Pensar el mundo a través de las Escrituras...

miércoles, 28 de agosto de 2019

Cosmovision cristiana y Familia. Parte 2


La bendición de los hijos y su crianza

El propósito del matrimonio es glorificar a Dios en todo lo que hacemos. Nuestra confesión Bautista de 1689 en el capítulo 25 “Del matrimonio” enumera 3 propósitos del Matrimonio: Para la ayuda mutua, para la multiplicación del género humano y para evitar la impureza.[1]. El primer propósito ya lo vimos así que ahora solo veremos el segundo y tercero. El tercero tiene que ver con que si alguien no tiene el don de continencia debe casarse y deben tener relaciones sexuales regulares en el matrimonio para evitar la impureza y la tentación (1 Cor 7:3-5)

El segundo propósito del matrimonio es tener hijos. Desde la perspectiva bíblica tener hijos o tener muchos hijos era una bendición de Dios (Gen 1:28; 9:1; Sal 127:3-5; 128: 3-4) El libro “Una teología de la familia” escribe[2]:

“No cabe duda de que los padres deberían reconocer a Dios en cada hijo que les da. Gran parte de su providencia se manifiesta en dar y no dar hijos. Encontramos con mucha frecuencia en las Escrituras, cantos de agradecimiento en otras ocasiones. Es una de las cosas en las que Dios quiere que su bondad sea reconocida con alabanzas solemnes. Por cada hijo ¡Dios debiera recibir una nueva honra de los padres! ¡Oh! ¡Sera una gran felicidad ser padres de los serán herederos de la gloria! Así como los hijos deben ser considerados como una gran bendición, también deben serlo como una gran responsabilidad que, según se maneje, puede producir mucho gozo o mucho dolor. Si los padres los consienten demasiado, los convertirán en ídolos, no en siervos del Señor, si descuidan su educación o los contaminan con su ejemplo, resultaran serles cruces y maldiciones”

Aunque los hijos son una bendición también son pecadores desde su nacimiento (Sal 51:1; 58:3) y por tanto se les debe enseñar a los hijos a obedecer la palabra de Dios para que lleguen a honrar a sus padres y conozcan a Cristo (Dt 6:6-9; Prov 1: 8; Efe 6:1-3; Col 3:20) El libro “Una teología de la familia” escribe[3]

“Lo primero que implica educar a los hijos para Dios, es tener conciencia y una convicción sincera, de que son propiedad de él, hijos de él más bien que nuestros. Nos encarga su cuidado por un tiempo, con el mero propósito de formarlos de la misma manera como ponemos a nuestros hijos bajo el cuidado de maestros humanos con el mismo propósito. A pesar de lo cuidadoso que seamos para educar a los hijos, no podemos decir que los educamos para Dios, a menos que creamos que son de él porqué, si creemos que son exclusivamente nuestros, los educaremos para nosotros mismos y no para él. Saber que son de él es sentir profundamente y estar convencido de que él tiene un derecho soberano de hacer con ellos lo que quiere y de quitárnoslos cuando el disponga”

“Es aquí donde entra en juego, específicamente, el pensamiento y la enseñanza cristiana. Que sus hijos tienen que ser criados en el conocimiento del Señor Jesucristo como Salvador y Señor, deben ser siempre una prioridad en la mente de los padres cristianos. Esta es la tarea singular a la cual, solo los padres cristianos son llamados. No es únicamente su tarea suprema: Su mayor anhelo y ambición para sus hijos debe ser que conozcan al Señor Jesucristo como su Salvador y como su Señor. ¿Es esa la mayor ambición para nuestros hijos? ¿Tiene prioridad el que llegue a conocer a aquel cuyo conocimiento es vida eterna, que lo conozcan como su Salvador y que lo sigan como su Señor[4]?”

