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lunes, 10 de diciembre de 2018

¿Es el Origen de la Navidad pagano?




Hay un artículo de una página llamada contra la apostasía que después de analizar el tema de la navidad llega a las siguientes conclusiones sobre la Navidad, el árbol de navidad y el viejo pascuero[1].

“El origen de la Navidad está entonces en la antigua Babilonia. Los paganos en todo el mundo conocido celebraron esta fecha siglos antes del nacimiento de Jesús. Jesús, el verdadero Mesías, no nació un 25 de diciembre. Los apóstoles y la iglesia primitiva jamás celebraron el natalicio de Jesús en esa fecha ni en ninguna otra. No existe en la Palabra de Dios mandato ni instrucción alguna para celebrar este acontecimiento. En cambio si existe el mandato de observar la ocasión de su muerte[2] (1Co 11:24-26)

“Mucho se ha dicho en cuanto a este tema. Hay muchas explicaciones para justificar la existencia del hombre vestido de rojo, siendo la más usual “no hay que quitar la ilusión al niño”. ¿Es correcto delante de Dios enseñarles mentiras a los niños?. Lo irónico es que los padres castigan a sus hijos por contar mentiras y; sin embargo, al llegar la Navidad ellos cuentan a los niños una de las más grandes mentiras de la historia (Lv 19:11).  El Viejo Pascuero es un personaje inventado por el hombre, resultado de una tradición de siglos y que nos ha sido legada por nuestros padres. No tiene ninguna relación con Jesús y su nacimiento”

“La costumbre de intercambiar regalos tiene origen pagano. Es una actividad que no tiene nada que ver con el cristianismo, no celebra su nacimiento ni le honra a Él.  Es una actividad que si fuera verdaderamente en el nombre de Jesús sería hasta absurda. Las personas observan un día en que Jesús, supuestamente nació gastando todo el dinero que logran reunir para obsequiar regalos a sus parientes y amigos y se olvidan de dar la honra y los bienes a quien están celebrando (“este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí” Mt 15:6-9, Is 29:13).

Este es un argumento muy usado por personas que se oponen a la navidad porque sostienen que su origen es pagano. La definición de pagano es que no es cristiano o no adhiere a ninguna de las grandes religiones monoteístas, también se usaba en el sentido de la persona que no había sido bautizada haciendo referencia a los antiguos griegos o romanos[3]. Por tanto las personas que usan este argumento se están refiriendo a que la fiesta de la navidad (o natividad) es una fiesta que no tiene origen en el cristianismo sino en el paganismo y por ende no debe ser celebrarla por un cristiano[4].

Hay un libro escrito por Francisco José Gómez llamado breve historia de la navidad[5] el cual hace un recorrido histórico mostrándonos de donde vienen la mayoría de los elementos que hoy se usan para navidad. El primer capítulo del libro analiza desde el siglo I al III y se llama “De la indiferencia al entusiasmo” en donde escribe[6]:

“Los cristianos del siglo I no celebraban la Navidad. Su despreocupación por el nacimiento y la infancia de Jesús nacía de su firme creencia en que la segunda llegada de Cristo, la Parusía, y con ella el final de los tiempos, era inminente, lo que centró sus miras y prácticas religiosas en la preparación para este momento, en el que la historia alcanzaría su culmen y conclusión. No había, por tanto, necesidad de escribir relatos sobre Jesús, ni de completar su historia o biografía, ya que la inmediata consumación del mundo restaba importancia a tales aspectos”

Esta afirmación tiene mucho sentido cuando se les compara con algunas ideas erradas que el Apóstol Pablo tuvo que corregir en los cristianos (2 Tes 2:1-3; 3:6-12) En el siglo II comenzó el interés de los cristianos por el lugar donde Jesús nació. Varios Padres de la iglesia escribieron sobre ello[7]. 

