Pensar el mundo a través de las Escrituras...

miércoles, 7 de agosto de 2019

Tesoros en el cielo Mateo 6:19-24



El sermón del monte es un sermón en el cual Jesús nos enseña las doctrinas esenciales del cristianismo y pone énfasis no solamente en enseñarnos cosas sino en ir al corazón de esas enseñanzas. Ya nos enseñó en el capítulo 5 que el mandamiento “No mataras” no se debía obedecer de forma externa sino que tenía que ver con la forma interna pues cualquiera que se enoje con su hermano es como si lo hubiera matado (Mt 5:21-26) Lo mismo hizo con el adulterio, el divorcio, los juramentos y el amar a los enemigos (Mt 5:27-48) Las preguntas que nos formulan estos mandatos es ¿Has matado a alguien de corazón? ¿Has adulterado con alguien en el corazón? ¿Has aborrecido a alguien en vez amarlo en el corazón? La obediencia a los mandatos no es simplemente algo externo sino algo interno del corazón. En el capítulo 6 Jesús habla sobre las tres maneras en que el pueblo expresaba su fe públicamente que eran el dar limosna, el orar y el ayunar. Pero muestra como estas maneras pueden llevarse a cabo de forma externa e hipócrita y simplemente usarse como pecado si buscamos que los demás nos consideren como personas piadosas por practicarlas públicamente. Podemos dar pecaminosamente, orar pecaminosamente y ayunar pecaminosamente. Estos pasajes nuevamente apuntan al corazón y nos hace preguntarnos ¿Estás dando de corazón o para que otros te vean? ¿Estas orando de corazón o para que otros te vean? ¿Estas ayunando de corazón o para que otros te vean? Es por eso que es importante considerar cual es la intención del corazón cuando estamos llevando a cabo estas prácticas religiosas.

Ahora Jesús en esta sección del sermón del monte va abordar la cuestión de las riquezas y la ansiedad apuntando nuevamente al corazón. Estos textos que acabo de leer parecen tener una división natural en la cual nos muestran que hay dos tesoros por los cuales el corazón combate (Mateo 5:19-21) Luego tenemos dos ojos, el ojo lleno de luz y el ojo lleno de tinieblas los cuales reflejan que hay en el corazón (Mt 5:22-23) y finalmente nos pone frente a dos amos de los cuales solo a uno podremos amar de forma total y definitiva (Mt 5:24) Las preguntas que nos van a llevar a formular estos textos es ¿Esta tu corazón comprometido totalmente con el avance del reino de Dios o hay algo en este mundo que seduzca o domine?

Los dos tesoros Mateo 6:19-21

En la época de Palestina del primer siglo y en la mayoría del mundo antiguo la riqueza se media por ropa elegante, piedras preciosas o abundancia de comida[1]. Por ejemplo cuando Pablo escribe a Timoteo dice sobre las mujeres (1 Timoteo 2:9). Cuando Santiago escribe sobre la discriminación que sufrían los pobres (Santiago 2:2-4) y cuando el rico insensato acumula sin sentido (Lucas 12:16-21)

“Quiero también que las mujeres se vista con ropa decorosa, con pudor y modestia, y no con peinados ostentosos, ni con oro, perlas, ni vestidos costosos”

“Puede darse el caso de que al lugar donde ustedes se reúnen llegue alguien vestido con ropa elegante y con anillos de oro, y llegue también un pobre vestido con ropa andrajosa. Si ustedes reciben gustosos al que viste la ropa elegante y le dicen “Venga usted, siéntese aquí, que es un buen lugar”, pero al pobre le dicen “Tu, quédate allá de pie, o siéntate en el suelo” ¿Acaso no están discriminando entre ustedes y haciendo juicios malintencionados?

“Además, les conto una parábola: Un hombre tenía un terreno que le produjo una buena cosecha. Y ese hombre se puso a pensar: ¿Qué le voy hacer? No tengo donde guardar mi cosecha! Entonces dijo: ¡Ya se lo que hare! Derribare mis graneros, construiré otros más grandes, y allí guardare todos mis frutos y mis bienes. Y me diré a mí mismo, Yo puedo descansar mi alma, pues ahora tengo guardados muchos bienes para muchos años. Ahora, pues, ¡a comer, a beber y a disfrutar! Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a quitarte la vida: ¿y para quien será lo que has guardado? Eso le sucede a quien acumula riquezas para sí mismo, pero no es rico para con Dios?

