Es muy común caminar por las calles de Valparaíso y leer
constantemente frases como “abajo el patriarcado” “no más heteropatriarcado”
“mujeres libres” etc. Esto es porque hay una filosofía que esta predominando en nuestra cultura y se llama “feminismo”.
El origen de esta filosofía se cree que comenzó en la
revolución francesa con una mujer llamada Olimpia de Gourges en su “Declaración
de los derechos de la mujer y la ciudadanía”[2]
(1791) sin embargo otros postulan que comenzó con la inglesa Mary
Wollstonecraft que publico una obra llamada “Una Vindicación de los derechos de
la mujer” en 1792[3].
Pero con cualquiera que haya comenzado, lo cierto es ambas proponían igualdad
civiles, políticas, laborales y educativas. En 1842 una pensadora llamada Flora
Tristán publicaría un programa político en donde vincularía las vindicaciones
de la mujer con las luchas obreras. En Estados Unidos se levantaría un
movimiento feminista conocido como “las sufragistas” las cuales buscaban tener
el mismo derecho que los hombres para votar, en este movimiento estuvieron
mujeres como Lucretia Mott, Lucy Stone, Elizabeth Candy Staton. Este movimiento
feminista se le conoce hoy en día como la primera “ola del feminismo” en donde
la critica esencial está en la igualdad de ley entre hombres y mujeres.
La segunda “ola feminista” comienza después de la segunda
guerra mundial con una filosofa francesa llamada Simone de Beauvoir la cual
escribió un libro llamado “El segundo Sexo” publicado en 1949. La tesis central
de este libro era la idea de que a la mujer se le ha asignado un rol de segunda
clase en esta sociedad, por lo que no se le permitía asumir la responsabilidad
en su vida. Ella dice:
“la mujer
debe ser obligada a proveer para sí misma…; el matrimonio debe estar basado en
un acuerdo libre que los esposos puedan romper cuando quieran; la maternidad
debe ser voluntaria, lo que significa que la contracepción y el aborto deben
ser autorizados y que… todas las madres y sus hijos deben tener los mismos
derechos, dentro y fuera del matrimonio; el estado debe proveer licencias para
las embarazadas y asumir la responsabilidad de los hijos[4]”
Otro libro que contribuyo a "la segunda ola" fue el de Betty
Friedan llamado “La mística de la feminidad” (1963). En este libro ella seguía la
misma tesis de Beauvoir y cuestionaba todo lo que se conocía tradicionalmente
de mujer. Este movimiento va más allá que la primera ola y ahora cuestiona la
sexualidad, la familia y el lugar de trabajo de la mujer.
La tercera “ola feminista” se cree que comenzó desde 1990
y se mantiene vigente hasta la actualidad. En este movimiento hay diversas
ramas como la poscolonial, ecofeminismo, transexualidad, etc. Las propuestas filosóficas
de este movimiento son diversas pero en general atacan a los hombres y
consideran que el sistema es “patriarcal[5]”.
La Rae[6]
define el patriarcado[7]
como “organización social primitiva en que la autoridad es ejercida por un
varón jefe de cada familia, extendiéndose
este poder a los parientes aun más cercano”. Generalmente argumentan que
hay violencia contra las mujeres y que hay desigualdades salariales entre
hombres y mujeres.
El movimiento feminista en
la teología
El primer trabajo feminista relacionado con el
cristianismo es de un grupo de mujeres norteamericanas, lideradas por Elizabeth
Candy Staton (1815-1902), las cuales se reunieron periódicamente para releer e
interpretar las Escrituras con una nueva “conciencia femenina”. El resultado de
estas reuniones fue una Biblia de la mujer (Woman´s Biblie) que causo mucho
revuelo en Estados Unidos.[8] El
primer trabajo feminista dentro de la iglesia fue expuesto por una mujer
llamada Katherine Bliss en 1952[9].