“Cómo José no tenía dónde albergarse en este pueblo (Belén), entró en una gruta próxima a la localidad y, mientras estaban allí, María dio a luz al Cristo y le puso en un pesebre, donde le encontraron los Magos venidos de Arabia”. San Justino Mártir, Diálogo contra Trifón 78

“Cuando llegaron a mitad del camino (entre la primera parada y Belén), José encontró una gruta precisamente en ese lugar y allí condujo a María”. Proto evangelio de Santiago XVII-XIX

“A propósito del nacimiento de Jesús en Belén si, además de la profecía de Miqueas y de la historia escrita en los Evangelios por los discípulos de Jesús, algunos quieren otras pruebas, que sepa que según lo que dice el Evangelio sobre su nacimiento, se muestra en Belén la gruta donde nació y en la gruta el pesebre en el que fue fajado. Lo que se muestra es notorio en estos lugares a todos, aun a las personas ajenas a la fe, es decir, que en esta gruta nació Jesús adorado y admirado por los cristianos”.  Orígenes, Contra Celso I, 51

“Y tu Belén, casa de Efrata… Tocante a estos lugares, tú que eres de Jerusalén conoces lo que significan estas palabras del salmo 131: «He aquí lo que hemos oído en Efrata, lo que hemos hallado en los campos de los bosques». En efecto, hasta hace pocos años el lugar [del nacimiento de Jesús] estaba cubierto de árboles”. San Cirilo de Jerusalén, Catequesis 12, 20

“Desde los tiempos de Adriano hasta el reinado de Constantino, durante cerca de ciento ochenta años, se adoraba en el lugar de la Resurrección la imagen de Júpiter y sobre la roca del Calvario una estatua de mármol de Venus puesta por los paganos, creyendo que con su intención persecutoria extirparían la fe en la resurrección y en la cruz si profanaban con ídolos los Santos Lugares. Belén, que es actualmente nuestro, y el lugar más augusto del mundo [la gruta]… estaban cubiertos por la sombra del bosque sacro de Tammuz, o sea, de Adonis, y en la gruta donde Cristo emitió los vagidos de recién nacido, se lloraba al amante de Venus”. San Jerónimo, Carta 48 a Paulino de Nola

José Gómez comenta sobre esta época[8]:

Y es que, durante el siglo II, tras la represión de la segunda revuelta judía (132-135), el propio emperador Adriano, con el fin de evitar nuevos levantamientos que provocasen inestabilidad en el Imperio, quiso desarraigar de Palestina todo tipo de recuerdo religioso judío o cristiano sin distinción. Y así, entre otras medidas, hizo erigir sobre el monte Gólgota y el Santo Sepulcro un recinto sagrado y un templo dedicados a Venus y a Júpiter respectivamente, mientras que en Belén, sobre la gruta de la Natividad y sus aledaños, ordenó plantar árboles que formaban un bosque sagrado dedicado a  Tammuz Adonis, divinidad amante de Venus. Tales gestos no lograron los resultados previstos, a juzgar por declaraciones como la ya citada de Orígenes. Los cristianos locales siguieron venerando la gruta, y a tenor de la medida imperial, podemos concluir que los lugares relacionados con la vida de Jesús en general, y con su nacimiento en particular, eran ya conocidos y gozaban de cierta notoriedad para los fieles de aquellos primeros siglos

Un personaje importante de esta época fue el Obispo Nicolás de Myra o Nicolas de Bari (270-345 o 352) el cual nació en una familia adinerada y se destacaba desde niño por su carácter piadoso y caritativo. Cuando murieron sus padres el regalo toda su fortuna a los pobres y consagro para como obispo[9]. Debido a su caridad al entregarles regalos a los niños llego a ser conocido como el “obispo de los niños”. Hay muchas leyendas sobre él pero hay dos que se destacan. La primera es la del sueño que tiene con un hombre que había asesinado a tres personas y que cuando Nicolás despierta va al mismo lugar del sueño donde confronta al asesino y obliga a confesar su crimen llevándolo al lugar donde tenía los cuerpos y Nicolás con la señal de la cruz los resucitaría. La segunda se trata de tres hermanas que iban a ser desposadas o vendidas como prostitutas (depende de la tradición) cuando fueran mayores de edad, pues su padre estaba en la ruina y no disponía del dinero para pagar la dote matrimonial para cada una de ellas. Debido a que Nicolás se entero de esta tragedia les paso dinero a las tres para que tuvieran lo suficiente y no fueran desposadas o vendidas por su padre. Unas leyendas dicen que Nicolás lanzaba el dinero por la ventana de las casas de las chicas y una vez el dinero quedo dentro de un calcetín y en otra ocasión Nicolás subió al techo y lanzo el dinero por la chimenea.  Debido a su profunda generosidad fue ampliamente venerado y reconocido en el Imperio Bizantino después de su muerte. Una de las practicas que quedaron de Nicolás fue la de dar regalos a los niños y con los años la idea de lanzar regalos por la chimenea también iba a quedar en las practicas de las personas.