“Primero y principal, criar a los hijos “en disciplina y amonestación del Señor” es algo que deben hacer los padres y hacerlo en el hogar. Este es el énfasis a lo largo de la Biblia. No es algo a ser entregado en la escuela, por más buena que sea. Es la obligación de los padres, su principal y esencial obligación. Es responsabilidad de ellos y no deben deslindarse de ella pasándoselas a otros. Enfatizo esto porque todos sabemos muy bien lo que ha estado sucediendo los últimos años. Más y más, los padres están transfiriendo sus responsabilidades y obligaciones a las escuelas[5]

Los padres son quienes deben trasmitir la fe cristiana por medio de la disciplina pero deben hacerlo con sumo cuidado para que sus hijos no se exasperen (Efe 6:4; Col 3:21) El libro “Una teología de la familia” escribe[6]

“No podemos aplicar una disciplina verdadera, a menos que podamos poner en practica nosotros mismos dominio propio y autodisciplina… Las personas que están llenas del Espíritu siempre se caracterizan por su control. Cuando disciplina usted a un niño, primero tiene que controlarse a sí mismo. Si trata de disciplinar a su hijo cuando ya perdió la paciencia ¿Qué derecho tiene de decirle a su hijo que necesita disciplina cuando resulta obvio que usted mismo la necesita? Tener dominio propio, controlar el mal genio es un requisito esencial para controlar a otros.

El hombre es la “cabeza del hogar” (1 Cor 11:3) y por tanto debe guiar y gobernar a su familia con santidad, sabiduría y ejemplo piadoso (1 Tim 3:4; Tito 1:6) El libro “Una teología de la familia” escribe[7]

Padre de familia, si quieres que sus enseñanzas y amonestaciones a su familia tengan éxito, hágalas respetar por el poder de un ejemplo santo. No basta que usted sea piadoso en general, sino que debe serlo totalmente; no solo debe ser un verdadero discípulo, sino uno excelente, no solo un creyente sincero, sino uno consecuente. Sus normas religiosas tienen que ser muy altas. Me atrevo a dar este consejo a algunos padres. Hablen menos acerca de su fe cristiana a sus hijos, sino demuestran más de su influencia. Dejen a un lado la oración familiar, sino dejan a un lado los pecados familiares. Tengan cuidado de cómo actúan porque todas sus acciones son vistas en el hogar. Nunca hablen de la fe cristiana sino es con reverencia”

“Se un buen marido para tu esposa, un buen padre para tus hijos y que sea el amor el que domine todo tu gobierno, para que tu familia pueda descubrir con facilidad que obedecerte es algo en su propio beneficio. El interés y el amor propio son regidores naturales del mundo. Es, asimismo, la forma más eficaz de procurar la obediencia o cualquier otro bien, el hacer que los hombres perciban que es para su propio provecho y emplear su amor propio de forma que ellos puedan ver que el beneficio es para ambos. Si no les procuras bien alguno y eres amargado, descortés y de puño cerrado con ellos, pocos se dejaran gobernar por ti[8]

La mujer virtuosa era una mujer que se preocupaba por sus hijos (Prov 31:27-29) El rol de la mujer está fuertemente vinculado con la casa y su maternidad es muy influyente sobre la vida de los hijos (1 Tim 2:15; Tito 2:4-5) “Una teología de la familia” escribe:[9]

“Una madre que lo es en realidad, es uno de los secretos más sagrados para la felicidad en el hogar. Dios nos da muchas cosas hermosas en este mundo, muchos dones admirables, pero no hay bendición que sea mejor que aquella que nos otorga al darnos una madre que ha aprendido muy bien las lecciones del amor y que reconoce algo del significado de su vocación sagrada”

“Las madres deberían instruir a sus hijos en los principios de la fe cristiana y sembrar las semillas de la piedad en sus corazones, tan pronto como sean capaces de hablar y tener el uso de la razón (Dt 6:6-7) Una educación en la fe cristiana temprana es un bendito medio de gracia. Esto, no solo es deber de los padres, quienes deberían enseñar a sus hijos (Prov 4:3-4) sino de las madres; cuando los hijos son demasiados pequeños ellas deberían ir dejando caer algo para beneficio de su alma. Salomón, no solo tuvo la lección de su padre, sino la profecía que su madre le enseño[10] (Prov 31:1; 1:8)

En las Escrituras tenemos ejemplos de padres que no cumplieron con esa labor (1 Sam 2:12-17) padres que si lo hicieron pero sus hijos se desviaron (1 Sam 8:1-3) o hijos que llegaron al evangelio por la influencia de su madre y abuela (Hech 16:1; 2 Tim 1:5) Por tanto debemos ser cuidadosos a pensar que un hogar piadoso hará a los hijos piadosos o que de un hogar incrédulo jamás podrá salir alguien piadoso. La verdad es que todo esto depende de la soberanía de Dios. Los Padres (o esposos) también deben honrar a sus padres sustentándoles cuando sea necesario (Gen 2:24; Ex 20:12; 1 Tim 5:3; 7-8; 16)

