Pensar el mundo a través de las Escrituras...

sábado, 16 de diciembre de 2017

El ministerio pastoral y sus desafíos parte 1

Introducción

El famoso pastor bautista Charles Spurgeon dio una charlas para los pastores jóvenes de su época que finalmente termino siendo un libro clásico llamado “discurso a mis estudiantes”.[1] En ese libro el ejemplifico varios problemas que los pastores enfrentaran y en una ocasión escribió:

“Todos nosotros hemos oído referir la historia del hombre que predicaba tan bien, y vivía tan mal, que cuando estaba en el púlpito no había quien no dijera que nunca debía salir de él, y cuando lo dejaba, todos a una declaraban que no debía volverlo a ocupar jamás”.

Las palabras de Spurgeon reflejan lo que podemos llegar hacer del ministerio pastoral, una profesión que no tiene coherencia con nuestras vidas. Podemos ir a la Biblia para buscar sermones y no a Dios, podemos predicar de la Biblia sin vivir la Biblia, podemos aconsejar a los matrimonios y a las familias ¡Y estar perdiendo la nuestra! Un pastor llamado Paul Tripp ha escrito un libro respecto al ministerio pastoral llamado “El llamamiento peligroso”.[2] En el primer capítulo de este libro él describe su dolorosa experiencia con el pecado de la ira y como no pudo verla debido a que había 3 problemas fundamentales que operaban en él como ceguera espiritual. El escribe que el primer tema que actuó como ceguera espiritual en su vida fue que dejo que el ministerio definiera su identidad:

“El ministerio había llegado a ser mi identidad. No, no pensaba de mí como un hijo de Dios que tenía una necesidad diaria de la gracia, en medio de mi propia santificación, todavía en una lucha con el pecado, todavía con una necesidad del cuerpo de Cristo y llamado al ministerio pastoral. No, pensaba de mí mismo como un pastor. Eso es todo, conclusión. El oficio de pastor era más que un llamado y un conjunto de dones que Dios me había dado y que el cuerpo de Cristo había reconocido. “Pastor” me definía. Era yo en un sentido que probaba ser más peligroso de lo que yo hubiera pensado”

Una de las tentaciones que tenemos como pastores es “profesionalizar el ministerio pastoral”[3] y pensar que esto nos define delante de Dios y olvidamos rápidamente que somos por sobre todo hijos de Dios. Esto hace que no estemos constantemente buscando la presencia de Dios y debilita nuestro ministerio pastoral.

El segundo tema que actuó como ceguera espiritual en el fue que dejó que la enseñanza bíblica y  el conocimiento teológico definiera su madurez:

“Ya que el seminario tiene la tendencia a reducir la fe a un rígido sistema de preceptos y reglas o, lo que es lo mismo, a academizar la fe, haciéndola un mundo de ideas que tiene que ser dominado, a los estudiantes les es demasiado fácil apoyar incondicionalmente la creencia de que la madurez bíblica se trata de la precisión del conocimiento teológico y de la entereza de su enseñanza bíblica. Por esta razón los graduados del seminario, que son expertos en la Biblia y en la teología, tienen la tendencia a pensar que son maduros. Pero debe decirse que la madurez no es solo algo que haces con tu mente (aunque éste es un elemento importante de la madurez espiritual). No, la madurez se trata de cómo vives tu vida. Es posible ser teológicamente astuto y ser muy inmaduro. Es posible ser bíblicamente culto y tener una importante necesidad de crecimiento espiritual”.

La tentación de creer ser maduro por poseer mucha información y conocimiento teológico es muy grande en nuestros tiempos, pues hoy tenemos acceso con mucha facilidad a la información. Pero un pastor debe reconocer que el conocimiento no es sinónimo de madurez, sino que la madurez se manifiesta en el carácter santo del pastor.

Y el tercer tema que actuó como ceguera espiritual  fue que confundió el éxito ministerial con el respaldo que Dios le daba a su estilo de vida:

“El ministerio pastoral era emocionante en muchos sentidos. La iglesia estaba creciendo numéricamente y parecía que la gente estaba creciendo espiritualmente. Parecía que más y más personas se estaban comprometiendo con esta vibrante congregación espiritual y vimos que en las vidas de las personas estaban llevando a cabo batallas en el corazón. Fundamos una escuela cristiana que estaba creciendo y que estaba aumentando en reputación e influencia. Estábamos comenzando a identificar y a discipular a los líderes. No todo era color de rosa, y hubo momentos que fueron dolorosos y muy agotadores, pero comencé mis días con un profundo sentimiento de privilegio de que Dios me había llamado a hacer lo que Él me había llamado a hacer. Estaba guiando a una congregación de fe y Dios estaba bendiciendo nuestros esfuerzos. Pero tomé estas bendiciones de la manera equivocada. Sin saber que lo estaba haciendo, tome la fidelidad de Dios hacia mí, hacia Su pueblo, hacia la obra de Su reino, hacia Su plan de redención y hacia Su iglesia como un respaldo para mí”.