Aunque en los primeros años ya había una especie de “celebración” de la natividad recordando los lugares donde Jesús nació fue en el siglo III al año 476 cuando la festividad se define y toma fuerza[10]. Todo comenzó con la “legalidad” del cristianismo:

“A partir del año 313, y por medio del Edicto de Milán o de Tolerancia, la fe en Cristo fue legalizada, por lo que la Iglesia pudo salir de la proscripción y mostrarse abiertamente en la sociedad romana. Por razones diversas, unos apuntan el interés de que la Iglesia cristiana, pujante y bien organizada, mantuviera la unidad del Estado, mientras que otros señalan la conversión personal que el emperador tuvo; Constantino apoyó el cristianismo en vida y se hizo bautizar en su lecho de muerte. A partir de este momento el número de emperadores cristianos aumentó y, salvo el período de Juliano el Apóstata (360- 363), esta circunstancia tuvo su reflejo en un abierto apoyo institucional y legal del Estado romano a la nueva religión, en detrimento de los anteriores cultos clásicos de la vieja Roma. Fue entonces cuando las basílicas sustituyeron a las catacumbas, los ritos se celebraron en público y la Iglesia, en auge y muy asentada y extendida en la sociedad, se sintió fuerte y respaldada como para competir abiertamente con el paganismo”.

“Y así, se precisó la fecha de la fiesta de la Navidad, con el fin de unificar su celebración para todos los cristianos. Se comenzó a implantar un tiempo de preparación para esta, el Adviento; se desarrolló la liturgia propia de la noche del Nacimiento, precedente de la Misa del Gallo, y se erigió un templo, la basílica de la Natividad, en el mismo lugar en el que Jesús había venido al mundo. La Iglesia señalaba sus caminos, destacaba sus hitos y erigía sus santuarios”.

Los romanos celebran la fiesta a la divinidad del “Sol Invictus” (Sol invicto) el 25 de Diciembre, pero que después que los cristianos fueron reconocidos como una religión legal e influenciaron en la cultura pudieron establecer la fiesta de la natividad de Jesucristo el 25 de Diciembre. Esta mezcla no fue algo simple ya que trajo problemas para los cristianos como muestran algunos escritores cristianos de la época.

“No obstante, dicen de este día que es también el del nacimiento del «Sol Invicto». En verdad, ¿quién tan invicto como nuestro Señor, que derribó y venció a la muerte? Y si dicen que ese día es el nacimiento del Sol. ¡Él es el Sol de la justicia! (Mal 3:20)  Juan Crisóstomo. De solstitiis et aequinoctiis

“Cuando el sol se levanta al amanecer, hay gente tan tonta que lo adora desde los puntos más altos; hasta hay cristianos que creen actuar piadosamente haciendo lo mismo; así que antes de entrar en la basílica de san Pedro Apóstol, dedicada al único Dios vivo y verdadero, cuando han subido los escalones que conducen al pórtico en la entrada principal, vuelven la cara al sol naciente e, inclinando sus cabezas, se inclinan en honor del disco brillante”  León I el Magno, Sermón 7

“A la gente sencilla la engañan algunos que tienen la creencia perniciosa de que nuestra celebración de hoy deriva su gran importancia no del nacimiento de Cristo sino, según ellos, de la ascensión del nuevo sol”  León I el Magno, Sermón 2

“En definitiva, un cristiano del siglo V, en el mejor de los casos, podía celebrar la Navidad haciendo un tiempo previo de ayuno y penitencia, que aún no estaba generalizado pero que ya existía en algunas regiones. Igualmente, lo más seguro es que la festejase el 25 de diciembre, con una vigilia o ceremonia en la que participase su comunidad. También celebraría, unos días después, la fiesta de la Epifanía y con mucha suerte, y medios, habría viajado a Tierra Santa y conocería la basílica de la Natividad de Belén. Quizás incluso, por si acaso, algún año en esa misma fecha, tras subir las escaleras que conducían a la entrada de la basílica, inclinó su cabeza saludando al Sol Invicto”

En los siglos VI al XIII la fiesta de navidad se iba a consolidar[11]. Aparecería la práctica de poner pesebres, celebrar misas y hacer representaciones artísticas como pinturas y teatro en la Navidad.