La Consumación de la Familia

La familia que es redimida en Cristo es reunida en este mundo en la gran familia de la fe (Gal 6:10) en el cuerpo de Cristo (1 Cor 12:12-27) y está siendo santificada por la palabra de Dios (Juan 17:17) para que finalmente en las bodas del cordero todas ellas se unan en adoración al Señor (Apo 19:7-9). El libro “Una teología de la familia” escribe[11]:

“No es accidental que toda la historia de la redención se exprese en términos de familia. La Biblia comienza con el matrimonio entre Adán y Eva (Gen 2:20-24) y termina con la cena de las bodas del Cordero, donde la esposa, la iglesia, se casa con su esposo (Apo 19:7-9) La historia del amor de Cristo por su Iglesia se ilustra con la figura de un esposo salvando a una esposa, dando su vida por ella, amándola, santificándola y glorificándola”

Finalmente como cristianos nos vamos a reunir todos en Cristo y seremos una gran familia para siempre.



[1] https://chapellibrary.org:8443/pdf/books/lbcos.pdf
[2] Editado por Jeff Pollard y Scott T. Brown. Una teología de la familia. Página 336.
[3] Editado por Jeff Pollard y Scott T. Brown. Una teología de la familia. Página 194
[4] Editado por Jeff Pollard y Scott T. Brown. Una teología de la familia. Página 197
[5] Editado por Jeff Pollard y Scott T. Brown. Una teología de la familia. Página 198
[6] Editado por Jeff Pollard y Scott T. Brown. Una teología de la familia. Página 213
[7] Editado por Jeff Pollard y Scott T. Brown. Una teología de la familia. Página 233
[8] Editado por Jeff Pollard y Scott T. Brown. Una teología de la familia. Página 260
[9] Editado por Jeff Pollard y Scott T. Brown. Una teología de la familia. Página 287
[10] Editado por Jeff Pollard y Scott T. Brown. Una teología de la familia. Página. 290.
[11] Editado por Jeff Pollard y Scott T. Brown. Una teología de la familia. Página. 16
                                

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viernes, 23 de agosto de 2019

Cosmovisión Cristiana y Familia. Primera parte.



Cosmovisión cristina de la familia[1]

En la Biblia la familia es algo muy diferente a lo que nosotros entendemos hoy en día por “familia tradicional” que se basa entre un hombre y una mujer que viven separados de los padres con pocos hijos. Más bien esta concepción es moderna y post revolución industrial. El Nuevo Diccionario Bíblico Certeza dice que familia según la Biblia es[2]:

“En el AT no existe un término que corresponda exactamente al concepto actual de “familia” compuesta de padre, madre e hijos. El que más se aproxima es “bayit” (casa) que originalmente significaba el grupo de personas, y probablemente después llego aplicarse a la vivienda. En la Biblia el termino podía usarse no solo para los que vivían bajo el mismo techo (Ex 12:4) sino también para los grupos más numerosos como la “casa de Israel” (Isa 5:7) expresión que incluía a toda la nación. Quizás un equivalente más aproximado al vocablo “familia” en la actualidad se encuentre en la frase la “casa del padre”. El término que con mayor frecuencia se traduce como familia es “mishapa” que tenía más bien el significado de clan que el termino más circunscrito “familia”.

“La palabra familia (gr. patria) como tal se usa únicamente tres veces, si bien la idea relacionada de “casa” (gr oikos, oikia) es más frecuente, patria (linaje, descendencia) Una familia podía ser podía ser una tribu o incluso una nación. La familia se componía no solamente del señor, amo, paterfamilia, su esposa, hijos y esclavos, sino también de diversos dependientes, tales como sirvientes, empleados, y aun “clientes” que voluntariamente se unían a la familia con fines de mutuo beneficio. Los evangelios están llenos de alusiones a la familia y su carácter (Mt 21:33 ss) La familia constituía un factor importante de crecimiento y estabilidad en la iglesia. Ya entre los judíos la familia era el contexto de ejercicios religiosos tales como la pascua, una comida sagrada semanal, las oraciones y la instrucción. Lucas dice que en la iglesia de Jerusalén el “partimiento del pan” se efectuaba en las casas (Hch 2:46)

