esto no es cierto. Esto era importante hacerlo porque las personas que se creían este tipo de acusaciones afectaba en la ofrenda que ellos ya tenían destinada, pero como las falsas acusaciones crean dudas entonces ahora ya no están dispuestas a ofrendar. Por tanto Pablo envía antes a los hermanos a Corinto por dos razones. La primera razón es que para que ellos se prepararen y cumplan con la promesa de dar la ofrenda que al principio habían destinado a dar, pero que por causa de las acusaciones ahora ya no querían ofrendar. La segunda razón es que es mejor que fueron los hermanos y no el mismo Pablo para que no piense que su “exigencia nuestra” (“propia codicia”) lo que lo motiva a pedir ofrendas.

Estas son las circunstancias que los Corintios enfrentaban. Pero ¿Cuáles son las nuestras? Las de algunos creyentes son muy similares a la que los Corinto enfrentaron, vienen de iglesias de Evangelio de la prosperidad, algunos fueron engañados y tratados como “mercadería con palabras fingidas” (2 Pedro 2:3) por tanto sospechan de todo lo que tenga relación con dinero. Fueron tan manipulados, heridos, lastimados y engañados con respecto a temas de dinero que ahora están en otro extremo pensando que no está bien ofrendar a la iglesia, sin embargo como veremos eso es un error. 

Otra circunstancia es “la circunstancia Chilena”, con esto me refiero a lo tacaño que son los chilenos cuando se trata de dar a la obra del Señor. ¿En qué baso esta afirmación? En mi conversación con hermanos de muchos años en el cristianismo los cuales ven el “diezmo” como una solución para que los cristianos den. Y en mis 10 años de cristiano que he observado como “el cristianismo chileno” tiene muchas más prioridades que la obra de Dios y puede gastar en cualquier cosa sin problemas, pero siempre ha sido reacio a dar a la obra de Dios.

Otra circunstancia es directamente el amor al dinero que algunos creyentes tienen pues ponen toda su confianza en él (1 Tim 6:10) y finalmente podemos pensar en aquellos que son tan desordenados en la administración de los bienes que Dios les da que debido al desorden que ellos tienen no pueden dar de forma continua. Todas estas maneras son circunstancias pecaminosas que los cristianos tienden a caer y justificar el porqué no ofrendar a la iglesia reflejan en el fondo el corazón de la persona.  ¿Qué es lo que tenemos que tener en mente? Tenemos que tener en mente lo que el Apóstol Pablo nos va a enseñar a continuación.

2 Corintios 9:6 La siembra y la cosecha

Pablo comunica a la iglesia Corinto un principio básico sobre el dar y toma por ejemplo lo que era muy común en una sociedad agrícola del siglo primero que es sembrar y cosechar (Mt 13:3-9) Un agricultor era alguien que temprano por las mañanas se esforzaba para sembrar su campo y él sabía que la única manera de cosechar abundantemente era sembrar abundantemente. Si yo siembro una semilla pequeña no puedo esperar una abundancia de frutos al final de la temporada. Es absurdo pensar que se va a cosechar abundantemente sino se cosecha abundantemente.  Este principio se ve por las Escrituras.

“Hay quienes reparten, y les es añadido más; y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza. El alma generosa será prosperada; El que saciaré el también será saciado”.  Proverbios 11:24-25

 “A Jehová presta el que da al pobre, y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar” Proverbios 19:17

Por lo tanto, el principio es que todo lo que “el hombre siembre eso también segará”  sino uno cosecha para la carne va segar corrupción, pero si uno cosecha para el espíritu, segará vida eterna (Gal 6:7-8) Algunos piensan espiritualizar estos textos diciendo que Dios nos llama a sembrar esfuerzos y servicios (y sin duda debe serlo) pero por el contexto se nos está diciendo claramente que debemos sembrar dinero en el reino del Señor.  Pero ¿Qué es lo que segaremos generosamente? ¿Más dinero? No necesariamente. La palabra “Generosamente” viene de una palabra griega “Eulogia” que significa “hablar bien” y que se refiere a pronunciar bendiciones. Por tanto aquel creyente sincero que da para la extensión de la obra del Dios será bendecido por el Señor. Y ¿Cuál será la naturaleza de la bendición? Hay 3 opciones.

Puede ser bendición espiritual. La primera manera de ser bendecidos por sembrar es segar una bendición espiritual. Las personas que tienen mucho dinero pueden fácilmente poner su esperanza en el dinero. Por eso es mejor que ellos den, porque allí son bendecidos espiritualmente al poner más su confianza en el Señor y no en las riquezas que poseen.

A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan su esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir que echen mano de la vida eterna” 1 Timoteo 6:17-19

Pero no solamente es una bendición para los “ricos” dar, sino para toda persona pobre que esta afanada con el enriquecimiento.