“La evolución de las tradiciones navideñas durante estos siglos es una buena muestra de lo dicho. Continuando con la dinámica iniciada en la Antigüedad, el tiempo de preparación y la liturgia fueron definiéndose y ganando en significado y solemnidad. En el deseo de contemplar lo celebrado, comenzaron a darse las primeras representaciones, en imágenes o vivientes, de los misterios de la Navidad. El arte se volcó en estos temas, y los mejores virtuosos de cada siglo dejaron su magín y devoción plasmados en sus obras. La celebración incluso rebasó fronteras y culturas y generó, por medio de diversos cauces, una cocina propia del tiempo litúrgico, cuyos característicos platos hoy seguimos consumiendo llegadas las señaladas fiestas”

“Dejando por ahora a un lado los significados que se dieron a los pesebres, lo cierto es que el papa Teodoro I, con su idea de traer las reliquias a Europa, dio inicio a una tradición que está inserta en el origen más profundo de lo que hoy son nuestros belenes tradicionales. Y así, las «cunas» se convirtieron en el primer elemento navideño que gozó de representación en las casas y templos de la cristiandad; en un icono cristiano, que, fundamentalmente, recordaba el cumplimiento de las promesas que Dios había hecho a su pueblo en el Antiguo Testamento; la humildad con la que Cristo había querido venir al mundo y, en definitiva, la llegada de este mismo Mesías”

“Fue la primera de las tres misas citadas la que recibió el nombre de «Misa del Gallo», y la que se popularizó y celebraba el pueblo a partir del siglo VIII, en todo el mundo cristiano, haciéndose así desde entonces y hasta la actualidad. Su nombre procede de una vieja leyenda que cuenta cómo un gallo que habitaba en el establo de Belén, encaramado en lo más alto del mismo aquella noche primigenia de la Navidad, fue el primer animal en anunciar el nacimiento del Mesías con su canto. Tal y como lo veían los hombres del Medievo, si el gallo con su tonada revelaba de ordinario la llegada del nuevo día, era normal que hiciera lo propio con un nuevo período y amanecer para la humanidad, el de la llegada de Cristo para vencer a la oscuridad del pecado y de la muerte. Además, en la Edad Media, este animal aún conservaba el carácter simbólico que tenía para las culturas paganas antiguas, que veían en él un símbolo de renacimiento y fecundidad, por su vinculación a la salida diaria del sol. Desde estos siglos remotos y hasta inicios del siglo XX, un niño ubicado en el coro, o bien uno de estos animales, llevados a la iglesia a tal efecto, realizaba el canto del gallo en medio de la misa, recordando así la particular ceremonia en la que se estaba participando”

“Un apartado especial, por su trascendencia para nuestra cultura occidental, merece el surgimiento de los llamados autos de Navidad, también conocidos como dramas litúrgicos, farsas eucarísticas o, siglos después, autos sacramentales. Dichos autos eran representaciones dramáticas figuradas, interpretadas generalmente por clérigos, que desarrollaban los episodios más importantes de la vida de Jesús, en coincidencia con los tiempos litúrgicos que marcaba el calendario cristiano: la Navidad, la Pasión y la Resurrección. Tienen gran importancia pues están, junto a otros factores, en el arranque del Belén, en cuanto que tales dramas materializaron, por vez primera, los acontecimientos de la Natividad, convirtiéndose en la primera de sus manifestaciones plásticas, además de constituir el auténtico origen de nuestro teatro actual, que nace aquí, en las iglesias y durante el Medievo, una vez extinguido muchos siglos atrás el teatro clásico grecorromano”

Durante los siglos XIII al XV en la Edad Media volvería a aparecer  la veneración por San Nicolás y también aparecería el árbol de Navidad y las comidas navideñas[12].

