Pensar el mundo a través de las Escrituras...

martes, 15 de octubre de 2019

Jesús y el leproso Mateo 8:1-4


Cuando Jesús termina el sermón del monte muchas personas están admirada, impresionadas o asombradas por la manera en la cual el Señor había enseñado todas las cosas que los escribas también habían intentado enseñar pero no lo habían hecho con la misma autoridad que Jesucristo lo había hecho (Mt 7:28-29) Y ahora Jesús se propone a mostrar todo lo que había enseñado en el sermón del monte de forma práctica. Varios comentaristas han dicho que el sermón del monte son los dichos o palabras de Jesús y los milagros de Jesús que hay en esta sección son las obras u actos de Jesús[1]. Si observamos con cuidado el capítulo 8 y 9 de Mateo nos vamos a encontrar con 9 milagros de Jesús que son sanidades, control de la naturaleza o exorcismos que él va a realizar a diversas personas como un leproso, un hombre enfermo, la suegra de Pedro y otros enfermos, calmar la tempestad, endemoniados, paralíticos, enfermo de muerte y mudos (aunque algunos sostienen que hay 10 milagros)

Esto toma mayor sentido si consideramos que el evangelio de Juan está construido a partir de señales que manifestaban que las obras de Jesús manifestaban su divinidad. Por ejemplo en varias ocasiones cuando Jesús era criticado por hacer milagros el respondía que el había venido hacer las obras del Padre y que serían juzgado por no creer en las obras del Padre.

“Y es que el Padre ama al Hijo, y le muestra todo lo que él hace; y mayores obras que estas le mostrara, para el asombro de ustedes” Juan 5:20

“Pero yo cuento con un testimonio mayor que el de Juan, y son las obras que el Padre me dio par que llevara a cabo. Las obras mismas que yo hago son las que dan testimonio de mí, y de que el Padre me ha enviado” Juan 5:36

“Jesús les respondió: Ya se lo he dicho, y ustedes no creen; pero las obras que yo hago en nombre de mi Padre son las que dan testimonio de mi” Juan 10:25

“Si no hago las obras de mi Padre, no me crean. Pero si la hago, crean a las obras, aunque no me crean a mí, para que sepan y crean que el Padre está en mí, y que yo estoy en el Padre”

“Si yo no hubiera hecho entre ellos las obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora las han visto y nos han aborrecido tanto a mi como mi Padre” Juan 15:24

Por tanto, al igual que Jesús lo había hecho con las palabras en el sermón del monte ahora con los hechos manifestaba quien era realmente él.

Mucha gente sigue a Jesús Mateo 8:1

Jesús comenzó a predicar y llamo a Pedro, Andrés, Jacobo y Juan para que lo siguieran (Mateo 4:12-22) Luego de eso Jesús recorría toda Galilea y su fama se difundió. Así nos relata el final del capítulo 4:25

“Y lo seguía mucha gente de Galilea, de Decapolis, de Jerusalén, de Judea y del otro lado del Jordán”  

Y también comienza Jesús viendo una multitud (Mateo 5:1) antes de subir al monte y empezar el sermón del monte. Al terminar el sermón el “desciende del monte” y vemos que la “gente que se admiraba” (Mt 7:29) y luego a lo largo de los evangelios que la “gente rodeaba a Jesús” (Mt 8:18) y que Jesús al seguir con su ministerio de predicación y sanidad él tendría compasión de las multitudes. Mateo 9:35-36

“Jesús recorría todas las ciudades y las aldeas, y enseñaba en las sinagogas de ellos, predicaba el evangelio del reino y sanaba toda enfermedad y toda dolencia del pueblo. Al ver las multitudes, Jesús tuvo compasión de ellas porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor”