“No te afanes por hacerte rico; Sé prudente y desiste. ¿Has de poner tus ojos en las riquezas siendo ningunas? Porque se harán alas como las alas de águila y volaran al cielo” Proverbios 23:4-5.

Por tanto para creyentes que luchan con ese amor por el dinero y afán de enriquecerse el dar a la iglesia es una bendición espiritual para ellos. Como lo es también para los que no luchan con ello.

Puede ser bendición material. La segunda manera de cosechar es que recibamos bendición material. Ciertamente los falsos mensajes han distorsionado esta verdad, pero si Dios quiere después de sembrar el puede bendecirte materialmente. Fíjate lo que dice Proverbios 3:9-10

“Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; y serán llenos tus graneros con abundancia y tus lagares con mosto”

Ciertamente Abraham, Job y Salomón fueron enriquecidos por la mano de Dios, fue la bendición de Dios en sus vidas, pero es vino por la providencia de Dios y por sus santos propósitos.

Puede ser bendición espiritual para la eternidad. La tercera manera de cosechar generosamente es que recibamos recompensa en la eternidad. Las obras de los cristianos van a ser probadas y recibirán recompensa o pérdida.

“Si permaneciere la obra de alguno que sobreedifico, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemaré sufrirá perdida, si bien el mismo será salvo, aunque así como por fuego” 1 Corintios 3:14-15.

1 Corintios 9:7 Dios ama al dador alegre

Después que Pablo nos enseña el sencillo principio de lo que “uno siembra cosecha” ahora nos dice cual debe ser la actitud al sembrar en el reino de Dios. Lo primero debe ser como cada cual propuso en su corazón. La palabra proponer tiene que ver con un “plan premeditado y bien pensando en el corazón”. Esdras se propuso en su corazón enseñar la ley de Dios (Esdras 7:10) y Daniel se propuso en corazón no contaminarse (Dan 1:8). Por supuesto esto presupone orden, reflexión y compromiso delante de Dios. Por tanto el dar de esta manera no quiere  decir que un día llegó y ofrendo de forma impulsiva sin antes haberlo meditado en el corazón.

Pero cuando estés en esa meditación (ese proponer en tu corazón) debes pensar que no debes ofrenda al Señor con “tristeza”. Esta palabra podría entenderse como “dar con reservas” o “con remordimiento”, aunque la palabra más adecuada aquí es “de mala gana” o sea la idea es que vayas a ofrendar al Señor mientras te quejas. El ofrendar de mala gana se puede transformar en el futuro en una “raíz amargura” (Heb 12:15) ya que se hace sin el gozo del Señor. Dar sin el gozo del Señor manifiesta el poco entendimiento de lo que Dios ha hecho por uno.

Otra manera que debes considerar cuando estés en la meditación de dar (proponer en tu corazón) es que no debes dar por “necesidad”. Esto se refiere a presión externa la cual va asociada generalmente al legalismo. Esta forma de dar se puede llegar a transformar en un acto hipócrita de la oración del fariseo el cual de decía: “Diezmo de todo lo que gano” (Luc 18:12) Por tanto quien da de esta manera está actuando como un fariseo más.

Dios ama al dador alegre. Sabemos que Dios ama al mundo en cierta manera (Jn 3:16) pues derramaba lluvias sobre buenos y malos (Mt 5.45) y sabemos que además ama a sus escogidos de una forma particular y única (Jn 10:27-30) pero además de esto Dios nos dice que ama al dador alegre. Esta es la única parte de las Escrituras donde se expresa esto. Esto quiere decir que Dios no se agrada de quien da de mala gana o por presiones externas. Si ofrendas al Señor con estas actitudes Dios va aborrecer tu ofrenda, es mejor que la des a una entidad de caridad antes de darla al reino del Señor si eso hay en tu corazón.

Hay un cristiano que se llamaba Robert Gilmour (1888-1969) el no tuvo una educación formal, sin embargo el fue un prolífico inventor de maquinas de movimiento de tierras. Debido a que su invento se desarrollo durante la segunda guerra mundial sus maquinas se hicieron muy necesarias en aquella época y poco a poco fue obteniendo muchas ganancias. Debido a todo el dinero que ganaba el vivió por muchos años con el 10% de sus ganancias y daba el 90 % a las diferentes iglesias o misiones. El decía “La cuestión no es cuánto dinero entrego a Dios, sino más bien con cuánto dinero me quedo”. El se hizo muy famoso por su estilo de vida y llego a ser conocido como el “el empresario de Dios”. Entonces ¿Has propuesto ofrendar al reino de Dios? ¿Cómo vas a ofrendar con tristeza o por necesidad? ¿Estás ofrendando delante de Dios con libertad y gozo?