“A lo largo del Medievo el fervor por la figura de san Nicolás creció extraordinariamente, como en realidad no había dejado de hacerlo desde el momento de su muerte. Ya hemos dicho que fue venerado muy pronto en el Imperio bizantino, en Grecia y en general en el mundo católico oriental…

“Para esta misma centuria, san Nicolás era ya patrón de Ámsterdam y repartía presentes entre los niños la noche del 5 al 6 de diciembre, fecha de su festividad hasta el siglo XVII, en el que esta se trasladó al día 25 del mes. A lo largo del siglo XIV, los muchachos que formaban parte de los coros de las veintitrés iglesias dedicadas al santo en los Países Bajos gozaban de la prerrogativa de ganar cierta cantidad de dinero, así como de descansar el día del venerado patrón. Unos años después, llegada tal celebración en las escuelas monásticas los alumnos eran recompensados, o castigados, por un profesor vestido de anciano y venerable obispo Nicolás. Tocado con su mitra, y portando un báculo, procedía a repartir los regalos que guardaba en un abultado saco entre la mayor parte de sus alumnos, así como algún que otro varapalo a los estudiantes más revoltosos con las varillas que sujetaba en la otra mano. Sin lugar a dudas, fueron los muchachos los que sirvieron de vehículo de esta tradición al llevarla a sus propios hogares”.

“Es complicado determinar dónde arranca y cuándo el árbol de Navidad. Las noticias directas son pocas y las costumbres precristianas relacionadas con los árboles y los bosques tantas que los estudiosos no se ponen de acuerdo. Sin embargo, en lo que todos parecen coincidir es en su origen pagano, muy ligado a las celebraciones del solsticio de invierno y al «combate» contra la muerte que este suponía para la naturaleza”.

“Sabemos que en pleno Medievo el 24 de diciembre era el día de Adán y Eva, y que las gentes del pueblo, o quizás un grupo de actores o clérigos, representaban la historia del Jardín del Edén que se narra en el Génesis (2, 17- 23). Antes de la función, los actores recorrían la ciudad, junto con «Adán», llevando consigo un árbol adornado con manzanas, el Árbol de la Vida. El alzamiento del Árbol del Paraíso en la jornada previa a la Navidad se generalizó rápidamente. Las manzanas que colgaban recordaban el fruto que Eva ofreció a su compañero, según el relato bíblico. Llegada la noche, y tras la celebración de la Misa del Gallo, el árbol del pecado se convertía en árbol de la salvación pues, una vez había comenzado la Navidad, las ramas se iluminaban con velas. Cristo, como nuevo Adán, había inaugurado una nueva humanidad, transformando la muerte en vida y la oscuridad en luz. El árbol se remataba con la estrella de Belén, un signo más de la luz que brilló y condujo en la oscuridad a pastores y Magos hasta el portal de Belén. Algunos estudiosos hablan de triunfo del abeto frente al roble gracias a su forma triangular, que evocaba la Santísima Trinidad. El vértice superior recordaría a Dios Padre y los dos inferiores a Dios Hijo y a Dios Espíritu Santo. Otros, simplemente, consideran que el abeto se extendió debido a razones históricas que veremos más adelante. En cualquier caso, a mediados del siglo VIII se cortó en Alemania el primer abeto al que se denominó «Árbol del niño Jesús» como un elemento más de las celebraciones navideñas. De él se colgaban dulces y manzanas principalmente, siendo la primera noticia escrita del «Árbol de Navidad» del año 1184, en Alsacia. Algunos otros estudiosos dicen que, plenamente definido, con sus frutas y luces de adorno, apareció en esta misma región europea en el siglo XIV y se difundió paulatinamente por Alemania. Las bolas de colores y la colocación del belén a sus pies llegarán siglos después”.

“El origen de la cena de Nochebuena y de la comida del día de Navidad es casi tan viejo como la propia fiesta y, de algún modo, tiene su antecedente en los antiguos banquetes que celebraban los romanos con motivo de las saturnales, fiestas de las que ya hemos hablado y con las que recibían el Año Nuevo. Tales ágapes tenían un carácter festivo y propiciatorio, y eran comunes a todas las religiones de la Antigüedad. Cierto es que en la cristiandad medieval la costumbre era la de ayunar durante el 24 de diciembre, esto es, el día de Nochebuena, tratándose la cena de esta jornada de una frugal colación, pues aún se estaba en tiempo de Adviento y por tanto de ayuno, y a la espera de la Misa del Gallo, tras la que se iniciaban las fiestas navideñas, y en ocasiones se hacía una segunda cena más festiva. La comida más abundante del año era la del 25 de diciembre, la propia del día de Navidad, para la que se reservaban los mejores y más caros alimentos: corderos, cochinillos, besugos, embutidos… Fue ya en la edad Moderna, en el siglo XVI, cuando la cena de Nochebuena pasó a celebrarse, entre algunos sectores sociales, con una abundancia similar a la de la comida del siguiente día”.