Los pastores debido a que vemos que Dios está obrando en su iglesia, podemos pensar que todo está pasando debido a nosotros. Podemos llegar a pensar que es debido a nuestras “obras” que la iglesia avanza. Esto nos puede llevar a engañarnos en nuestra condición espiritual, ya que ¿Qué importa como vivo si la obra de Dios avanza? ¿No acaso esta una señal de la aprobación divina?

Estas tres tentaciones que describe el pastor Paul Tripp reflejan que el ministerio pastoral puede llegar a ser muy peligroso para nuestra vida espiritual. Por lo que es importante comprender que antes de ser pastores, somos hijos de Dios, esposos, padres y finalmente pastores. El riesgo de no entender esto, es que nuestra familia puede ser dañada en el ministerio pastoral y quedar descalificados del ministerio.

El ministerio pastoral es el llamado más alto y sublime que Dios puede dar a un hombre, pero también es el llamamiento más peligroso del mundo. Esto se debe a que del pastor se espera una vida ejemplar en la familia, en la iglesia y con el mundo. Dios ha establecido parámetros claros (1 Tim 3:1-7; Tito 1:5-9) por tanto el pastor debe cuidar su vida personal, su vida familiar, su relación con la comunidad de creyentes y con los de afuera.

La vida espiritual del pastor

Lo primero que como pastores debemos recordar es que somos hijos de Dios. Esto significa que Cristo nos ha sido salvado, El nos ha libertado del pecado (Rom 6:22), justificado por su obra (Rom 5:1) librado de la condenación (Rom 8:1) adoptado y hecho sus coherederos (Rom 8:15) y llamados a ser transformado por la palabra de Dios (Rom 12:1-2) Debemos siempre evitar la tentación de buscar nuestra identidad en el ministerio pastoral y mantenernos enfocados en que nuestra identidad esta en Cristo, en ser hijos de Dios. Y como hijos de Dios debemos mantenernos en constante oración y lectura de la palabra de Dios. Pero aunque el llamado de Dios a la oración y lectura bíblica es para todo cristiano, la exigencia para el pastor es más alta. Esto quiere decir que la dependencia de Dios debe ser mayor en un ministro que en cualquier otro hermano. La oración es tan seria para el ministro que no orar es no cumplir con la vocación a la cual fue llamado. Un pastor hizo la siguiente observación sobre la vida de oración de los ministros[4]:

“La oración es la vida y el alma de nuestra sagrada función; sin ella, no podemos esperar éxito en nuestro ministerio; sin ella nuestras mejores instrucciones son estériles y nuestras más arduas tareas son ociosas. Antes de poder inspirar terror en aquellos que rompen la ley, debemos primero, como Moisés, pasar mucho tiempo retirados con Dios; la oración a menudo le da el éxito a aquellos con poco talento, mientras que los grandes, sin ella, son inútiles o perniciosos. Un ministro que no es un hombre de piedad y oración, aunque tenga otros muchos talentos, no puede ser llamado siervo de Dios, sino más bien un siervo de Satanás, escogido por él, por la misma razón por la que escogió a la serpiente antigua debido a que era más astuta que cualquier otra bestia del campo que Dios había hecho. Que monstruo debe ser ese ministro del evangelio, oh Dios, ese dispensador de las ordenanzas del evangelio, ese intercesor entre Dios y su pueblo, ese reconciliador del hombre con su creador sino se mira a sí mismo como un hombre de oración”

Al tomar estas palabras en serio, vemos todo el peso que tiene la vida de oración en la vida del pastor. Pero un pastor no solamente debe ser un hombre de oración, sino también un hombre que “usa bien la palabra de verdad” (2 Tim 2:15) cuando Pablo le escribió las cartas al joven pastor Timoteo se nota bastante el énfasis de Pablo por la preocupación doctrinal (1 Tim 1:3; 4:6,11-16; 6:2-4; 6:11-14; 2 Tim 1:13-14; 2:2; 4:1-2) por tanto un pastor debe cultivar estas disciplinas espirituales constantemente y debe ser ejemplo en ello.