Como podemos ver la gente deseaba acumular tesoros en la tierra juntaba ropa decoroso, vestidos costosos, anillos de oro y abundancia de comida. Además las personas que eran ricos en la época no tenían donde guardar sus riquezas así que muchas veces lo hacían en sus propias casas. Las casas de las personas pobres estaban hechas de adobes por tanto se podía perforar fácilmente para robar sus bienes pero las de las personas ricas eran más sólidas y por tanto era más difícil de perforar para que los ladrones roben ¡Pero eso no impedía que robaran! Es por eso que Jesús hace pensar a sus discípulos al decirle que lo que acumulen en este mundo se va a desgastar. Por ejemplos los vestidos elegantes y costosos se lo puede comer la polilla, los anillos o perlas preciosas se pueden oxidar y las riquezas que guarden en tus casas se las pueden robar.

En la época en Jesús dijo estas palabras tan solo existían dos estratos sociales: los pobres y los ricos y por tanto acumular riqueza era algo que no muchas personas podían hacer. Una de las cosas que tenemos como una sociedad moderna es que después de la revolución industrial hacia adelante hubo un acceso de muchas cosas que nadie en la historia de la humanidad tuvo y comenzó lo que conocemos como la acumulación de bienes o el consumismo. Todos solemos condenar el consumismo pero muy pocos pensamos que nosotros somos los consumistas. Hay un filósofo francés llamado Gilles Lipovetsky el cual hace análisis muy interesante sobre nuestra sociedad occidental[2]. El escribió un ensayo relacionado con el consumismo que se llama “La felicidad paradójica[3]”. En ese ensayo el comienza diciendo que no hay nada que haya cambiado tanto la sociedad como el consumismo.

“Apoyado en la nueva religión de la incesante mejora de las condiciones de vida, el vivir mejor se ha convertido en una pasión de masas, en el objetivo supremo de las sociedades democráticas, en un ideal proclamado a los cuatro vientos. Pocos fenómenos han conseguido modificar tan profundamente los estilos de vida y los gustos, las aspiraciones y las conductas en de tantas personas en tan poco tiempo[4]

El argumenta que el consumismo ha pasado por tres etapas. La primera fue desde 1880 hasta la segunda guerra mundial en donde el mercado comenzó a fabricar cosas para las masas. En esta época es cuando comienzan a aparecer los grandes almacenes a bajos precios para que las personas tuvieran accesos a los productos. La segunda fase fue desde 1950 hasta 1980 es cuando el consumo llega a la vida cotidiana con la televisión para toda la familia, celular para toda la familia y los electrodomésticos (refrigerador, lavadora, microondas, etc.) La tercera fase desde 1980 hasta la actualidad es la época no solo del consumismo sino del hiperconsumismo. Ella se caracteriza por un énfasis en los deseos del individuo donde ya no se consume comunitariamente sino individualmente. Ya no es un televisor para la familia sino para el individuo, ya no es un celular para la familia sino para el individuo.

“El hecho es trivial: conforme nuestras sociedades se enriquecen, aparecen sin cesar nuevos anhelos consumistas. Cuando más se consume, más se quiere consumir: la época de la abundancia es inseparable de la hinchazón indefinida de la esfera de las satisfacciones anheladas y de la incapacidad para calmar el hambre de consumo, ya que a la satisfacción de una necesidad le siguen inmediatamente nuevas demandas. De ahí la pregunta tradicional: ¿A qué se debe esta escalada sin fin de necesidades? ¿Qué es lo que hace que el consumidor busque sin descanso[5]?