Ella argumento que a pesar de que la mujer realiza muchas cosas en la iglesia,
ellas no participan en puestos de liderazgos tales como la enseñanza,
predicación o pastoras. Ella hizo un llamado a revaluar estas posturas. Debido
a este escrito, el año siguiente (1953) se escribieron varios artículos sobre
“el síndrome de las mujeres limitadas a los papeles de casa y esposa”. En 1961
el Consejo Mundial de Iglesias[10]
repartió un panfleto titulado “En cuanto a la ordenación” llamado a las
iglesias afiliadas a reexaminar sus creencias en cuanto a la ordenación
femenina. Así es como este tema fue adoptado con muchas denominaciones
cristianas. Los argumentos que ellas plantearon no fueron claros, sino que
simplemente acusaban a la iglesia de “sexista” en este punto.
Las "cristianas feministas" tuvieron que argumentar de
mejor manera sus puntos porque la historia cristiana mostraba que jamás han
existido “mujeres en la ordenación de pastores”. Ellas simplemente dijeron que
los padres de la iglesia, los reformadores y toda la historia cristiana
estuvieron influenciados por el patriarcado. Luego comenzaron a argumentar
desde la Biblia diciendo que la interpretación de Génesis donde se pone al
hombre como autoridad es una mala interpretación (Gen 3:16) La tesis central de
las feministas cristinas es que hay igualad entre hombres y mujeres (Gal 3:28).
Con el tiempo se han sumado más argumentos bíblicos como poner ejemplos de
mujeres importantes (Jueces 4 Debora; Ester) que Jesús tuvo discípulas (Mc
15:40-41) que hubo diaconisas (Rom 16:1) que
existió una “apostola” (Rom 16:7) que los dones Dios lo reparte como
quiere (1 Cor 12:4-31).
Después de esta controversia nace la “teología
feminista”. Esta teología se considera como una teología contextual porque nace
a partir de las experiencias de las mujeres.[11]
Entre las teólogas que destacan están Mary Daly, Phyllis Trible, Elizabeth
Shussler Fiorenza, Rosemary Radford Ruether, Letty Rusell. Este movimiento de
cristianas feministas se ha vuelto más radical hasta el punto de apoyar el
lesbianismo. Por ejemplo en 1970 Kate Millet fue una líder feminista que
admitió públicamente ser lesbiana y a partir de este momento existió el
“movimiento lesbiano” dentro de la iglesia para presionar la ordenación de
mujeres lesbianas al ministerio pastoral, así como también homosexuales. Lo
interesante de todos estos movimientos es que los mismos argumentos que se usan
para la ordenación femenina se usan para la aprobación de los homosexuales en
la iglesia.
La feminización de la
iglesia
Debido a la influencia del feminismo secular y
“cristiano” la idea de los roles es algo muy olvidado dentro del cristianismo
actual. De tal forma que dentro de la teología de hoy en día, existe un debate
entre “egalitarismo” (iguales en todo sentido para Dios) y “complementarismo”
(iguales espiritualmente, pero con roles diferentes). En muchas denominaciones
cristianas es casi una herejía oponerse al ministerio femenino y debido a eso
la iglesia está completamente feminizada. Esta es una de las razones porque se
piensa que la iglesia se enfoca tanto en los sentimientos en vez que los
pensamientos. Porque las iglesias son guiadas y dirigidas por mujeres y se está
pensando más en lo que se “siente” en vez de lo que dice la Escritura. Un
anciano llamado Brian M. Abshire[12]
escribió un artículo llamado “hombres amanerados en el pulpito”[13] y
él expresa lo siguiente:
“Un clero feminizado
quiere decir que la iglesia no funciona bíblicamente. Una parte crucial de las
responsabilidades de dominio del hombre es la adjudicación. Un hombre piadoso
es alguien que resuelve problemas, enfocando su atención en los asuntos que
están a su alcance. Las mujeres, por otra parte, creadas para un papel
relacional, con frecuencia desean hablar de los problemas. Una queja común de
las esposas es que “él no me habla” cuando en realidad lo que quiere decir es
que él no quiere hablar acerca de problemas, él quiere resolverlos. Pero ella
no necesariamente quiere que un problema sea resuelto; probablemente ya conozca
la solución. Lo que quiere es relacionarse, y eso significa hablar, hablar y
hablar… Cuando el clero está feminizado, los hombres tienden a tratar los
problemas en la iglesia de la manera en que las mujeres atienden los problemas
en el hogar, algo sobre lo cual hablar (me atrevo a decir, ¿algo sobre lo cual
“lloriquear”?) pero no algo que debe ser resuelto. Como resultado los problemas
tienden a hacerse más grandes y profundos, porque nadie quiere confrontar el pecado.