Los evangelios nos muestran que las personas seguían a Jesús por diversas razones. Algunos pensaban que sería el libertador militar que los libraría de la opresión de Roma por eso querían hacerlo rey (Jn 6:15) otros lo seguían porque pensaban que iba a solucionar todos los problemas materiales (Jn 6:26) y probablemente algunos pensaban que él venía a eliminar la pobreza del mundo (Jn 12:4-8) Estos pensamientos no son exclusivamente del primer siglo ya que en la actualidad las personas también siguen a Jesús por estas razones o por otras. En la actualidad hay personas que sufren alguna enfermedad y hay falsos maestros enseñando que Jesús va a sanarles todas las enfermedades que tengan de forma inmediata pero aunque Jesús puede hacerlo él no está obligado a hacerlo y ni siquiera es lo central del evangelio. Hay otros que tienen problemas matrimoniales o con los hijos y piensan que al acercarse a Jesús van a poder resolver sus problemas pero no se dan cuenta que el verdadero problema lo tienen en su corazón que necesita ser transformado por el evangelio. O puedes ser que tú que estas sentado y escuchando la predicación del evangelio de forma constante consideres a Jesús como un simple ejemplo moral o un gran maestro pero en realidad no te has dado cuenta quien es realmente Jesucristo ¿Por qué sigues a Jesús? ¿Qué esperas de el? ¿Cómo sabes que no lo sigues solamente por lo que él te puede dar y no por quien es realmente?

El leproso se acerca Mateo 8:2

La lepra es una enfermedad infecciosa crónica, caracterizada principalmente por síntomas cutáneos y nerviosos, sobre todo tubérculos, manchas, ulceras y anestesias.[2] La misma palabra “lepra viene de la palabra griega “lepos o lepis” que significa escama. Algunos creen que la lepra del mundo antiguo es igual a la enfermedad de Hansen en la actualidad[3], pero no todos están seguros que sea lo mismo. Sin embargo ambas son muy similares. William Hendriksen describe como era la lepra en el mundo antiguo.[4]

“La enfermedad que en la actualidad llamamos lepra generalmente empieza con dolor en ciertas zonas del cuerpo. Luego sigue el entumecimiento de miembros. Pronto la piel pierde su color original en aquellos puntos. Comienza a engrosarse, a ponerse brillante y escamosa… a medida que progresa la enfermedad, los lugares donde la piel se ha engrosado llega a tener llagas sucias y ulceras provocadas por un pobre riego sanguíneo. La piel, especialmente alrededor de los ojos y de las orejas, comienza a formar protuberancias con profundos surcos entre las hinchazones, de tal modo que el rostro de la persona afectada comienza a parecerse a la cara de un león. Los dedos se caen o son absorbidos; los dedos de los pies se ven afectados de la misma manera. Se caen las cejas y las pestañas. Ya ahora se puede ver que la persona en esta lamentable condición leprosa. Al tocar con el dedo también se puede palpar. Aun se puede oler, porque el leproso emite un olor muy desagradable. Además, en vista del hecho que el agente productor de la enfermedad frecuentemente ataca también la laringe, la voz del leproso adquiere aspereza. “Su garganta adquiere ronquera, y ahora no solamente puede palpar, ver y oler al leproso, sino también se puede oír su desagradable voz. Y si usted permanece con él durante un tiempo, puede imaginar un sabor peculiar en la boca, probablemente provocado por el olor. Todos los sentidos de una persona sana captan la presencia de la lepra”

En el Antiguo testamento las personas con lepras debían ser examinadas por el sacerdote para proteger al pueblo. Levítico 13:43-46

“El sacerdote lo examinara, y si la hinchazón de la llaga blanca o rojiza en su calva o en su anti calva tiene el aspecto de la lepra de piel, entonces ese hombre esta leproso y es inmundo. Así lo declara el sacerdote. Es impuro por la llaga que tiene en la cabeza. La persona leprosa y llagada se vestirá con andrajos y andara con la cabeza descubierta, y cubriéndose la boca gritara: “¡Impuro! ¡Impuro!”. Mientras la llaga permanezca en él, será impuro y vivirá solo y fuera del campamento”

