Pensar el mundo a través de las Escrituras...

jueves, 21 de enero de 2016

Biblia y Liberalismo económico.

En mis dos entradas anteriores, he estado escribiendo de lo que la Biblia habla sobre el Estado, especialmente el Estado del bienestar. Sé que algunos después de haber leído lo que escribí van a etiquetarme como un “liberal” en economía, lo cual está bien, pues no me ofende. Pero quiero que sepan que aunque considero que el sistema liberal esta en lo correcto, también considero que posee errores  fundamentales. Supongo que para un liberal eso no es ningún problema, ya que saben que el mundo es imperfecto. Por tanto todo sistema diseñado por los hombres es imperfecto; o en lenguaje económico, el mercado en ocasiones falla.


El gran problema con la visión marxista de un gran Estado que regule todo y distribuya, es que cree que puede solucionar todos los problemas. Cree que puede instalar el reino de Dios en la tierra pero sin Dios. Cree que puede lograr el paraíso en la tierra donde haya justicia e igualdad para todos. Es sabido que esto es imposible, y la base bíblica para eso es que el mundo está caído. Por tanto ese “ideal” jamás se llevará a cabo. El “salvador” estado no podrá redimirnos, solamente Cristo nos puede salvar de nuestra condición pecaminosa. Esa es la razón fundamental para rechazar la visión marxista del Estado, que quiere sustituir a Dios por medio del Estado. Que constantemente quiere ignorar la realidad con lo que “podría ser”.


Pero el sistema de libre mercado tampoco está libre de sus errores. Es cierto que es el mejor sistema económico que existe para un mundo caído, donde se reconoce que hay personas malvadas y egoístas entre nosotros. La antropología del libre mercado no es que “considere a las personas buenas” como he leído algunas veces por allí, sino al contrario. Ellos reconocen las paradojas de la humanidad, que un día puede crear la cura para millones de enfermedades, pero al otro día en el poder puede matar a millones de personas. El ser humano es tanto bueno como malo. ¿No les parece conocido esta antropología? ¡Pues es bíblica!. El hombre es imagen y semejanza de Dios (imago dei), por que en ocasiones hará “cosas buenas para la humanidad”. Pero también es un ser caído por lo que también hará cosas malvadas en este mundo. En este punto la antropología del libre mercado es muy bíblica. El sistema de libre mercado también reconoce la libertad de las personas y la igualdad de trato para con el otro. 

Paradójicamente el error fundamental del libre mercado es no reconocer que estos “valores” no se sostienen sin el cristianismo. Ellos reconocen que gran parte de la raíz que dio vida al libre mercado es el cristianismo, pero no parecen reconocer que sin él no se pueden mantener en pie. Ellos hablan constantemente de la libertad y el respeto por el otro pero ¿Quién fundamenta esos valores? Para los partidarios del libre mercado la “libertad” se ha hecho una religión. Incluso muchas veces he oído que las personas pueden usar su libertad en prácticas pecaminosas claramente condenables en las Escrituras. Y aquí es donde entramos en su talón de Aquiles. Si yo fuera marxista simplemente les preguntaría a los libre mercado que si ellos creen que la propiedad privada, la vida y la libertad lo son todo ¿Quién sustenta esas creencias? Quizás ellos responderían siempre ha servido para el orden social o que es un acto de fe simplemente creer en eso, pero la pregunta para ellos sigue siendo pero ¿y quién me obliga a respetarlos? ¿No es acaso una construcción social más? ¿No es acaso un arma para oprimir a los demás y nada más? El punto es que el sistema de libre mercado sin su raíz que lo nutre de vida no tiene sentido. Por supuesto puede servir en el discurso público, pero filosóficamente esta vacio.



Es por eso mismo que jamás podría sacar pecho y sentirse orgulloso diciendo que soy un “liberal”. El simple hecho es que yo soy cristiano y mi cristianismo me lleva a lo que han separado de la Biblia para hacerlo el “libre mercado”. El libre mercado por si mismo nunca podrá defenderse de forma totalmente coherente o consecuente, porque ese sistema supone valores  morales absolutos que un Dios reveló a la humanidad. Las personas que profesan el libre mercado y no creen en Dios se les deben señalar la contradicción de su discurso y que ellos necesitan arrepentirse y venir a la reconciliación con Dios. 
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