La vida espiritual del pastor debe ser disciplinada, por esto mismo Pablo le escribió al joven Timoteo “Ejercítate para la piedad; porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pus tiene promesa de esta vida presente y de la venidera” (1 Tim 4:7-8) y además Pablo ejemplifico esta vida disciplinada con varias metáforas. Un pastor debe ser un soldado que sufre por el evangelio (2 Tim 2:3-4) un atleta que lucha por el evangelio (2 Tim 2:5) un labrador que trabaja por el evangelio (2 Tim 2:6) y un obrero aprobado delante de Dios (2 Tim 2:15) Todas estas metáforas suponen la disciplina del pastor en su vida espiritual.

Además de esto un pastor debe cuidarse de sí mismo en estas disciplinas espirituales. Un pastor antiguo llamado Richard Baxter escribió un libro titulado “El pastor Reformado” él dió la siguiente advertencia para los ministros[5]:

“Sea diligente en mantenerse en una buena y saludable condición espiritual. Primero predique sus sermones a sí mismo. Su pueblo se fijará si usted ha pasado mucho tiempo con Dios y serán beneficiados. Lo que ocupa más su corazón se comunicará más eficazmente a ellos. Confieso que cuando mi corazón está frío, entonces mi predicación es fría. Si nuestro amor, fe o reverencia disminuyen pronto se manifestará en nuestra predicación, quizás no tanto en lo que predicamos sino en la manera en que lo hacemos. Y nuestro pueblo sufrirá. Por otra parte, si estamos llenos de amor, fe y celo, entonces nuestro ministerio traerá refrigerio y aliento. Hermanos, guarden sus corazones para mantenerlos libres de las concupiscencias, las pasiones y la mundanalidad. Mantengan su fe, su amor y su celo. Pase mucho tiempo en comunión con Dios. Si no hace esto, entonces todo irá mal. Usted debe obtener de Él, el fuego celestial para consumir sus sacrificios. Si su fervor es artificial usted no puede esperar la bendición de Dios. Los pecados vergonzosos y las herejías comienzan normalmente con desviaciones pequeñas. Frecuentemente Satanás se aparece como un ángel de luz para atraerle hacia las tinieblas. Si usted cede ante el orgullo o cae en el error, entonces usted será una maldición en lugar de una bendición para el pueblo de Dios. Por lo tanto, tenga cuidado tanto para su propio beneficio, como para el de otros. Yo pienso que un ministro debería cuidar su corazón especialmente antes de ministrar en público. Lea algún libro espiritualmente estimulante o considere la gran importancia de su mensaje o piense en las grandes necesidades espirituales de su grey. Suba al púlpito en el celo del Señor, para que los corazones de los oyentes puedan ser calentados, antes de salir del servicio”


La vida espiritual del pastor es bastante importante porque él debe ministrar a otros por medio de la oración y la palabra de Dios. El pastor es el ejemplo de la grey, por lo que él debe mostrarse ejemplo en estos dos elementos básicos de la vida cristiana que son la oración y la Biblia. Los pastores se pueden sentir tentados a hacer muchas cosas y descuidar estas disciplinas espirituales esenciales. Pero cuando los apóstoles se vieron enfrentados a un conflicto respecto a la repartición de los alimentos en el primer siglo (Hechos 6:1) la respuesta de ellos no fue encargarse ellos mismos de estas cosas, sino que buscaron hombres idóneos que se encargaran de esto (Hechos 6:3) La respuesta de ellos era simple “No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios para servir a las mesas” (Hechos 6:2) más bien era correcta su decisión de “Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra de Dios”. Descuidar estas dos disciplinas espirituales, es descuidar el fundamento del ministerio pastoral, ya que nada puede realizarse sin la dependencia en oración con el Señor y la revelación escrita que Dios nos dado.