Las personas con lepra sufrían la exclusión social debido a su enfermedad, pero además sufrían la exclusión moral debido a que se comenzó a pensar que las personas con lepras (u otras enfermedades) eran maldecidas por Dios. Esto lo podemos ver en los argumentos que los amigos de Job los cuales le dicen que si Job estaba sufriendo era por algún pecado que el había realizado (Job 4:7; 8:20; 11:6) y también lo vemos cuando los discípulos del Señor preguntan a Jesús acerca de un ciego que si era ciego por causa del pecado de sus padres o de su propio pecado y el Señor responde que por ninguna de las dos maneras sino solamente para que la gloria de Dios se manifestara (Jn 9:2) La teología de los maestros de la ley había llevado estos mandatos ceremoniales al extremo que los leprosos o cualquier persona con otra enfermedad eran visto como personas maldecidas por Dios y a las cuales ni siquiera se les podía dirigir la palabra.

Las Escrituras nos dicen que el leproso se acercó a Jesús y a partir del versículo 2 podemos ver 3 maneras en las cuales el leproso se acercó a Jesús. En primer lugar el leproso se acercó con confianza. Es probable que el leproso haya visto de lejos o escuchado por testimonio de otras personas lo que Jesucristo hacía. Sabiendo que los escribas, fariseos y maestros de la ley veían a las personas como el cómo maldecidas por Dios y jamás se acercarían el ya había visto u oído que Jesús se acercaba a las personas más excluidas y pecadoras de la sociedad. Debido a eso el leproso tuvo confianza para acercarse a Cristo pues creía que él no lo iba a rechazar como era la común entre las personas de su época. Esto nos dice algo muy extraordinario acerca del evangelio y es que en el evangelio no hay raza mayor que otra, no hay estrato social mayor que otro, no hay sexo mayor que otro. Gálatas 3:27-29

“Porque todos ustedes, los que han sido bautizados en Cristo, están revestidos de Cristo. Ya no hay judío, ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer, sino que todos ustedes son uno en Cristo Jesús. Y si ustedes son de Cristo, ciertamente son linaje de Abraham y, según la promesa, herederos”

Nuestra sociedad vive constantemente preocupada por los excluidos sociales y hay grupos religiosos que luchan porque no hayan excluidos sociales[5]. Esto es algo bueno de hacer pero se equivocan cuando piensan que esto se va eliminar por nuestras propias fuerzas ya que esto solamente puede ser producido por el evangelio. Aunque nuestro mundo viva en desconfianza y exclusión el uno al otro en Cristo podemos encontrar confianza para acércanos a él. Hebreos 4:16

“Por tanto, acerquémonos confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para cuando necesitemos ayuda”

En segundo lugar el leproso se acercó con reverencia. Al acercarse a Jesús lo primero que hizo el leproso es que se “arrodillo ante él y le dijo: Señor”. La palabra para arrodillarse allí es la palabra griega “proskuneo” que se traduce generalmente como “adorar” (Mt 2:2; 4:9; 10; Jn 4:20-24; Hch 7:23; Apo 4:10; 19:10) la actitud de reverencia se ve desde el principio cuando él se acerca a Jesús. Pero además de arrodillarse delante de Jesús él lo llamo “Señor”. Los discípulos usaron la palabra “Señor” como sentido de respeto en algunas ocasiones (Mt 18:21; 26:22) como también en el sentido de Señor de todas las cosas (Rom 10:9; 1 Cor 8:6) Por tanto podemos pensar que el leproso tenía un leve entendimiento de quien era Jesucristo. Tal vez comprendía que se estaba acercando al Mesías redentor que había sido prometido en las Escrituras del Antiguo testamento. Cuando vemos algunos registros de las personas que se acercaron o encontraron con Dios vemos que todos ellos se encontraban con reverencia delante de Dios. ¿Recuerdan el encuentro de Moisés con Dios? La Escritura nos dice que Moisés cubrió su rostro porque tuvo miedo de mirar a Dios (Exo 3:6) ¿Recuerdan el encuentro de Isaías con Dios? Él se sintió de labios inmundos delante de su presencia (Isa 6:5) ¿Recuerdan el encuentro de Pedro con Jesús en la pesca milagrosa? Pedro cayo se rodillas y le dijo a Jesús que se apartara de un hombre pecador como él (Lc 5:8)