El argumento del autor es que cuando tenemos un “clero” feminizado entonces
tenemos una actitud “femenina” en la manera de tratar las cosas. Por lo que
evitamos confrontar directamente a las personas en sus pecados. Esto es porque
por naturaleza los hombres tendemos a ser más directos que las mujeres.
Segundo, los hombres
feminizados no pueden soportar la presión. En lugar de asumir una posición por
lo que es correcto y luego hacer lo que es correcto, un pastor feminizado
quiere paz, paz a cualquier precio. Un par de llamadas telefónicas
desagradables, una pocas quejas sobre su predicación y se siente como el tanque
de agua que se drena al tirar de la cadena. A lo largo de los años he
aconsejado a algunos pocos hombres deseosos de entrar al ministerio. Para mí,
la prueba crucial de si son o no verdaderamente llamados por Dios es si pueden
soportar el calor que las iglesias incluso más sanas generan de manera regular.
El pastor, con razón o sin ella, con frecuencia es el foco de las críticas más
descabelladas. Un HOMBRE piadoso puede hacer lo que es correcto,
independientemente de lo que otros puedan pensar o decir. Un hombre feminizado
se ve aplastado por la crítica, y se vuelve loco tratando de aplacar a todos.
Los hombres feminizados por nuestra cultura, se sienten
rápidamente destruidos cuando son criticados y esto es porque “tratan de
agradar” a todos y se preocupan mucho por lo que “sienten”.
Tercero, los pastores
feminizados predican cosas vanas. Predican esas cosas porque los estadounidenses
modernos han sido seducidos por un Arminianismo sensual que apela a las
emociones. Las mujeres tienden a encontrar al Arminianismo más emocionalmente
atractivo que la “fría” precisión de la ortodoxia clásica Reformada. Y así,
dado que los pastores “amanerados” quieren apelar a las mujeres, los miembros
más influyentes y que se dejan oír, predican sermones con toda la nutrición
espiritual de un bastoncito de dulce (¿recuerda toda aquella azúcar
coloreada?). Sin embargo, algunos “hombres” se las arreglan para evitar el
calor predicando sermones interesantes pero irrelevantes teniendo como meta
mantener feliz a la gente. Es triste decirlo, pero abundan muchos ejemplos en
los círculos Reformados donde la sana teología todavía es bastante necesaria.
Los pastores predican sermones puramente teóricos enfocándose en asuntos
doctrinales oscuros, que aunque ciertos, nunca se aplican de manera específica.
Como ve, es la aplicación lo que es peligroso; es mucho, mucho más seguro
mantener el asunto en el plano teórico. Si te vuelves práctico la gente podría
en realidad ser retada a hacer algo. Y si no quieren hacer ese algo, bueno,
entonces… ¡comienzan las llamadas telefónicas!
Debido a que los pastores feminizados buscan agradar a
las personas, ellos no predican sermones doctrinales, sino que se enfocan en lo
“dulce” y practico. Es común que se hable del “amor de Dios” y de cómo Dios me
ama tanto que no puede vivir sin mí. Esto es puro narcicismo femenino.
¿Cómo resolvemos el problema? Tiene que
comenzar con los esposos asumiendo su responsabilidad en el hogar. Y no podrán
hacerlo, y no lo harán, a menos que tengan una cosmovisión Bíblica global que
lo abarque todo. Es tarea del hombre tomar dominio, y por lo tanto, necesitamos
hombres que puedan pensar y actuar bíblicamente. Pero, para ser un líder,
tienes que saber hacia dónde estás yendo, y qué es necesario para llegar allí.
Si no eres un hombre de la Palabra, entonces no serás el hombre de tu hogar.
La solución al problema de la feminización es comenzar a
cumplir nuestro rol desde el hogar. Los hombres debemos ser quienes guiemos a
nuestra familia con la palabra de Dios y que nuestra familia nos vea como
referentes en esta área.