Entre los siglos XVI al XVII iban a seguir las tradiciones navideñas con pocos cambios, especialmente en España donde se enfoca el libro. Lo que si destacaría en esta época fue la aparición de los Villancicos[13].

“Una vez superada la Edad Media quedaron fijadas las ceremonias y liturgias propias de la Navidad, por lo que en este nuevo período de la historia, la Edad Moderna, apenas habrá modificaciones al respecto. Las principales fiestas y tradiciones, y el sentido de todas ellas, habían sido ya bien elaboradas y estaban firmemente asentadas en el pueblo cristiano. Por tanto, en estos siglos vamos a presenciar pocas novedades de calado; más bien podemos hablar de cambios en las formas, pues el fondo, constituido por la fe de aquellos hombres y el significado de estas Pascuas, no se había alterado”

“La composición musical denominada «villancico» es una de las grandes aportaciones a la Navidad de nuestros Siglos de Oro, además de su principal novedad. El origen de tal creación es incierto. Menéndez Pidal sitúa sus inicios en el siglo XII, en las canciones populares profanas que, al paso del tiempo, darían lugar a tonadillas navideñas. Algunos historiadores dan crédito a una leyenda que cuenta cómo, en Andalucía, fue un poeta ciego árabe el que dio forma a estos cantos, intercalando una estrofa en árabe con un estribillo en romance. En todo caso el villancico gustó, difundiéndose en los círculos poéticos y cortesanos de Castilla y León, Galicia, Portugal, Italia y Provenza. En un primer momento tales composiciones no eran navideñas, sino amorosas, y se cantaban en ámbitos nobiliarios, donde los poetas fijaron su forma a finales del siglo XV, pues en definitiva eran poemas musicalizados. El villancico se iniciaba con un estribillo de tipo popular, tomado del pueblo las más de las veces, cuya extensión oscilaba entre uno y cuatro versos. A continuación venían una serie de estrofas que contaban una historia, rematada con una serie de versos que retomaban la rima final del estribillo, así como la melodía. Si estas obras se sujetaban a una métrica rigurosa y un lenguaje refinado, el villancico recibía el sobrenombre de «cortés»”.

Entre los reformadores del siglo XVI iban a existir diversas opiniones respecto la navidad. Por ejemplo Martin Lutero apoyaba la navidad. En sermón de Navidad escribe[14]

“Cuando meditamos, pues, sobre el Evangelio del Nacimiento, hay que imaginar que todo sucedió del mismo modo que con nuestros hijos. Contemplad a Cristo yaciendo en el regazo de su joven madre. ¿Qué cosa puede ser más dulce que el Niño, qué más encantador que su Madre? ¿Qué cosa más hermosa que su juventud? ¿Qué cosa más tierna que su virginidad? Mirad al Niño, ¡cuán inocente es! Sin embargo, todo lo que existe le pertenece, para que vuestra conciencia no le tema sino que busque consuelo en él. No dudéis. Para mí no hay mayor consuelo dado a la humanidad que éste, que Cristo se convirtiera en hombre, en un niño, un infante que jugaba en el regazo y en el pecho de su graciosísima Madre. ¿A quién no reconforta esta visión? Ahora ya está vencido el poder del pecado, de la muerte, del infierno, de la conciencia, y de la culpa, si os acercáis a este Niño que juguetea y creéis que ha venido no para juzgaros sino para salvaros”

Por otro lado el reformador Suizo Ulrico Zuinglio estaba completamente en contra, a tal punto que prohibió todos los días festivos en Zurich.[15] El Reformador Francés Juan Calvino siguió la idea la libertad de conciencia para celebrarla[16], aunque algunos argumentan que esto no es cierto.[17] Los puritanos siguieron la idea de prohibir la navidad en toda la nación[18]

En esta época era cuando poco a poco la “fiestas navideñas” comenzarían a “secularizarse” sutilmente. El libro de la breve historia de la navidad se enfoca en la llegada a América en donde heredaríamos todas las prácticas que se venían llevando a cabo como el intercambio de regalos, los pesebres, el árbol de navidad, celebrar misas especiales, comidas de navidad, representaciones artística y teatrales, villancicos, etc.