Nadie de nosotros puede quedar indiferente cuando comprende quien es verdaderamente Jesucristo. Ninguno de nosotros va delante de Dios para jactarse de todo lo bueno que ha hecho o de todas las grandes obras que ha realizado para él. Alguien que ha sido transformado por Dios y comprendido que es un leproso pecador que ha quebrantado toda la ley de Dios y ha hecho todo lo contrario de lo que el mandando se presenta delante del Señor con reverencia a reconocer su gracia y misericordia. ¿Así es como te presentas a Dios? ¿Así es como te diriges ante el Señor?  ¿Es esa la actitud de tu corazón?

En tercer lugar el leproso se acercó con humildad y fe. El leproso al estar frente a la grandeza de Jesús pidió humildemente que si él quería podría limpiarlo. El leproso no llego con exigencias delante de Cristo pues eso sería absurdo pues él no tenía ninguna obligación de sanarlo. Pero además de humildad el leproso se acercó con fe pues ¿Cómo sabía el que Jesús podía sanarlo? ¿Cómo era posible curar una enfermedad que no tenía cura? ¿En qué basada su afirmación para pedirle a Jesús algo así? El leproso tenia fe en lo que había visto y oído de la persona de Jesucristo y es por eso al tener fe en el cree que es posible que él lo sane de forma inmediata. 

Esto es muy interesante si lo ponemos en contraste con esa falsa enseñanza de algunos maestros que sostienen que tú puedes exigirle cosas a Dios, que podemos declarar o mandar a Dios a que cumpla nuestras peticiones. ¿Quiénes somos nosotros para pedirle a eso al soberano Señor? O también al ponerlo contraste con las personas que enseñan que tú no puedes ser sanado porque no tienes suficiente fe pues lo que vemos aquí es que no es la suficiente fe lo que salva o sana sino la fe en Cristo y la soberana voluntad de Dios de hacerlo o no y eso lo sabía el leproso. ¿Acaso diríamos que era injusto Dios sino sanaba al leproso? Para nada. ¿Cómo te acercas a Cristo? ¿Te acercas en humildad reconociendo tu debilidad? ¿Te acercas con fe sabiendo que él va actuar conforme a su soberana voluntad? ¿Son tus oraciones un reflejo de eso?

Jesús muestra misericordia Mateo 8:3

A través del evangelio de Mateo podemos ver que Jesucristo siempre tuvo misericordia de las personas (Mt 9:36; 14:14; 15:32; 20:34; 23:23) y eso es porque Dios es un Dios misericordioso. Éxodo 34:6

“Luego el Señor paso por delante de Moisés y proclamo: ¡El Señor! ¡El Señor! ¡Dios misericordioso y clemente! ¡Lento para la ira y grande en misericordia y verdad!

El leproso vino con confianza, reverencia, humildad, fe y encontró en Jesucristo misericordia. Este versículo nos dice que el Señor extendió la mano y lo toco. Algunos autores han sugerido que Jesucristo quebranto la ley de Dios cuando realizo esto debido a que la ley decía que no debía tocarse a un leproso. Yo creo que esto no tiene sentido cuando Jesús mismo había sostenido que él no había venido abrogar la ley y los profetas (Mt 5:17) y además en el versículo siguiente el obedece la ley mandando al leproso a ver al sacerdote (Mt 8:4) ¿Cómo Jesús podría quebrantar la ley de Dios para luego obedecer la ley de Dios? Lo que yo veo es que Jesucristo hizo esto para contrastar la teología de los escribas y fariseos que decían que los leprosos eran malditos y no podían acercarse a ellos ni tocarlos debido a esto. Lo que Jesús quebranto fue la interpretación rabínica y legalista que ellos hacían respecto a la ley de Dios.