La pregunta este filósofo es muy interesante pero lo cierto es que él no tiene la respuesta. El único que tiene la respuesta es Dios quien ha revelado en su palabra la verdad de todas las cosas. Los hombres debido a que somos pecadores ponemos nuestra confianza en los tesoros de la tierra que aunque tienen cierto valor ellos son perecederos. La casa que siempre soñaste se va a destruir, la ropa que siempre anhelaste se va destruir, la estabilidad que siempre quisiste va a desaparecer, el auto por el cual tanto trabajaste se va echar a perder, la tecnología que siempre quisiste se pudrirá ¡Incluso la juventud que intentas mantener se va a acabar! ¿Por qué? Porque el pecado existe, porque la muerte entro a este mundo y ahora todo es perecedero. Isaías 40: 7-8

“La hierba se seca y la flor se marchita, porque el viento del Señor sopla sobre ella. Y a decir verdad, el pueblo es como la hierba. Si, la hierba se seca, y la flor se marchita, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre”

El contraste entre los tesoros terrenales y los tesoros celestiales es evidente. En el tesoro terrenal la polilla lo destruye, el óxido lo corroe y los ladrones pueden robarlo. En el tesoro celestial no hay polilla que pueda destruirlo, no hay oxido que pueda corromperlo y no hay ladrones que puedan robarlo. ¿Cuáles son estos tesoros celestiales que poseemos?

El primer tesoro celestial es la salvación. Sabemos que la salvación es un regalo de Dios y no algo que nosotros hubiéramos ganado (Efe 2: 8-10) Por tanto debemos estar agradecidos al Señor por ella. Jesús en dos ocasiones comparo el reino de los cielos a algo valioso. En la primera vez dijo que el reino de los cielos es semejanza a un “tesoro escondido” que cuando se encuentra se vende todo lo que se tiene para comprar ese campo (Mt 13:44) En la segunda vez lo comparo a un comerciante que busca buenas perlas y encuentra la más preciosa y vende todo para comprar esa perla. ¿Es realmente para ti la salvación ese tesoro precioso o esa perla preciosa? ¿Estás dispuesto a entregarte completamente por lo preciosa que es la salvación?

El segundo tesoro celestial es la esperanza y la herencia (1 Pedro 1:3-4) En este mundo podemos tener ciertas esperanzas de cosas pero esas esperanzas rápidamente desaparecen porque no son eternas. También podemos heredar ciertas cosas pero sabemos que algún día moriremos y por tanto esa herencia va a perecer. Pero una de las cosas increíbles es que la esperanza que tenemos como cristianos no va a fallar porque está basada en un Dios fiel y verdadero. Todas las promesas que las Escrituras señalan sobre nosotros se van a cumplir un día porque son promesas eternas. ¿Te gozas en saber que tu esperanza es eterna? ¿Te alegras al Saber que tu herencia en los cielos es incorruptible?

El tercer tesoro celestial son las recompensas. En las Escrituras nos encontramos con la doctrina de las recompensas y castigos entre los creyentes (Mt 10:41; 1 Cor 3:14-15) Cuando nosotros practicamos nuestra fe en Cristo y hacemos obras para su gloria lo que estamos haciendo es aumentar nuestro tesoro de buenas obras para la recompensa que el Señor nos dará. Nos hemos vuelto reacios a aceptar esta idea porque pensamos que es “conductismo” pero la verdad no tiene relación con eso. El Señor ha querido recompensar a los hijos que acumulen tesoros en los cielos.

Jesús sentencia esta enseñanza diciendo que “donde está tu tesoro, allí también estará tu corazón”. Para el mundo hebreo el corazón es la fuente de todo procede todo. (Prov 4:23; Mt 15:19) Por tanto donde estén tus pensamientos, sentimientos, anhelos, sueños, deseos, esfuerzo, tiempo en donde realmente está tu corazón. Jesús aquí no condena el trabajar para sustentar a la familia (2 Tes 3:10; 1 Tim 5:8) o ayudar a los pobres (Efe 4:28) o dar a la iglesia (1 Tim 5:18) sino que el fin último de la vida de convierta en acumular riquezas porque amo el dinero. Pablo escribe que el problema no es el dinero sino el amor al dinero (1 Tim 6:10) como seres humanos podemos rápidamente nuestra esperanza en lo que hemos adquirido o lo que tenemos en la actualidad. Pero las riquezas son tan peligrosas que se convierten en un ídolo (Col 3:5) Es por eso debemos poner nuestra mirada en las cosas del cielo y no en la tierra (Col 3:2) ¿Dónde está tu corazón ahora? ¿Qué es lo que más pasa por tu mente cada día? ¿Qué es lo que preocupa? ¿El reino de Dios o tus propias comodidad, estabilidad, seguridad?