Desde el siglo XIX hasta nuestros días la fiesta de la navidad fueron secularizando más y más y la fiesta de navidad paso a ser de una época religiosa a un tiempo de encuentro familiar. Además la figura venerada del obispo San Nicolás sufrió una transformación la cual termino en Santa Claus o Papa Noel[19]

“Para esta parte de la población la Navidad pasó a convertirse en un conjunto de costumbres caracterizadas por su bondad, en un tiempo para rencontrarse con la familia, en un período vacacional o incluso en una festividad a erradicar, lo que en muchos casos no impidió o impide que por diversas razones se participe de estas tradiciones, desplazando su carácter religioso y resaltando su sentido humano y cultural. Teniendo en cuenta ambas posturas ya hemos señalado cómo debemos hablar, por vez primera en la historia, de diferentes maneras de vivir estas fiestas, e incluso de no vivirlas, destacando como «gran aportación» de nuestros tiempos los elementos puramente externos, publicitarios o comerciales, pues en el ámbito del sentido religioso de la Navidad la labor ya estaba realizada desde hacía más de un milenio”

“Tras asistir a una expansión y transformación constante de la figura de san Nicolás prácticamente desde el momento de su muerte, fue en el siglo XIX cuando más se acentuó este fenómeno. Nuestro piadoso santo vio modificar su imagen drásticamente, pasando de ser un obispo católico a una anciana personificación del renacimiento natural hasta convertirse, una vez en Norteamérica, en Santa Claus; y posteriomente, en Europa, en Papá Noel. Son estos dos últimos estadios de su evolución, fruto de la literatura y la publicidad, los que ahora nos interesan. Era el año 1809 cuando el escritor norteamericano Washington Irving (1783- 1859) terminó su libro Historia de Nueva York según Knickerbocker. En esta obra el autor narraba, de un modo satírico, la vida de aquellos primeros colonos holandeses que llegaron a la costa este de Norteamérica y fundaron la propia Nueva York. A lo largo del libro la figura de san Nicolás aparece veinticinco veces, pero no ya como un obispo de venerable aspecto y edad avanzada, sino como un hombre alegre, bonachón, generoso y propietario de un caballo volador con el que surcaba los cielos de la ciudad, arrojando regalos a sus habitantes a través de sus chimeneas. El nuevo rostro del santo gustó tanto que su popularidad creció entre los neoyorquinos, e incluso los colonos ingleses aceptaron con gusto su celebración el 6 de diciembre. Es a estos últimos a quienes debemos el nombre de Santa Claus, pronunciación anglosajona del holandés Sinterklaas o Sinter Klaas”.

“El segundo paso en el proceso de transformación lo dio inconscientemente un profesor de Teología y Sagrada Escritura, Clement C. Moore. Este hombre, cerca de las Navidades del año 1822, compuso un poema que leyó a sus seis hijos dos días antes de Nochebuena. Lo que era un texto puramente familiar y privado se convirtió en un fenómeno de masas, pues transcrito por su mujer y ofrecido por un amigo al periódico Sentinel de Nueva York, este lo publicó el 23 de diciembre del año 1823, titulándolo «Un relato sobre la visita de san Nicolás». El poema literariamente no tenía valor alguno, a decir del propio autor, pero acentuaba el componente sobrenatural del personaje, definiendo su imagen y haciéndolo más creíble: aparecía el trineo volador tirado por renos, no por un caballo como decía Irving; ubicaba indirectamente al personaje en un lugar del norte muy próximo al polo; convertía los zuecos, que los niños holandeses ponían junto a la chimenea para recibir los regalos el día 6 de diciembre, en calcetines, y algo trascendental, el santo Nicolás se convertía en una especie de gnomo gordo, alegre y de escasa talla, que además repartía regalos la noche del nacimiento de Jesús”.