Por tanto cuando Jesús extiende la mano y toca al leproso hace algo muy radical para la religión de la época ¡Se ensucia ceremonialmente y públicamente con maldecido por Dios y excluido por la sociedad! Jesús ha ensuciado sus manos con la de un pecador. Esta actitud misericordiosa de Jesús se repite constantemente cuando toca a las personas para sanarlas.

“Cuando Jesús le toco la mano, la fiebre se le quito” Mateo 8:15

“Pero luego de despedir a la gente, el entro y tomo de la mano a la niña, y ella se levantó” Mateo 9:25

“Entonces les toco los ojos, y les dijo: que se haga con ustedes conforme a su fe” Mateo 9:29

El toque de Jesús era totalmente poderoso y sanador de tal forma que se nos dice del leproso que después de que Jesús lo toco “Y al instante su lepra desapareció” La sanidad fue inmediata, completa y directa sin ningún truco de por medio sino simplemente a Jesucristo manifestando el poder que tiene sobre vencer cualquier tipo de enfermedad que oprima al hombre. Algo importante a recordar es que Jesucristo puede sanar a las personas de cualquier dolencia si es su voluntad. He conocido a personas que me han dicho que han sido sanadas de forma milagrosa por Dios y por eso creen en Dios. Pero muchas de esas personas jamás se dan cuenta que ser sanado de una enfermedad no es suficiente. No se dan cuenta que Jesucristo no solo vino a sanar a las personas sino que vino a salvar a las personas de la muerte eterna. En una ocasión Jesús sano a 10 leprosos pero solamente uno de ellos volvió (Luc 17:11-19) ¿Qué dijo el Señor sobre el que volvió? Lucas 17:19

“Y al samaritano le dijo: Levántate y vete. Tu fe te ha salvado”

Esto nos muestra que no es suficiente tener noches de milagros y cosas por el estilo lo que necesitamos es día tras día predicación del evangelio que les muestre a las personas su condición y su necesidad de Cristo. La lepra es una perfecta ilustración de cuál es nuestra condición delante de Dios, nosotros creemos que estamos bien delante de Dios, vivimos nuestra vida pensando que todo lo que hacemos está bien. Pero la verdad es que condición delante de Dios es como un leproso, llenos de llagas por el pecado, el olor que sale de nosotros es a putrefacción por el pecado. Nuestra carne se está pudriendo cada día a causa del pecado y nuestra muerte está próximo a llegar. Lo peor de todo es que es la condición en la cual pasaremos la eternidad sin Dios. Pero de pronto oímos de un Jesús que puede salvarnos de nuestra desesperada condición, él puede limpiarnos de nuestra lepra espiritual.  Entonces vamos delante de su presencia reconociendo nuestra lepra. Nos acercamos con confianza, reverencia, humildad y fe creyendo que él puede salvarnos. Pensamos ¿Acaso Jesús mirara a un leproso como yo? ¿Querrá el salvarme de mi miserable condición? Y el con amor extiende su mano y nos salva. ¡De forma milagrosa transforma nuestra naturaleza leprosa a una naturaleza limpia! ¿No es esto algo impresionante? ¿Ser amado por Dios de esta manera?

Jesús cumple la ley y manda a no decir nada al leproso Mateo 8:4

Después de esta milagrosa sanidad de Jesús él le dice al leproso que cumpla lo que la ley exigía en el Antiguo testamento. Levítico 14:1-4

“El Señor hablo con Moisés y le dijo: Esta es la ley para el leproso, cuando sea declarado limpio: será llevado ante el sacerdote; quien saldrá del campamento para examinarlo. Si el sacerdote ve que el leproso ha sanado de la plaga de lepra, ordenara que se tomen dos aves vivas y puras, maderas de cedro, grana e hisopo, para el que se purifica”