El gran diccionario enciclopédico de la Biblia dice que la familia bíblicamente es:[3]

“La familia del antiguo Medio Oriente fue patriarcal en carácter y organización típica de una cultura agrícola. La descendencia se trazaba solamente a través del padre “casa del padre” (Gen 12:1), comprendía a toda la familia: padre, madre, hijos, esposas de los hijos y niños. Convivían bajo un mismo techo, en torno a un mismo patrimonio y bajo la autoridad común del padre, considerado como la cabeza”… “La familia israelita comprendía no solo a aquellos que se encontraban unidos por la sangre y la cohabitación, sino también a los siervos, esclavas y concubinas (Gen 7:1: 46:-8-26: Ex 20:7) así como a los extranjeros residentes. Una familia podía constituir un grupo numeroso, en cierto sentido parecido a un clan.

La cabeza de familia era en Israel el responsable único del culto religioso (Jue 17:5) tenía el poder judicial (Gen 42:37) y debía asegurar el porvenir de los suyos. Esta posición del padre correspondía a momentos de carencia de una autoridad superior eficaz. Sin monarquía durante siglos, la sociedad hebrea se cimento en la obediencia a la figura paterna (Ex 20:12; 21:15; Dt 5:16; Lv 19:3) La madre subordinada al varón en tanto que mujer, tenía que ser respetada y honrada por los hijos igual que el padre (Ex 20:12; Dt 5:16; Mt 15:4; Mc 7:10; 10:19; Lc 18:20; Efe 6:2) Si el padre representaba el poder, el juicio y la autoridad, la madre personificaba el amor, la lealtad, la devoción y la humildad. El primero era el “mandamiento”, la segunda la “instrucción”, la “enseñanza” (Prov 1:8; 6:20; 10:1; Eclo 7:29) El prestigio de una padre de familia crecía con el número de sus hijos. Los hermanos ejercían una influencia decisiva en la sociedad israelita. De hecho, todos los miembros de la tribu eran designados “hermanos”, cada uno de los cuales tenía la obligación de prestar ayuda y protección a los otros… En la familia se educaba a los hijos y se les introdujo en el culto y en el trabajo profesional (Dt 6:20; Sir 7:23 ss; 30: 1-30) La familia debía cuidar de sus miembros ancianos y enfermos. Los libros sapienciales están llenos de consejos en cuanto a las obligaciones de los hijos para con los padres (Prov 17:1; 19: 26; 20:20; 28:24; 31:10-31)

“En tiempos del NT la familia era generalmente monógama, sometida a la indiscutible autoridad del padre. Los Evangelios ofrecen la imagen de familias bien avenidas, unidas por lazos emocionales y actitudes de bondad, en las que se provee de pan para los hijos y se evidencia una gran angustia por la muerte de una hija única… A partir de los valores del Reino asentados por Jesús, los apóstoles ofrecen reglas de comportamiento general a las que tienen que someterse respectivamente los padres y los hijos. Estas consisten en amor reciproco (Col 3:18 ss); La sumisión de la mujer a su marido (Efe 5:21; 1 P 3:9), aunque no absoluta, sino entendida siempre según la lógica del Reino, que relativiza todo modelo familiar sin imponer ninguno. La Iglesia es la familia, o más exactamente, la “casa de Dios (1 Tim 3:15; 1 Pe 4:17) que ya venía tipificada en el AT por la “casa de Israel” como la gran familia divina (Heb 3:1-6) El cristianismo se propago en el núcleo de la influencia de la familia antigua. Los principales centro de la vida comunitario de las primeras iglesias cristianas fueron “casas” cuyos responsables se habían convertido al Evangelio (Hch 11:24; 16:15; 31-34; Flm 2) Gracias a la obra redentora de Cristo, el “hermano mayor” (Rom 8:29), cada creyente, sin importar su nacionalidad, sexo o posición social, forma parte de “la familia de Dios” (Efe 2:19”)

La real academia española define a la Familia como[4] 1. Grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas. 2. Conjunto de ascendientes, descendientes, colaterales y afines de un linaje. 3 Hijos o descendientes. 4. Conjunto de personas que comparten alguna condición, opinión o tendencia. 5. Conjunto de objetos que presentan características comunes que lo diferencian de otros. 6. Cuerpo de una orden o de una comunidad religiosa. 7. Grupo de personas relacionadas por amistad o trato. Como podemos ver la idea de familia tiene varias acepciones que apuntan a la unidad biológica de la familia como también a la relación entre ellos.