“La imagen del personaje también vivió su proceso de elaboración, cambiando de aspecto según el dibujante que retratase a nuestro protagonista. En un primer momento se le representó como un hombre normal, de pequeña estatura, ataviado con chaqueta de piel, botas altas y gorro invernal. Poco más tarde pasó a ser un hombre enorme, corpulento, igualmente vestido y tocado con un sombrero de plumas, aunque ninguna de estas imágenes se consolidó. Su aspecto más popular se debe a Thomas Nast, un dibujante alemán, nacido en 1840, que con seis años emigró con su familia a Nueva York. Con los años, su talento con los lápices le valió un puesto como corresponsal de guerra en la publicación Harper’s Weekly, donde ganó su fama. En el año 1863 hizo su primera ilustración sobre Santa Claus, tomando ya elementos de W. Irving y de C. Moore. Su habilidad, y el afecto que ponía en las imágenes, dado que en su familia había aprendido a venerar la Navidad, pronto le hicieron ganar el reconocimiento de los lectores, que aceptaron sin retoques su visión de san Nicolás: un gnomo barbado, de talla gruesa, vestido con pieles de un tono rojizo, que procedía del Polo Norte, y era representado, habitualmente, entre elementos tales como el muérdago, el acebo o el abeto. Finalmente los últimos retoques a esta figura, que lo alejaban del aspecto de gnomo que tenía la creación de Nast, haciéndolo más verosímil, se deben a Habdon Sundblom, un dibujante de Chicago muy cotizado en los años veinte, que trabajó para la marca Coca-Cola. Esta compañía inició una campaña publicitaria en el año 1931 en la que el protagonista, junto a la conocida bebida, fue el Santa Claus de Sundblom, que obtuvo un enorme éxito, fijando de este modo la estética actual de nuestro personaje”.

Una de las últimas tradiciones de la Navidad que fueron añadidas son las tarjetas de saludos que se envían en esta época.

Respuesta ¿Es el origen de la navidad pagano?

Entonces para responder a la pregunta ¿Es el origen de la navidad pagana (no cristiana)? La respuesta es “no necesariamente, ya que su origen combina elementos cristianos con elementos paganos”. Como podemos ver en la historia del cristianismo han existido buenas y malas opiniones respecto a la Navidad.  Pero si aún así seguimos con este mismo argumento podría seguirse de la siguiente forma “Los cumpleaños, el día de la mamá, papa, niños 18 de septiembre y año nuevo no deberíamos celebrarlos porque su origen es pagano (O sea no cristiano). Otros argumentan diciendo “No hay nada en la Biblia que me mande a celebrar el nacimiento de Cristo” entonces podríamos preguntar si hay algo que te mande en la Biblia a celebrar los cumpleaños, aniversarios, día especiales, graduaciones, aniversarios de matrimonio, la reforma protestante, el recordar hermanos cristianos etc. Si ese es el argumento entonces cae en contradicción cuando celebramos otras cosas que la Biblia no manda a celebrar. ¿Cuál es entonces el criterio que deberíamos aplicar en estas celebraciones como Navidad y otras celebraciones? Lo veremos en la próxima clase. 


[1] https://contralaapostasia.com/
[2] https://contralaapostasia.com/2010/12/22/la-navidad-es-%C2%BFbiblica-o-pagana/. La teoría de que la Navidad viene de Babilonia como todo el catolicismo romano viene del libro “Babilonia Misterio religioso”. Ralph Woodrow. http://historiayverdad.org/Babilonia-Misterio-Religioso-Antiguo-y-Moderno.pdf
[3] http://dle.rae.es/?id=RRmXoF5|RRo9Qqj|RRp8r7M
[4] http://dle.rae.es/srv/search?m=30&w=navidad
[5] https://www.casadellibro.com/libro-breve-historia-de-la-navidad/9788499675367/2234828
[6] José Gómez. Breve Historia de la Navidad. Página 12.
[7] José Gómez. Breve Historia de la Navidad. Páginas 18-19
[8] José Gómez. Breve Historia de la Navidad. Página 20.
[9] José Gómez. Breve Historia de la Navidad. Páginas 21- 29
[10] José Gómez. Breve Historia de la Navidad. Páginas 35- 55
[11] José Gómez. Breve Historia de la Navidad. Páginas 57-89
[12] José Gómez. Breve Historia de la Navidad. Páginas 103- 121
[13] José Gómez. Breve Historia de la Navidad. Páginas 122- 173
[14] Roland H. Bainton. Lutero. Páginas 190-191
[15] http://protestantedigital.com/magacin/40910/Lutero_Calvino_Zuinglio_y_la_Navidad
[16] http://protestantedigital.com/magacin/40910/Lutero_Calvino_Zuinglio_y_la_Navidad
[17] https://presbiterianoreformado.wordpress.com/2013/12/25/juan-calvino-sobre-el-engano-de-la-navidad/ https://reformadoreformandome.wordpress.com/2017/12/28/juan-calvino-y-la-navidad/
[18] https://www.nytimes.com/2012/12/15/opinion/the-puritan-war-on-christmas.html
[19] José Gómez. Breve Historia de la Navidad. Páginas 174- 211.

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