Los dos ojos Mateo 6:22-23

Para ilustrar todo esto Jesús el ejemplo de la lámpara del cuerpo. En el mundo antiguo se creía que el ojo era la lámpara o el lente del cuerpo. En otras palabras el ojo manifestaba lo que había en el corazón. Jesús había dicho algo similar en Mateo 5:28

“Pero yo les digo que cualquiera que mira con deseos a un mujer ya adultero con ella en su corazón”

Entonces en este ejemplo vemos dos ojos. En primer lugar el ojo bueno. La palabra griega para bueno aquí se puede traducir como (NVI) bueno (NTV) sano (Textual). Esta palabra está estrechamente relacionados a significados como “generosidad” (Rom 12:8) o dar generosamente (Stgo 1:5) Por tanto si nuestra visión es clara, buena y sana entonces todo nuestro cuerpo también estará llena de luz. En segundo lugar el ojo malo. La palabra griega para malo aquí se puede traducir como nublada (NVI) malo (NTV) maligno (Textual). Esta palabra está estrechamente relacionadas a significados de “mirar con malos ojos” al hermano (Dt 15:9) y se está mirando aquel que tiene ojos de avaro. Por tanto si nuestra visión es nublada, mala o maligna por causa del pecado entonces todo nuestro cuerpo también estará lleno de oscuridad. Pero Jesús va mas allá y nos dice si luz que hay en nosotros es oscuridad ¡Pues imagina cuan oscuro es todo tu ser!

Lo que nos quiere enseñar Jesús con este ejemplo es que lo que miramos evidencia lo que deseamos profundamente en nuestro corazón. Por ejemplo podemos mirar todas las cosas con un ojo bueno, a partir de la palabra de Dios y si no poseemos algo que nos gustaría tener simplemente descansamos en que Dios en su decreto soberano ha querido que nosotros confiemos en él. Si miramos todo a partir de su voluntad vamos a ser agradecidos (1 Tes 5:18) dadivosos (Prov 11:25) y buscaremos constantemente el reino de Dios y su justicia (Mt 6:33) ¿Estas mirando todas las cosas a partir de la palabra de Dios y su soberanía? ¿Eres realmente agradecido con lo que tienes? ¿Eres dadivoso con los hermanos necesitados? ¿Estás buscando que el reino de Dios sea extendido?

Pero también podemos mirar todo con el ojo malo, o sea a partir de nuestros propios deseos por obtener cosas. Cuando Eva fue tentada por Satanás ella “vio que el árbol era bueno para comer, apetecible a los ojos, y codiciable para alcanzar sabiduría” (Gen 3:6) Cuando David peco con Betsabe el “vio desde allí a una mujer muy hermosa, que se estaba bañando” (2 Sam 11:2) es por eso que el Apóstol Juan nos advierte. 1 Juan 2:16

“Porque todo lo que hay en el mundo, es decir, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida no proviene del Padre, sino del mundo. Y sus deseos pasan; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”

Cuando una mujer ve algo y lo desea en su corazón, ella lo va observar constantemente y debido a que no lo posee se va sentir frustrada. Cuando un hombre ve algo y lo desea en su corazón, él lo va a observar constantemente y debido a que no lo posee se va a sentir frustrado. ¿Qué es lo que estamos mirando? ¿Qué es lo que cautiva contantemente nuestra atención? ¿Dios o el pecado? ¿La voluntad de Dios o nuestra propia voluntad?