La Creación de la Familia

Así como todas las cosas, Dios fue quien creo a la familia. Dios creo al hombre y mujer a su imagen y semejanza con el propósito de administrar la creación y tener hijos (Gen 1:26-28) Adán fue creado para ser el guía de este matrimonio ya que a él se le dio el mandato y se le puso a trabajar en el jardín poniéndole nombres a los animales (Gen 2:15-20) Pronto Adán se dio cuenta que él no podía realizar este trabajo solo sino que necesitaba una ayuda para realizar este trabajo. Dios creo a la mujer para que fuera su compañera y él se asombró y lo celebro (Gen 2:20-23) Adán tendría que dejar a sus padres para unirse a su mujer y su relación matrimonio monógamo, permanente y transparente (Gen 2:24-25)

En el Nuevo testamento Jesús y los apóstoles iban a reafirmar que Dios había creado el matrimonio para que sea monógamo y permanente (Mt 19:4-6; Mc 10:1-12; Luc 16:18; Efe 5:31) El matrimonio es algo tan importante para Dios que el uso la ilustración del matrimonio para mostrar su amor y fidelidad a su pueblo constantemente (Isa 54:4-7; Eze 16:7-16; Efe 5:33; Apo 19:7-9)

Debido a que no había pecado en el momento de la creación podemos ver la familia cumple los propósitos que Dios le había dado sin problemas. Primero, ambos mantienen su relación con Dios de forma cotidiana. Segundo, ambos se respetan mutuamente porque se reconocen como imagen de Dios. Tercero, ambos comprenden cual es la misión que Dios le ha dado en este mundo que es administrar la creación y fructificarse para la gloria de Dios. Cuarto, ambos mantienen una relación estable, permanente y sincera sin tener conflicto con otras relaciones (padres). El libro “Una teología de la familia” escribe[5]:

“Tenemos que recuperar la convicción de que el propósito de Dios para la familia y sus instrucciones para ella constituyen un aspecto vital de la vida en la actualidad. Tenemos que confirmar en nuestra generación que Dios creo a la familia como un elemento muy importante en el cumplimiento de su propósito eterno. Primero, Dios creo a la familia para dar estructura y orden a los seres humanos, los cuales hizo a su imagen y semejanza. Segundo, la familia es la institución encargada de enseñar y preparar a los hijos para las iglesias, comunidades, culturas y naciones. Tercero, Dios creo a la familia con el fin de pasar el evangelio de una generación a otra. Por último, Dios diseño a la familia para ser una demostración viva de diversos aspectos de la gloria del evangelio y también personificar las verdades bíblicas”

La Caída de la familia

La primera familia se ve bajo el ataque de Satanás y desde aquella época Satanás siempre ha atacado la familia ya que destruida la familia la sociedad se desmorona. El ataque de Satanás se lleva a cabo cuando el hombre está ausente y la mujer es protagonista. Satanás engaña a Eva con sus sutiles argumentos y la logra persuadir que es bueno comer del fruto para luego darle a su marido (Gen 3:1-6) Inmediatamente después de comer del fruto sienten vergüenza y tratan de esconderse de Dios (Gen 3:7-10). Ambos se culpan por el pecado y no confiesan su pecado (Gen 3:11-13) Las consecuencias del pecado se ven reflejadas en la serpiente, la mujer, el hombre y la tierra que ellos van habitar (Gen 3:14-20) Finalmente son cubiertos por Dios y expulsados del Jardín (Gen 3:21-24) El libro “Una teología de la familia” escribe[6]:

“En el jardín del Edén, comenzaron los primeros ataques del diablo contra la Palabra de Dios que afectaron directamente a la institución del matrimonio y el fruto del matrimonio creado por Dios, a saber, la familia. La serpiente convenció a una esposa de que Dios no era bueno y menoscabo la Palabra. El marido no protegió a su esposa que era vulnerable y el veneno mortal del pecado entro al mundo. Su fruto amargo apareció en la primera generación de los hijos: el primer hijo mayor en la historia asesino al primer hermano menor. Y el diablo sigue hasta hoy librando una guerra sin tregua contra la familia...El diablo odia a la familia porque odia el evangelio de Jesucristo. Un matrimonio estropeado proyecta un evangelio estropeado, un marido sin amor y egoísta declara una fe sin amor y mentiras acerca del amor de Cristo por la iglesia, una esposa no sumisa representa la falsedad de una iglesia antinomiana, un hijo rebelde refleja a un hijo rebelde de Dios. El diablo esta en misión, empeñado en destruir la gloria de Dios y su reino eterno donde quiera que existe, por ello apunta al blanco más importante: el evangelio”

La caída da a luz la muerte en un montón de distorsiones sobre la familia. Entre el hombre y la mujer va haber un constante conflicto manifestado ya sea por machismo del hombre o feminismo de la mujer. Tenemos esposos que tratan a sus esposas como objetos y mujeres que no respetan a sus esposos. También tendremos conflictos entre hermanos (Gen 4:1-8), poligamia (Gen 4:19), esterilidad (Gen 16:1) concubinas (Gen 16:1), violación (Gen 34:1-2) muerte al parir (Gen 35:16-18), fornicación (Lv 18:20) sacrificio de niños (Lv 18:21) homosexualidad (Lv 18:22) zoofilia (Lv 18:23) el divorcio (Dt 24:1-4)

Debido a la caída los propósitos que Dios tenía con la familia se han distorsionado. Ahora ya no tienen una relación directa con Dios. Tampoco se respetan el uno al otro como imagen de Dios. Ya no cumplen el propósito de Dios de administrar la creación (piensan en sí mismos) ni de fructificarse (los hijos no son bendición). El matrimonio ya no es una relación estable, permanente (divorcio) sincera (doble vida) y hay continuo conflicto con los suegros.

La redención de la Familia

Cuando la familia conoce al evangelio y es salvado por Jesucristo ella comienza a ser transformada por el Señor. Ambos comienzan una relación con Dios y son nuevas criaturas en él (2 Cor 5:17) Pero también hay casos en los cuales solo uno de los dos es creyente. En ese caso uno debe vivir con él o ella siempre que él o ella quiera (1 Cor 7:12-16) Cuando ambos son cristianos entonces pueden poner en prácticas los principios del evangelio para sus matrimonios. En palabras del Apostol Pablo pueden practicar “una mutua sumisión, en el temor de Dios” (Efe 5:21) John Ángel James (1785-1859) fue conocido pastor de la época por sus escritos[7].  El escribió un texto que se llamó deberes mutuos de esposos y esposas en donde enumera 6 deberes que se deben practicar en el matrimonio. 

El amor
“Si quieren preservar el amor, asegúrense de aprender con la mayor exactitud, los gustos y desagrados el uno del otro, y esforzarse por abstenerse de lo que sea fastidioso para el otro, por más pequeño que sea… Si quieren preservar el amor, eviten con cuidado hacer repetidamente la distinción entre lo que es mío y lo que es tuyo porque esto ha sido la causa de todas las leyes, todas las demandas judiciales y todas las guerras del mundo[8]

El respeto mutuo.
“Por lo tanto, en la conducta conyugal, debe haber un respeto muy evidente e invariable, aun en lo pequeño. No hay que andar buscando faltas ni examinar con un microscopio lo que no se puede esconder, ni decir palabras duras de reproche, ni groserías de desprecio, ni humillantes, ni de fría desidia. Tiene que haber cortesía sin ceremonias, civilidad sin formalismos, atención sin esclavitud. En suma, debe existir la ternura del amor, el apoyo de la estima y todo con buena educación[9]

El deseo mutuo.
“Lamento tener que decir que hay maridos que parecen preferir la compañía de cualquiera que no sea su esposa. Se nota en como usan sus horas libres. ¡Que pocas son dedicadas a la esposa! Las noches antes de dormir son las horas más hogareñas del día. A estas, la esposa tiene un derecho particular, ya está libre de sus numerosas obligaciones para poder disfrutar de la lectura y la conversación. Es triste que cuando el esposo prefiere pasar estas horas fuera de casa. Implica algo malo y predice algo peor[10]