La vida familiar del Pastor

El estándar que Dios ha establecido para el ministerio pastoral están revelados en las “cartas pastorales” donde Pablo especifica con claridad cuáles son (1 Timoteo 3:1-7; Tito 1:5-9) el primer requisito para un pastor es que sea “irreprensible”, esto quiere decir literalmente que el pastor “no será llamado a rendir cuentas”, “sin mancha”, “por encima de toda reprensión”.[6] La idea de “irreprensible” no tiene que ver con la perfección sin pecado, pues en ese caso nadie podría estar llamado al ministerio pastoral. Más bien, alude a un hombre de carácter maduro y santo, que con su vida ejemplifica lo que lo que predica. No hay nada en él que sea evidente pecaminoso que lo descalifique del ministerio. Los requisitos exigidos por Dios para el ministerio pastoral se pueden dividir en tres aéreas. En primer lugar la moralidad sexual, en segundo lugar el liderazgo familiar y en tercer lugar un carácter piadoso para con los creyentes y los no creyentes.[7]


La moralidad sexual

La primera cualidad de carácter es que el pastor sea “marido de una sola mujer”. Han existido diversas interpretaciones sobre esta frase, como que lo que está diciendo este texto es que el marido no debe practicar la poligamia, no debe ser viudo o no debe ser soltero. Pero la verdad es que ninguna de estas ideas son correctas con el texto, ya que la poligamia está prohibida para todos, no solo para los pastores (Mt 19:5). Tampoco puede estar condenando la posibilidad que un hombre viudo se vuelta a casar (Rom 7:1-6) ni tampoco es probable que se refiera a un soltero ya que hasta donde sabemos Pablo y Timoteo eran solteros. Así ¿Qué significa la frase? Lo que la frase dice literalmente es “hombre de una mujer” por lo que significa que esta entregado a su mujer, dedicado completamente a su mujer y a nadie más. Es sabido que una de las tentaciones que los pastores enfrentan es la “tentación sexual”, por tanto un pastor debe ser bastante cuidadoso en esta área.  Uno de los pecados más destructivos para los pastores, es el pecado sexual (1 Cor 6:18) ya que no solamente es un pecado que  ofende a Dios y destruye su comunión con él, sino que además destruye su relación con su esposa. Al destruir su relación con su esposa, destruye su testimonio como pastor, perdiendo su credibilidad y finalmente siendo “blasfemado el nombre de Dios” por su pecado. El pastor John MacArthur comenta sobre esto[8]:

“En el siglo actual la cristiandad evangélica se ha enfocado mayormente por la batalla por una doctrina pura –y debe hacerlo-, pero estamos perdiendo la batalla por la pureza moral. Tenemos a personas con una teología correcta pero que están viviendo vidas impuras. El estándar de Dios no puede ser rebajado por causa de la simpatía. No debe serlo porque podemos ser amorosos, perdonadores, bondadosos, misericordiosos y amables sin comprometer lo que Dios dice acerca del carácter del hombre que quiere que dirija su iglesia. Todas las batallas por la integridad son, en definitiva, vanas si los predicadores de las iglesias son corruptos y las ovejas ya no siguen a sus pastores como modelos de santidad. La iglesia debe tener líderes irreprensibles. Todo lo que sea menos es una abominación a Dios, amenaza desastres para la vida de la iglesia”


El liderazgo familiar

La segunda cualidad del pastor que podemos extraer es “que gobierne bien su casa que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad”  (pues el que no sabe gobernar su propia casa ¿Cómo cuidará de la iglesia de Dios?) (1 Tim 3:4-5) en sencillas palabras es que el pastor sepa guiar a su familia espiritualmente. Esto es muy importante tenerlo en cuenta ya que el ministerio pastoral ejerce mucha presión sobre la familia. Los datos no son alentadores respecto a esta problemática, por ejemplo en el contexto norteamericano las problemáticas son; poco tiempo con la esposa, problemas de dinero, nivel salarial, dificultades en la comunicación, expectativas de la congregación, diferencias sobre el uso del tiempo libre, dificultad criando hijos, problemas sexuales, la ira del pastor hacia la esposa, diferencias sobre la carrera del ministerio, diferencias sobre la carrera del cónyuge.[9] Es poco probable pensar que los problemas en nuestro contexto sean diferentes. Entonces ¿Cómo enfrentar estas problemáticas? Poniendo en práctica los principios bíblicos que enseñan la responsabilidad como esposo y padre.