Los dos amos. Mateo 6:24

Jesús finalmente pone este ejemplo de los dos amos en donde se tiene una lealtad a uno u a otro. No se puede amar a uno y al otro al mismo tiempo. Para los judíos del siglo primero lo que Jesús decía era muy claro ya que en aquella época existía la esclavitud y a lo que el Señor se refería era al amo de esclavos. El amo de un esclavo en el siglo I era una persona con poder que probablemente tenía muchos más esclavos y que por lo tanto podía hacer lo que quisiera con ellos. El esclavo no tenía ningún derecho, ninguna libertad, ningún privilegio al cual acceder. El solamente debía obedecer a su amo en cualquier cosa que él quisiera. Es sabido que los propietarios de esclavos podían incluso asesinar a sus esclavos y nadie podía decirle nada a él porque el esclavo era su propiedad. Pablo en varias de sus cartas uso esta misma palabra para presentarse como un “esclavo de Jesucristo” (Rom 1:1; Fil 1:1; Tito 1:1) y también lo trato en Romanos 6:16-18

“¿Acaso no saben ustedes que, si se someten a alguien para obedecerlo como esclavos, se hacen esclavos de aquel a quien obedecen, ya sea del pecado que lleva a la muerte, o de la obediencia que lleva a la justicia? Pero gracias a Dios que, aunque ustedes eran esclavos del pecado, han obedecido de corazón el modelo de enseñanza que han recibido, y una vez liberados del pecado llegaron a ser siervos de la justicia”

Lo que Pablo está diciendo es que eres esclavo ya sea del pecado o de Cristo. Nadie está libre de tener un amo. Yo sé que nuestra cultura del siglo XXI está convencida que es “libre” y que tiene “ciertos derechos” que con el tiempo han ido aumentando. Pero bíblicamente en realidad todos los seres humanos somos esclavos del pecado de Cristo. Cuando alguien es esclavo del pecado lo que hace es amar el pecado, se deleita en él y lo estima como algo agradable. Efesios 2:1-3

“A ustedes, él les dio vida cuando aún estaban muertos en delitos y pecados, los cuales en otro tiempo practicaron, pues vivían de acuerdo a la corriente de este mundo y en conformidad con el príncipe del poder del aire, que es el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia. Entre ellos todos nosotros también vivimos en otro tiempo. Seguimos los deseos de nuestra naturaleza humana y hacíamos lo que nuestra naturaleza y nuestros pensamientos nos llevaban a hacer. Éramos por naturaleza objetos de ira, como los demás.”

Las personas se dicen libres pero en realidad son esclavas de sus propios pecados (2 Pe 2:19) “Ah no dices tú: Yo no soy esclavo de mis pasiones, sino que yo las realizo cuando yo quiero” Entonces podrías sin problemas dejar de pecar ¿puedes? ¿No es cierto que eres arrastrado por tus deseos y sentimientos de forma constantemente? ¿No es acaso cierto que como un imán eres atraído al poder del pecado? ¿Por qué? Porque sin Cristo somos esclavos del pecado (Jn 8:34-36) y aun siendo cristianos en ocasiones el pecado es algo que parece atractivo y es por eso que necesitamos arrepentirnos y confesar constantemente nuestros pecados (1 Jn 1:9)

Ahora cuando ponemos nuestra fe en Cristo somos esclavos de Cristo porque él nos compró con su sangre (1 Cor 6:20) y por tanto debemos amar más al Señor sobre todas las cosas (Mt 22: 37-38) que debemos negarnos a nosotros mismos (Mt 18: 24-25) ya no vivimos nosotros sino que vive Cristo en nosotros (Gal 2:20) vivimos y morimos para Cristo (Rom 14:8.10). Como toda esclavitud pecaminosa simplemente llevan a la muerte y a la infinita insatisfacción pero cuando somos esclavos de Cristo encontramos plenitud en él.




[1] William Barclay. Comentario a Mateo. Páginas 125-126
[2] https://www.biografiasyvidas.com/biografia/l/lipovetsky.htm
[3] https://www.anagrama-ed.es/libro/compactos/la-felicidad-paradojica/9788433973863/CM_529
[4] Gilles Lipovetsky. La felicidad paradójica. Ensayo sobre la sociedad del hiperconsumo. Página 7.
[5] Gilles Lipovetsky. La felicidad paradójica. Ensayo sobre la sociedad del hiperconsumo. Página 33.


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