La paciencia mutua.
“Hemos de contraer matrimonio recordando que estamos por unirnos a una criatura caída…El afecto no prohíbe, sino en realidad demanda que, mutuamente, nos señalemos las faltas. Pero esto debe haberse con toda la mansedumbre de la sabiduría, junto con la ternura del amor, que no sea solo aumentemos el mal que estamos tratando de corregir o lo sustituyamos por uno peor[11]

 La ayuda mutua.
“Me ha dolido ver la esclavitud de algunas esposas devotas, trabajadoras y maltratadas. Después de trabajar todo el día sin parar para su joven y numerosa familia, han tenido que pasar las últimas horas del día solitarias, mientras que sus esposos, en lugar de llegar a casa para alegrarse con su compañía o para darles aunque fuera media hora de respiro, anda en alguna fiesta o escuchando algún sermón. Y después, estas desafortunadas mujeres han tenido que despertar y quedarse en vela toda la noche para cuidar a su hijo que está enfermo o inquieto, mientras el hombre al que aceptaron como compañero en las buenas y en las malas duerme al lado, negándose a sacrificar, aunque sea una hora de descanso, para darle un poco de reposos a sus esposas agotadas. Hasta las criaturas irracionales se avergüenzan de hombres como estos porque es bien sabido que el pájaro macho se turna para quedarse en el nido durante el periodo de incubación, a fin de darle tiempo a la hembra para renovar sus fuerzas comiendo y descansando, y la acompaña en su búsqueda de alimento y alimenta a los pichones cuando pian. Ningún hombre debería pensar en casarse si no está preparado para compartir, hasta donde pueda, la carga de las tareas domésticas de su esposa[12]

La solidaridad mutua.
“Tampoco es esta solidaridad un deber exclusivo de la esposa, sino que lo es, de igual grado, del esposo. Es cierto que este no puede brindarle a ella las mismas ayudas que ella a él, pero puede hacer mucho y, lo que puede hacer, debe hacerlo…Maridos: Les insto a hacer uso de toda la habilidad y ternura del amor, para bien de sus esposas, si se encuentras débiles y enfermas. Estén junto a su lecho, hablen con ellas, oren con ellas, esperen con ellas. En todas sus aflicciones, súfranlas ustedes también[13]

La sujeción y el respeto de la esposa

Cuando ambos se someten al Señor entonces la esposa debe sujetarse a su marido y respetarlo (Efe 5:22-24; Col 3:18; 1 Pedro 3:1-6) Richard Stelee (1629-1692) fue un reconocido pastor puritano que escribió sobre el respeto que las esposas debían tener con el esposo.

“El gran deber de toda esposa es respetar a su propio esposo. Tiene también muchas otras obligaciones que son mutuas, pero ella se caracteriza por esto. Esta es su calificación principal como esposa. No importa cuanta sabiduría, erudición y gracia tenga ella, si no respeta a su esposo, no puede ser buena esposa[14]

“Aun si su esposo es ignorante, igualmente, ella debe valorar la excelencia de su posición, siendo que el Espíritu Santo lo ha descrito como “imagen y gloria de Dios (1 Cor 11:7) sea como sea que él se ve así mismo o como lo vean los demás, para su esposa es una persona sin igual. Si lo estimo cuando lo acepto como esposo, debe seguir estimándolo[15]

La mujer virtuosa evidencia que tiene una sujeción y respeto por su marido (Prov 31:12, 23)

El amor y el sustento del esposo

Por otro lado el hombre tiene el llamado a amar, guiar y sustentar a su esposa de manera integral (Efe 5:25-30; Col 3:19; 1 Pedro 3:7) William Gourge (1575-1653) fue un poderoso predicador puritano el cual escribió acerca del llamado que tiene los maridos a amar a sus esposas.