Segundo, los padres necesitan
entrenar a sus hijos para el dominio. Esto requiere al menos pasar tiempo con
los hijos y no dejar toda la crianza de los niños a la madre. Los hijos
necesitan ver a un padre fuerte, que resuelva problemas, que asuma la
responsabilidad y que dirija la familia. Los papás necesitan dirigir la
adoración en familia, catequizar a los hijos, y trabajar con ellos en
proyectos. Necesitan sacar sus glúteos máximus del sofá y comenzar a
involucrarse con sus chicos. Si no eres un tigre en el hogar, entonces solo
eres un tigre de papel en el mundo.
Los hombres debemos abandonar nuestra pasividad e
involucrarnos totalmente en la crianza de nuestros hijos. La esposa y los hijos
deben ver en el padre un hombre que provee la seguridad de su familia.
Tercero, lo que los
chicos ven modelado en sus padres es lo que tendrán la tendencia a reproducir
en sus propias vidas. Por lo tanto, Papá tiene que darse a la tarea de aprender
como amar a su esposa, cuidar de ella, pero más importante, aprender a
DIRIGIRLA. Si Mamá dirige el hogar, es mejor que crea que los hijos verán y
seguirán el modelo. Las niñas pequeñas se convertirán en chicas grandes,
creyendo que mandar al hombre es la cosa más normal y natural que se debe
hacer. Y los chicos pequeños crecerán hasta convertirse en adolescentes
permanentes, pensando que la vida tiene que ver con la irresponsabilidad y con
jugar juegos en lugar de bregar con el dominio, el liderazgo y el servicio.
La esposa y los hijos van ver en su padre la referencia
de hombre para el mundo. Si ven un hombre pasivo e irresponsable en la obra de
Dios, no se puede esperar que ello sea activo y responsable. Al ser el cabeza
de hogar ellos van a responder delante de Dios.
El Cristianismo Bíblico no es ni masculino ni
femenino; los abarca a ambos. Pero en la Iglesia, como en la familia, Dios ha
llamado tanto a los hombres como a las mujeres a afirmarse mutuamente, aún
cuando tengan papeles distintos. Y esos papeles requieren que los hombres sean
hombres; que tomen una posición con firmeza, que hablen la verdad, que
resuelvan problemas y que hagan una diferencia en el mundo para Cristo. Y si
queremos hombres en la Iglesia, tenemos que tener hombres de verdad en el
púlpito. Dejemos que los “hombres amanerados” se vayan a jugar con sus temas
comunes, mientras los hombres se sientan para tomar alguna carne espiritual”
La respuesta es bastante clara al problema de la
“feminización de la iglesia”. Necesitamos hombres que actúen conforme al rol
que Dios les ha dado. Pero ¿Enseña la Biblia el liderazgo exclusivamente
masculino? Lo veremos en la próxima clase.
[1]
Un libro para estudiar más en detalle este tema es “Los feminismos a través de
la historia, Ana de Miguel Álvarez”.
[2]
http://portales.te.gob.mx/genero/sites/default/files/Feminismo%20aula%20casa_0.pdf
[3]
https://blogs-es.thegospelcoalition.org/sugel-michelen/el-movimiento-feminista/
[4]
https://blogs-es.thegospelcoalition.org/sugel-michelen/el-movimiento-feminista/
[5]
La píldora roja, es un buen documental que muestra cuales han sido las
consecuencias de este feminismo. https://www.youtube.com/watch?v=yJOlIm5_wGs
[6]
http://dle.rae.es/srv/search?m=30&w=patriarcado
[7]
Gerda Lerder. La creación del Patriarcado.
[8]
La teología del Siglo XX. Roberto Gibellini. Página 445.
[9]
https://reformadoreformandome.wordpress.com/2008/12/29/pastoras-ancianas-y-diaconisas-una-perspectiva-biblica/
[10]
http://www.oikoumene.org/es
[11]
http://theologicaxaveriana.javeriana.edu.co/UserFiles/Descarga/ediciones/140/Teologia%20de%20la%20mujer%20feminismo%20y%20genero%20-%20140.pdf
[12]
https://www.sermonaudio.com/search.asp?speakeronly=true&currsection=sermonsspeaker&keyword=Brian_Abshire
[13]
https://www.contra-mundum.org/castellano/abshire/Girlie_pulpit.pdf
Muy intenso el estudio. Necesito releerlo y mirarlo detalladamente, muy buena informacion y digna de considerar.
ResponderBorrarDe nada, Dios te bendiga.
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