1 Corintios 9:8-11 Dios nos da para dar.

Pablo nos recuerda que Dios nos ha dado a nosotros de toda la gracia. Nos ha dado la vida, la salvación (Efe 2:8) los dones espirituales (1 Cor 12) las promesas celestiales (Efe 1:4-12) pero en el contexto este palabra “gracia” se refiere a dinero y bienes materiales. Dios es el dueño de toda “la plata y el oro” (Hageo 2:8) y por tanto nos podría proveer de eso si quisiera, pero Dios es quien nos sustenta con nuestro hogar, con ropa, comida y muchas otras comodidades en las cuales ni siquiera pensamos. Pero todo esto que nos da no es solamente para satisfacer nuestros deseos egoístas, sino que es para que lo pongamos al servicio del reino de Dios. Dios nos ha dado de gracia abundante materialmente para que también practiquemos toda buena obra.

Pablo para probar todo lo que viene diciendo citas las Escrituras. En primer lugar cita el Salmos 112:9 y luego mezcla dos versículos: Isaías 55:10 y Oseas 10:12

“Repartió, dio a los pobres; su justicia permanece para siempre” Salmos 112:9

“Y da semilla al que siembra y pan al que come” Isaías 55:10

“Sembrad para vosotros en justicia, segad para vosotros en misericordia” Oseas 10:12

Con esta combinación de pasajes Pablo nos demuestra que Dios nos ha dado para que nosotros ofrendemos a la iglesia del Señor. Tú das y Dios te da para que puedas seguir dando. Se nos dice que los que damos (el dador alegre) somos “enriquecidos en todo” hemos sido enriquecidos espiritualmente, económicamente, intelectualmente, socialmente, temporalmente, eternamente. Por tanto con todas esas riquezas que tenemos en Cristo debemos dar a otros.

Es común que nosotros pensemos que somos ricos espiritualmente, pero no materialmente. Los conceptos de “rico” y “pobre” tienen a ser relativos en las culturas, pero si nos vemos a la luz de toda la historia de la humanidad y de muchos otros países que existen alrededor del mundo ¡realmente somos ricos! Considera lo siguiente: Chile era un país que moría por desnutrición y ahora es un país que tiene una de las tasas más altas en obesidad. ¿A qué crees que se debe sino a la excesiva comida que tenemos y eso como se explica sino que tenemos mucho más dinero? ¿A qué se debe el problema del consumismo sino en que la gente gasta el dinero en cosas que no necesita? Piensa en las cosas que tienes en tu hogar refrigerador, cocina, calefón, microondas, etc. A la luz de toda la historia de la humanidad eres rico. Ahora pensemos en las Escrituras, tenemos acceso a libros, diccionarios, comentarios, libros virtuales, cuadernos, carpetas, lápices, pizarra ¡Todo eso no existió en gran parte de la humanidad! ¿A qué se debe sino que hay mas acceso y por ende más dinero? Quiero simplemente demostrarte que históricamente somos ricos. Y todos nosotros hemos sido bendecidos mucho materialmente, más de lo que generalmente pensamos. Por tanto cada uno de nosotros seremos juzgados por Dios por toda la riqueza que tuvimos y la usamos para nuestros propios deleites egoístas y no para la extensión de la obra de Dios.

2 Corintios 9:12-15 Lo que produce ofrendar

Por último Pablo nos dice que el ofrendar a la iglesia produce varias cosas sorprendentes entre los mismos hermanos. En primer lugar, es lo más obvio suple las necesidades de los santos. Ya vimos que las tres necesidades de los santos son el dar para los pobres, el dar para las viudas que cumplan ciertos requisitos (1 Tim 5:3-15) y el dar para los ancianos (1 Tim 5:16-20) por  tanto el dar cumple con ese propósito.

En segundo lugar, el dar produce agradecimientos de parte de quien recibe: ¿Cómo no va a agradecer el hermano pobre a Dios porque ha sido bendecido con una ofrenda? ¿Cómo no va sentirse agradecida la viuda que es sustentada por la iglesia? ¿Cómo no va a sentirse honrado el anciano es sustentado por la iglesia? Todos ellos van levantar constantes acciones de gracia al Señor por toda la providencia de Dios en su vida.

En tercer lugar, el que los hermanos estén dispuestos a dar para la obra de Dios evidencia por los frutos que el aquellos creyentes son genuinos. A pesar de que los Corintios habían tenido dudas de dar en un principio por las sospechas que los falsos maestros habían levantado sobre Pablo, ellos habían ofrendado y así habían confirmado con obras su verdadera fe.

En cuarto y último lugar se alaba a Dios por la gracia que el mismo había dado en la iglesia de Corinto. Pues esta gracia no habría sido posible sin la ofrenda voluntaria, libre, perfecta, abundante, infinita que es la ofrenda que nuestro Señor Jesucristo. Gracias al Señor por su obra en la cruz del calvario la cual nos permite ofrendar al Señor en su iglesia y extender su reino para su gloria.

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