Pregunta ¿Cuál es la mejor manera que un marido mantenga la autoridad? Respuesta: La directiva del apóstol a Timoteo de mantener su autoridad, ha de aplicarse para este propósito, en primer lugar, al marido (1 Tim 4:12) Así que la mejor manera como los maridos pueden mantener su autoridad es siendo un ejemplo de amor, seriedad, piedad, honestidad, etc. Los frutos de estas y otras gracias similares, demostradas por ellos delante de sus esposas y sus familias, no pueden dejar de producir un respeto reverente y consciente hacia él y, en consecuencia, podrán discernir con mayor claridad la imagen de Dios brillando en sus rostros[16]

“Acerca de la opinión errada de los maridos hacia sus esposas: Es contrario a los preceptos bíblicos lo que muchos piensan: que, aparte de los lazos familiares, no hay ninguna diferencia entre una esposa y una sirvienta, de modo que las esposas son tenidas como sirvientas de sus maridos porque ellos requieren sujeción, temor y obediencia. Por eso muchas veces sucede que las esposas son tratas apenas un poco mejor que las sirvientas. Esto es soberbia, una conducta desmedidamente pagana y una arrogancia tonta[17]

“Por ejemplo, si un hombre tiene una esposa, no muy linda ni atractiva, con alguna deformación en el cuerpo, alguna imperfección al hablar, en su vista, en sus gestos o en cualquier parte de su cuerpo, pero tanto la ama que se deleita en ella como si fuera la mujer más hermosa, y en todo sentido, la mujer más perfecta del mundo. Además, tanto la estima, como tanto ardor la ama, con tanta ternura la trata, al punto que los demás piensan que es un tonto. El afecto de un marido por su esposa no puede ser demasiado grande, simple y cuando sea sincero, sobrio y decente[18]

“Los maridos deben amar a sus esposas, aun cuando no hubiere en ellas nada que los mueva a amarlas, fuera del hecho de que son sus esposas. Si, aunque no puedan esperar nada de ellas en el futuro. El verdadero amor respeta al objeto que ama y considera el bien que le puede hacer, en lugar de esperar el bien que pueden recibir del objeto de su amor porque el amor no busca lo suyo (1 Cor 13:5) el amor de Cristo debiera impulsar aún más a los esposos para hacer todo lo que esté en su poder, a fin de amarlas sin reservas. Entonces, será cierto que viven con sus esposas sabiamente (1 Pe 3:7) y su amor se parecer al de Cristo: será gratuito[19]

Un hombre que no ama a su esposa cuidándola en todo sentido no es un hombre piadoso y jamás podría ser un ejemplo para la iglesia (1 Tim 3:2; Tito 1:6)


[1] Xavier Pikaza. La Familia en la Biblia. Una teología de la Familia. Chapel Library. Richard S Hess. Family in the Biblie.
[2] Nuevo Diccionario bíblico certeza. Páginas 491-494
[3] Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia. Páginas 1507-1510
[4] https://dle.rae.es/?id=HZnZiow
[5] Editado por Jeff Pollard y Scott T. Brown. Una teología de la familia. Página 17 (PDF)
[6] Editado por Jeff Pollard y Scott T. Brown. Una teología de la familia. Página 19 (PDF)
[7] https://banneroftruth.org/us/about/banner-authors/john-angell-james/
[8] Editado por Jeff Pollard y Scott T. Brown. Una teología de la familia. Página 159 (PDF)
[9] Editado por Jeff Pollard y Scott T. Brown. Una teología de la familia. Página 160 (PDF)
[10] Editado por Jeff Pollard y Scott T. Brown. Una teología de la familia. Página 160 (PDF)
[11] Editado por Jeff Pollard y Scott T. Brown. Una teología de la familia. Página 161 (PDF)
[12] Editado por Jeff Pollard y Scott T. Brown. Una teología de la familia. Página 162 (PDF)

[13] Editado por Jeff Pollard y Scott T. Brown. Una teología de la familia. Página 163. (PDF)
[14] Editado por Jeff Pollard y Scott T. Brown. Una teología de la familia. Página 173. (PDF)
[15] Editado por Jeff Pollard y Scott T. Brown. Una teología de la familia. Página 173. (PDF)
[16] Editado por Jeff Pollard y Scott T. Brown. Una teología de la familia. Página 83. (PDF)
[17] Editado por Jeff Pollard y Scott T. Brown. Una teología de la familia. Página 84. (PDF)
[18] Editado por Jeff Pollard y Scott T. Brown. Una teología de la familia. Página 85. (PDF)

[19] Editado por Jeff Pollard y Scott T. Brown. Una teología de la familia. Página 88.

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