Como Jesús mismo había dicho el no había venido a anular la ley o los profetas sino a cumplir la ley de Dios y él lo realizaba con hechos concretos. Para la teología cristiana reformada es importante reconocer la triple distinción que hacemos respecto a la ley. La ley moral que sigue que sigue vigente (los 10 mandamientos) la ley ceremonial que Jesús cumplió perfectamente pero que los cristianos ya no usamos y la ley ceremonial que fue dada para el Israel nacional y que fue anulada por Cristo. Por tanto como cristianos sabemos que Cristo fue el único que cumplió la ley de forma perfecta, pero que eso no anula el beneficio que tiene la ley para nuestra santificación. Jesús mismo uso la ley cuando evangelizo (Mt 19:16-22) y el apóstol Pablo nos dijo que la ley es buena, santa y justa (Rom 7:12) por tanto los cristianos históricamente no han rechazado la ley como aplicable a los cristianos que nos lleva a ver que somos incapaces de vivir según ella y que por eso necesitamos cada la obra perfecta de Jesucristo.

Un mandato que Jesús le da al leproso es que no le cuente a nadie sobre la sanidad que ha realizado con él. ¿Por qué Jesús da este mandato tan extraño? Se han sugerido 4 posibles respuesta.

La primera dice que Jesús le prohibió hablar al leproso para que fuera revisado por el sacerdote para que se dieran cuenta que realmente estaba sanado y así no pudieran objetarle a Jesús como un falso milagro.

La segunda dice que Jesús le ordeno que no dijera nada para no alterar el orden del imperio pues así pensarían que él venía a ser un nuevo rey y pensarían que traería una revolución.

La tercera dice que Jesús no quería ser conocido como un simple milagrero y no como el Mesías redentor que venía a traer el evangelio.

La cuarta dice que no sería correcto que Jesús alentara su aclamación durante su tiempo de humillación.

Aunque me siento más convencido por la primera y la segunda creo que puede haber algo de verdad en la tercera y cuarta.

El leproso da testimonio de Jesús

El evangelio de Mateo termina de forma abrupta esta historia y pareciera que no pasa nada más. Pero el evangelio de Marcos nos da un poco más de detalles de lo que sucede con el leproso. Marcos 1:45

“Pero una vez que aquel hombre se fue, dio a conocer ampliamente lo sucedido, y de tal manera lo divulgo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ninguna ciudad, sino que se quedaba afuera, en lugares apartados. Pero aun así, de todas partes la gente acudía a el”

Jesús le había mandado al leproso a que no dijera nada por alguna de las razones que señalamos arriba pero su corazón estaba tan agradecido que no pudo contenerse y tuvo que contar todo lo que Jesús había hecho. Ahora la única diferencia entre nosotros y el leproso no es su lepra. Nosotros al igual que el leproso estábamos llenos de pecado y un día escuchamos acerca de un tal Jesús. Entonces comenzamos acercarnos con confianza, reverencia, humildad y fe creyendo que este Jesús podía transformar nuestra vida ¡Y así lo hizo! ¡Limpio nuestra vida de pecado en una vida limpia! ¡Entendió su misericordia sobre nosotros! Por decirlo de alguna manera tomo nuestra lepra para que nosotros podamos ser limpios. ¿No es increíble? ¿Cuál es entonces nuestra diferencia con el leproso? Es que a él se le prohibió contar sobre lo que Jesús había hecho y a nosotros se nos manda a contarlo. Nuestros corazones agradecidos deben contar lo que Cristo ha hecho en nosotros.



[1] William Barclay. Mateo. Página 155. Michael J Wilkins. Comentario bíblico con aplicación de Mateo. Página 334.
[2] http://lema.rae.es/drae2001/srv/search?id=UYG5hmxNYDXX2inJgfp8
[3] https://cuidateplus.marca.com/enfermedades/infecciosas/lepra.html
[4] William Hendriksen. Mateo. Página 293.
[5] https://www.hogardecristo.cl/noticias/la-realidad-de-la-exclusion-en-chile/

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