El pastor como esposo (Efe 5:25-33; Col 3:19)

El pastor debe amar a su esposa como “Cristo amo a su iglesia”. El debe reflejar y ejemplificar este amor en su vida cotidiana y en la comunidad en la cual pastorea. Entonces ¿Cómo amo Jesús a su iglesia? Veamos como Pablo nos enumera en estos versículos como Jesús amo a su iglesia (Efesios 5:23-33)  En primer lugar Jesús amo a su esposa la iglesia sometiéndose al Padre (Mt 26.29; Jn 4:34; 6:38; 1 Cor 15:28) por tanto el pastor manifiesta su amor a su esposa cuando se somete a Dios. Este es el argumento planteado de Pablo sobre la sujeción en el contexto (Efe 5:21) Cristo siendo cabeza de la iglesia no hizo lo que quiso, sino que se sometió al Padre. Por tanto el debe ser la “cabeza” del hogar en este sentido (1 Cor 11:3)

En segundo lugar, Cristo siendo cabeza de la iglesia fue un servidor de ella (Mt 20:25-28; Jn 13:13-15) que el pastor sea el “cabeza” de la mujer quiere decir que él es servidor de ella. Por lo tanto como pastores debemos servir a nuestras esposas en sus necesidades, y así mostrar el amor abnegado que Cristo mostro con su iglesia.

En tercer lugar, Jesús amo a su iglesia de forma paciente. Los discípulos del Señor no siempre hicieron lo que él les decía, en ocasiones se mostraban con poca fe (Mt 8:26), no entendían (Mc 8:17) o simplemente discutían por poder (Luc 22:24) pero Jesús tuvo la paciencia para reprenderles y enseñarles en el camino. Jesús sabiendo que los discípulos eran pecadores, tuvo paciencia para con ellos en todo. La situación es más complicada para nosotros porque nosotros somos pecadores, tanto el marido como la esposa. Por tanto en muchas ocasiones el pastor como cabeza de hogar deberá ser paciente. 
En cuarto lugar, Jesús amo a su iglesia hasta la muerte. Jesucristo puso como estándar de su discipulado la negación de sí mismo hasta la muerte (Mt 16:24-25; Mc 8:34-35; Luc 9:23-24) El mismo cumplió esto literalmente por amor a su pueblo (Juan 12:24-26) el pastor debe estar dispuesto a amar a su esposa hasta la muerte.
En quinto lugar, el pastor debe santificar a su esposa por medio de la enseñanza. Esta práctica era lo que antiguamente se llama “los cultos familiares”. El pastor debe estar guiando espiritualmente a su familia por medio de la palabra. Para poder realizar esta tarea es obvio que debemos conocer la palabra de Dios. Jesús usaba las Escrituras para combatir a Satanás (Mt 4:1-11) nos mando a escudriñar las Escrituras porque ellas dan testimonio de él (Jn 5:39) y esto es porque ella es la espada del Espíritu (Efe 6:17) El pastor que no realiza esta tarea, no está llevando su ministerio de forma adecuada.
Finalmente este capítulo podemos ver 4 razones más de porque deben los pastores amar a sus esposas.  La primera razón es que amar a su esposa es amarse a sí mismo (V28-29)  La segunda razón es que deben amar a su esposa porque es miembro de Cristo (30) por tanto es parte del cuerpo de Cristo (1 Cor 12:17) La tercera razón es que deben amar a su esposa porque son una sola carne (31) citando Génesis 2:24. Y la cuarta y última razón es que deben amar a su esposa porque refleja el misterio entre Cristo y la iglesia (32-33)
Al examinar de forma rápida estos versos del Apóstol Pablo podemos ver que el llamado que tienen los hombres (especialmente los pastores) es amar de forma sacrificial a sus esposas. Un pastor que va a cumplir con eficacia su ministerio debe comenzar amando a su esposa de la manera que Dios ha establecido.



[1] http://www.iglesiareformada.com/Spurgeon_Discursos_Estudiantes.pdf
[2] Paul Tripp. El llamamiento peligroso. Editorial Faro de Gracia. Páginas 9-20
[3] John Piper. Hermanos, no somos profesionales. Editorial Vida.
[4] Thomas K. Ascol. Querido Timoteo, Cartas al ministerio pastoral. Páginas 63-64
[5] http://www.iglesiareformada.com/Baxter_el_pastor_reformado.pdf
[6] John MacArthur. El ministerio pastoral. Editorial Clie. Año 2005. Página 114.
[7] Ibíd.
[8] John MacArthur. El ministerio pastoral. Editorial Clie. Año 2005. Página 115.
[9] John MacArthur. El ministerio pastoral. Editorial Clie. Año 2005. Página 188. 
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